Iglesia de Vallejo de Mena, Burgos
Introducción
La iglesia de San Lorenzo de Vallejo de Mena
se encuentra en la localidad de Vallejo, una pequeña localidad
situada en el pintoresco Valle de Mena, perteneciente a la comarca
de Las Merindades, al norte de la provincia de Burgos.

Se trata de un edificio emblemático, tanto por
la calidad de su arquitectura como por la variedad de su escultura,
lo que la convierte en un ejemplo excepcional dentro del románico
castellano.

Esta riqueza artística se explica por la importancia
que desde siempre tuvo esta zona, no sólo por formar parte
de una de las rutas a Santiago, sino porque es el paso natural de
la meseta al Cantábrico.

En la actualidad la parroquia pertenece a la diócesis
de Santander y se encuentra abierta a las visitas turísticas.
Desde el año 1931 se encuentra protegida como Bien de Interés
Cultural. Recientemente la Fundación Patrimonio Histórico
de Castilla y León emprendió una restauración
integral del edificio, que ha frenado el deterioro al que estaba
sucumbiendo.

Historia
Como es habitual, no son demasiados los datos que se
tienen acerca de la fundación de esta iglesia. El templo
perteneció a la orden de San Juan de Jerusalén que
la recibió, por donación o por herencia, de una mujer
perteneciente a la nobleza llamada doña Endrequina de Mena,
cuya tumba, del siglo XIII, se encuentra en el interior, a los pies
de la iglesia, y reza la siguiente inscripción: "donna
Endrequina de Mena dio esta casa a Hierusalem".

Esta orden militar, que posteriormente adoptará
el nombre de la Orden de Malta, fue una fundación de finales
del siglo XI (1084) que surgió con fines benéficos,
aunque su fama posterior viene del poder militar que le granjeó
grandes victorias en numerosas guerras. La iglesia de San Lorenzo
llegó a convertirse en la cabecera de una de las encomiendas
que la Orden llegó a tener en Castilla.

No se tienen más datos relativos a la construcción
de esta iglesia cuya lectura arquitectónica evidencia, sin
embargo, que fue construida en dos fases: la cabecera se construiría
en el último cuarto del siglo XII, y tras un parón,
el cuerpo de la iglesia, obra ya del siglo XIII, que revela algunas
influencias del lenguaje gótico y un esquema constructivo
diferente al de la cabecera.

En realidad no parece que mediase demasiado tiempo
entre la construcción del ábside y el presbiterio
y del cuerpo de la iglesia. Quizás lo que ocurrió
fue simplemente que se cambió el proyecto debido a la imposibilidad
de acometer la ambiciosa iglesia que en un principio se planeó.
No obstante, al no tener ninguna certeza documental, nos movemos
en el resbaladizo terreno de las hipótesis.

Primer proyecto: El ábside y el presbiterio
El edificio tiene una única nave, rematada en
un ábside realmente original. Se trata de una cabecera semicircular,
precedida de un presbiterio. Toda la cabecera se asienta sobre un
zócalo de una altura considerable, que desaparece en el cuerpo
de la iglesia, evidenciando a simple vista hasta donde llegó
el proyecto inicial, y donde comienza la segunda fase en las que
se terminaron las obras.

El ábside tiene cinco ventanas, y hay otras
dos en el presbiterio. Las ventanas absidales tienen todas la misma
estructura, arcos de medio punto enmarcados por dos arquivoltas,
apoyadas en sus correspondientes capiteles y columnas.

Las otras dos ventanas, que se encuentran en el presbiterio,
son más monumentales. La que se encuentra en el lado sur
tiene un pequeño arco trilobulado rodeado por un bocel de
medio punto. La del costado meridional se encuentra mucho peor conservada.
Se compone de un arco de medio punto con tres boceles, de los cuáles
se han perdido las columnas que sostenían el del medio.

Sólo la ventana del paño central del
ábside y la que se encuentra en el costado norte del presbiterio
permiten la entrada de luz natural al interior, las demás
se encuentran cegadas.

Pero sin duda lo que más llama la atención
de esta cabecera es el dinamismo que le confiere una franja de arcos
ciegos apoyados en ménsulas que la rodea en la parte superior
y la profusión de semicolumnas adosadas, con sus correspondientes
capiteles labrados, lo que dota al edificio de una gran riqueza
escultórica.

Hay
quien ha relacionado esta franja de arcos ciegos con la tradición
constructiva del románico lombardo o catalán, pero
también se trata de un recurso decorativo muy extendido entre
el románico de Soria y los monasterios cistercienses mucho
más cercanos a este emplazamiento.
Con respecto a las columnas, es posible que se concibieran
a modo de contrafuertes, aunque en realidad, todo parece indicar
que hubo un cambio de proyecto, hay quien ha afirmado que en un
principio se pensó en construir una torre en esta parte de
la iglesia, al estilo de la colegiata de Santa María de Siones
y otras iglesias burgalesas. Quizás por motivos económicos,
o por cualquier otra cuestión que no conocemos, este ambicioso
proyecto nunca llegó a realizarse. En cualquier caso, el
juego de líneas verticales y horizontales, formado por las
columnas, la franja de arquillos ciegos, y las impostas de las ventanas,
dotan al edificio de una gran singularidad dentro del románico
burgalés.

Merece la pena detenerse a contemplar los detalles
labrados en las ménsulas y los capiteles, pues, debido a
la gran cantidad de columnas y elementos estructurales, en ellos
se puede ver un variado repertorio que muestra la riqueza de la
plástica románica.

En realidad este nutrido grupo escultórico no
destaca dentro del románico burgalés por su calidad,
pero sí por su variedad.

En ellos están representadas todo tipo de formas
y personajes, desde escenas bíblicas hasta animales mitológicos,
monstruos, demonios, escenas alegóricas o simplemente elementos
vegetales y geométricos, pero sin que haya un programa iconográfico
común que pueda unir a todos ellos. Todo este tipo de elementos
narrativos conforman un magnífico ejemplo de que se conoce
como la "Biblia de los iletrados", dado el carácter
catequético y simbólico que tienen muchas de las escenas,
que servirían para mostrar a los fieles, las virtudes de
la fe y las enseñanzas de los evangelios.
Segundo proyecto: La construcción de la
nave y las portadas
El cuerpo de la iglesia se divide en tres tramos, visibles
desde el exterior, y las portadas laterales se sitúan en
la parte central del muro. El exterior es sobrio, formado por hiladas
de buena sillería, y tan sólo la portada, una ventana
situada en la parte superior, y las ménsulas que marcan una
imposta, sirven de elementos decorativos.

En la fachada meridional hay, en la parte superior,
una galería de sencillos arcos de medio punto sobre los dos
últimos tramos de la nave. No se tiene certeza de la utilidad
que podía tener esta galería aquí, a la que
sólo se tiene acceso desde el exterior, por la escalera de
caracol que se encuentra a la derecha de la portada. Este espacio
se ha relacionado con el Camino de Santiago, quizás fuese
utilizado por los peregrinos como lugar de descanso.
La portada meridional
La iglesia tiene tres portadas, situadas al norte,
al sur, y, la más importante, a los pies.

La portada del lado sur es sencilla, con un arco apuntado
rodeado por tres arquivoltas y una chambrana. En las arquivoltas
hay representadas todo tipo de elementos vegetales, así como
algunas escenas figurativas, en donde puede verse un hombre portando
un incensario, otro que lleva un libro abierto, otra figura que
parece representar a una mujer, y una escena juglaresca. Las arquivoltas
apean en tres parejas de columnas con capiteles, donde también
hay representados motivos vegetales, tales como hojas, frutos y
palmetas.

La Portada del Perdón
En el costado septentrional se encuentra la conocida
como Portada del Perdón, por la que accedían los peregrinos
que no podían continuar hasta Santiago para recibir aquí
el Jubileo. Hay muchas otras iglesias en la ruta hacia la ciudad
compostelana que tienen un acceso a la iglesia con una función
similar, como la catedral de Burgos, la iglesia en Santiago de Villafranca
del Bierzo, o en la propia catedral de Santiago.

Se trata de la portada más sencilla de las tres,
tiene un sencillo arco apuntado rodeado de dos arquivoltas y chambranas.
De éstas, la interior tiene una decoración con elementos
geométricos, en forma de dientes de sierra, y la exterior
con un bocel entre medias cañas, entre las cuáles
hay elementos vegetales. Los capiteles repiten estos mismos motivos
vegetales, y sus formas denotan claramente que fue realizado por
los mismos artesanos que labraron la decoración de la portada
meridional.
La portada principal
Por último, la portada de los pies, la más
rica, está compuesta por un arco apuntado, rodeado de cinco
arquivoltas, y un guardapolvo que acoge toda la estructura.

Las dos exteriores tienen una profusa decoración
escultórica, con decoración figurada que es un gran
ejemplo de la riqueza del bestiario románico.

Si nos fijamos con atención, podremos ver representados
todo tipo de animales reales y fantásticos, tales como aves,
leones, arpías, esfinges o grifos, además de figuras
de caballeros, una representación de Adán y Eva en
el Pecado Original, o diversas alegorías.

Todas ellas apean en capiteles decorados con formas
vegetales, geométricas y figurativas, con nuevas representaciones
de monstruos. El esquema general de esta portada ya evidencia un
conocimiento del lenguaje gótico, aunque todavía muy
primitivo.

El interior
El interior de la iglesia está compuesto por
una única nave dividida, presbiterio y ábside, tal
y como se evidencia en el exterior.

La nave y el presbiterio se cubre con bóvedas
cupuladas de crucería de ocho nervios (tipo aquitana o angevina),
característica del gótico temprano, mientras que el
ábside se cierra con bóveda de horno con refuerzo
de nervios.

La nave se divide en tres tramos separados mediante
arcos fajones apuntados, que descansan sobre pilares con semicolumnas
adosadas. El espacio resulta un tanto oscuro, dado que apenas existen
ventanas hacia el exterior.

En el ábside hay unos elementos decorativos
que llaman la atención. En el paño central del ábside
se abre una de las pocas ventanas, abocinada y con un arco de medio
punto moldurado con dos boceles, que se apean sobre dos columnas
con los fustes entrelazados helicoidalmente. En el costado, junto
a esta ventana, se abre una doble hornacina formada por dos arcos
de medio punto, con cuatro fustes en el centro, y rodeadas por una
banda decorativa que los recorre, envolviendo también los
arcos en forma de zigzag.
Estas formas se encuentran con cierta frecuencia en
el románico del sudoeste francés, en lugares como
Poitou o Saintonge. En el costado contrario seguramente también
se abriese una hornacina similar, que debió ser destruida
cuando en 1631 el capitán don Fernando de Vivanco y Sarabia
decidió reposar eternamente aquí, y mandó labrar
un sepulcro de hechura renacentista que se cobija bajo un arcosolio.

Hay que fijarse, a pesar de la altura, en los capiteles
historiados del interior de esta iglesia de San Lorenzo de Vallejo
de Mena. Su iconografía es variada y su plástica,
como en el caso de los relieves exteriores, altamente expresiva.

Encontramos desde escenas de caza de perros acosando
a un ciervo, hasta caballeros medievales, pasando por representaciones
humanas difíciles de interpretar.

Como es habitual en esta iglesia, no faltan los rostros
humanos y un variado repertorio de animales fantásticos como
dragones, etc.

Uno de estos capiteles resulta especialmente interesante
pues muestra una pareja de bestias con siete cabezas cada una. A
buen seguro estamos ante la representación -por duplicado-
del dragón apocalíptico.

Por último, también merece la pena detenerse
ante la pila bautismal que se encuentra situada a los pies de la
nave. Se trata de una pieza realizada seguramente en el siglo XIII,
aunque sus formas todavía son las características
del románico. Se compone de una basa cilíndrica decorada
mediante molduras que desemboca en una copa semiesférica,
conformando una estructura de gran sencillez y belleza.

(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)
