Monasterio
de San Pedro de Tejada (Burgos)
Introducción
El templo
de San Pedro de Tejada es uno de los monumentos románicos
burgaleses más completos y conservados. Es propiedad particular
pero los propietarios facilitan su visita.
El templo
actual es el heredero de un cenobio nacido nada menos que en el
siglo IX (año 850) y que siglos más tarde pasó
a depender del Monasterio de Oña, convirtiéndose en
priorato.

La actual
iglesia románica se debió erigir en algún momento
indeterminado de la primera mitad del siglo XII, correspondiendo
a lo que se llama Románico Pleno. Si bien una obra de tal
categoría y ambición duraría varios años
en finalizarse, aunque todo el conjunto muestra una gran coherencia
y uniformidad, fruto de un único impulso constructivo.
El edificio
sorprende por su esbeltez y airosidad, no sólo por la torre
que se yergue vertical sobre el primer tramo de la nave, sino también
por la altura del propio cuerpo de la iglesia en relación
a su anchura. Contemplando San Pedro de Tejada nos acordamos de
aquellos antiguos estudiosos que tildaban al románico de
"arquitectura achaparrada que tira para bajo".
Exterior
La Puerta
Cuando accedemos al prado donde se ubica la iglesia
de San Pedro de Tejada, lo primero que vemos es el hastial occidental
y su soberbia portada. Se abrió en un arimez o cuerpo resaltado.
El vano está rodeado por arquivoltas -las interiores insinúan
la herradura- con boceles lisos y sogueados, rematado todo por una
chambrana taqueada. En una de las escocias hay restos de elementos
florales y geométricos hoy prácticamente perdidos.
Los apoyos inferiores son las jambas y dos parejas
de columnas de fuste cilíndrico y capiteles de temática
vegetal.
De especial interés son los relieves que hallamos
en las enjutas de esta puerta. En el del lado norte (izquierdo para
el espectador) encontramos a seis apóstoles que se completarán
hasta doce en la otra enjuta de la que luego nos ocuparemos. Debajo
de ellos tenemos un extracto de la Última Cena con Cristo
presidiéndola y a su lado, recostado, sobre su pecho, San
Juan Evangelista, el discípulo amado. Al otro lado se encuentra
Judas tomando el bocado de Cristo y robando el pescado.
Por su parte, en la enjuta opuesta, además del
fragmento del Apostolado citado, tenemos a un león con un
hombre a sus pies, que nos recuerda otras muchas representaciones
del románico y que tiene en Jaca la más célebre
expresión cuya inscripción asocia el león a
Cristo ("el león sabe perdonar al caído y Cristo
a quien le implora)
También
hay que fijarse en los canecillos que sujetan el tejaroz de esta
puerta, que representan al Tetramorfos rodeado por ángeles.
Pérez
Carmona ya apreció la relación entre la conformación
arquitectónica y la iconografía de esta puerta con
la también monástica y burgalesa de San Quirce.
Encima de
la puerta hay un ventanal con arco de tres lóbulos.
La Cabecera
La cabecera
cuenta con un tramo presbiterial no muy prolongado y un ábside
en hemiciclo. La articulación mural es de extraordinaria
elegancia. Contrafuertes prismáticos que terminan en columnas
dividen el semitambor en paños verticales con huecos de arco
redondo (sólo el central tiene aspillera de iluminación).
Una cenefa abilletada anilla el tambor y hace también las
veces de guardapolvos de los cinco arcos.
En
el costado sur tenemos la torrecilla cilíndrica que alberga
la subida a la torre.
La Torre
La torre
campanario se levanta sobre el primer tramo de la nave contiguo
a la cabecera. Se construyó en un material más liviano
-piedra toba porosa- para asegurarse la estabilidad. El primer cuerpo
tiene dos arcos ciegos en cada cara. El cuerpo superior es el de
las campanas, presentando en cada flanco dos ventanales ajimezados
con arcos envolventes. Tanto las aristas achaflanadas de la torre
como el centro de las caras del cuerpo superior se animan con columnas.
Éstas
tienen capiteles voluminosos con hojas de acanto, piñas y
algunos animales como leones y gallos.
Los muros
de la nave
Los muros
sur y norte de la nave participan de la elegancia y sabiduría
de formas del resto del templo. Existe un contrafuerte en cada muro
para reforzar el arco fajón de la bóveda interior,
en los paños que crean dichos contrafuertes hay ventanales
con su aspillera rodeada de una arquivolta de grueso baquetón
y guardapolvos ajedrezado además de la convencional pareja
de columnas.
También
se articularon los muros horizontalmente mediante dos cenefas ajedrezadas,
una a la altura de los alféizares de las ventanas y otra
coincidente con los cimacios de las columnas. En conclusión,
una obra bien pensada y mejor rematada.
La colección
de canecillos y capiteles
Al margen
de los relieves que hemos visto ya en la fachada del oeste, el taller
que trabajó en San Pedro de Tejada nos legó una colección
de canecillos y capiteles (los de la cabecera) muy importante.
Tal y como
vimos en la Sagrada Cena o el Apostolado y los Evangelistas, este/os
escultor/es realizan figuras humanas algo cortas, de rostros ingenuamente
infantiles (son llamativas las grandes orejas), con modelados duros
y poco detallistas pero dominando las composiciones, de modo que
dejan bastante claro los motivos que tenías intención
de esculpir.
Aquí
es imposible hacer una descripción de todas las esculturas
que encontramos en los canecillos y capiteles exteriores, pero diremos
que hallaremos los habituales animales del bestiario, aunque especialmente
los reales (águilas, leones, ciervos, cabras, lobos, perros,
incluso un mono). Alguno de ellos se encuentra en la actitud, bastante
frecuente en el románico, de apresar algún animalillo.
Aquí
hay que recordar, que en el románico castellano abundan bestias
fantásticas como dragones, arpías, grifos, etc. porque
fueron popularizados por el llamado Segundo Taller de Silos y sus
discípulos que se desparramaron por doquier. Sin embargo,
la iglesia de San Pedro de Tejada fue construida antes de la existencia
de dichos talleres.
Dentro de
las representaciones humanas, encontramos varios músicos
(con fídula, arpa-salterio, etc.), una mujer con un bebé,
varios clérigos o mojes con libros en diferentes actitudes,
un obispo con báculo bendiciendo, una pareja enseñando
sus sexos, un anciano o cojo con bastón, un espinario, una
mujer con serpientes en sus pechos, Sansón desquijarando
el león y un largo etcétera.
Tres de
los canecillos forman una escena completa del Génesis: El
Pecado Original. En el primero aparece Adán, en el segundo
el Árbol y en el tercero, Eva.
Uno de los
canecillos más interesantes es aquél que muestra a
un diablo cornudo, sonriendo mientras pisa con sus pies convertidos
en garras a un pecador echado en el suelo.
En cuanto
a los capiteles de las columnas de la cabecera, volvemos a encontrar
animales, personajes como músicos, con fídula y cuerno
y una escena en que parece que un sacerdote imparte la Extrema Unción
a un moribundo flanqueado por dos leones.
También
es muy apreciable el que muestra a Dalila cortando el cabello de
Sansón dormido.
Interior
En el interior, la sensación de perfección
arquitectónica no cambia un ápice. Es entonces cuando
comprobamos la altura y esbeltez del conjunto.
Los tramos más próximos a los pies están
abovedados con medio cañón reforzado por arcos fajones
que se prolongan por pilastras con semicolumnas.
Enseguida viene el tramo de falso crucero donde se
yergue una cúpula semiesférica elevada sobre trompas
que sirve de base para el campanario.
La cabecera tiene el habitual abovedamiento: medio
cañón para el presbiterio y horno o cuarto de esfera
para el ábside.
Éste tiene el ventanal en el centro que ya observamos
al exterior. Bajo este nivel hay una arquería mural con cinco
arcos baquetonados sobre columnas (capiteles vegetales) que también
se prolonga en el presbiterio.
Entre los capiteles de las columnas estructurales hay
varias escenas bíblicas como la liberación de San
Pedro, la Última Cena o la Parusía con Cristo en Majestad
y el Tetramorfos.