Iglesia de Santa Eulalia de Erill la Vall, Lleida
Introducción
La iglesia de Santa Eulalia se encuentra en
el valle del Bohí, en la localidad de de Erill la Vall
(comarca de la Alta Ribagorza, Lérida). Los núcleos
de población de toda esta zona son famosos por la gran concentración
de iglesias románicas, construidas en piedra, y con esbeltas
torres campanario. Además de Santa Eulalia, otros famosos
edificios son Santa María de Tahull, San Juan de Bohí,
Santa María de la Asunción de Coll, Santa María
de Cardet, y la Natividad de la Madre de Dios de Durro.
Muchas
de estas iglesias conservaron pinturas murales en su interior, la
mayoría de las cuáles pueden admirarse hoy en el Museo
Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en Barcelona, donde
se encuentra una de las mayores colecciones de pintura románica
de toda España. El especial valor histórico-artístico
de estas construcciones motivo que en el año 2000 las nueve
iglesias románicas del Valle del Bohí fueran incluidas
en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, entre ellas,
la de Santa Eulalia, que, de forma individual, ya había sido
protegida en el año 1964 al ser declarada Monumento Histórico-Artístico,
y reconocida como Bien de Interés Cultural en 1982.
Historia
El núcleo poblacional de Erill la Vall originalmente
pertenecía a don Artal y doña Lucía, condes
del Pallars Sobirà. En el año 1064 consta en la relación
de los lugares que fueron objeto de venta y canje a los condes del
Pallars Jussà, Ramón IV y Valença. Entre estos
bienes también se encontraban el castillo de Erill, así
como otras iglesias del valle del Bohí. En 1208 volvió
a cambiar de manos, cuando todos los términos y posesiones
Erill la Vall fueron comprados por Guillem II de Bellera y su esposa
doña Sancha quienes, en 1266, donaron la iglesia de Santa
Eulalia al monasterio cisterciense de Santa María de Lavaix.
A partir de entonces se convirtió en una parroquia monástica.
La iglesia dependió de este monasterio hasta las Desamortización
de Mendizábal (1836-1837), aunque dentro de un régimen
especial que mantuvieron todas las iglesias del valle del Bohí,
que hizo que se mantuvieran adscritas al obispado de Urgell.
Evolución constructiva de la iglesia
La investigación realizada a raíz de
las excavaciones y la campaña de restauración realizada
entre 1994 y 1997 evidenciaron que la construcción actual
de la iglesia obedece a diversas fases constructivas acaecidas entre
los siglos XI y XII.
En un primer momento, en el siglo XI, se construyó
el edificio, que contaría con una sola nave. Esta iglesia
era de unas dimensiones menores a la actual, se encontraba cubierta
con una estructura de madera, y tenía un único acceso
a los pies del edificio.
A finales del siglo XI el edificio se alargó,
hasta alcanzar las dimensiones actuales. A consecuencia de esta
reforma se tuvo que derribar el muro oeste, y se construyó
el acceso actual, en el lado del Evangelio.
Hacia 1123 la primitiva armadura de madera que cubría
la iglesia, y que seguramente había sufrido modificaciones
cuando se amplió, fue sustituida por una pesada bóveda
de cañón. Para aguantar el peso de esta estructura,
se adosaron a los muros diez gruesas semicolumnas que sostendrían
cada uno de los cinco arcos torales. Sin embargo, esto no fue suficiente,
pues en un momento indeterminado esta bóveda se vino abajo,
destruyendo parcialmente los muros del edificio. Fue en este momento
cuando también se policromó la portada de acceso a
la iglesia, que todavía conserva restos de estas pinturas
en el intradós del arco.
Por último, durante la segunda mitad del siglo
XII y la primera del XIII se levantó el campanario y se construyó
el porche que cobija la entrada a la iglesia, junto al muro norte.
El exterior del templo
En el exterior, en el edificio destaca la silueta del
esbelto campanario, ubicado junto al absidiolo norte, pegado al
muro. Las iglesias románicas catalanas del siglo XI tienen,
entre sus características, la ausencia total de escultura
arquitectónica, y Santa Eulalia de Erill la Vall no es una
excepción. La única decoración existente se
encuentra en el campanario, que se realizó en un momento
más tardío, en la segunda mitad del siglo XII, y que
presenta algunos elementos plásticos característicos
del románico lombardo. En el interior, muchos de estos edificios
disimularon su austeridad con grandiosas pinturas al fresco. En
Santa Eulalia no se han conservado restos pictóricos en el
interior, lo que no quiere decir que no existieran, pues es posible
que desaparecieran a consecuencia del hundimiento de la bóveda.
En el muro norte hay un pequeño pórtico,
con cuatro arcos de medio punto sostenidos por tres pilares circulares
en la parte central, y dos rectangulares en los extremos. Esta estructura
cobija la única entrada a la iglesia, situada bajo un sobrio
arco de medio punto sin decoración. El intradós de
este arco conserva restos de la policromía original.
El interior
Santa Eulalia de Erill la Vall es una iglesia de una
sola nave, muy alargada, que remata en un ábside semicircular,
flanqueado por dos absidiolos en forma trilobulada.
El edificio se cubre con una cubierta de madera a dos
aguas, que se realizó en un momento indeterminado. Originalmente
el edificio tenía una bóveda de cañón,
pero ésta no sobrevivió al paso del tiempo, aunque
todavía pueden verse en su interior algunos restos. Como
consecuencia de su ruina, los muros también se vieron afectados
y tuvieron que ser parcialmente reconstruidos.
En los dos lados de la nave se encuentran las basas
de unas semicolumnas adosadas al muro, que servirían para
apoyar la pesada bóveda de cañón, aunque las
medias columnas desaparecieron cuando se cayó la estructura.
En el muro sur todavía puede verse el arranque de la bóveda,
y restos de algunos arcos torales. Este tipo de cubiertas son muy
características del primer románico catalán,
y la audacia estructural que representan causó gran admiración
entre sus contemporáneos, tal y como ha quedado reflejado
en algunos textos. Estas bóvedas de cañón,
además de contribuir a la monumentalización del espacio,
protegían de los temidos incendios.
El coro, situado a los pies de la nave, se añadió
en una época posterior.
El ábside central se destruyó a principios
del siglo XX, cuando se construyó una pequeña sacristía.
La cabecera de la iglesia recuperó su forma original a raíz
de la campaña de restauración emprendida entre 1994
y 1997, cuando se decidió derribarla y volver a levantar
el ábside.
Por su parte, los absidiolos dispuesto según
un eje perpendicular al de la nave (de ahí la cabecera trilobulada
citada) son de gran sencillez. El del sur cuenta con arco ligeramente
apuntado, tramo recto con bóveda de cañón y
hemicilo con bóveda de cuarto de esfera.
El del lado norte es parecido pero no se da el apuntamiento
de su homólogo.
El interior de esta iglesia de Santa Eulalia de Erill
la Vall resulta bastante oscuro, ya que la luz natural tan sólo
penetra por unas pequeñas ventanas situadas en los muros,
además de otras, de reducidas dimensiones, localizadas en
los absidiolos laterales.
Entre los bienes muebles atesorados en el interior
destaca una pila bautismal románica, que es la única
de toda Cataluña realizada con diferentes sillares de piedra,
ya que lo habitual es que sean obras de una sola pieza. Los estudios
más recientes apuntan a que se realizó en la segunda
fase de construcción de la iglesia, a finales del siglo XI,
cuando se amplió la nave.
Además del impresionante conjunto del Descendimiento,
en el que se profundizará más adelante, en el interior
de la iglesia también hay un retablo dedicado a San Miguel,
del siglo XVI, una escultura barroca de Santa Eulalia, y algunos
fragmentos de otro retablo, también del siglo XVII.
El campanario
La torre campanario de Santa Eulalia es una de las
más destacadas de todo el conjunto de las iglesias pirenaicas.
Es una construcción de planta cuadrada, y veintitrés
metros de alzado. Sigue el mismo modelo de las iglesias de San Clemente
y de Santa María de Tahull. Sin embargo, su construcción
es un poco más tardía, y en realidad, es el resultado
de un modelo más maduro y plenamente consolidado, fruto de
los experimentos que habían supuesto los precedentes.
Todas estas torres tienen un sentido práctico:
albergaban las campanas de la iglesia, servían como elemento
defensivo y de control del territorio, además de ser un medio
de comunicación con otros núcleos de población.
La torre se divide en seis pisos, cada uno de los cuáles
se encuentra horadado con vanos que permiten la iluminación
del interior. En el lado norte del piso inferior hay una ventana
con un arco de medio punto, siendo ésta la única parte
que no es simétrica de toda la estructura. En los pisos superiores
hay, en los cuatro lados, pequeñas ventanas dobles, geminadas,
flanqueadas por lesenas angulares.
Cada piso se separa con una franja que presenta la
decoración característica del románico lombardo:
pequeñas franjas de arquillos ciegos, y sobre ellos, frisos
de diente de sierra. Hay diferencias con respecto a la calidad de
estos elementos decorativos, siendo de mejor labra la de los pisos
inferiores, lo que viene a indicar que en su construcción
trabajaron al menos dos talleres distintos.
El conjunto del Descendimiento
El interior de la iglesia de Santa Eulalia albergó
una representación del Descendimiento que constituye uno
de los grupos escultóricos más destacados de todo
el románico catalán, no tanto por su calidad, sino
por el arcaísmo del conjunto, y por el hecho de que, junto
a las tallas de San Juan de los Abadeses, es el único Descendimiento
completo conservado en toda Cataluña, si bien han llegado
numerosos ejemplares sueltos de conjuntos escultóricos con
esta iconografía.
De esto se deduce que estas piezas eran importantes
instrumentos litúrgicos, y quizás servían para
realizar algún tipo de representación teatral. Sin
embargo, a partir de las disposiciones del concilio de Trento, estos
conjuntos dejaron de tener esta finalidad, y algunos se reconvirtieron
en figuras de Cristo crucificado.
La talla de de Erill la Vall es de filiación
claramente románica, realizada seguramente en un momento
tardío de finales del siglo XII o comienzos del XIII, obra
del denominado taller de Erill. Las siete esculturas están
realizadas en madera de álamo. En la actualidad se encuentran
repartidas entre las colecciones del Museo Episcopal de Vic y el
MNAC de Barcelona, donde también pueden verse imágenes
sueltas de otras representaciones del Descendimiento procedentes
de las iglesias del valle del Bohí, como las de Santa María
de Tahull y la de Natividad de la Madre de Dios de Durro. En el
interior de la iglesia se puede admirar una copia bastante fiel
de la obra original.
El conjunto se descubrió en los primeros años
del siglo XX, en una misión del Institut d'Estudis Catalans
en el Pirineo. En un momento indeterminado, que quizás tuvo
lugar en el siglo XVII, se construyó una pequeña capilla
en una parte del pórtico que, con el paso de los años,
acabaría siendo un cuarto trastero. Fue aquí donde
apareció el conjunto escultórico.
Se trata de una representación de Cristo en
la cruz, flanqueados por José de Arimatea, que sostiene el
cuerpo sin vida, y Nicodemo, que quita los clavos. Junto a estas
figuras se encuentran las de San Juan Evangelista y la Virgen María,
las únicas de todo el conjunto conservadas en el MNAC. El
conjunto se cerraría, en los extremos, con las figuras de
los dos ladrones, Gestes y Dimes.
En la actualidad puede verse una reproducción
apoyada sobre una viga, en el ábside de la iglesia. Sin embargo,
resulta difícil saber cuál sería su ubicación
original, aunque sí que parece bastante claro que estos programas
iconográficos se encontraban en alto. Lo más seguro
es que cada una de las figuras apoyase sobre un pequeño dado
de madera, como todavía puede verse en la figura de San Juan
Evangelista, el único que ha conservado los pies, y el dado
sobre el que se sostiene.
En algunas figuras todavía pueden verse
restos de la policromía original, como en el único
brazo de Cristo que se ha conservado, o en la túnica de San
Juan.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)