Iglesia
de Santa Cristina de Lena
La
iglesia de Santa Cristina de Lena se encuentra a unos 35
kilómetros al sur de Oviedo y a unos 5 aproximadamente de
Pola de Lena, muy cerca del caserío de Vega del Rey y estratégicamente
situada coronando una colina junto a la que, tanto desde el medievo
como en la actualidad, constituye la principal vía de comunicación
entre Asturias y la Meseta Castellana a través del Puerto
de Pajares.
Se trata de
una de las obras más señeras del arte prerrománico
asturiano, encuadrándose su erección dentro de la
llamada etapa ramirense, en la cual, bajo el reinado de Ramiro I
(842-850) y de su hijo y sucesor Ordoño I (850-866), la arquitectura
del Reino de Asturias alcanzó su fase de mayor brillantez
gracias a obras como la propia Santa Cristina de Lena y, sobre todo,
al conjunto palatino suburbano del Monte Naranco, compuesto por
la iglesia de San Miguel de Lillo y el pabellón de Santa
María del Naranco.
Magníficamente
conservada gracias a acertadas restauraciones a finales del siglo
XIX y en los años 30 del XX, Santa Cristina de Lena fue declarada
Monumento Histórico Artístico nada menos que en 1885,
siendo distinguida, justo un siglo después (1985) y junto
a otros edificios prerrománicos asturianos, como Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO.
Breve
aproximación histórica
La total ausencia
de documentación conservada referente a la iglesia de Santa
Cristina ha motivado que este singular edificio lenense haya sido
una de las construcciones asturianas sobre las que más se
haya debatido entre historiadores y especialistas en arte medieval,
habiéndose podido esbozar su dilatado devenir histórico
sólo a base de teorías y conjeturas que, más
o menos razonadas y razonables, no dejan de carecer de un respaldo
o constatación documental como para ser tomadas como categóricas.
Por esa razón,
los orígenes de Santa Cristina de Lena son bastante confusos,
existiendo quien la atribuye un origen visigótico del siglo
VII al identificarla con una primitiva fundación documentada
bajo el nombre de San Pedro y San Pablo de Felgueres que, en el
hipotético caso de ser la matriz original del templo que
nos ocupa, sería profundamente reformada durante los siglos
de la Monarquía Asturiana.
Este extremo,
aún imposible de contrastar a día de hoy, no sería
descabellado ya que la no coincidencia en la advocación no
deja de ser algo anecdótico debido a que la actual dedicación
de la iglesia a Santa Cristina (mártir italiana sin tradición
alguna durante la Monarquía Astur), pudo ser cambiada siglos
después, siendo además numerosas las piezas visigóticas
que pueden apreciarse reaprovechadas en la propia iglesia.
Sobre la fecha
de la construcción del templo que observamos en la actualidad,
también han sido barajadas varias teorías, aunque
parece claro que, dando por hecha su adscripción al periodo
ramirense por sus inequívocas filiaciones estilísticas,
técnicas y ornamentales con las construcciones palatinas
del Monte Naranco; pudo ser levantada unos años después
de aquéllas, posiblemente ya durante el periodo de reinado
de Ordoño I (850-866).
En cuanto a
la finalidad original de la construcción, son también
diversas las hipótesis que se han manejado, existiendo quien
la ha relacionado con la iglesia de una pequeña fundación
monástica, y quien se decanta por atribuirle un origen como
capilla de un complejo palatino suburbano para el recreo de la familia
real, teoría esta última que podría verse reforzada
por la existencia en el interior del templo de una tribuna regia,
así como por diversos topónimos del entorno que connotan
presencia -o al menos influencia- de la corona en la zona, como
por ejemplo Vega del Rey.
Para encontrar
las primeras referencias documentales explícitas e inequívocas
sobre el templo, al menos bajo su actual advocación de Santa
Cristina, hay que esperar nada menos que las primeras décadas
del siglo XVII, aunque su verdadera puesta en valor se remonta ya
a los años finales del siglo XVIII cuando, entre otros, Gaspar
Melchor de Jovellanos visitó Santa Cristina de Lena y elaboró
una serie de planos y dibujos del monumento.
Durante la segunda
mitad del siglo XIX se suceden, con interrupciones, diversas obras
de restauración, siendo rematados los trabajos por Juan Bautista
Lázaro basándose en ideas previamente planteadas por
Jerónimo de la Gándara. Ya en el siglo XX, Santa Cristina
de Lena sufre una última intervención para ser reparada
de los destrozos sufridos durante la Revolución de 1934.
En la actualidad,
y sobre todo tras ser distinguida como Patrimonio de la Humanidad,
la pequeña iglesia de Lena es perfectamente visitable, formando
parte como uno de los puntos culminantes del cada vez más
conocido y concurrido circuito turístico del prerrománico
asturiano.
La
iglesia de Santa Cristina de Lena
Lo primero que
llama la atención de Santa Cristina de Lena es la absoluta
y perfecta simetría de sus volúmenes cúbicos
exteriores, los cuales, unidos a los contrafuertes prismáticos
que articulan sus muros exteriores, justifican al cien por cien
el popular apelativo de "la iglesia de las esquinas" con
que es conocida.
Además
de en alzado, también en planta Santa Cristina respeta rigurosamente
el planteamiento simétrico, configurándose a partir
de un cuerpo principal de una sola nave rectangular a la cual adosan,
en el centro de cada uno de sus cuatro lados, otras tantas estancias
funcionales: un portal o nártex a los pies, la cabecera canónicamente
orientada al este, y sendas cámaras abiertas a septentrión
y meridión, esta última reconstruida en fechas relativamente
recientes.
Esta particular
planimetría de nave única, bastante residual en un
arte prerrománico asturiano en el que predominan las plantas
basilicales (a excepción de la propia Santa Cristina de Lena
y Santa María de Bendones) ha hecho que, en ocasiones, haya
sido relacionada con la arquitectura visigótica.
Se accede al
templo a través de su única portada, habilitada en
el cuerpo avanzado occidental y constituida por un arco de medio
punto dovelado y apeado sobre columnas entregas carentes de decoración
alguna. Tras la portada, abre un angosto nártex abovedado
que, a través de un vano esta vez adintelado, se comunica
con el cuerpo principal de la iglesia.
La razón
que justifica la llamativa angostura interna de este pórtico
avanzado no es otra que la presencia, justo sobre él, de
un camarín superior a modo de tribuna regia, una estructura
que se repite en varias iglesias asturianas y que, en Santa Cristina
de Lena, cuenta con la particularidad de prolongarse, sostenida
por un gran arco de medio punto y con el fin de ganar espacio, sobre
el primer tramo de la nave; configurándose, a la manera de
los coros altos de iglesias posteriores, como un verdadero "balcón"
privilegiado y jerárquico sobre el espacio eclesial.
En la actualidad
y tras las reformas decimonónicas, el acceso a la tribuna
se aborda mediante unas simples escaleras adosadas al muro del evangelio,
aunque diversas prospecciones arqueológicas practicadas en
el conjunto han confirmado que, originalmente, contaba con escaleras
de acceso a ambos flancos, quedando la tribuna configurada en tres
niveles, uno central ligeramente elevado, y dos laterales más
bajos.
A cada uno de
los lados de la bovedilla bajo la tribuna abren dos minúsculas
estancias también abovedadas y accesibles mediante sendos
arquillos de medio punto, sin embargo, su finalidad no ha podido
ser confirmada.
En resumen,
puede afirmarse que tanto el pórtico como la tribuna -supuestamente-
regia de Santa Cristina de Lena, con sus particularidades formales,
guarda ciertas concomitancias estructurales con otros templos señeros
del prerrománico asturiano como San Miguel de Lillo, San
Julián de los Prados (aún sin tribuna) o San Salvador
de Valdediós, esta última ya de cronología
post-ramirense.
El cuerpo eclesial,
de considerable anchura, se estructura en cinco tramos marcados
por amplios arcos fajones de medio punto que descansan sobre una
moldura horizontal ligeramente sobresaliente que recorre todo el
perímetro interior, siendo la bóveda actual el resultado
de una de las reformas acometidas en el templo a finales del XIX.
Llama igualmente
la atención la articulación de los muros interiores
de la nave, llegando a recordar, en cierto modo, a la estancia superior
del pabellón de Santa María del Naranco. Recorre la
superficie mural una galería de arcos ciegos de medio punto
ligeramente peraltados que descansan sobre semicolumnas adosadas
al muro, las cuales, rematan en los típicos capiteles troncopiramidales
de factura ramirense.
En varias de
las enjutas de dicha arquería mural, también como
en el Belvedere del Naranco aunque más simplificados, aparecen
tres medallones o clípeos en relieve en cuyos espacios interiores
se adivinan siluetas de cuadrúpedos, probablemente felinos.
Completa el repertorio ornamental de los muros laterales de la nave
dos paneles cuadrangulares empotrados en el hastial norte justo
sobre los clípeos. En ellos, enmarcados por un perfil sogueado
típicamente ramirense, aparecen representados jinetes cabalgando
y portando una lanza o garrocha.
Pero sin duda,
la pieza más singular de Santa Cristina de Lena es la arquería
transversal que, a modo de iconostasio tras el último tramo
de la nave, delimita jerárquicamente, de acuerdo con la liturgia
imperante en el momento, el espacio destinado a los fieles respecto
al de los oficiantes, el cual, además, queda dispuesto a
una altura considerablemente superior, siendo solo accesible a través
de dos escaleras dispuestas en los extremos adosadas al los muros
laterales.
Esta arquería,
levantada probablemente durante una segunda fase constructiva, consta
de tres arcos de medio punto sobre columnas de mármol y capiteles
reaprovechados de tipo clásico; configurándose como
una estructura única dentro del panorama artístico
medieval español, pudiendo relacionarse tan sólo y
de una manera bastante lejana con las arquerías de la mezquita
de Córdoba o con las que separan presbiterio y naves en la
iglesia mozárabe leonesa de San Miguel de Escalada.
Llaman poderosamente
la atención las cinco celosías originales que animan
el iconostasio, disponiéndose tres de ellas coronando los
timpanillos habilitados sobre cada uno de los arcos, y las dos restantes
sobre el espacio de las enjutas.
Para la labra
calada de dichas celosías, fueron utilizadas placas visigóticas
reaprovechadas, pudiendo incluso en una de ellas leerse un epitafio
alusivo a un personaje de nombre Telio y el año 681 (correspondiente
a nuestro 643), lo que no deja lugar a la duda de que se trata de
una placa de tipo funerario de cronología visigoda.
Las celosías
presentan cala reticulada las de las enjutas, formas cruciformes
las situadas sobre los dos arcos de los extremos, y una curiosísima
disposición a base de dos registros de arquillos de herradura
la que corona el timpanillo de la arcada central, siendo patente
en todas ellas cierto grado de mozarabismo.
En el espacio
bajo el arco central del iconostasio fue colocado, a modo de barrera
litúrgica de separación entre la zona de fieles y
oficiantes tal y como marcaba la liturgia de la época, un
gran cancel constituido por tres piezas monolíticas visigóticas
reaprovechadas y decoradas a base de clípeos y fórmulas
vegetales de buena labra.
En la parte
superior de cada una de las tres piezas ensambladas pueden apreciarse
otras tantas inscripciones en caracteres visigóticos que,
leídas en conjunto, dan como resultado el siguiente mensaje:
"El Abad Flaino lo ofrece en honor de los apóstoles
del Señor Pedro y Pablo", lo que vendría a confirmar
la existencia -sino en mismo lugar sí en las cercanías-
de una primitiva fundación visigótica.
Tras el iconostasio
y a un nivel superior, el muro del testero repite la misma articulación
observada en los muros laterales, conformándose a base de
arcos ciegos de medio punto peraltados sobre columnas sogueadas
culminadas en capiteles con decoración a base de formas sogueadas
triangulares, felinos que voltean su cuello, y minúsculos
personajes en sus sectores inferiores.
Posiblemente
por influencia visigótica o simplemente por respetar la simetría
estructural del templo en su conjunto, Santa Cristina de Lena se
caracteriza por presentar un único ábside cuadrangular,
una circunstancia bastante anómala en el prerrománico
asturiano ya que, exceptuando la que nos ocupa y Santianes de Pravia,
la mayoría de construcciones religiosas contemporáneas
asturianas fueron concebidas con soluciones de triple cabecera.
Se accede al
ábside a través de un sencillo arco de medio punto
dovelado sobre columnas sogueadas, quedando flanqueado, a cada uno
de sus lados, por un pequeño y poco profundo nicho también
abierto mediante arco de medio punto de ligero peralte.
Como era igualmente
común en la arquitectura religiosa altomedieval asturiana,
todos los muros interiores y bóvedas del templo estarían
recubiertos por pinturas murales, sin embargo, en Santa Cristina
de Lena, pese a existir constancia arqueológica de su existencia,
no han sido conservadas ya que, en las obras de restauración
a finales del siglo XIX, se optó por dejar el paramento liso.
Por último,
caben ser destacados los vanos tríforos originales conservados
en el muro de la cabecera y en la capilla lateral norte, al igual
que las celosías cruciformes que coronan los lienzos este
y oeste, siendo sin embargo en este caso reproducciones de una única
pieza original situada en la cabecera y que, en la actualidad, se
encuentra depositada en el Museo Arqueológico de Asturias.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)