Monasterio
de Santa María de L'Estany, Barcelona
Introducción
La
pequeña población de L'Estany se localiza en el extremo
nororiental de la Comarca del Bages (Barcelona), en un ameno paraje
a medio camino entre los núcleos de Vic y Manresa. Sin lugar
a dudas, su topónimo evoca la existencia en sus inmediaciones
de una laguna natural ("estany" en catalán), desecada
artificialmente durante la segunda mitad del siglo XVI ante la constante
amenaza de inundaciones que sufría el valle en los meses
más lluviosos y, sobre todo, por el foco de epidemias que
constituía.
Historia
del monasterio
Las primeras
menciones documentales conservadas de L'Estany se remontan a finales
del siglo X, cuando Sendred, Señor de Gurb, cede su iglesia
al Obispado de Vic, donación confirmada en 1080 por Guillem
Ramón de Taradell, quien la entrega ya de manera definitiva
al mitrado vicense Berenguer Sunifred de Lluçá para
fundar en el lugar un priorato de canónigos agustinos bajo
la advocación de Santa María. Hubo que esperar hasta
noviembre de 1133 para que la iglesia monacal fuese consagrada,
en una ceremonia presidida por el Arzobispo de Tarragona San Oleguer
que contó además con la presencia del Obispo de Vic
Ramón Gaufred, y su homónimo gerundense Berenguer
Dalmau. A partir de ese momento el cenobio no dejaría de
crecer tanto en importancia como en extensión de sus heredades,
hasta el punto de que en 1264, coincidiendo prácticamente
con la finalización de las obras del claustro, Santa María
de L'Estany fue elevada a la categoría de abadía.
Desde finales
del siglo XIV y, sobre todo, durante el siglo XV, el monasterio
fue sufriendo una progresiva decadencia que, además, se vio
agravada primero por un incendio en 1395 que obligaría a
dispersar a la comunidad durante unos 40 años, y segundo,
por sendos terremotos que asolaron la comarca en 1428 y 1448 provocando
serios daños en dependencias monacales que, ante la precariedad
de recursos, no pudieron ser rehabilitadas. Así, a finales
del siglo XVI y ante la decisión del Papa Clemente VIII a
instancias de Felipe II de suprimir las canónicas agustinianas
en su corona, el monasterio fue secularizado y convertido en colegiata,
rango que detentaría hasta el año 1775, fecha en la
que tras quedar definitivamente extinguida la comunidad, fue destinada
a iglesia parroquial de la población de L'Estany.
El conjunto
monacal fue declarado Monumento Histórico Artístico
en 1931, siendo sometido entre los años 1966 y 1970 a una
profusa labor de restauración.
Arquitectura
y arte del Monasterio de Santa María de L'Estany
Del primitivo
cenobio altomedieval sólo han llegado a nuestros días
la iglesia, parcialmente remodelada, y el claustro, mientras que
el resto de dependencias anejas son el resultado de las sucesivas
reformas que fue sufriendo el conjunto en siglos posteriores.
La
iglesia
El templo responde
al prototípico esquema monástico de cruz latina: nave
única de tres tramos, crucero muy marcado en planta, y cabecera
rematada en tres ábsides, el central de mayores dimensiones
precedido de un tramo recto, y los laterales, reconstruidos en el
siglo XX según el modelo original, abiertos directamente
a cada uno de los brazos del crucero. El sistema de cubiertas se
resuelve mediante una bóveda de cañón articulada
por arcos ligeramente apuntados que descansan sobre desnudas pilastras,
a excepción del que da acceso al tramo presbiterial, resaltado
mediante columnas rematadas en capiteles figurativos. Los ábsides
fueron cubiertos mediante cuartos de esfera, mientras que en la
intersección de la nave principal y la del crucero, se eleva
una cúpula semiesférica sobre trompas que, a su vez,
sostenía una torre campanario arrasada tras el terremoto
de 1448 y que fue sustituida por la conservada actualmente, de factura
mucho más moderna.
El aspecto interior
del templo es de considerable sobriedad, animado exclusivamente
por una línea de imposta que recorre horizontalmente los
muros perimetrales a la altura del arranque de los torales; y por
los dos capiteles del arco triunfal, decorados con aves bajo un
cimacio de cadeneta trenzada el dispuesto en el lado del Evangelio,
y con grifos coronados por una cenefa de tallo ondulante el adosado
al costado de la Epístola. Muy llamativas resultan las basas
sobre las que se elevan las columnas del mencionado arco triunfal,
en las que, pese a lo desgatado de la labra, se adivinan esquemáticas
figuraciones antropomórficas y zoomórficas, una de
las cuales ha sido interpretada como la escena de Daniel en el foso
de los leones.
El ingreso al
espacio eclesial se realiza a través de su fachada occidental,
algo más tardía que el resto de la fábrica,
mediante un sencillísimo vano de medio punto dovelado coronado
por un sobrio rosetón de sabor goticista, mientras que es
en la cabecera donde se adivina el único guiño decorativo
del conjunto exterior: una imposta de taqueado jaqués que,
tras enmarcar las roscas de los arcos de las ventanas, se prolonga
horizontalmente hasta abrazar todo el perímetro absidial.
De los tres vanos abiertos en la cabecera, sólo el del ábside
central es original, constando de un arco de medio punto sobre columnas
rematadas en toscos capiteles decorados con formas vegetales y felinos
enfrentados. Las ventanas de las reconstruidas absidiolas laterales,
reproducen rosetas y formas discoidales de gusto prerrománico.
Los muros laterales quedan articulados mediante robustísimos
contrafuertes coincidentes con los pilares interiores, gracias a
los cuales, queda perfectamente equilibrado el sistema de empujes
de la bóveda.
El
Claustro
El claustro
es, sin lugar a dudas, el elemento más sobresaliente del
conjunto monacal de L'Estany, ya que si bien es cierto que en su
elaboración no participaron maestros de primer orden, si
puede presumir de ser uno de los mejor conservados del románico
catalán. Fue erigido en el costado sur de la iglesia, quedando
comunicado con ésta a través de una puerta abierta
en el segundo tramo del muro del Evangelio.
De planta cuadrangular,
se articula en torno a un agradable espacio central ajardinado,
disponiéndose en cada uno de sus frentes, sobre un poyete
corrido, galerías de diez arcos de medio punto dovelados
sostenidos por columnas de fuste cilíndrico coronadas por
capiteles historiados. Se inició su construcción a
mediados del siglo XII, posiblemente un par de décadas después
de la consagración de la iglesia en 1133, pudiendo datarse
aproximadamente en ese momento la realización de la panda
norte. Continuarían las obras por el frente occidental, quedando
definitivamente cerrado el espacio claustral a mediados del siglo
XIII con la culminación de los costados meridional y oriental.
Algunos investigadores han retrasado esta última fase hasta
finales del siglo XIII e incluso a las primeras décadas del
XIV, sin embargo, existe constancia documental a través del
"Liber procesionarias monasteri stagensis", conservado
en el propio cenobio, de celebraciones de procesiones litúrgicas
por el claustro en 1258, aunque no es descartable que dichos ceremoniales,
pudiesen ser realizados con alguna de las pandas inconclusas.
De enorme interés
resulta el variadísimo repertorio escultórico desplegado
sobre sus capiteles, en los que es posible admirar desde cuidadísimas
composiciones geométricas y vegetales, hasta un extenso y
variado catálogo de figuración zoomórfica y
teriomórfica, sobresaliendo por encima del resto, las llamativas
escenografías figurativas de temática tanto sacra
como profana de marcada intención narrativa representadas
principalmente en la panda norte del claustro, revelándose
curioso el hecho de que para ellas, quedaron reservadas exclusivamente
las caras interiores de los capiteles visibles desde el interior
de la galería, circunstancia para nada casual que encuentra
su justificación en las mencionadas y documentadas procesiones
litúrgicas celebradas por la comunidad en el espacio claustral.
Desde el punto
de vista iconográfico, es precisamente el programa plasmado
en la panda norte el que mayor atención atrae, ya que sobre
sus capiteles fue reproducida una completa serie de escenas con
los ciclos de la Infancia y la Pasión de Cristo como temática
principal. Se inicia la narración con la historia de Adán
y Eva; la Creación, el Pecado Original y su consiguiente
expulsión del Paraíso. Continúa con una escena
apócrifa, única en el románico catalán,
como es la Presentación de María en el templo para,
a continuación, ceñir el relato a los Evangelios Canónicos
sucediéndose, con alguna imprecisión en el orden cronológico,
representaciones de la Anunciación, la Visitación
de María a su prima Isabel, el Nacimiento de Jesús,
la Epifanía y la Huida a Egipto. Tras ello, el rigor temporal
de la narración se ve intencionadamente alterado para introducir
los episodios del Bautismo de Cristo, las Bodas de Canaá,
y las Tentaciones del desierto, y así, tras una nueva alusión
al Ciclo de la Infancia con el tema de la Matanza de los Inocentes
como prefigura del Sacrificio de Cristo, el relato gráfico
se centra en el Ciclo de la Pasión, comenzando con la entrada
triunfal en Jerusalén, continuando con la Ultima Cena, el
Lavatorio y el beso de Judas, y culminando con la Crucifixión
en el Calvario. La serie concluye con la escena de San Miguel y
el pesaje de las almas, temática heredada de la mitología
egipcia que fue muy popularizada en programas medievales al resultar
idónea para trasmitir la idea de conflicto entre el bien
y el mal, una constante en repertorios románicos presente
de manera reiterativa en el claustro de L'Estany.
En cuanto a
las caras exteriores de los capiteles de la panda norte, el programa
queda mucho más simplificado al limitarse la figuración
a fórmulas vegetales clásicas en combinación
con animales reales y seres fantásticos alusivos al demonio.
En las galerías
occidental y meridional, tanto en las caras exteriores como en las
interiores, predomina la decoración geométrica y vegetal,
resultando prácticamente marginal la figuración antropomórfica,
reducida a una escena de caza, a un obispo, y a esquemáticas
cabecitas humanas y monstruosas que vienen a transmitir de nuevo
un mensaje cuyo hilo conductor es la lucha entre el bien y el mal,
un discurso que continúa por toda la panda oriental, la más
tardía del conjunto, en la que volvemos a encontrar representaciones
sacras ejemplarizantes como la Anunciación y la Maiestas
Domini acompañada del Tetramorfos del capitel central, siempre
en convivencia con otras de carácter profano que vienen a
representar alegorías del pecado personificadas en escenas
cotidianas, como puede ser una dama que peina su cabellera (lujuria);
o en representaciones de tipo caballeresco en la que un guerrero
que encarna la virtud, se bate con un ser cuyo aspecto grotesco
le identifica como el maligno.
Sala
Capitular
La antigua sala
capitular, adosada al costado oriental del claustro, fue convertida
en capilla en una de las numerosas reformas que sufrió el
monasterio durante la Edad Moderna.
Por último,
merece ser mencionada la pila bautismal original de la iglesia,
de factura tardorrománica; la majestuosa imagen gótica
de Nuestra Señora de L'Estany que preside el altar mayor
del templo, y el coqueto museo allí habilitado, en el cual,
se exponen diversas piezas litúrgicas procedentes la mayoría
del propio tesoro del monasterio, destacando por su especial interés
la Sala del Lapidario, en la que se conservan magníficos
ejemplares de laudas sepulcrales entre las que destaca una de cronología
gótica decorada con una representación del Calvario.