Guía de la iglesia de Oquillas, Burgos
Introducción
Oquillas
es una localidad del sur de la provincia de Burgos, dentro de
la comarca de La Ribera del Duero, partido judicial de Aranda
de Duero. Se ubica a 914 metros sobre el nivel del mar y cuenta
con casi 50 habitantes.
La iglesia parroquial románica de Oquillas
dedicada a San Cipriano está erigida sobre una pequeña
loma que domina el pueblo en su extremo noreste.
Puede verse desde la Autovía de Burgos
A-1.
A pesar de su aparente modestia, la iglesia de
Oquillas ofrece un repertorio escultórico románico
de calidad puesto que, como veremos, en la cabecera trabajó
un taller cualificado vinculado a la llamada escuela o corriente
silense, tan presente en provincias como Burgos, Soria, Segovia,
Álava, Navarra, etc.
Arquitectura
La iglesia de Oquillas fue construida
a finales del siglo XII mediante el modelo más habitual
en el románico rural español: una sola nave rectangular
unida a una cabecera formada por un presbiterio rectangular más
estrecho que la nave y un ábside de planta semicircular
también más estrecho que el presbiterio.
Posteriormente, en una nueva campaña,
la nave románica fue alargada hacia los pies.
En la esquina sureste del templo, adosada al
muro presbiterial meridional existe una torre campanario no demasiado
alta. De planta cuadrada, los muros son de piedra sillería
e interiormente es completamente hueca hasta el cuerpo de vanos
donde se ubican las campanas. En cada cara se abre una gran tronera
con arco semicircular y por encima cuenta con vanos rectangulares.
Por su parte, casi todo el muro meridional de la
iglesia de San Cipriano de Oquillas quedó cubierto por
un porche moderno que, como veremos, tapa de la vista exterior
la puerta románica de ingreso al templo.
Exterior
Cabecera
Toda la cabecera y el primer tramo de la nave
están construidos con sillería de piedra caliza
de color blanco aunque con tonalidad anaranjada por las impurezas
férricas.
Su ábside es sencillo y equilibrado
con un ventanal en el paño central entre las dos columnas
entregas que posee. El material constructivo es buena sillería
isódoma. El citado ventanal de tipo portada tiene una arquivolta
completamente plana y una sencilla chambrana biselada con escocia.
Las columnillas tienen capiteles finamente
esculpidos por el mismo taller que el resto de la escultura de
la cabecera. En las cestas aparecen parejas de arpías y
de basiliscos (o dragones) dispuestos a ambos lado de una flor
de aro.
Lo mejor de esta iglesia románica de
Oquillas es la colección de veinticinco canecillos y las
cestas de las dos columnas entregas que encontramos en la cabecera.
La mayoría de estos canecillos pertenecen
al llamado bestiario silense (animales bien proporcionados esculpidos
con cuidado plumaje, con predilección por los dragones,
los basiliscos y las arpías, además de la presencia
frecuente de la flor de aro).
En este repertorio zoomorfo encontramos un
basilisco, arpías, un león, cabezas de cuadrúpedos,
etc. Por su rareza, llamamos la atención de uno que muestra
un rechoncho sapo.
También los hay de motivos antropomorfos,
como un busto de un hombre calvo y barbado, un personaje que parece
ser un monje por la capucha de su hábito y el libro (u
objeto parecido) que tiene entre sus manos.
Probablemente, el canecillo más interesante
es el que muestra a un cantero afanándose en tallar un
sillar a hacha, que era el modo tradicional de la época.
En cuanto a los capiteles de las columnas entregas,
uno muestra dos parejas de aves apicadas.
El segundo representa a tres cuadrúpedos
con el cuello agachado hacia el suelo hasta poner la mandíbula
inferior sobre el collarino.
Puerta en el muro meridional
La iglesia de Oquillas también conserva
la puerta románica de ingreso que se halla tapada por un
porche mucho más moderno. Es de
modestas dimensiones y consta de cinco arquivoltas semicirculares
con distintos perfiles: plano, baquetonado, con escocias y un
anillo ajedrezado decorando la más interior que es plana.
Los apoyos son las jambas y dos parejas de columnas.
Sus capiteles son sencillos y difieren de la
tradición escultura silense presente en los canecillos
y capiteles vistos en la cabecera. Dos son prácticamente
idénticos con esquemáticas hojas rematadas en bolas.
Otro tiene un cesteado y el que se encuentra
en el extremo de la izquierda representa una serpiente enroscada
en espiral. En general, las hechuras arquitectónicas y
escultóricas de esta puerta nos hablan de un taller de
cualificación modesta y carácter rural, distinto
al que se ocupó de la escultura vista anteriormente en
la cabecera.
Nave
Fijándonos en el muro septentrional de la
nave, observamos cómo la cabecera y la parte más
oriental de la nave están construidas con sillares. A continuación,
avanzando hacia el este, el material constructivo se convierte
en mampostería de calicanto. Por último, en la prolongación
moderna de dicha nave hacia occidente se volvieron a ampliar sillares.
Interior
Una vez en el interior del templo, comprobamos
cómo la nave está cubierta por armazón de
madera a dos aguas, posiblemente de finales del siglo XIX.
La cabecera, como es preceptivo en la arquitectura
románica, sí está completamente abovedada
con piedra tallada de la manera normal: bóveda de medio
cañón para el presbiterio y de cuarto de esfera
u horno para el ábside.
El arco triunfal es perfectamente semicircular
y doblado. Las dos columnas están encapiteladas con cestas
con animales de clara relación con lo silense. En el capitel
sur aparecen cuadrúpedos, muy probablemente leones, simétricamente
dispuestos y enmarañados por tallos y hojas de flores de
aro.
El capitel de la columna septentrional muestra
cuatro arpías elegantemente esculpidas con fuertes miembros
anatómicos, incluyendo garras de león, pecho y cola
de escorpión. Las de las caras anchas están simétricamente
dispuestas. En las esquinas se tallaron dos plantas de flor de
aro con sus hojas carnosas habituales. Toda esta cesta ofrece
un cuidado trabajo de la piedra con un hermoso resultado.
En conclusión, estamos ante un templo
en el que trabajaron dos talleres distintos. La lógica
cronológica apunta a que un taller muy vinculado al Segundo
Maestro del claustro de Santo Domingo de Silos comenzara la cabecera
-o al menos la escultura de canecillos y capiteles exteriores
e interiores y posteriormente otro taller, mucho más rudimentario,
se ocupase del resto, incluyendo la puerta descrita. Al menos,
parece evidente que la escultura de la puerta y del ábside
pertenece a artistas o talleres muy distintos.