Hay que indicar que de las dependencias monacales
de aquel cenobio nacido durante la etapa del Románico
Internacional Pleno no ha quedado nada pues las reformas fueron
constantes y el resultado es un conjunto de edificaciones modernas.
Por ello, nosotros nos centraremos exclusivamente en la iglesia
abacial y en un arco que se conserva en el Museo Arqueológico
Nacional.
La iglesia
La iglesia de San Pedro de las Dueñas es
un monumento notable por dos razones. La primera es por ser
uno de los casos iniciales de un nuevo estilo (o subestilo para
algunos) donde se transforma el románico genuino en una
nueva modalidad, conocida como mudéjar castellanoleonés
-en su fase primitiva como en San Tirso de Sahagún- o
románico de ladrillo. La segunda razón es la buena
colección de capiteles de las columnas románicas
del interior.
La iglesia románica que se ha conservado
se inició probablemente a principios del siglo XII bajo
los presupuestos del románico internacional pleno que
a pocos kilómetros de este lugar se estaba materializando
en la preciosa basílica de San Isidoro de León.
El proyecto era el de una iglesia de planta basilical de tres
naves, sin transepto, rematadas en una cabecera de tres ábsides
escalonados, siendo más profundo y alto el central que
los absidiolos laterales.
Románico y Mudéjar
De esa primer fase del románico pleno son
los tramos de piedra con columnas cilíndricas que aparecen
en la cabecera. No obstante, a finales del siglo XII la fábrica
se retoma con un nuevo material: el ladrillo y siguiendo las
pautas de San Tirso de Sahagún, que se considera probablemente
como el primer edificio románico puro de toda España
que vira hacia un nuevo estilo: el mudéjar, no sólo
por el uso del ladrillo sino por ciertos guiños de la
arquitectura andalusí como la utilización repetitiva
de de arquerías ciegas, el uso puntal de arcos de herradura
-además de los más habituales de medio punto-
y la decoración mediante frisos de ladrillos en esquinilla
y a sardinel.
Exterior
Cabecera
Como hemos indicado, la cabecera de tres ábsides
empezó siendo construida con sillares de piedra y columnas
entregas, como mandan los cánones románicos y
se llegó hasta buena parte de su altura potencial. Sin
embargo, el ábside central se remató con una arquería
de ladrillo y por encima un último piso de arcos doblados
ciegos un tanto achaparrados y, justo debajo de la cornisa anacelada,
un friso de ladrillos en esquinilla.
Los ábsides meridional y septentrional se
construyeron completamente en piedra, salvo el tramo superior
que se concluyó con ladrillos en hiladas horizontales
más la correspondiente cornisa de ladrillos verticales
cortado con perfil anacelado.
Muros exteriores
Los muros exteriores de las naves laterales que
se aprecian del edificio original están articulados mediante
arquerías dobladas.
En los muros de la nave superior que se yerguen
sobre la laterales vemos recuadros rectangulares superados por
ladrillos a sardinel y cornisa anacelada.
Puerta norte
La puerta del costado septentrional es una estructura
completa de ladrillo. Cuenta con tres arquivoltas de medio punto
-más ancha la interior- que llegan hasta el suelo sin
intermediación de impostas. Por encima hay un friso de
esquinillas que imita el alero soportado por los canecillos
de una portada románica. El conjunto estructural de esta
puerta queda rodeada por un recuadro o falso alfiz.
Torre campanario
La torre de San Pedro de las Dueñas es una
gallarda estructura de ladrillo que se alza sobre los dos primeros
tramos de la nave central. Tiene tres cuerpos: el primero liso,
el segundo tiene en cada cara dos vanos con arcos doblados de
herradura rodeados por un falso alfiz o recuadro rematado con
friso de esquinillas. El cuerpo superior muestra dos ajimeces
(ventanales bíforos) con arcos semicirculares doblados
en cada cara con mainel central constituido por una columna
de piedra románica cuyos capiteles muestran una decoración
vegetal muy esquemática. Estos vanos también se
recuadran con falso alfiz.
Es evidente que esta torre campanario guarda relación
con las cercanas de San Tirso y San Lorenzo de Sahagún,
pero con unas menores dimensiones.
Interior
El aspecto interior de la iglesia abacial de San
Pedro de las Dueñas es bastante desconcertante. Lo primero
que se observa es que los arcos formeros de medio punto caen
sobre pilares que tienen una disposición alternante:
cruz griega con cuatro columnas (una en cada frente) alternando
con pilares prismáticos con sólo dos columnas.
Esta disposición de soportes es semejante al de la gran
basílica de San Isidoro de León. Hay que decir
que el edificio, al principio no estaría abovedado, sino
que tendría techumbre de madera.
También observamos como en la campaña
mudéjar se procedió a cerrar o macizar los vanos
de los arcos formeros de comunicación entre las naves norte
y central. De este modo, las naves central y meridional siguieron
sirviendo para la liturgia de la comunidad de monjas benedictinas,
mientras que la nave norte cambió su función a
iglesia parroquial para los feligreses de la aldea que iba surgiendo
alrededor del cenobio.
Diversos cambios se efectuaron en los siglos bajomedievales,
como abovedar con crucería estrellada la nave central,
entre otros.
Un aspecto sobresaliente del interior de la iglesia
de San Pedro de las Dueñas es la calidad de los dieciséis
capiteles románicos que se conservan. Si bien el más
famoso es aquél que representa una serie de personajes
identificados como monjas, hay que resaltar un buen número
de bellas cestas de temática zoomorfa, donde el gran
protagonista es el león y en menos nivel, el dragón,
en sus combates entre sí o contra los hombres.
La arquería del Museo Arqueológico
Nacional
Procedente de San Pedro de las Dueñas, probablemente
del acceso desde el claustro a la sala capitular, se conserva
en el Museo Arqueológico Nacional un arco sobre dos parejas
de columnas con capiteles también magníficamente
labrados.
Las esculturas de los capiteles, de gran calidad,
están relacionados con los del interior de la iglesia
del monasterio y vuelven a incidir en la temática de
la lucha entre hombres y bestias, asunto simbólico que
tiene que ver con la lucha espiritual del hombre en su camino
de santificación y la necesidad de vencerse a sí
mismo.
