Iglesia de San Juan de Uncastillo (Comarca de
Cinco Villas, Zaragoza)
Introducción
En
el extremo norte de la provincia de Zaragoza, la localidad de
Uncastillo es una de las cinco poblaciones principales
junto a Ejea de los Caballeros, Sos del Rey Católico, Tauste
y Sádaba que dan nombre a la histórica comarca de
las Cinco Villas.
Además Uncastillo, surgida al abrigo de la
Peña Ayllón justo en la confluencia de los ríos
Cadenas y Riguel, puede presumir de ser la que, de todas ellas,
ha conservado en mayor número y en mejor estado su patrimonio
románico, ya que además de la iglesia de San Juan
que nos va a ocupar, han llegado hasta nuestros días las
de Santa María, San Martín y San Felices; amén
de los restos de las antiguas parroquias de San Miguel y de San
Lorenzo.
En concreto, la iglesia de San Juan Evangelista
se sitúa coronando un escarpado espolón rocoso al
oeste de la villa, justo a la orilla contraria del río
respecto al núcleo urbano principal hacia el cual, constituye
un mirador panorámico más que privilegiado de la
iglesias de Santa María y San Juan, así como de
los restos del castillo que corona la citada Peña Ayllón.
Fue levantada la iglesia de San Juan sobre una necrópolis
de origen altomedieval tallada sobre el propio escarpe rocoso,
un cementerio perfectamente documentado en 1119 y 1130 en el Cartulario
de Santa María de Uncastillo y junto al cual, entre los
años 1167 y 1169, el rey Alfonso II de Aragón cedió
unos terrenos para la construcción de la iglesia, que se
materializaría durante el último cuarto del siglo
XII.
Este cementerio, conformado por unas 150 tumbas antropomórficas
(muchas de ellas infantiles) datadas entre los siglos IX y XI
y que se cubrirían con lajas de piedra, constituye la necrópolis
altomedieval más grande del Alto Aragón, habiendo
sido declarada junto a la iglesia de San Juan "Monumento
Histórico Artístico" desde 1931.
La iglesia
Construida en buena sillería y canónicamente
orientada pese a los condicionantes del terreno sobre el que fue
edificada, la iglesia de San Juan Evangelista es un templo de
una sola nave rematada en su correspondiente ábside de
tambor cubierto con bóveda de cuarto de esfera apuntada.
La nave, de planta rectangular y cubierta con bóveda
de medio cañón también apuntada, se divide
en tres tramos delimitados por arcos fajones ligeramente apuntados
y doblados que descansan sobre columnas adosadas al muro.
Todos los capiteles son de sencilla ornamentación
vegetal a base de palmetas estriadas y hojas esquemáticas.
Al exterior el templo carece de cualquier concesión
a lo ornamental y constructivamente superfluo, caracterizándose
por su total sobriedad tanto en los muros laterales como en el
ábside, donde en el centro de cada uno de los tres paños
delimitados por pilastras abre una estrecha aspillera con la que
se ilumina el espacio interior. En estos lienzos de sillería
han quedado numerosos mechinales que sirvieron para afianzar los
andamios durante la edificación del templo hace más
de ocho siglos.
Esta rotunda sobriedad en contraste con las otras
parroquias de Uncastillo, unida a su emplazamiento coronando el
segundo punto más alto del conjunto urbano tras la fortaleza,
ha hecho especular con la posibilidad de pudiera cumplir una función
defensiva además de la parroquial; teoría que vendría
a reforzarse por el hecho de que se trata del primer edificio
de relieve que encontraría el potencial hostigador por
la entrada natural de la villa.
Rompen la monotonía exterior de San Juan dos
capillas rectangulares abiertas al primer tramo de la nave a modo
de falso crucero que confieren al templo su planimetría
en forma de cruz; unas capillas que presentan la particularidad
de que mientras al exterior mantienen su estructura cuadrangular,
al interior rematan en su lado oriental mediante sendos hemiciclos
de escaso relieve a la manera de absidiolas aprovechando simplemente
la profundidad del muro. En la capilla del lado sur, además,
se conservan pinturas murales en las que nos detendremos a continuación.
Cuenta con dos portadas de acceso; una abierta al
costado sur de tres arquivoltas lisas sobre pilastras protegida
por un breve un tejaroz sostenido por canecillos; y otra de similares
características solo que de dos arquivoltas orientada al
norte.
Ambas portadas siguen la línea de total austeridad
y desnudez de todo el templo, hasta el punto de que sus tímpanos,
lejos de ser escultóricos como el de la mayoría
de parroquias de la villa, reducirían su ornamentación
a un simple motivo pictórico cuyas huellas son aún
tenuemente perceptibles sobretodo en la puerta meridional.
Las pinturas murales
Uno de los elementos de mayor valor de la iglesia
de San Juan Evangelista de Uncastillo son los restos de pinturas
murales conservados en el muro oriental de la capilla lateral
sur. Se trata de parte de un ciclo pictórico que la mayoría
de especialistas coincide en datar a finales del siglo XIII, obra
de algún maestro local activo por las Cinco Villas influido
por las corrientes bizantinizantes llegadas desde Italia y que
tienen en las pinturas del Monasterio de Sigena como su más
que posible foco de irradiación.
Además de en lo estilístico, también
en la iconografía acusa cierto aire bizantino, apareciendo
en el pequeño hemiciclo como protagonista absoluto de la
composición el Apóstol Santiago (hermano del santo
titular del templo) representado a la manera antigua; es decir,
no como un peregrino tal como fue habitual en contextos peninsulares,
sino entronizado, bendiciendo con una mano y portando el Nuevo
Testamento en la otra.
Justo debajo de la monumental efigie de Santiago,
aparecen dos personajes en un canon menor y -esta vez sí-
ataviados con os atributos propios del peregrino besándole
los pies en una postura genuflexa de veneración.
Esta manera tan atípica en España de
representar a Santiago el Mayor provocó que, durante mucho
tiempo, se interpretase la figura entronizada como un Cristo en
Majestad; sin embargo, las escenas que lo acompañan además
de la ausencia de nimbo crucífero o del casi siempre omnipresente
Tetramorfos, sirvieron para que los estudiosos acabasen decantándose
por esa interpretación.
Flanqueando la figura de Santiago aún dentro
de la pequeña exedra, se dispone el resto de la composición
en dos registros en altura. En la parte superior, aparece a cada
lado un grupo de tres peregrinos perfectamente identificables
en actitud caminante.
En el registro inferior, sin embargo, ocupan ambos
campos dos escenas relacionadas con la vida del apóstol.
A la izquierda, según el punto de vista del
espectador, se identifica el pasaje extraído de la Leyenda
Dorada del Bautizo del mago Hermógenes, mientras que al
lado contrario el tema representado es el prendimiento y juicio
de Santiago (identificado con una inscripción) ante el
rey Herodes Agripa.
Sobre la clave del arco de acceso a la minúscula
capilla semicircular fue representada una atípica y de
nuevo muy bizantina imagen de Cristo imberbe.
Quedan relegados a las enjutas, en grupos de dos,
cuatro apóstoles, identificados por lo poco que queda de
las cartelas como San Juan y Santiago los de la izquierda; y Simón
Pedro y Andrés los de la derecha. Esta composición
suele interpretarse como la llamada de reclutamiento de Cristo
a sus discípulos.
Por último, sobre la columna que sostiene
el arco de acceso a esta capilla sur ha llegado también
a nuestros días un ciclo pictórico que tiene como
protagonista a Santa Margarita de Antioquía, que gozó
de gran devoción durante la Edad Media por su papel de
comadrona.
Sobre la superficie curva de la propia columna fue
representada la figura monumental de la santa con corona y nimbo.
Mientras, sus lados, ya sobre el muro y en dos registros
en altura se plasmaron casi a la manera de los frontales de altar
altoaragoneses y catalanes cuatro escenas relevantes de su vida:
prendimiento, martirio, decapitación y entierro; completándose
el ciclo en un lateral con la imagen de un dragón monstruoso
como símbolo del demonio.