Iglesia de Moarves de Ojeda, Palencia
Introducción
La población de Moarves de Ojeda, a orillas
del río Burejo, se sitúa a unos 15 kilómetros
al norte de Herrera de Pisuerga y a unos 25 al sur de Aguilar de
Campoo, en plena comarca de La Ojeda.
Su iglesia parroquial, dedicada a San Juan Bautista,
se acomoda al extremo norte del reducido caserío, a la misma
orilla de la carretera comarcal que conduce a Cervera de Pisuerga
y bastante encajonada entre viviendas.
Declarada Monumento Histórico Artístico
en 1931 como reacción al estado de semirruina que acusaba
según los testimonios de la época, fue sometida durante
la última década del siglo XX a nuevas labores de
restauración.
En su estado actual, la iglesia de San Juan Bautista
de Moarves es una sencilla edificación rural de una sola
nave rematada en una cabecera cuadrangular, resultado de dos etapas
claramente diferenciadas:
Una primera fase románica de finales del siglo
XII que se correspondería con los muros laterales norte y
sur en el que se encuadraría su soberbia fachada meridional,
y una reforma tardogótica que consistió en la sustitución
de las cubiertas, la adición de una nueva cabecera y la remodelación
del hastial de los pies, rematado por una espadaña de piñón
triangular muy típica de comarcas del norte palentino.
La verdadera seña de identidad que ha hecho
de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda un templo de principal
relevancia dentro del románico peninsular es su fachada sur,
compuesta por una portada coronada por un soberbio apostolado análogo
al de la iglesia de Santiago de Carrión de los Condes.
La portada se configura mediante cinco arquivoltas
de medio punto decoradas con motivos ajedrezados, baquetones y,
en la rosca más interna, carnosas hojas de acanto.
Descansan sobre columnas acodilladas rematadas en capiteles
decorados en los que, en su lado izquierdo, aparece representada
una escena de tipo juglaresco en la que unas bailarinas danzan al
son de las notas de un rabel y un salterio que son tañidos
por otros personajes. Además, se distingue el episodio de
Sansón desquijarando al león, muy recurrente en el
románico del norte de Palencia.
Al lado contrario de la puerta las cestas se decoran,
además de con motivos vegetales, a base de guerreros armados
con espada y escudo, una escena de lucha entre dos hombres y un
león, y otros dos personajes leyendo un mismo libro.
Sobre la portada se despliega el celebérrimo
friso escultórico de San Juan de Moarves de Ojeda, primo
hermano del no lejano de Carrión de los Condes y sobre el
que tantas líneas han sido escritas por parte de estudiosos
a lo largo y ancho de la historiografía medieval del arte.
Sostenido por dos grandes ménsulas extremas
decoradas por un guerrero alanceando un monstruo y por un mascarón
de rasgos exóticos, preside la composición, dentro
de una mandarla perfilada por un finísimo entramado vegetal,
la efigie de Cristo en Majestad entronizado, bendiciendo con su
mano derecha y portando el Libro de la Vida en la izquierda.
Le flanquean los cuatro evangelistas en su representación
zoomorfa, portando las escrituras.
Completa la composición un apostolado completo
-seis a cada lado del Pantocrátor- en el que cada figura,
identificable gracias a los nombres labrados en las filacterias
que portan, aparece individualizada bajo un arquillo lobulado sobre
columnillas decoradas con capiteles vegetales.
Completan el repertorio decorativo del hastial sur
dos ventanas -una a cada lado de la portada- configuradas a base
de un arco de medio punto bajo guardapolvo que descansan sobre sencillos
capiteles decorados con grifos y fórmulas vegetales.
En el muro norte, amén de una sencilla colección
de canecillos, sobrevivió una pequeña portada oculta
durante siglos por la acumulación de tierras y que fue liberada
tras su última restauración. Dispone tres arquivoltas
apuntadas sobre jambas y capiteles cuya decoración recuerda
a los repertorios del cercano monasterio de San Andrés de
Arroyo.
En
el interior, profundamente reformado, apenas se aprecia vestigio
alguno de su pasado románico, cubriéndose la nave
por medio de una techumbre de madera que vendría a sustituir
a la presumible bóveda de cañón original.
La cabecera se aboveda mediante una solución
de crucería, subsistiendo aún el arco triunfal de
ingreso al presbiterio, doblado y ligeramente apuntado que apea
sobre soportes coronados por capiteles de tipo vegetal de apariencia
inconclusa.
Mucho más valiosa es la pila bautismal románica,
durante siglos situada como mandan los cánones litúrgicos
a los pies de la nave, pero que tras la restauración de finales
del siglo XX, fue recolocada en un lugar mucho más protagonista
en el templo, motivando que, debido al contraste de las condiciones
atmosféricas, se acelerase su proceso de degradación
contra el que, aún a día de hoy, se sigue luchando
empleando las más modernas técnicas de conservación.
Elevada sobre un triple plinto, presenta una copa troncocónica
de más de un metro de diámetro, decorándose
sus paredes laterales con la imagen de Cristo sedente flanqueado
por los doce apóstoles presentados bajo arquerías
en un esquema que parece claramente inspirado por el friso de la
portada y ejecutado por un maestro esultor mucho más popular.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)