Monasterio
de Santa María la Real de Aguilar de Campoo (Palencia)
Introducción
El Monasterio
de Santa María la Real de Aguilar de Campoo es la actual
sede del Centro de Estudios del Románico. Es
un lugar de importancia simbólica en el románico de
Aguilar de Campoo, Palencia y de toda España.
Como veremos
posteriormente, tras haber pasado por situaciones críticas
de abandono tras la Desamortización de Mendizábal,
fue restaurado por el esfuerzo de los enamorados de este estilo
en Palencia.
La iglesia
de este monasterio premostratense es del siglo XIII, constituida
por tres naves y sus respectivos ábsides -sólo se
conservan dos- sujeto todo ello por pilares cruciformes. Exteriormente
es muy destacable la gran espadaña y la portada de tres arquivoltas
abocinadas sobre parejas de columnas acodilladas. El
claustro data del siglo XIII, disponiendo de arquerías de
medio punto que descansan sobre columnas decoradas con capiteles
y cimacios que culminan y adornan la planta baja.
Historia del monasterio
Al
norte de la provincia de Palencia, junto a un aún joven río
Pisuerga y no lejos de los límites provinciales cántabros,
la histórica Villa de Aguilar de Campoo, antaño cabeza
de una extensísima merindad, presume en la actualidad de
ser uno de los puntos de referencia para cualquier amante del arte
románico español, y es que, precisamente en su Monasterio
que nos va a ocupar las próximas líneas, fue establecida
la sede del Centro de Estudios del Románico de la Fundación
Santa María la Real, constituyéndose así en
una óptima base de operaciones para cualquier visitante del
denominado "País Románico".
Se sitúa el monasterio a las afueras del casco
urbano aguilarense, a pies de la escarpada peña presidida
por el castillo, a la misma orilla del Pisuerga y junto a la carretera
comarcal que conduce a Cervera de Pisuerga y Fuentes Carrionas.
Declarado Monumento Nacional nada menos que el 1866,
ni tan siquiera esa distinción pudo evitar el proceso de
ruina y saqueo del que fue víctima tras el abandono al que
se vio abocado como consecuencia de la Desamortización de
Mendizábal, siendo provisionalmente intervenido en primera
instancia entre 1955 y 1968 por parte de la Dirección General
de Bellas Artes, hasta su definitiva restauración y puesta
en valor en 1978 gracias a la labor de la Asociación de Amigos
del Monasterio de Aguilar.
Los orígenes
Los orígenes del cenobio aguilarense se remontarían,
según la leyenda y la tradición, al año 822,
cuando un personaje de nombre Alpidio, mientras practicaba la caza
por la zona, descubrió unos templos con reliquias excavados
en las rocas.
Rápidamente avisaría a su hermano Opila,
abad de un monasterio cerca del río Ebro denominado San Miguel
de Tablada, quien decidió que era un buen lugar para establecer
una nueva comunidad monástica, la cual, siempre según
la tradición y en base a fuentes bastante controvertidas,
en el año 950 y de la mano de Osorio Armíndez adoptaría
la regla benedictina.
Las primeras noticias del todo contrastadas sobre el
Monasterio de Aguilar se remontarían por lo tanto al año
1020, apareciendo citada en el Cartulario Aguilarense una comunidad
dúplice (masculina y femenina) que rápidamente iría
creciendo en riquezas y heredades durante el siglo XI gracias a
las generosas donaciones y privilegios con que fue beneficiado,
entre otros, por parte de la influyente Condesa Ofresa.
Los premostratenses
Funcionaría el monasterio como comunidad cluniacense
hasta que en 1169 el rey Alfonso VIII lo cedió al monasterio
vallisoletano de Santa María de Retuerta, de la Orden Premostratense,
experimentando desde entonces un importantísimo desarrollo
que llevó a convertirlo en un núcleo cultural, social
y económico clave dentro de la Castilla medieval.
Vivió Santa María la Real su época
de mayor esplendor durante el siglo XIII, centuria en la que se
concluye la construcción de su claustro, la sala capitular
y la iglesia abacial, consagrada en 1222 por el Obispo de Burgos
Marcelo.
A partir del siglo XIV y como consecuencia de diversos
factores como epidemias, guerras, revueltas y conflictos internos
de la Orden Premostratense, el monasterio iniciaría un lento
y paulatino declive tan solo frenado por un breve momento de esplendor
hacia el siglo XVII en el que se acometieron diferentes intervenciones
y ampliaciones.
El declive y la recuperación
La comunidad monástica de Santa María
la Real de Aguilar quedó exclaustrada como consecuencia de
la ya citada Desamortización de Mendizábal (1835-1836),
quedando el monasterio totalmente abandonado y expuesto al saqueo
de sus bienes, circunstancia a la que ni siquiera su distinción
como Monumento Nacional en 1866 pudo poner freno.
Hacia 1871 buena parte de sus elementos artísticos
más valiosos fueron rescatados de entre la ruina, la maleza
y los escombros para ser trasladaos al Museo Arqueológico
Nacional de Madrid, donde en la actualidad pueden admirarse.
De esta manera, "el convento viejo", como
era popularmente conocido en el entorno, permaneció ignorado
como un informe amasijo de ruinas hasta que en la década
de los 50-60 primero, y posteriormente en 1978, fue sometido a una
brillante restauración y puesta en valor reconocida y galardonada
con el Premio "Europa Nostra"
En la actualidad, además de un instituto de
Enseñanza Media, el Monasterio de Santa María la Real
acoge la sede del Centro de Estudios del Románico de la Fundación
Santa María la Real, siendo un lugar de paso obligado para
todo aquel aficionado al románico que se aventura a conocer
el románico de la Montaña Palentina, un románico
caracterizado además de por su gran densidad, por su magnífico
estado de conservación y divulgación gracias precisamente
a la labor llevada a cabo por la citada Fundación con sede
en el monasterio que nos ocupa.
El Monasterio de Santa María la Real
El Monasterio de Santa María la Real de Aguilar
de Campoo, en su estado actual, es el resultado de una construcción
medieval erigida entre los últimos años del siglo
XII y primera mitad del XIII que vio como, a lo largo de los siglos,
fue sufriendo diversas intervenciones y ampliaciones durante la
Edad Moderna.
Entre dichas intervenciones y el periodo de tiempo
en el que vivió sumido en el total abandono y expuesto a
todo tipo de expolios, se perderían varias de las estancias
propias y comunes a cualquier monasterio, conservándose en
la actualidad de su primitiva obra medieval la iglesia monacal y
el claustro con varias de sus dependencias anejas como la sala capitular,
el locutorio y, muy reformados, el refectorio y la sala de monjes.
La iglesia
Levantada en el sector septentrional del conjunto monástico,
se trata de una iglesia de planta basilical de tres naves de cuatro
tramos, cada una separada entre sí por arcos apuntados sobre
potentes pilares al que adosan columnillas de los que surgen los
nervios que componen sus bóvedas de crucería.
Desembocan las tres naves en un crucero cubierto en
este caso con bóveda de cañón apuntado al que
abriría, en origen, una triple cabecera de la que, en la
actualidad, tan solo se conservan dos de sus ábsides: el
central poligonal fruto de una ampliación, y el meridional.
La absidiola lateral norte sería derribada a mediados del
siglo XVII para construirse la conocida como Capilla del Cristo.
Así, han sido identificadas en la iglesia del
cenobio aguilarense hasta tres fases constructivas diferentes: una
primera de la segunda mitad del siglo XII que correspondería
a zonas de la cabecera y del muro sur; una segunda de principios
del XIII en el que se rematarían naves y cubiertas y, por
último, bien entrada la decimotercera centuria e incluso
adentrándose en el XIV, el reformado ábside central,
cubierto con bóvedas de crucería y abierto con grandes
ventanales apuntados.
Contaría la iglesia abacial hasta con cuatro
portadas de acceso, tres de ellas orientadas al sur que comunicarían
con el claustro; y una cuarta dispuesta en el muro occidental dotada
de tres arquivoltas de medio punto abocinadas que descansan sobre
parejas de columnas acodilladas.
Sobre la portada se aprecia un elegante ventanal de
claros resabios cistercienses, coronándose la fachada con
la monumental e icónica espadaña que sirve de símbolo
a la Fundación Santa María la Real.
Dicha espadaña, cuya morfología influyó
en numerosas iglesias rurales del entorno, se eleva en dos cuerpos:
el primero abierto en cuatro troneras apuntadas y, sobre él,
un segundo cuerpo horadado con una tronera simple rematado en un
agudo piñón triangular.
A día de hoy la iglesia, con su elegantísimo
estilo de transición y una singular y elegante iluminación
que se acompaña de una sugestiva presentación audiovisual
proyectada sobre los propios muros, acoge el Centro Expositivo ROM
de la propia Fundación Santa María la Real, exponiéndose
varias maquetas de templos románicos del entorno aguilarense.
Como acaeció con la zona claustral, en la que
a continuación nos detendremos, los mejores capiteles de
la iglesia fueron arrancados durante sus años de abandono
y trasladados al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, conservándose
in situ, en su mayoría, cestas vegetales con la aparición
muy puntual de algún ave o representación antropomorfa
entre zarcillos.
El claustro
Pese a tratarse de un cenobio de la Orden Premostratense,
el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo,
con algunos matices, reproduciría bastante fielmente la prototípica
distribución de estancias de la mayoría de monasterios
cistercienses peninsulares.
Al costado sur de la iglesia, el claustro presenta
planimetría cuadrangular con cuatro galerías o pandas
cubiertas con bóvedas de crucería que vendrían
a sustituir a las primitivas de madera eliminadas tras levantarse
el segundo piso durante la Edad Moderna.
Cada panda se abre al jardín central mediante
grupos de tres arcos de medio punto (con algunos ligeramente apuntados)
sobre pares de columnas que, a su vez, quedan abrazados por arcos
mayores apuntados separados entre sí por contrafuertes.
Cada uno de los pares de columnas culminaría
en capiteles ornamentados, los más antiguos tallados en torno
a 1180, y otros ya del siglo XIII de clara influencia cisterciense.
Muchos de ellos, perdidos o trasladados al Museo Arqueológico,
han sido sustituidos por sencillos y lisos bloques pétreos.
En la actualidad, la mayoría de los conservados
in situ presentan decoración básicamente vegetal y
de raigambre andresina (acantos, hojas, roleos, cestería
o incluso alguna maraña que puntualmente aprisiona aves,
cuadrúpedos o alguna figura humana); y es que como ocurrió
en la iglesia durante sus décadas de abandono, los más
interesantes fueron trasladados al Museo Arqueológico Nacional
de Madrid.
Otras depenedencias claustrales
Desde la panda oriental del claustro se accede a la
Sala Capitular, de planta rectangular y cubierta con bóvedas
de crucería que descansan en dos soportes centrales de los
que brotan nervios que van a desembocar en pilastras adosadas a
los muros perimetrales de la estancia.
El acceso queda configurado por un amplio vano flanqueado
a cada uno de sus lados por parejas de ventanales de medio punto
sobre pequeños soportes cruciformes rematados en capiteles
finísimamente tallados.
Otras estancias abiertas al claustro medianamente conservadas
son el locutorio abovedado, la sala de monjes cubierta con bóveda
de crucería, o el refectorio; dispuesto en la panda sur y
que conserva una triple arquería ciega en su muro oriental.
El resto de ambientes (cilla, cocina, dormitorios, etcétera)
o no se conservaron o fueron profundamente modificadas.
Capiteles del monasterio en el Museo Arqueológico
Nacional
Buena parte de los mejores capiteles del Monasterio
de Santa María la Real de Aguilar de Campoo se encuentran
hoy en día expuestos en el recientemente remodelado Museo
Arqueológico Nacional de Madrid. Todos ellos fueron extraídos
de entre los restos del cenobio durante las décadas de abandono
que padeció entre finales del siglo XIX y la primera mitad
del XX.
Procedentes de los ámbitos claustrales son varias
piezas completas en las que se aprecian, en convivencia con entrelazos
vegetales de gran naturalismo, escenografías de lucha del
hombre contra el dragón, arpías o diferentes especies
de animales fantásticos.
Buena parte de estos repertorios teriomórficos
desplegados en el claustro aguilarense sin lugar a dudas servirían
de inspiración para los talleres secundarios que ornamentarían
la mayoría de iglesias rurales de la Montaña Palentina
e incluso de regiones contiguas como los valles cántabros
o el norte de la provincia de Burgos.
También del claustro procederían otras
interesantes cestas narrativas como la de La Huída a Egipto
o la de La Matanza de los Inocentes, en la que resulta especialmente
llamativo el ábaco simulando arquitecturas, recurso este
que se repite en un grupo de varios fragmentos que parecen proceder
de un único capitel doble en el que se representaría
la escena de las Marías ante el sepulcro vacío de
Cristo.
Las piezas más afamadas procedentes del Monasterio
de Santa María la Real expuestas hoy en la colección
medieval del Museo Arqueológico fueron extraídas del
interior de la iglesia. Se trata en su mayoría de cestas
dobles y simples que, en su conjunto y en origen, conformarían
ciclo narrativo de primer orden.
Podemos citar varios capiteles en las que se
reconocen perfectamente escenas como la de Sansón desquijarando
al León, la tan típica figura en ámbitos del
norte palentino del caballero, el Descendimiento de Cristo, la Ascensión
a los cielos dentro de una mandarla sostenida por ángeles
y flanqueados por los doce apóstoles en grupos de a seis,
Cristo triunfante mostrando sus llagas y rodeado por ángeles
sosteniendo los instrumentos de la Pasión, o uno de los más
conocidos: el capitel de las Marías ante el sepulcro en cuyos
lados menores de la cesta aparece Cristo con Santo Tomás
o la escena del Noli me Tangere.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)