Monasterio
de Villamayor de los Montes (Burgos)
Introducción
al Monasterio de Santa María la real
Villamayor de
los Montes en un pequeño pueblo de 200 habitantes situado
en el centro-oeste de la provincia de Burgos.
En este lugar
encontramos un interesante monasterio de monjas cistercienses bastante
poco conocido, aunque se halla a pocos kilómetros de la capital
burgalesa y a la orilla de la concurrida autovía A1.
Este monasterio
sigue vivo tras ocho siglos de historia, habitado por trece monjas
de la Orden del Císter que han establecido un amplio horario
de visitas y acogen al visitante con una extraordinaria amabilidad.
El
turista podrá disfrutar de la amena conversación de
la monja encargada de mostrar el conjunto de edificios -llamada
Presentación- mientras explica la historia y anécdotas
del cenobio mientras que, al final, podrá adquirir productos
elaboradas por las propias hermanas, como exquisitos dulces y licores
artesanos.
Origen
del monasterio
En el siglo
XI existían en este lugar un monasterio dedicado a San Vicente
que pasó a manos de Don García Fernández (mayordomo
real) y su esposa doña Mayor Arias en 1223.
Los nuevos propietarios
decidieron reconvertirlo en cenobio femenino del Císter solicitando
a la casa madre de la Orden en España -Las Huelgas de Burgos-
monjas para su fundación. Su objetivo no era otro que ser
enterrados en este lugar para que su almas fueran beneficiadas por
las oraciones de las monjas, lo que era de lo más habitual
durante la Edad Media.
Tras la llegada
de las monjas de la capital burgalesa se inician obras arquitectónicas
ambiciosas, posiblemente desarrolladas por quienes realizaron la
mayor parte de la iglesia de las Huelgas, constructores franceses
traídos por Fernando III. La solemne consagración
se realiza el 4 de marzo de 1228.
Exterior de la iglesia
Del exterior del conjunto de la iglesia hay que resaltar
lo poco que se puede ver del espectacular ábside con sus
ventanales apuntados, gárgolas zoomorfas y cornisa de crochets.
Por su parte la fachada occidental tiene un ventanal
apuntado y una doble espadaña.
En el siglo XVI se adosó al norte del templo
abacial un edificio que hace las veces de iglesia parroquial dedicada
a los mártires abulenses San Vicente, Santa Sabina y Santa
Cristeta.
En el costado norte del templo monástico
tenemos completamente a nuestra vista la puerta de las difuntas
por donde se trasladaba a las monjas fallecidas desde el interior
del templo al espacio destinado a cementerio. Puerta "muy cisterciense"
relacionable de nuevo con el Monasterio de las Huelgas y el de San
Andrés de Arroyo muestra arquivoltas apuntadas de finos baquetones
y escocias sobre columnas con capiteles de crochets.
Interior
de la iglesia
Aunque en el
ámbito rural castellano las primeras décadas del siglo
XIII están todavía dominadas por el románico
inercial, este edificio, erigido por vanguardistas constructores
franceses habituados a la nueva arquitectura gótica, presenta
características muy distintas, vinculables a la iglesia de
Las Huelgas de Burgos, aunque en tamaño muy inferior.
Es un edificio
de medianas dimensiones que como sucediese en otros cenobios femeninos
del Císter debió terminarse de manera más modesto
de como se había iniciado.
Está
constituido por una sola nave (aunque debieron proyectarse tres),
crucero acusado y cabecera escalonada de tres ábsides, siendo
el central más alto y profundo con planta poligonal (hemidecagonal).
Los ábsides laterales son cuadrados y de muro de cerramiento
plano. Aunque algunos libros vinculan la iglesia de Villamayor de
los Montes con el estilo románico, es obvio que su arquitectura
es rotundamente gótica.
A pesar de que
no es un edificio especialmente alto, el hecho de que todos los
arcos, incluyendo los rasgados ventanales, sean de perfil muy apuntado
provoca ese consabido sentimiento ascensional propio de la arquitectura
gótica.
Todas las bóvedas
son de crucería, con delgados nervios baquetonados que reposan
sobre finas columnas cilíndricas. Todos parece haber sido
construido con una delicadeza y mimo no siempre presentes en la
arquitectura cisterciense donde suele prevalecer lo monumental sobre
lo ornamental.
Como es preceptivo
en el Císter, los capiteles no muestran ninguna figuración,
limitándose sus cestas a mostrar una buena colección
de hojas carnosas atreboladas.
El
claustro
El claustro
del Monasterio de Villamayor de los Montes tiene mucho que ver con
otros claustros del románico tardío cisterciense del
norte de Castilla como el de San Andrés de Arroyo (Palencia)
o Las Claustrillas del Monasterio de la Huelgas (Burgos).
Una de las agradables
notas de este claustro es que se conserva impecablemente. Esta situado
en el costado meridional de la iglesia y conserva las cuatro pandas
originales -de un solo piso- que forman un cuadrilátero algo
irregular.
Esta galerías
se abren al patio central mediante una veintena de arcos de medio
punto cada una, que apoyan sobre columnillas dobles muy esbeltas
y elegantes cuyos capiteles son vegetales y bastante sencillos en
la mayoría de los casos. Las esquinas están reforzadas
por cuatro gruesas columnas rodeadas, a su vez, por otras cuatro
más delgadas.
Una de las
curiosidades del suelo de las pandas claustrales es el empedrado
de guijarros, fechable en el siglo XVI, que forma figuras de animales
y cazadores, además del escudo del monasterio.
Por su parte,
en la panda oeste se encuentra el pozo con su brocal cilíndrico.
Junto a las
paredes hay expuestos algunos restos escultóricos y epigráficos
de la construcción medieval, además de la lauda sepulcral
de una abadesa, donde aparece el cuerpo sin cabeza de la propietaria
con una de sus manos sujetando el báculo.
Puerta
de las Monjas
También
se conserva la puerta que comunica el claustro con el coro de la
iglesia (Puerta de las Monjas,) obra del siglo XIII avanzado, aunque
es evidente que fue alterada o desmontada como se aprecia en la
irregularidad de la curvatura del vano y el desoreden de los sillares
que la rodean.
Tiene dos arquivoltas
apuntadas decoradas a base de combinación de boceles y escocias
que caen sobre dos parejas de columnas de preciosos capiteles vegetales
cuyas hojas tipo crochet parecen despegarse de la piedra.
En
conclusión, la escapada al monasterio de Santa María
la Real de Villamayor de los Montes no decepcionará por su
elegante y bien ejecutada arquitectura.
Además,
desde aquí podemos visitar el románico y gótico
que abunda en las Comarcas de Campo de Muñó y el Arlanza,
como las portadas de Madrigal del Monte y Madrigalejo del Monte;
los enormes templos románico-góticos de Mahamud y
Tordómar o la parroquia de Santa María del Campo,
uno de los edificios más sorprendentes de la provincia.