Iglesia
de Moradillo de Sedano, Burgos
Introducción
En pleno corazón
de la provincia de Burgos, a unos 50 kilómetros al norte
de la capital y prácticamente lindando con la histórica
comarca de Las Merindades se sitúa el Valle de Sedano, un
territorio que, pese a la cierta prosperidad gozada en tiempos no
muy lejanos, hoy en día se encuentra, desde el punto de vista
demográfico, bastante venido a menos, habiendo reducido su
población en los últimos 50 años de unos 2000
habitantes a apenas 500, los cuales quedan divididos nada menos
que en 16 entidades de población.

Más allá
del eminente e indudable valor paisajístico del entorno,
si por algo es reconocido en la actualidad el Valle de Sedano es
por la excelente calidad de su románico, personificado principalmente
en la iglesia de San Esteban Protomártir de Moradillo
de Sedano, uno de los templos más interesantes no sólo
de la provincia de Burgos sino de todo el románico castellano,
habiendo sido distinguida, desde la temprana fecha del 3 de junio
de 1931, como Monumento Histórico Artístico.

Se encuentra
Moradillo a unos 5 kilómetros al este de Sedano, localidad
cabecera municipal y que, prácticamente, aglutina la mitad
de la población del valle. Muy cerca de Moradillo, aunque
tan sólo accesible desde la citada villa de Sedano, se ubica
la también meritoria iglesia de San Pedro y San Pablo de
Gredilla, un edificio que, pese a su indudable valor, ha sabido
resignarse al papel preponderante de su vecino Moradillo.

La
iglesia de San Esteban Protomártir
Exterior
Enclavado en
un entorno prolífico en asentamientos dolménicos que
vendrían a confirmar una presencia humana en la zona desde
tiempos pretéritos, Moradillo de Sedano es, en la actualidad,
un modestísimo caserío de hábitat algo disperso
cuya población estable apenas rebasa la decena de habitantes,
situándose la iglesia de San Esteban en la parte más
elevada del mismo, concretamente coronando un pequeño altozano
o cerro conocido popularmente como "El Castro".
El templo, en
su estado actual, no es sino el resultado de una sucesión
de reformas y ampliaciones que, sobre una primitiva fábrica
románica fechada por una inscripción en 1188, fueron
acometiéndose a lo largo de los siglos. Así, amén
de la nave original románica, llama la atención la
rotunda cabecera tardogótica erigida en el siglo XVI, supuestamente
tras un incendio (no documentado) que arruinaría la estructura
original.

Ya entre el
siglo XVIII y el XIX serían añadidos la sacristía
y, sobre todo, el pórtico sur, que si bien es cierto distorsiona
considerablemente la visión armónica de la fachada,
es más que probable que, gracias a él, haya sido posible
la buena conservación de la joya románica que constituye
la portada que cobija.
El edificio,
de gran rotundidad, fue levantado ya desde su primera fase románica
en una sillería magníficamente escuadrada, constando
en origen de una única nave de tres tramos que daba paso
a una cabecera -casi con total seguridad de planta semicircular-
hoy perdida tras la reforma tardogótica pero que, a juzgar
por la calidad del conjunto, debió ser de magnífico
porte. La actual cabecera añadida presenta, tras un breve
crucero, planimetría poligonal.
Al exterior,
además de su portada, en la cual nos detendremos a continuación,
acapara el interés la particularísima articulación
del muro meridional, recorrido por un registro de arcos ciegos que,
en número de tres hacia los pies y dos hacia la cabecera,
flanquean el vano de ingreso, quedando la armónica sucesión
de arcadas bruscamente interrumpida por el mencionado portal añadido.
Es más que probable que se trate de una galería porticada
románica desmontada y adosada al muro siglos después.

Elevados sobre
un pronunciado podium corrido, dichos arcos ciegos presentan arquivoltas
de ligero perfil apuntado que van a reposar sobre pilares prismáticos
en los extremos y columnas pareadas en los espacios centrales, desplegándose
sobre ellas bellísimos capiteles de temática vegetal
y teriomórfica, siendo de destacar, principalmente, una preciosa
cesta en la que son reconocibles dos dragones y dos arpías
de clarísima impronta silense.

Rematan la fachada
sur, a un segundo nivel en altura, dos interesantes ventanales a
través de los cuales se dotaba al interior del templo de
iluminación natural. El más cercano a la cabecera
despliega un arco de medio punto bajo el que se abre un sencillo
vano en derrame coronado por un vanguardista frontón triangular
enriquecido con elegantes florones o rosetas.

Los capiteles
presentan decoración vegetal a base de acantos a la derecha,
y un extraño ser de aspecto monstruoso (probablemente un
león) y actitud desafiante a la izquierda.

Algo más
sencillo es el ventanal más próximo a los pies del
templo, también de medio punto sobre columnas culminadas
en capiteles vegetales. Sin embargo, cuenta este vano con el valor
añadido de conservar, labrada en uno de sus cimacios, una
inscripción en la que puede leerse "in era MCCXXVI",
gracias a la cual, ha podido ser datada la construcción de
la iglesia en el año 1188.

Al exterior,
se completa la decoración románica con un elegante
contrafuerte a base de un haz de columnas rematadas en capiteles
en el ángulo suroccidental; y con una destacable colección
de canecillos figurados. La torre, elevada en el último tramo
de la nave inmediatamente anterior al crucero, conserva un primer
nivel románico que vio como, posiblemente en la misma reforma
que afectó a la cabecera, le fue añadido un cuerpo
de campanas al que se accede por un husillo cilíndrico parcialmente
embebido en el hastial norte.

Interior
Al interior,
la iglesia de Moradillo de Sedano mantiene las mismas características
que al exterior en cuanto a armonía y perfección constructiva
se refiere, poniéndose de manifiesto que, para su edificación,
se contó con un taller y con unos canteros de calidad, circunstancia
bastante excepcional tratándose de un entorno rural y considerablemente
aislado.
Consta la nave
de tres tramos separados entre sí mediante arcos fajones
doblados y ligeramente apuntados que reposan sobre haces de tres
columnas, llamando poderosamente la atención la concepción
de uno de los soportes del costado de la Epístola, para el
cual, los constructores, en un alarde de destreza técnica,
plantearon una singularísima solución zigzagueante.
La nave queda
cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada
en sus dos primeros tramos, y mediante una solución de crucería
en el tramo inmediatamente anterior al presbiterio, sin duda, una
formulación mucho más práctica y segura para
sostener la pesada carga de la torre, erigida justo sobre él.
La severidad
de los muros laterales queda aligerada mediante arcos ciegos apuntados
que, a razón de uno por tramo, confieren más armonía
si cabe al conjunto. Además de los dos vanos abiertos en
el muro sur, cabe también ser destacado el falso ventanal
geminado que, con una estricta funcionalidad decorativa, adorna
el muro septentrional de la nave.
En cuanto a
la escultura de los capiteles interiores se refiere, todos ellos
de finísima labra, la temática predominante es la
vegetal, apareciendo de manera puntual alguna cesta en la que reconocemos
distintos tipos de seres imaginarios, principalmente arpías
que vienen a confirmar la indudable inspiración silense de
los maestros escultores que trabajaron en la iglesia de Moradillo.
La portada
La pieza más
sobresaliente de la iglesia de San Esteban Protomártir de
Moradillo de Sedano es su portada sur, la cual, sin ningún
género de dudas, puede situarse entre las más destacadas
del románico castellano.

Se encuentra
en la actualidad cobijada por un angosto pórtico decimonónico
que, si bien distorsiona notablemente su contemplación en
conjunto, es más que factible que haya sido un factor decisivo
para su aceptable estado de conservación, siendo aún
visibles, incluso, restos de su policromía original.
Consta de tres
arquivoltas de medio punto trasdosadas por un guardapolvo a base
de puntas de diamantes. La rosca exterior presenta una fina decoración
vegetal a base de acantos nervados de cuidadísima labra,
concentrándose sin embargo el interés, como seguidamente
veremos, en las dos arquivoltas interiores.

La intermedia
presenta, con figuras en posición radial, varios pasajes
desordenados alusivos al Ciclo de la Infancia de Cristo, entre los
que son reconocibles los episodios de la Anunciación del
Arcángel a María, la Visitación de Ésta
a su prima Santa Isabel, la Matanza de los Inocentes y la Huida
a Egipto.

Intercalados
entre los pasajes bíblicos y aparentemente sin orden ni concierto
lógico alguno, aparecen representaciones de corte más
profano como un centauro arquero, un grifo, guerreros en actitud
combatiente, o un personaje desquijarando a un león que,
en buena lógica, podría ser identificado como Sansón.

La arquivolta
interior, con la única excepción de un ángel
central con sus alas desplegadas, está dedicada en exclusiva
a los Ancianos del Apocalipsis, que en número de veinticuatro,
en postura sedente y nimbados; aparecen tañendo diferentes
instrumentos musicales de la época, portando objetos de variada
índole o, incluso, en actitud de conversar entre sí.

Preside el conjunto
un soberbio tímpano escultórico en cuyo centro aparece,
dentro de una mandarla, Cristo en Majestad entronizado y sosteniendo
con su mano izquierda el Libro de la Vida. La mano derecha, con
la cual o bien bendeciría o bien señalaría
el propio Libro, lamentablemente se ha perdido. Labrada sobre la
propia mandarla, puede leerse la inscripción "vicit
leo de tribu iuda, radix David, alelluia"

Flanqueando
geométricamente la mandarla se acomodan las cuatro figuras
del Tetramorfos (Evangelistas), apareciendo representados en su
naturaleza angélica y sosteniendo, tres de ellos, prótomos
con la forma de sus símbolos animales correspondientes. A
ambos extremos del tímpano y adaptándose a la forma
semicircular del marco en el que se encuadran, aparecen dos figuras
sedentes que han venido siendo identificadas mayoritariamente como
los profetas Isaías y Ezequiel
Descansan las
arquivoltas de la portada sobre columnas acodilladas que, en número
de cuatro a cada lado del vano de ingreso, rematan en bellísimos
capiteles troncocónicos figurados.
Comenzando la
lectura de los mismos por el grupo de la izquierda según
el punto de vista del espectador, se reconoce, en primer lugar,
una completísima aunque algo erosionada Ultima Cena, continuándose
la serie narrativa con tres capiteles en los que fueron representadas
otras tantas parejas de seres fantásticos afrontados, concretamente
dragones, esfinges y grifos.

Al lado opuesto
se observa como el esquema se repite, disponiéndose en la
cesta exterior una escena figurada en la que un jinete arremete
contra un personaje, y destinándose los tres capiteles interiores
a parejas de animales afrontados, en este caso, dragones, aves y
leones.

Completan el
programa escultórico de la portada de Moradillo de Sedano
dos grandes relieves dispuestos en las enjutas, identificándose,
en ambos casos, como dos ángeles alanceando otros tantos
seres de aspecto demoniaco en cuclillas, una representación
alegórica que podría interpretarse como el Triunfo
de Cristo sobre el pecado.
Por último
y a modo de conclusión, puede afirmarse que la iglesia de
Moradillo de Sedano, y más concretamente toda su fachada
sur, constituye una de las obras más sobresalientes del románico
castellano, pudiendo apreciarse en todo su repertorio escultórico
monumental una clarísima impronta silense; un concepto en
ocasiones algo nebuloso pero que, en Moradillo, se hace más
patente que nunca sobre todo en su bestiario imaginario, cuyas concomitancias
formales con el Segundo Taller de Silos son más que evidentes.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)
