Introducción histórica
El Monasterio de Santa María la Real
de Obona fue fundado, según un dudoso documento desaparecido
en el siglo XVII, por el príncipe Adelgaster (hijo bastardo
del rey Silo) y su esposa Doña Brunilde en el remoto
año 780, pocas décadas del surgimiento del Reino
de Asturias tras la invasión musulmana. Este origen se
considera más bien legendario.
La hipótesis más creíble es
que naciera como un monasterio familiar de tipo dúplice
fundado en la Alta Edad Media que en el siglo X fue absorbido
por el el cenobio de San Juan Bautista de Corias. En el siglo
XI el monasterio de Obona cambió su regla por la de San
Benito.
Este cenobio fue un hito importantísimo
en la ruta jacobea del Camino Primitivo que comunicaba Oviedo
con Santiago de Compostela por el occidente de Asturias hasta
llegar a Lugo y luego a A Coruña.

El
propio rey leonés Alfonso IX, el que otorgo la carta
puebla a Tineo en 1214, despachaba y firmaba documentos en este
monasterio, como en el que amenazaba a todo aquel que osara
desviar a los peregrinos a Santiago de su Pola de Tineo y Obona.
A cambio de asegurarse que lo peregrinos recibían auxilio.
Obona se convirtió en un centro cultural
y económico de primer orden. Los monjes perfeccionaron
las técnicas agrícolas y ganaderas, y en sus aulas
se impartieron clases de latín, filosofía y teología.
Aquí se encuentra la mas antigua referencia
a la sidra, en un documento de la época se hacia constar
que los siervos deberían recibir "sicere si potest
ese", sidra si fuera posible.

En nombre de Obona procede etimológicamente
de Agua-buena puesto que aquí se encuentra la fuente
del Matoxo, que adquirió fama gracias a fray Benito Jerónimo
Feijoo Montenegro, que solía pasar largas temporadas
de descanso en este monasterio, habiéndose prendado de
las excelencias de esta agua.

Este vetusto monumento medieval asturiano requiere
un trato mejor del que recibe en la actualidad, dada su importancia
histórica y artística y por ser un hito del Camino
Primitivo a Santiago, galardonado recientemente como Patrimonio
Mundial de la Humanidad por la Unesco

La iglesia
Aunque este monasterio nunca perteneció
a la Orden Cisterciense la iglesia del monasterio de Santa María
la Real de Obona es de gran tamaño y de una acusada sobriedad
puesto que se construyó en el siglo XII siguiendo las
severas concepciones de la orden del Císter

Dispone de planta basilical de tres naves, la central
mas alta y ancha separada de las laterales por arcos formeros
que se apoyan sobre pilares sin columnas. La cubrición
de dichas naves es a base de techumbres de madera. La cabecera
está formada por tres ábsides de planta semicircular
precedidos de arcos de triunfo.

Del interior, además de su sobria y monumental
arquitectura románica, lo más valioso es el Cristo
románico de madera, conocido como el Santo Cristo de
Obona. También la mesa del altar es románica.

La puerta de ingreso al templo lo encontramos en
la fachada occidental abierta en un potente arimez con tejaroz
de canecillos anacelados.

Posee cuatro arquivoltas de medio punto completamente
planas y de aristas vivas más una chambrana simple. Los
apoyos son cuatro pares de columnas, más anchas las interiores,
con capiteles campaniformes completamente lisos. Como comprobamos,
tanto en el interior como en el exterior los aires cistercienses
están completamente presentes en el Monasterio de Obona.
Las dependencias monacales conservadas y el claustro
se construyeron en el siglo XVIII aunque no se terminaron. Concretamente
quedan dos pandas del claustro de gran severidad clasicista.

Las pandas se abren al patio, hoy invadido por
la maleza, mediante grandes vanos con arcos de medio punto sobre
grandes pilares.

