Monasterio
de San Zoilo (Carrión de los Condes, Palencia)
Introducción
El monasterio de San Zoilo, localizado
en el municipio de Carrión de los Condes, en la provincia
de Palencia, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC)
en 2002. Se localiza en la orilla derecha del río Carrión,
próximo a la calzada romana que fue después utilizada
también como Camino de Santiago.

Si bien en la actualidad el monasterio está
consagrado a San Zoilo desde el siglo XI (ya que fueron llevadas
en ese momento al complejo las reliquias de dicho santo desde Córdoba),
según el historiador renacentista, Ambrosio de Morales, el
convento estaría dedicado en origen a San Juan Bautista.

Historia del monasterio
El monasterio es anterior al año 948,
si bien no está claro el año de su fundación.
En 1076 la condesa Teresa Sancha lo donó a la orden de Cluny.
Fue un centro religioso y político de gran importancia, celebrándose
en él concilios y cortes. Además, sirvió de
residencia de reyes, centro de peregrinación, etc.

Destaca
entre las celebraciones más significativas que acogió
el templo el casamiento de la princesa Beatriz de Suabia, nieta
de Isaac II Ángelo, y Fernando III el Santo, en 1219. Además,
en 1317, la reina regente María de Molina creó el
primer Tribunal de Cuentas del reino con sede en el monasterio de
San Zoilo.
Sin embargo, a partir del siglo XIV y durante
los dos siglos siguientes, el monasterio irá perdiendo importancia
y comenzará un declive. Así, en el siglo XVI se independiza
de la orden de Cluny, integrándose en la congregación
Benedictina de San Benito el Real de Valladolid.

A partir de este momento, el monasterio de San Zoilo
vuelve a resurgir y atraviesa una nueva época de esplendor,
fruto de la cual se construirá el espléndido claustro
renacentista del que más tarde nos ocuparemos.
Con la desamortización, como muchos otros
monasterios, sufrió un duro varapalo. En propiedad del obispado
de Palencia, fue cedido en 1854 a la Compañía de Jesús
para la construcción de un centro escolar. La Compañía
de Jesús permaneció en el edificio durante un siglo,
pasando después a ser el Seminario Menor Diocesano tras la
marcha de éstos en 1954. En 1992 el monasterio fue vendido,
si bien la parte monumental quedó en propiedad de la Diócesis,
albergando desde entonces, por cesión de su uso, un complejo
hotelero. Precisamente, gracias a las obras llevadas a cabo a partir
de 1993 para la restauración del edificio y su adecuación
como hotel, se descubrió la portada románica del siglo
XI, que permanecía cubierta por la actual iglesia.

La iglesia
La actual iglesia data del siglo XVII, si bien
la fábrica original era románica de finales del siglo
XI. El templo actual es de una sola nave con crucero y cimborrio,
cubierta por bóvedas de cañón, con sillería
de doble piso, construida sobre los muros del edificio románico
original.

Este edificio vino a sustituir la iglesia románica
que debió parecerse a la de San Martín de Frómista,
con tres naves, transepto no acusado en planta, cimborrio y torres
a los pies.
Así, todavía podemos apreciar buen
parte de los muros laterales de este templo del siglo XI, incluyendo
la torre campanario de la esquina noroeste, además de su
preciosa portada principal y vestigios de restos de pintura, marcas
de cantería, capiteles, etc.

Como hemos dicho la actual iglesia barroca eliminó
los pilares, arcos de separación de naves y bóvedas
para convertirla en una sola nave de altura bastante superior, pero
respetando las paredes exteriores de las naves laterales de construcción
románica.
Lo que se conserva de la iglesia románica
La iglesia románica de San Zoilo debió
construirse después de su donación en 1076 al Monasterio
de Cluny, por lo que sería un magnífico edificio del
románico pleno.

En la actualidad se conservan parte de los muros laterales
con impostas de taqueado jaqués, la parte exterior de la
torre noroeste, un capitel historiado en el interior, la puerta
oeste y una serie de capiteles recuperados en labores arqueológicas,
algunos seguramente procedentes del claustro desaparecido.
La torre
En el muro norte del complejo monástico podemos
observar buena parte de la pared exterior de la torre campanario
que se elevó en la esquina noroccidental de la iglesia, actualmente
embutida en la edificación moderna.

Además de una imposta de tacos ha quedado un
perfecto ventanal con arquivolta de baquetón, trasdosada
por chambrana taqueada. Tiene dos columnas. Uno de los capiteles
es vegetal, mientras el otro tiene animales en postura frontal.

Galilea y Puerta románica
Con todo, la parte mejor conservada es la portada
occidental que, como hemos señalado, permaneció oculta
hasta 1993 y es uno de los mejores, y más antiguos, ejemplos
del románico cluniacense (románico internacional de
periodo pleno) en toda la península Ibérica. Además,
dado que se conservó intacta bajo los muros de la iglesia
actual, su estado de conservación es excelente.

Esta puerta comunicaba la nave central de la iglesia
con la galilea que, muy alterada, todavía se conserva.
Recordemos que una galilea es un espacio cubierto que
se antepone a la fachada del templo, como un tipo de nártex,
con funciones variadas: procesional, sepulcral, etc.

Volviendo a la portada, tiene ésta un
total de cinco arquivoltas. Destacan en ella los fustes de sus cuatro
columnas, realizados en mármol, que posiblemente fueron reaprovechados
a partir de piezas de un templo romano del siglo II. Los fustes
están rematados por sendos capiteles de una gran calidad
escultórica, formando los ábacos un friso continuo
decorado con palmetas.

Los capiteles, labrados por tres de sus caras,
datan de finales del siglo XI y su excelente calidad escultórica
ha llevado a pensar que estemos aquí ante el inicio del románico
palentino. No cabe duda su relación con San Martín
de Frómista y la Catedral de Jaca, extremos comprobables
en el uso de clámides de algunos personajes o la presencia
d "pitones jaqueses" en las esquinas de los capiteles.
Estos cuatro capiteles presentan relieves historiados.
Así, en el capitel exterior de la izquierda, se representa
(según algunos autores) la llegada de las reliquias de San
Zoilo al monasterio, si bien algunos investigadores apuntan a que
se representa el traslado del alma de un difunto, posiblemente San
Juan Bautista, dada la primitiva advocación del monasterio.
No obstante, es muy difícil de descifrar, pero
intuimos que tiene que ver con el alma de difuntos ante el trance
de la muerte, posiblemente simbolizada por las dos cabezas de leones.
Hay que advertir, que en la puerta oeste de la iglesia
de Santiago, también en Carrión de los Condes, hay
un capitel de casi idéntica iconografía.

En el capitel interior se muestran monstruos
alados con cola serpentiforme en disposición vertical, probablemente
dragones, que simbolizan al demonio.

En la parte derecha de la portada, en el capitel
interior se representa el pasaje veterotestamentario de Balaam y
la burra, siendo detenidos por el Ángel del Señor
con una espada.

Por último, el capitel más exterior
representa una escena de dos hombres trabajando en la viña.
Se dice con frecuencia que se trata de una vendimia, si bien los
operarios trabajan más bien en lo que parece la importante
tarea de la poda.

Hay que tener en cuenta que además de una de
las tareas básicas del agricultor medieval, en los Evangelios
aparecen parábolas relacionados con las viñas:
También en el Evangelio de San Juan 15 Cristo
proclama: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador".
Capiteles románicos expuestos en la galilea
Dentro de la galilea y a pocos metros a la derecha
de la puerta románica se han colocado expuestos una serie
de capiteles descubiertos en obras recientes. Algunos parecen pertenecer
al claustro románico.

De los figurados, sobresale uno en que un personaje
acerca las manos a dos animales. Podemos estar ante la habitual
escena del "Señor de los animales" o, incluso ante
el vuelo de Alejandro Magno ayudado de grifos.

Hay que recordar la leyenda que encarnaba la soberbia
de Alejandro Magno que subió al cielo con ayuda de 8 grifos y bajó
a la profundidad del mar en un tonel porque no había en la tierra
enemigo que le venciesen.

En otro aparece una pareja de leones y más a
la derecha tenemos una cesta mutilada con dos músicos, quizás
una alusión al Rey David.


Capitel románico del muro sur
Por último, en el interior de la iglesia queda
un capitel románico semioculto en el muro sur que puede pasar
desapercibido a pesar de que se ha dirigido un foco luminoso para
señalizarlo. Hay varios personajes y animales, Lo más
evidente es que una persona mete sus manos en las comisuras de la
boca de un león.

Conviene mencionar también sobre la iglesia
románica, que se han identificado un total de ciento siete
marcas de cantería (marcas esculpidas por los canteros que
a través de su estudio permiten conocer muchos detalles sobre
los constructores anónimos de los templos) de treinta y tres
tipos diferentes distribuidas por los muros del templo.
El conjunto de sepulcros medievales
En el interior de la iglesia, en lo alto del
presbiterio, en un arcosolio, descansan los restos de de la condesa
Doña Teresa (siglo XI).

A los pies de la iglesia podemos observar una
espléndida colección de sarcófagos de la familia
Beni Gómez. Los más antiguos, lisos, datan de finales
del siglo XI - comienzos del siglo XII.
El resto datan de mediados del siglo XIII y presentan
decoración, con escenas labradas del Calvario, la Anunciación
o la Epifanía, entre otras. De entre los sarcófagos,
tenemos que destacar el de Fernando Malgradinense, yerno de Alfonso
VI y señor de Benavente.

También se localizan en el templo los
sepulcros de la condesa Teresa Sancha y de su marido el conde Gómez
Díaz, de sus ocho hijos.

Bienes muebles de la iglesia barroca
Tenemos que destacar también el retablo
principal. Si bien no es el original del monasterio, ya que no se
ha conservado, es una pieza de estilo renacentista dedicada a la
Asunción de Nuestra Señora. Data de mediados del siglo
XVII y proviene de Baquerín de Campos.

Del retablo destacan los relieves laterales,
que han sido atribuidos a un seguidor de la escuela de Gregorio
Fernández y que están dedicados a escenas de la Virgen.
El retablo está rematado por un calvario formado por tallas
de más de dos metros de altura que se atribuyen al escultor
Antonio de Ribera y en las que se representan a los cuatro Santos
Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Ambrosio, San Gregorio
y San Agustín. Escondido junto al retablo y dentro de una
urna plateada datada en el siglo XVIII, encontramos las reliquias
del san Zoilo.

No podemos olvidarnos del órgano, situado
sobre la puerta de acceso de la fachada principal, se trata de un
órgano barroco castellano con cadeneta, ejemplo muy escaso
dentro de este tipo de piezas.
Finalmente, conviene mencionar tres piezas. En
primer lugar, en la sacristía se localiza un cuadro que representa
el Martirio de San Zoilo y, en el centro, se exhiben dos telas islámicas
denominadas "Manto del Conde y de la Condesa", datados
por los investigadores en el siglo XI y que fueron extraídas
en el año 2003 del interior de una arqueta funeraria del
siglo XVIII junto al Retablo Mayor, que alojaba las reliquias de
San Zoilo (la arqueta original, en marfil policromada, y datada
en el siglo X, se localiza en el Museo Arqueológico Nacional).
Estas dos telas fueron declaradas en el año
2012 BIC (Bien de Interés Cultural) con categoría
de bien Mueble y parece que ser que llegaron desde Córdoba
junto con las reliquias de San Zoilo y de otros santos como regalo
de los reyes árabes a los infantes de Carrión. Estas
telas, son de una exquisita calidad. La azul, se conserva íntegramente
(tiene más de 2 metros de largo) y combina motivos sasánidas
y bizantinos. El segundo, también completo, es más
pequeño, de color rojo, presenta una serie de medallones
con hileras de aves enfrentadas por la espalda. Como dato curioso,
cabe mencionar que esta tela conserva los dos orillos (remates originales
de los tejidos), que nos indica que la pieza está completa.
El claustro
El claustro principal del monasterio es de estilo
plateresco y es uno de los elementos de mayor interés artístico,
ya que se considera una maravilla de estilo gótico-renacentista
única en Europa.

Se trata de un claustro de dos plantas con un
jardín en cuyo centro se localiza un pozo con lavamanos al
que se accede por la apertura del muro frente al refectorio (comedor
del monasterio). Se sabe que este claustro sustituyó a uno
anterior, románico, que posiblemente sería de dimensiones
más reducidas, pero se desconoce la fecha de construcción
(el único dato que se tiene es que en el año 1292
estaba en buen estado). Algunos autores apunten a que quizás
la construcción del claustro original medieval dataría
del siglo XI. Gracias a las obras de remodelación y restauración
para la adecuación del monasterio como complejo hotelero,
se ha podido obtener más información sobre este claustro
primigenio.
El claustro actual (la planta inferior) fue proyectado
por Juan de Badajoz el Mozo en 1537 por encargo del abad Gaspar
de Villarroel, pero las obras no se concluyeron hasta el año
1577, ya que los trabajos fueron suspendidos durante varios años
por falta de fondos. Tiene treinta y tres metros de lado, cinco
de ancho y siete de alto; está compuesto de arcos ojivales.
La bóveda de esta zona está dedicada a los infantes
de Carrión, que son considerados sus fundadores.

Así, en cada galería se abren cinco
arcos ojivales que reposan en sendas pilastras, con un friso de
formas platerescas. En total encontramos veinticuatro tamos, cada
uno de ellos con su correspondiente bóveda y una amplia imposta
labrada que recorre todo el muro. En esta importa se localizan una
serie de ménsulas historiadas, adornadas con relieves escultóricos
de donde arrancan los nervios que forman las bóvedas de crucería
con los terceletes resaltados.

En cada una de las veinticuatro bóvedas,
los nervios que arrancan de las pilastras forman un cuadrado en
cuyo centro se localiza la clave principal, con un medallón
esculpido.

De los vértices de dicho cuadrado otras
cuatro claves con sendos medallones. Los espacios de los cuadrados,
los terceletes y el resto de la bóveda están decorados
con jarrones, escudos.

Destacan sin duda los 230 medallones con retratos
de personajes que recorren los muros del claustro en los que se
representa la genealogía de Cristo según el Evangelio
de San Mateo y, la genealogía de la Orden Benedictina, dedicada
a la descendencia espiritual de San Benito.

En cada capitel de donde arrancan los arcos,
hay un busto, y debajo de él se lee su nombre en una cartela
que es sostenida por angelitos. En total se estima que las esculturas
principales del claustro que corresponden a bustos asciende a 269,
con más de 120 esculturas secundarias a base de ángeles,
jarrones, florones, etc. siguiendo la profusa decoración
que caracteriza al más típico arte plateresco.

Por otra parte, todos los capiteles de las pilastras
exteriores de la galería de oriente presentan calaveras,
tal y como corresponde al De profundis (se trata de un salmo penitencial
que suele emplearse principalmente en la liturgia de difuntos).

La construcción del claustro alto, sin
embargo, no se terminó hasta comienzos del siglo XVII, concretamente
en el año 1604. Fue el abad fray Antonio Perroto quien, en
el año 1584 encargó la su construcción a Domingo
Redondo.

Es un claustro de poca altura y mucho más
sencillo que el inferior. En la esquina del nordeste, en la unión
de ambos claustros, hay una inscripción que dice: "Comenzose
este claustro a 7 de Marzo de 1537 en esta esquina, y acabose en
ella a 27 de Marzo de 1604" (es decir, las obras del claustro
se iniciaron en 1537 pero no se terminaron hasta el 1604).
El pozo y la fuente del jardín datan de
finales del siglo XVI, cuando era abad del monasterio fray Ambrosio
de Nájera.
Puerta de las Procesiones
El claustro está comunicado con la iglesia
a través de una portada denominada Puerta de las Procesiones,
de forma abocinada y arco rebajado, presenta decoración de
tramados y elegantes cintas que nos recuerdan a los orígenes
medievales del monasterio.

En las enjutas, en dos medallones en relieve,
están esculpidos la sibila Europa y el profeta Daniel. Además,
el tímpano se remata con un crucifico en la que se plasma
la celebración de la Eucaristía, ya que encontramos
la representación de un nido de pelícano alimentando
a sus crías con su propia carne y sobre él la figura
de Cristo crucificado.

(Autores del texto del artículo
de ARTEGUIAS:
Leticia Tobalina y David de la Garma)
