Guía de la iglesia de El Pla de Santa
María, Tarragona
Introducción
La
iglesia parroquial de San Ramón de la localidad
tarraconense de El Pla de Santa María supone uno
de los hitos más relevantes de la arquitectura románica
de dicha provincia. Originalmente, su advocación fue la
de Santa María pero en el siglo XIX pasó a llamarse
de la Virgen del Rosario y a principios del siglo XX de San Ramón
de Penyafort.
Es una amplia construcción tardorrománica
de finales del siglo XII y comienzos del XIII realizada con grandes
sillares de piedra caliza de color cálido.
Lamentablemente, durante la Guerra de los Segadores
la iglesia fue incendiada.
En el siglo XVIII se comenzó el derribo del edificio para
emplearlo como "cantera" de sillares de piedra para
la construcción del nuevo templo parroquial. Ello afectó
a diversas partes del templo. Años después, se decidió
frenar su destrucción, reparando los destrozos recibidos.
Es en ese momento cuando se reconstruyó el cimborrio sobre
el crucero.
Sufrió las destrucciones de la Guerra Civil
en la que se quemaron todas las imágenes. Ya en el siglo
XX (1987) la Generalitat acometió una profunda restauración.
Arquitectura
Interior
San Román de El Pla de Santa María
tiene una planta de una nave con transepto (lo que establece una
forma de cruz latina) terminada por un ábside de planta
semicircular. El brazo meridional del transepto tiene una pequeña
capilla en su extremo oriental, algo que no aparece en el brazo
opuesto.
La citada nave principal se cubre con bóveda
de medio cañón apuntado. Los dos cortos brazos del
transepto lo hacen con sendas bóvedas de crucería.
El ábside, como es preceptivo, tiene bóveda de horno
y en el hemiciclo hay tres ventanales con arco de medio punto
con derrame y aristas vivas. Ya dijimos que el cimborrio es una
reconstrucción de época barroca. Es octogonal con
lunetos y se levantó sobre pechinas decoradas con relieves
de yeso.
El aspecto interior del templo es de una gran austeridad
salvo las cestas de las pilastras encapiteladas que soportan los
cuatro arcos torales sobre los que cabalga el cimborrio. Su contenido
es geométrico, vegetal, zoomorfo e historiado. Entre los
animales tenemos leones de largas colas, un jabalí frente
a un puchero y águilas con los cuellos entrelazados.
De los temas figurativos hay que destacar el Ciclo
de San Juan Bautista con su encarcelamiento, decapitación
y entrega de su cabeza por parte de Salomé a Herodes y
Herodías, ambos coronados. También se identifica
la celebración de una misa, a un grupo de tres personajes,
uno de ellos San Pedro y un rey coronado; grupos tres figuras
ubicadas en el interior de círculos, grupos de clérigos
tonsurados parcialmente tapados por grandes hojas de palma, etc.
Exterior
Exteriormente, el edificio ofrece su belleza mediante
la armonía de sus volúmenes puesto que, salvo la
puerta de la que luego nos ocuparemos, la mayor parte del edificio
es de una gran sencillez.
Sin embargo, en el imafronte tenemos un precioso
rosetón de generosas medidas y que guarda una inequívoca
relación con el que la iglesia abacial de Santes Creus
dispone en su ábside central.
Tiene ocho columnas radiales unidas por otras tantas
mucho más finas. Lo verdaderamente llamativo y que encontramos
en el monasterio cisterciense citado es el núcleo central
donde la tracería es un bucle de líneas curvas entrelazadas
formando ocho lóbulos.
Pero con todo, es la magnífica portada tardorrománica
del siglo XIII que se abre en el muro meridional la parte de la
iglesia que tiene mayor valor.
Es de generosas dimensiones y se articula mediante
ocho arquivoltas semicirculares de distinto relieve que se apoya
en las jambas inferiores y en nada menos que siete parejas de
columnas más dos pilastras encapiteladas. Sus capiteles
muestran plantas diversas con sus tallos entrelazados, todo tallado
minuciosamente a trépano. En los extremos exteriores aparecen
dos relieves figurados: San Pedro con dos diáconos y San
Juan Bautista.
En cuanto a las arquivoltas, una de ellas lleva diecisiete
figuras de ángeles sentados y dispuestos radialmente (uno
extrañamiento mitrado). Todos ellos extienden las palmas
de las manos o hacen el gesto de bendecir con la diestra.
Justo debajo corre una cenefa circular en cuyo vértice
superior tenemos una Mano de Dios (Dextera Domini).
En el seno de las arquivoltas hay un tímpano
que casi todo él es liso, menos la franja inferior que
aparenta ser una pieza independiente a modo de dintel. Esta parte
inferior es un relieve corrido con diversas escenas: