Introducción
A poco más de veinte kilómetros de
la capital oscense y a tan solo un par de ellos de la pequeña
localidad de Ibieca, la iglesia de San Miguel de Foces
se yergue, solitaria y majestuosa, en plena Hoya de Huesca, contando
con las cumbres de la Sierra de Guara como incomparable telón
de fondo.
Declarada
Monumento Nacional desde 1916 y magníficamente restaurada
hace aproximadamente una década, San Miguel de Foces es,
junto a Las Miguelas y al Santuario de Salas, una de esas construcciones
paradigmáticas de Huesca en las que se aprecia perfectamente
esa transición estilística entre el románico
y el gótico.
Sus orígenes hay que remontarlos a mediados
del siglo XIII cuando, concretamente en 1249, Ximeno de Foces
manda levantarla como panteón familiar en el pequeño
hábitat de su propiedad llamado precisamente Foces.
De este Foces medieval, del que consta que contaba
con un castillo, unas pocas casas y un pequeño complejo
hospitalario donado a la Orden de San Juan de Jerusalén
hacia 1259, tan solo ha llegado a nosotros la iglesia de San Miguel,
habiendo desaparecido incluso su claustro anexo al hastial norte.
La iglesia
Se estructura la iglesia de San Miguel siguiendo
el esquema de una sola nave de poca longitud y cubierta con bóveda
de cañón apuntado, un amplio crucero marcado tanto
en planta como en alzado y una triple cabecera conformada por
un ábside central de siete lados y mayor altura, y sendas
absidiolas pentagonales abiertas a cada uno de los lados del crucero.
Las bóvedas del transepto y de la cabecera
son de crucería.
Llama la atención la elegancia del ábside
central, resuelto mediante ocho nervios que parten de cada uno
de los ángulos del polígono y que, prolongándose
entre los ventanales apuntados, confluyen en una clave decorada
mediante un florón minuciosamente labrado.
En el último tramo de la nave se abre su magnífica
portada meridional, la cual ha sido siempre emparentada estilísticamente
con la Puerta del Palau de la Catedral de Valencia, circunstancia
explicable en la medida de que la entonces influyente Familia
Foces fue también una de las impulsoras de la construcción
de la Seo valenciana, por lo que no es descartable que reclutaran
a esos mismos artífices para llevar a cabo la obra de su
panteón familiar.
Esta portada, ejemplo de cómo los resabios
románicos son aún más que aparentes en estos
tiempos del incipiente gótico, consta de cuatro arquivoltas
de medio punto cuyas roscas se presentan finísimamente
decoradas a base de motivos en zigzag, dientes de sierra, puntas
de diamante o arquillos recortados.
Los capiteles que culminan las columnas, al igual
que los cimacios, presentan decoración vegetal con la puntual
aparición de algún animal, todo ello esculpido con
enorme un naturalismo que casi roza la labor de filigrana.
El tímpano, hoy totalmente liso, es más
que probable que en origen presentase decoración pictórica.
También al interior, la mayoría de
capiteles presentan temática vegetal.
Sin embargo, también existen algunas cestas
en las que la inercia románica tanto en lo temático
como formal queda bien patente en temas como el Cordero Místico,
San Miguel alanceando al dragón, seres humanos tentados
por dragones o simples leones enfrentados.
Otra de las particularidades de San Miguel de Foces
es la profusión de marcas de cantero labradas en sus sillares,
signo inequívoco del ambicioso proyecto de la familia Foces
por el gran número de operarios que trabajaron y dejaron
constancia de ello en la construcción.
Las pinturas murales
Más allá de su indudable interés
arquitectónico, San Miguel de Foces cuenta con el valor
añadido de conservar en su interior una magnífica
colección de pinturas murales adscribibles al gótico
lineal, realizadas al fresco mediante técnica mixta en
torno al año 1300. En ellas puede apreciarse como, al igual
que en la arquitectura, en el estilo pictórico de este
primer gótico quedan bien patentes ciertas reminiscencias
que aún nos transportan a las formas románicas.
Las pinturas se despliegan en torno a las tumbas
de la familia Foces dispuestas en parejas de arcosolios ligeramente
apuntados en cada uno de los muros del crucero. Fueron convenientemente
restauradas a principios del siglo XXI, siendo aún así
patente la diferencia entre el grado de conservación de
las del brazo sur y las del norte; estas últimas bastante
más desfiguradas por su mayor exposición al frío
y a la humedad.
Pinturas del brazo norte del transepto
Empezando por las del brazo norte del transepto,
pese su peor estado de conservación, se identifican dentro
del primer arcosolio varias figuras individualizadas en arcos
trilobulados.
En su contiguo, aparece un Pantocrátor flanqueado
por el Tetramorfos en el que se da la curiosidad de que, al no
quedar espacio suficiente en el fondo, adapta dos de las figuras
de los evangelistas -San Mateo y San Juan- al propio intradós.
Sobre los arcosolios y aprovechando buena parte del
muro, aparece una secuencia narrativa sobre el ciclo de la infancia
de Cristo; reconociéndose las escenas de la Anunciación,
la Visitación, la Natividad, el Anuncio del Ángel
los Pastores, la Epifanía, los Magos ante Herodes, la Matanza
de los Inocentes y la Huída a Egipto.
Pinturas del brazo norte del transepto
En mucho mejor estado, en el muro crucero meridional
se disponen también bajo arcosolios los miembros principales
de la familia Foces, a la postre principales artífices
de la construcción del templo: Ximeno de Foces y su hijo
y continuador de su labor Atho.
El arcosolio sobre la tumba de Atho se decora con
el tema del Calvario, apareciendo Cristo crucificado junto a las
imágenes dolientes de la Virgen y San Juan flanqueadas
a su vez por dos ángeles turiferarios.
En el registro inferior, separado por una greca horizontal
y la cartela a los pies de la cruz con el epitafio del difunto,
se advierten dos ángeles que surgen de entre las nubes
elevando a los cielos con un sudario el alma de Atho, personificado
como una figura infantil desnuda en actitud orante. En el intradós
fueron representadas varias imágenes de ángeles
y santos.
Contigua a la tumba de Atho y también bajo
su correspondiente arcosolio individualizado se dispone la de
su padre, Don Ximeno de Foces. Sobre ella y adaptándose
al arco aparece en un nivel superior la efigie entronizada de
Dios Padre junto a dos ángeles turiferarios. Justo debajo
se repite de nuevo una escena de Cristo crucificado acompañado
en esta ocasión por los Doce Apóstoles perfectamente
identificables gracias a las cartelas de sus nimbos.
En el intradós, además de nuevas imágenes
angélicas, son identificables las representaciones de San
Juan Evangelista, Santa Catalina y Santa Margarita coronada por
ángeles. En el panel superior la mayoría de escenas
aluden a la vida y la muerte de San Juan Bautista.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)