La ciudad de Jaén, conocida como la
Capital del Santo Reino, se emplaza a los pies del cerro de Santa
Catalina. Se localiza en una zona estratégica fundamental,
lo que ha marcado su historia, y lo que explica que en ella se
hayan encontrado algunos de los asentamientos humanos más
antiguos de toda Europa: Paleolítico, Edad del Bronce,
CIvilización íbera, ciudad romana y luego visigoda,
etc.
De
todos los monumentos que Jaén exhibe orgullosa destaca
la catedral, obra maestra de Andrés de Vandelvira y del
Renacimiento español. Pero no es éste el único
tesoro que la ciudad esconde entre sus calles. Los baños
árabes son uno de los conjuntos más grandes de toda
España, y el majestuoso castillo ofrece una panorámica
espectacular y llena de encanto de toda la urbe.
El castillo de Santa Catalina
La fortaleza de Santa Catalina es una edificación
defensiva construida en el cerro homónimo, en donde se
sitúa un gran recinto formado por el Alcázar Viejo,
el Castillo de Santa Catalina y el Abrehuí.
Este cerro estuvo ocupado desde la antigüedad.
Los indicios arqueológicos han evidenciado que ya en tiempo
de los iberos había aquí un núcleo poblacional.
Pero el recinto fortificado se construyó en época
califal, realizándose constantes ampliaciones durante los
siglos XII y XIII. Tras la conquista de Jaén (1248) por
Fernando III el Santo (1217-1252) se realizó una nueva
fortaleza, el Alcázar Nuevo o Castillo de Santa Catalina,
que es el edificio mejor conservado. Posteriormente, también
en época cristiana, se construyó el tercero de los
castillos, el Abrehuí, que en realidad fue una ampliación
del Alcázar viejo, y cuya finalidad era precisamente proteger
el flanco occidental de éste. Mantuvo su finalidad militar
hasta el s. XVIII, cuando fue abandonado, aunque durante la invasión
napoleónica volvió a acoger a las tropas francesas.
Su aspecto actual se debe a una restauración emprendida
a mediados del s. XX.
El edificio tiene una planta triangular, y está
rodeado de murallas y seis torreones. Se articula en torno a un
patio de armas, alrededor del cuál se abren las diferentes
dependencias, y en el que pueden verse los restos de dos aljibes,
un bastión, y algunos restos de un edificio hispanomusulmán
sobre el que se edificó la construcción cristiana.
En la actualidad en su interior se ha instalado un centro de interpretación,
con un audiovisual y paneles explicativos, que introducen al visitante
en la historia de este cerro, y de la propia ciudad andaluza.
Alrededor del recinto se encuentran una serie de torreones, entre
los cuáles destacan el de las Damas, el de Santa Catalina
y la torre del Homenaje. La primera se encuentra frente al acceso
principal, siendo su función principal la de proteger la
entrada a la fortaleza. Otra torre destacada es la de Santa Catalina,
que alberga en su interior la capilla gótica de la patrona
de Jaén.
La torre del Homenaje
La torre del homenaje es una construcción
de planta cuadrangular con tres alturas, desde cuya terraza se
divisa una impresionante panorámica de la ciudad. La mayoría
de estas construcciones se encuentran en el flanco norte, dado
que al sur hay un escarpe vertical, por lo que no era necesario
defender esta parte debido a su difícil acceso.
Iglesia de la Magdalena
La de la MAgdalena es una de las iglesias más
interesantes de Jaén. Es un edificio constuido en la parte
alata de la ciudad en el siglo XVI en estilo tardogótico
sobre lo que fue una mezquita musulmana del periodo de dominación
árabe de Jaén. Para algunos historiadores y arqueólogos
se trataría de la mezquita aljama o principal jienense
aunque en la ctualidad se cree que tal mezquita se ecnontraba
en el solar de la catedral.
La iglesia tiene cuatro naves, lo cual es bastante
anómalo y podría obedecer al aprovechamiento de
las galerías de la citada mezquita. El campanario también
está aprovechado del propio alminar con un ajimez rodeado
por alfiz.
Tras una profunda restauración del siglo XX
se ha recuperado el patio de abluciones.
La Plaza de Santa María
La plaza de Santa María se abre frente a la
catedral de Jaén, el Palacio Episcopal y la Casa Consistorial,
y en ella confluyen las calles Campanas, Maestra, Obispo González,
Carrera de Jesús y Príncipe Alfonso.
Ya desde tiempos de la ocupación musulmana
frente a la mezquita aljama, en cuyo solar se sitúa la
actual catedral, se extendía un amplio espacio en donde
confluían las principales calles de la tortuosa ciudad
medieval.
Tras la dominación cristiana, la plaza se
convirtió en el centro de la ciudad, y aquí se concentraron
los poderes civil y eclesiástico.
En el año 2011 se inauguró su última
remodelación, que ha dotado al espacio de un aspecto sólido,
mediante bloques de granito, y fuentes cuyos aspersores brotan
del suelo, en recuerdo al manantial que antaño había
en este lugar. En esta reforma se introdujeron algunos árboles
que dotan de sombra el espacio que se encuentra frente al Palacio
Episcopal y la Casa Consistorial. Pero lo más llamativo
es el gran reloj de sol en que se ha convertido toda la plaza,
utilizando una de las torres de la catedral y una serie de líneas
que se han insertado en el pavimento. También se ha perfilado
el trazado de la primitiva muralla, que puede verse en la confluencia
de la plaza con la calle Almenas.
La Casa Consistorial
La Casa Consistorial se encuentra frente a la Catedral
de Jaén, en la plaza de Santa María. Se trata de
un edificio diseñado a finales del s. XIX y ejecutado a
principios del XX. Sus diseñadores son los arquitectos
Joaquín Saldaña e Ignacio Aldama, que realizaron
un palacio majestuoso, que constituye un destacado ejemplo de
arquitectura ecléctica. Sustituyó al antiguo palacio
de Montemar, que se ubicaba en este mismo solar, y que durante
algunos años también había sido la sede del
Ayuntamiento. Aunque se inauguró en los primeros años
del s. XX, muy pronto fue sometido a una reforma, debido a que
el resultado inicial no resultó del agrado de los ciudadanos.
Por ello, entre 1919 y 1922, el arquitecto Agustín Eyres
realizó un nuevo diseñó de la fachada principal
siguiendo el gusto imperante de la época. Éste tenía
tres vanos adovelados en el piso inferior y otros tantos arcos
de herradura en la planta noble, rematándose con un escudo
de la ciudad y un reloj. Pero el nuevo diseño tampoco fue
del agrado de los jienenses y recibió fuertes críticas,
debido a que no se adaptaba al entorno urbano, cuyo protagonismo
lo copaba las monumentales fachadas de la Catedral y del Palacio
Arzobispal. No obstante, la falta de recursos en el municipio
obligó a retrasar un nuevo proyecto hasta la época
del franquismo. Así, en 1949 se volvió a reformar
la fachada, esta vez de la mano del arquitecto Antonio María
Sánchez. Fue así como se configuró el aspecto
actual, que es más clasicista. El diseño está
inspirado en el del palacio de la Diputación.
La fachada se articula por medio de tres grandes
pilastras, que la recorren en sus tres alturas. El piso inferior
se abre por medio de tres monumentales vanos adintelados, a los
que se superponen otros tres arcos en el piso principal con balcones,
resaltándose el central mediante un escudo. Por encima
se abren otros tres balcones, de menor tamaño, y coronando
el conjunto se encuentra el reloj. Se remata con una decoración
de jarrones, lo que dota al edificio de una mayor verticalidad.
A ambos lados de este cuerpo principal se abren dos alas laterales,
de menor altura, con dos vanos adintelados en cada piso, y una
galería de arcos corridos que se superpone por encima de
la planta noble.
Los baños árabes del Palacio de
Villardompardo
Los baños árabes son uno de los pocos
vestigios del pasado hispanomusulmán de Jaén, que
llegó a contar con numerosas instalaciones de este tipo,
tal y como han evidenciado las excavaciones arqueológicas.
Los que mejor se conservan son estos que nos ocupan, que son conocidos
como Baños del Niño. Se sitúan en el sótano
del palacio de Villardompardo, construido a finales del s. XVI
por don Fernando de Torres y Portugal. En la actualidad este edificio
ocupa la sede del Museo de Artes y Costumbres Populares y del
Museo Internacional de Arte Naïf "Manuel Moral".
Se trata de uno de los conjuntos más grandes
de España. Fueron construidos a comienzos del s. XI, sobre
los restos de unas termas romanas. Algunos motivos decorativos
característicos del periodo almohade evidencian una reforma
posterior, en el s. XII. En la siguiente centuria, durante los
primeros años de la dominación cristiana, siguieron
utilizándose, pero en el s. XIV perdieron su función,
y el espacio se utilizó como curtiduría. En el Renacimiento,
cuando el conde de Villardompardo edificó su palacio, los
baños se utilizaron como cimientos de esta construcción.
Esta circunstancia hizo que con el paso de los siglos los baños
cayeran en el olvido, pero también motivó, en gran
parte, que se hayan conservado en tan buen estado. A comienzos
del s. XX se descubrieron, en el curso de unas obras de restauración
del palacio, y se emprendió una campaña que culminó
con la declaración de Monumento Nacional, en el año
1931. Entre la década de los 70 y los 80 se realizó
una restauración integral, que configuró su aspecto
actual.
Los baños cuentan con un vestíbulo
y las tres salas características de agua fría, templada
y caliente.
El vestíbulo es un espacio de planta rectangular,
con dos aljamías en sus extremos, abiertas por medio de
arcos de herradura, y en los muros laterales dos tacas para guardar
la ropa. Se cubre con una bóveda de medio cañón
en la que se abren lucernas estrelladas. Aquí es donde
mejor se aprecia la decoración pictórica que adornaba
los muros. A continuación se accede a la sala fría,
cuya estructura es similar al espacio anterior, pero con unas
dimensiones un poco más reducidas.
Por medio de un hueco adintelado se accede a la sala
templada, que es un espacio hipóstilo de planta cuadrada,
con una gran cúpula de media naranja sobre pechinas. En
los ángulos hay otras cuatro bóvedas de menor tamaño,
y los espacios intermedios se cubren con bóvedas de medio
cañón, todas ellas con lucernas que filtran la luz.
Este espacio se comunica con la sala caliente, que presenta una
planta rectangular. En un extremo se sitúa un baño
de asiento, para el baño en inmersión, y en el costado
contrario dos tinajas. Esta sala se sitúa junto a las calderas
que permitían calentar el agua de todo el conjunto.
Las murallas
Las murallas de Jaén tienen su origen en la
ciudad romana. Partían y terminaban en el castillo y bordeaban
todo el recinto urbano, incluyendo a la mezquita aljama, hoy suplantada
por la majestuosa catedral. Su construcción se realizó
en época romana. Pero durante el periodo emiral se reconstruyó
siguiendo el mismo perímetro. Se han conservado algunos
restos en el tramo norte, que evidencian que estaban construida
con tapial, pero los restos conservados de fechas tan tempranas
son muy escasos. En época almohade se reforzaron algunos
tramos y se amplió el espacio urbano, acogiendo a los arrabales
que habían crecido a extramuros. En este periodo se reforzó
el muro almohade con mampostería, y los nuevos lienzos
también se construyeron con este material. En los sótanos
del palacio del capitán Quesada y en el antiguo convento
de los Jesuitas han aparecido restos de esta época, en
la que quizás también pueda encuadrarse el arco
de San Lorenzo. En la segunda mitad del siglo XV se volvió
a realizar una nueva ampliación, bajo las órdenes
de don Miguel Lucas de Iranzo, Condestable de Castilla. Fue en
este momento cuando algunas torres se modificaron para dotarlas
de una forma semicircular, que resistiese mejor los embates de
la artillería.
La muralla de Jaén ha desaparecido en la mayor
parte de sus tramos, debido a la expansión urbana y a las
demoliciones que se efectuaron, principalmente, en la segunda
mitad del s. XIX. La parte mejor conservada es el lienzo noroccidental,
que baja desde el castillo. También pueden verse algunos
torreones, ya dentro del casco urbano, siendo los más importantes
de todos los conservados el del Caño del Agua y el del
Conde de Torralba. La muralla llegó a contar con diez puertas
principales, y otras tantas secundarias. De todas ellas tan sólo
se han conservado la del Ángel, que fue abierta en 1646,
y cuyo nombre deriva de la escultura del arcángel San Miguel
con la que se corona el vano de entrada; y la puerta Nueva, por
donde se entra al castillo, y que es el único acceso de
época medieval que ha llegado hasta nuestros días.
El arco y la iglesia de San Lorenzo
La iglesia de San Lorenzo es una construcción
de origen medieval, construida a caballo entre los ss. XIII y
XIV, tras la conquista cristiana de la ciudad. Cuando a finales
del s. XV Juan de Olid creó en las inmediaciones el Hospital
de la Madre de Dios, la parroquia se incorporó como capilla
de esta fundación. Sin embargo, con el paso de los años
cayó en el abandono, y en 1825 se arruinó, debido
a la dejadez por su conservación. Tan sólo sobrevivió
el arco actual, que estuvo a punto de sucumbir a la piqueta debido
a que estorbaba al tráfico. Afortunadamente, la declaración
de Monumento Nacional en 1877 evitó el desastre.
La parroquia era un templo de nave única,
cubierta con bóveda de cañón apuntado. En
la actualidad tan sólo sobrevive la antigua sacristía
de la parroquia, que ha sido restaurada y recuperada.
El exterior del ábside - torreón es
de planta semicircular con dos aspilleras. En su parte inferior
es atravesado en sentido longitudinal por un arco apuntado, por
donde se accede al interior del edificio. Quizás fue construido
a modo de contrafuerte de la iglesia, o bien fuese un torreón
previo de la muralla. Esto último podría confirmarse
por los restos los lienzos que han aparecido recientemente en
el antiguo convento de los Jesuitas, y en los sótanos del
palacio del capitán Quesada Ulloa.
El interior tiene dos alturas. En la parte inferior
se encuentra la capilla del san Lorenzo. Ésta se cubre
con una bóveda de horno. Destaca el alicatado con el que
se cubren sus muros, decorados con formas geométricas.
Desde aquí, por medio de unas escaleras, se accede a la
parte superior. Aquí hay un espacio cubierto con una cúpula
ojival realizada en ladrillo, y en donde puede admirarse un magnífico
arco con decoración de sebka y una inscripción en
árabe.
El Museo de Jaén
El Museo de Jaén se creó a mediados
del s. XIX, con el objeto de custodiar y exponer diversas obras
pictóricas procedentes de las desamortizaciones. En la
actualidad tiene su sede en un edificio construido a comienzos
del s. XX en el Paseo de la Estación, en el que se instalaron
dos portadas emblemáticas del renacimiento jienense: la
del edificio del Pósito, y la de la iglesia de San Miguel,
esta última atribuida a Andrés de Vandelvira.
Sus colecciones se dividen entre la sección
de arqueología y la de bellas artes. La primera ofrece
un recorrido por la provincia de Jaén desde el paleolítico
hasta la dominación de al Ándalus. Entre las piezas
más destacadas se encuentra el mosaico romano de Tetis,
y diversas estelas funerarias.
Las joyas de la corona son el sarcófago de
Martos, del s. IV, y el Tesoro de Charilla de Alcalá la
Real, compuesto por cuarenta y cuatro joyas de época califal,
entre las que destacan una diadema y un ceñidor. De época
musulmana también se conserva un interesante conjunto de
capiteles andalusíes.
En la sección de bellas artes pueden admirarse
obras cuya cronología abarca desde el s. XIV al XX. Las
más representativas son las de los ss. XIX y XX, destacándose
entre las pinturas que se exponen un cuadro del conocido pintor
Antonio López. La colección de bellas artes se completa
con cuatro salas monográficas, dedicadas a los artistas
locales Rafael Hidalgo de Caviedes y su hijo Hipólito;
José Nogué; Manuel Ángeles Ortiz; y un último
espacio donde tienen cabida otros pintores de Jaén.
En las fechas en que se redacta este texto -diciembre
de 2018- todavía quedan numerosas piezas del Conjunto Escultórico
Íbero de Cerrillo Blanco, Porcuna en un edificio anexo.
Si bien está planificado su pronto traslado al Museo Íbero.
El Monumento a las Batallas
Muy próximo al Museo de Jaén encomtramos
el Monumento a las Batallas que conmemora dos de los hechos de
armas más transcendentes de nuestra historia: la Batlla
de las Navas de Tolosa (1212) y la de Bailén (1808). Es
una obra del escultor Jacinto Higueras de comeinzos del siglo
XX.
El Museo Íbero
El Museo Íbero de Jaén ha sido inaugurado
recientemente (2017) en un edificio de nueva construcción
situado también en el paseo de la Estación. Su exposición
permanente conforma la colección de arte ibérico
más importante del mundo, y permite conocer en profundidad
la cultura y las señas de identidad de esta cultura. La
cronología de los fondos expuestos abarca desde el s. VII
hasta el I a.C. y en su mayor parte proceden de los yacimientos
de Cerro del Pajarillo, Cástulo, Atalayuelas, Puente Tablas
y Toya, la mayoría de las cuáles se custodiaban
en el Museo de Jaén hasta la inauguración de este
nuevo espacio. También se han traído piezas de los
museos arqueológicos de Linares, Córdoba, Granada,
Almería y Sevilla.
El museo se ha inaugurado con la exposición
"La dama, el príncipe, el héroe y la diosa".
A través de estos cuatro personajes arquetípicos
de la cultura ibera se propone un recorrido al visitante que permite
profundizar en el conocimiento de las costumbres de esta civilización.
Entre los fondos expuestos destaca el conjunto de
esculturas ibéricas procedentes del Cerrillo Blanco de
Porcuna, de la primera mitad del s. V a.C. Se trata de guerreros,
animales, y figuras de culto que muestran una fuerte influencia
de la escultura griega arcaica. Es un conjunto muy homogéneo,
lo que evidencia que son obra de un mismo taller, y la mayoría
de las piezas están talladas en bloques monolíticos.
Una de las obras más destacadas, tanto por su calidad como
por su estado de conservación, es el conocido como Guerrero
de la doble armadura.
Otra de las piezas más espectaculares es la
recreación de la cámara sepulcral procedente del
yacimiento de Toya, que permite ver la configuración de
las tumbas de la aristocracia íbera y su relación
con el mundo de la muerte. Muchas de las obras se exponen por
primera vez al público, como el ajuar funerario de la Necro?polis
de Piqui?a de Arjona. También se exponen numerosas esculturas
del conocido como Santuario Heroico, procedente del Cerro del
Pajarillo, que está datado en el s. IV a.C.
El recorrido expositivo termina con un espacio
dedicado a la importancia de la conservación y la concienciación
contra el expolio de los yacimientos arqueológicos.
El Monasterio de la Concepción Franciscana o
Convento de las Bernardas
El Convento de las Bernardas -así se conoce
popularmente en Jaén- es uno de los edificios históricos
de la ciudad, donde destaca la fachada clasicista.
Basílica de San Ildefonso
Es uno de los edificios de origen más antiguo
de Jaén (siglo XIII) y de mayor monumentalidad a la par
que más historia y modificaciones ha vivido.
Un buen ejemplo de este devenir constructivo es el
conjunto de puertas de acceso. Son un total de tres, pero de distintas
épocas: una del gótico isabelino, otras plateresca
y la más monumental, neoclásica, obra de Francisco
Calvo bajo proyecto del mismísimo Ventura Rodríguez.
Otra de las razones que aportan prestigio histórico
a la Basílica de San Ildefonso es que en este templo yace
el arquitecto Andrés de Vandelvira, que tantas obras renacentistas
proyectó y construyó en la provincia de Jaén
durante el siglo XVI.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente y David de la Garma)