Guía de la iglesia de San Pedro de los
Francos, de Calatayud, Zaragoza
Introducción
La
iglesia parroquial de San Pedro de los Francos es uno de los más
importantes templos medievales que atesora la ciudad de Calatayud
(Zaragoza).
Su nombre procede de la concesión del
rey Alfonso I el Batallador a los francos que le acompañaron
en su conquista de la ciudad, para fundar una iglesia dedicada
al primer vicario de Cristo. Estos acontecimientos acaecieron
en las primeras décadas del siglo XII, pero el edificio
que se levantara en aquel momento no ha llegado hasta nosotros.

La actual iglesia de San Pedro de los Francos
es un templo gótico y mudéjar del siglo XIV con
las reformas inevitables de siglos posteriores, si bien en este
caso fueron menos invasivas que en otros templo bilbilitanos.

Exterior
Exteriormente, la cabecera mudéjar queda
muy tapada por edificios próximos y sólo se puede
ver parcialmente desde la calle Bodeguilla o desde las ventanas
de algunas viviendas contiguas.
El más visible es el ábside central
que tiene la habitual planta hemipoligonal con muros de ladrillo
con un ancho friso superior a base de cruces remetidas, superado
por esquinillas. Los ventanales son muy amplios, de perfil ojival
y ajimezados con un pequeño óculo superior con tracería
tetralobulada.
Lo que mejor se puede observar desde el exterior
de la iglesia de San Pedro de los Francos es, indudablemente,
su fachada principal del lado oeste, constituida por una gran
portada gótica y por una pintoresca torre de origen mudéjar.

La portada está construida con alabastro
local y es un ejemplar gótico muy puro, probablemente de
comienzos del siglo XV. Está formada por cinco finas arquivoltas
apuntadas y aboceladas sin mayor decoración. El ingreso
está rematado por un arco carpanel y en el tímpano
aparece una Déesis con Cristo en el centro flanqueado por
la Virgen y San Juan Evangelista.

Las tres figuras están bajo doseles
y sus soportes son dos figuras humanas a modo de atlantes y el
busto de un animal fabuloso de difícil identificación.

En las jambas tenemos las estatuas de los dos
pilares de la Iglesia: San Pedro y San Pablo, también bajo
doseletes.

En la esquina suroeste se yergue una torre
con una enorme inclinación que es fácilmente perceptible
desde cualquier ángulo de la Rúa, importante calle
en la que se encuentra este templo. En origen fue una torre mudéjar
que tendría un cuerpo de campanas decorado pero se suprimió
en el siglo XIX coincidiendo con una visita de la reina Isabel
II y su madre la regente María Cristina porque iban a hospedarse
en el edificio de enfrente.

Por desgracia, lo que nos ha quedado es un
cuerpo que exteriormente sólo ofrece sus muros de ladrillos
y algunos ventanales de remate triangular, además de troneras
rectangulares abiertas con posterioridad. Internamente presenta
la estructura habitual de torre que rodea un machón central
y entre ambos elementos una escalera que se cubre con falsa bóveda
de ladrillos por aproximación de hiladas.
Interior
En el interior, sorprende la coloración
de los muros pintados de un llamativo color rosa y con líneas
a imitación de ladrillos (agramilado) que proceden del
siglo XVII.

En algunos lienzos se han dejado a la vista
pequeños tramos murales con pinturas más antiguas.

En cuanto a la arquitectura, el edificio se
nos presenta con un cuerpo de tres naves con tres tramos cada
uno y cubiertos con bóvedas de crucería cuatripartita
cuyos plementos están hechos con ladrillos. Los arcos formeros,
perpiaños y diagonales descansan sobre pilares fasciculados
con ocho columnas entregas cada uno.

Los capiteles de algunas des estas columnas
entregas conservan relieves vegetales originales del edificio
del siglo XIV.

Por su parte, la cabecera es triabsidal y cada
uno de los ábsides es poligonal, siendo más grande
el central, si bien el gran retablo principal impide ver su interior
con detalle.

El ábside de la Epístola (sur), dado
el modesto tamaño de su retablo es el que mejor puede observarse.
Se aprecia una elegante verticalidad en el arco triunfal muy apuntado.
El tramo presbiterial y el ábside se cubren con crucería
cuyos nervios bajan hasta los muros donde son recibidos por columnas
entregas.

En cuanto a objetos de arte mueble destaca
sobremanera el pie sobre el que se apoya el órgano, especialmente
su pie elaborado con madera. Es una obra básicamente perteneciente
al estilo gótico flamígero con los habituales arcos
conopiales y las tracerías formando formas de llama. Todo
está ejecutado con gran virtuosismo.
