Iglesia
de Santa María de Arties
Introducción
La iglesia de Santa María de Arties se
sitúa en un punto elevado del pueblo de Artiés (Naut
de Arán), localidad del Valle de Aran (Lleida), donde se
localizaba también una hospedería de Caballeros Templarios,
orden que construyó un castillo junto al templo, ya que el
edificio formó parte de una fortaleza templaria.

Precisamente, junto a la portada de acceso al templo
encontramos restos del citado castillo, denominado de Entransaigües
o castillo de Arties, concretamente una torre defensiva. Se trata
de un elemento poligonal, tendente a la circularidad, de varias
plantas y en bastante mal estado de conservación; en cada
una de sus plantas se abren una serie de saeteras y en su cumbre
se abre una espadaña muy dañada que fue el primer
campanario de la iglesia.

En cuanto a las referencias escritas de la iglesia
de Santa María, la primera referencia documental que tenemos
del templo data del año 1326.

El templo es uno de los mejores ejemplos del románico
aranés, teniendo la calificación de Bien Cultural
de Interés Nacional. La construcción destaca por lo
bien conservada que se encuentra su arquitectura característica
del románico lombardo.

Conviene señalar que en el 2012 la Obra Social
"la Caixa", junto con el Departamento de Cultura y el
Obispado de Urgell llevaron a cabo la restauración de la
iglesia, realizando una rehabilitación completa de la misma,
durante más de 6 meses. Además, y dentro del Programa
Románico Abierto, se cambió el pavimento del templo
y se renovó el sistema de calefacción del mismo.

Actualmente, la iglesia está incluida
dentro de la Ruta del Románico aranés y es posible
realizar la visita guiada tanto por el exterior como por el interior
por 2 €.
El templo al exterior
Se
trata de un edificio de estilo románico, datado en el siglo
XII, de planta basilical de tres naves. Por tanto, y considerando
que el románico del valle de Arán, en el que se incluye
esta iglesia, es de cronología temprana, esta construcción
es relativamente tardía, aunque conserva aún hoy el
aspecto románico de la fábrica inicial pese a las
reformas acaecidas. Por tanto, se trata de un edificio que pertenece
al estilo lombardo catalán tardío pero cuya plástica
se completó con vanos característicos del románico
internacional o pleno, como se aprecia en el taqueado jaqués
o en los canecillos figurados.

La proporción entre las naves es del doble de
anchura de la central con respecto a las naves laterales, que tienen
6 y 3 m., respectivamente. En cuanto a la longitud interior del
templo, en la nave central es de 19,5 m., dividido en cuatro tramos
mediante pilares cilíndricos y arcos torales.
Las tres naves están rematadas en sendos ábsides
semicirculares de los que se conservan sólo los dos laterales.
El ábside central fue reconstruido posteriormente ya que
se perdió y fue sustituido por otro rectangular que se utilizaba
de sacristía. Actualmente, y gracias a una reconstrucción,
podemos ver el ábside central semicircular restituido (se
diferencia del resto por el tipo de piedra y el color, pero permite
observar cómo sería el edificio original con sus tres
ábsides semicirculares).

Los dos ábsides originales conservados están
construidos con sillares bien trabajados dispuestos en hileras horizontales.
Aunque son de forma semicircular, son muy irregulares debido a las
reconstrucciones que sufrieron en época antigua, a lo que
se une que el ábside sur presenta en su parte inferior elementos
decorativos reutilizados.

De los dos laterales, el situado en la nave de la epístola
ha sufrido el tapiado de sus ventanas, siendo el situado en la nave
del evangelio el único que se conserva tal y como fue concebido.
En cuanto a la decoración de los ábsides laterales,
ésta sigue la línea del románico lombardo.

Así, en su parte superior presentan dos series
de arquerías ciegas que reposan en pequeñas ménsulas,
algunas de las cuales están decoradas con cabezas humanas
en relieve. Pese a todo, esta cabecera es una de las muestras más
interesantes de todo el valle de Arán por la distribución
y articulación de sus elementos.

Por otra parte, conviene señalar que la fachada
sur, debido a los empujes de las bóvedas fue modificada,
ya que fue necesario incluir una serie de contrafuertes para contrarrestar
los pesos y evitar el colapso del muro.

En este lienzo de la iglesia se conservan dos vanos
románicos, uno muy alargado y estrecho, rematado con un bloque
monolítico exquisitamente decorado a base de motivos vegetales
de tradición carolingia y, otro, en el que vemos ya características
más propias del gótico inicial, situado en el tramo
más próximo a la cabecera, de arco apuntado.

Ésta última se compone de tres arquivoltas,
de las cuales sólo se conservan dos; sobre ella, la chambrana,
con decoración ajedrezada.

El templo cuenta con dos campanarios: una torre gótica
adosada al muro oeste y una espadaña románica en el
oriental. El campanario oriental fue realizado entre finales del
siglo XIII y principios del XIV, siendo su adscripción estilística
entre los ámbitos románico y gótico, presenta
cinco pisos y está rematado en una cubierta piramidal gótica.
En su estructura se abren una serie de ventanas apuntadas en cada
uno de los lados: tres vanos en el último piso, dos en el
cuarto y uno o dos en el tercero. Ésta está realizada
el aparejo en mampostería simple mientras que el resto de
templo está construido a base de sillares perfectamente escuadrados
dispuestos en hileras horizontales.

La espadaña románica se sitúa
a plomo sobre el muro de la cabecera y posiblemente date del siglo
XI; está compuesta por una serie de vanos semicirculares
y una apertura superior en forma de cruz.

El edificio tiene dos puertas de acceso (dos portadas),
una de las cuales, la principal, se sitúa en la fachada norte,
y es de medio punto. La primera es la principal (constituye un ejemplo
de portada único en el valle de Arán) y se compone
de seis arcos de medio punto sin decoración que reposan sobre
sendas pilastras de sección circular. Presenta un "guardapolvos"
o chambrana decorado con un ajedrezado en diagonal que descansa
sobre dos ménsulas con relieves de caras masculinas esculpidos.
La portada sur, formada por tres arquivoltas lisas, apenas se utiliza,
y sirve de acceso al cementerio que rodea el edificio en sus laterales
sur y este.

En el interior

En el interior del edificio, la nave central se cubre
con bóvedas de medio cañón mientras que, las
naves laterales, separadas de la central por una arquería
de arcos de medio punto que permiten a su vez distribuir el templo
longitudinalmente en cuatro tramos, se cubren con bóvedas
de cuarto de esfera.

Éste es el mismo modelo que siguen una gran
cantidad de iglesias en el valle de Arán. Sin embargo, el
peso de estas bóvedas acarreó, con el paso del tiempo,
una serie de problemas estructurales que hicieron necesaria la incorporación
de gruesos estribos en las fachadas norte y sur con el objetivo
de evitar el colapso de la fábrica.

Este problema se solucionó mediante una intervención
a finales de la década de 1990 en la que se realizó
una restauración y consolidación bastante completa
del edificio.


Del interior de Santa María de Arties no hay
que fijarse sólo en la arquitectura sino en innumerables
obras de arte mueble y pinturas murales, como luego veremos.

De todas las piezas situadas en el interior de la iglesia,
destaca el altar, que se encuentra soportado por un "tenante"
datado en época prerrománica, datado hacia el siglo
XI.
Otra obra mueble preciosa la encontramos en la cabecera.
Nos referimos a la talla policromada de San Juan Bautista. El Precursor
de Cristo aparece sentado mientras porta un disco en la mano izquierda,
que señala con la derecha, con un Cordero Místico.
Fue creada en el siglo XIII siguiendo las pautas del más
refinado gótico francés.

También encontramos en la entrada del edificio
una pila bautismal de inmersión decorada con motivos geométricos
y un personaje que porta una cruz (algunos autores han señalado
que podría esta imagen tendría un simbolismo de resurrección),
algo común en las pilas bautismales. La pieza fue empleada
para guardar el aceite donado por los feligreses una vez ésta
perdió su uso bautismal.

Además, la iglesia conserva un retablo del siglo
XV, considerado una obra maestra del gótico, en el que se
representan varias escenas de la Virgen María. Esta pieza
ha sido restaurada hace poco tiempo (en el año 2000 y tras
cuatro años de limpieza, el retablo volvió a lucir
en el templo) por el Servicio de Conservación de Bienes Muebles
de Sant Cugat. Este retablo, formado por 10 tablas, ha sufrido varios
robos a lo largo del siglo XX. Así, a principios de siglo
desapareció y fue recuperado tiempo después por el
Museo Diocesano de La Seu d'Urgell; durante la Guerra Civil despareció
de nuevo y fue recuperado; mientras que en 1980 una de las tablas
del retablo fue nuevamente robada, esta vez por el ladrón
Erik el Belga, tabla que todavía a día de hoy no ha
podido ser recuperada y sigue siendo buscada en las subastas de
bienes muebles por parte del Servicio de Bienes Muebles de la Generalitat
y el obispado de Urgell.
De cronología posterior, encontramos varios
retablos de estilo barroco datados en el siglo XVIII, que se incorporaron
en los laterales del ábside central. Por otra parte, hay
que decir que se han identificados dos de los brazos que pertenecían
a la talla románica del Cristo Crucificado de Artiés
a ambos lados de uno de los retablos barrocos del muro norte del
edificio, cuya cruz se localiza en el coro del templo. La talla
del Cristo de Artiés se localizaba en el templo antes de
la Guerra Civil, pero pasada ésta se desconoce cuál
fue su paradero y sólo se han podido localizar en el edificio
a día de hoy los dos citados brazos. Algunos investigadores
señalan que es posible que ésta talla fuese quemada
durante la Guerra, mientras que otros apuntan a que está
custodiada en alguna de las casas de la localidad de Artiés.

Pero sin duda, lo más espectacular de esta iglesia
se encuentra en su interior, donde guarda un espléndido conjunto
de pinturas murales así como un amplio número de imaginería
de los siglos XIII al XVIII. De esta manera, destacan las situadas
en el techo presbiterio, tanto por su programa como por su extraordinaria
conservación.

Se desconoce quién es el autor de las mismas,
como ocurre con muchos de los programas pictóricos esta cronología.
Las pinturas han sido datadas a finales del siglo XVI, hacia 1580
y se consideran las pinturas murales más importantes de esta
cronología conservadas en el área de los Pirineos.
Tal es su riqueza en detalles que algunos las han comparado con
las pinturas de El Bosco.

El autor representó diversas escenas del Juicio
Final, con el cielo y el infierno como protagonistas. Así,
la parte celestial está representada mediante un castillo
(significado de bienestar en el momento, ya que era el lugar donde
vivían los más apoderados y donde mejor se vivía,
por lo que sería el "cielo" de la época).
Por su parte, el infierno, siguiendo la tónica
general de época medieval, se representa mediante un dragón
con una boca con grandes dientes muy afilados (este monstruo es
conocido como antropófago, por comer personas, a los condenados);
los condenados (los que han cometido algún pecado en vida
y han sido condenados al infierno) son obligados a entrar en ella
por una serie de demonios.
Acompañando a este monstruo encontramos también
una serie de condenados que se cuecen en calderas cuyo fuego es
avivado por los ayudantes de Lucifer.
Además de estas pinturas, encontramos también
restos pictóricos en las columnas que separan las naves,
donde se representan imágenes del santoral, si bien se han
perdido algunos fragmentos de éstas que no permiten observarlas
en todo su esplendor.
Conclusión.

En conclusión, podemos decir que estamos ante
uno de los mejores ejemplos del románico aranés, valle
que destaca por la gran cantidad de iglesias románicas que
conserva de los siglos XI y XII, cuando el valle gozaba de una favorable
situación económica. Sin embargo, este templo, además
de ser una joya románica, guarda en su interior algunos de
los mejores ejemplos de pintura mural gótica del Pirineo,
convirtiéndola en una iglesia de obligada visita en el valle.

Además de Santa María de Artiés,
esta localidad cuenta con la iglesia de Sant Joan, templo gótico
de los siglos XIII y XIV con abside poligonales.

Próximas a Arties destacan en el valle
otras iglesias románicas como: San Miguel de Vielha, Santa
Eulalia de Unha y sus extraordinarias pinturas románicas,
así como la Iglesia de la Madre de Dios de la Purificación
en Bossòst y su magnífico tímpano esculpido
en mármol.
(Autora del texto del
artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Leticia Tobalina)
