La
iglesia de San Esteban de Segovia es una de las que forman
la veintena larga de templos románicos conservados en la
capital segoviana. Su erección bien pudiera situarse en
los años finales del siglo XII o, más probablemente,
a comienzos del siglo XIII. Ya se menciona la existencia de la
iglesia de San Esteban en un documento de mitad del siglo XIII.
Originalmente disponía de tres naves de tres
tramos, siendo las naves colaterales muy estrechas. Probablemente
dichas naves estarían rematadas por una cabecera de tres
ábsides escalonados, pero no se puede asegurar nada de
forma concluyente puesto que en el siglo XVIII se acometieron
unas obras radicales de reconstrucción que casi acaban
con el edificio.

De hecho, en el interior sólo quedan del edificio
románico algunos arcos sobre columnas, por lo que el mayor
atractivo de esta iglesia de San Esteban se encuentra en el exterior,
porque sorprendentemente se respetaron la galería porticada
y la torre campanario.
La reina de las torres bizantinas
Ya en una fecha tan temprana como es 1847, Amador
de los Ríos llamó la atención por la galanura
de la torre campanario románica de la iglesia de San Esteban.
José María Quadrado en 1884 la calificó de
un modo que ha pasado a la historia:
Sin embargo, la torre de San Esteban estuvo muy cerca
de desaparecer. Ya para finales del siglo XIX esta estructura
tan esbelta y alta sufría de problemas de debilitamiento
e inestabilidad, a lo que no fue ajena la sustitución de
la cubierta original por un pesado chapitel barroco.
Además, un rayo alcanzó este campanario
el 6 de julio de 1894 agravando la situación. Por fortuna,
un grupo de amantes de la tierra y de intelectuales movieron los
hilos para conseguir que fuera declarada Monumento Histórico
Artístico de carácter nacional dos años después,
en 1896.

A partir de esta fecha se hicieron intentos de restauración,
pero no sería hasta 1901 cuando comenzase una sistemática
labor de recuperación por parte del arquitecto Enrique
Repullés y Vargas que realizó un enorme andamio
para desmontar pieza a pieza la estructura y volverla a montar.
En el proceso se colocaron algunos capiteles nuevos sustituyendo
a otros originales. Este método de restauración
nos puede parecer exagerado, pero era el modo habitual en las
restauraciones de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del
XX siguiendo la estela del francés Viollet-Le-Duc. Algo
similar se hizo en la no muy lejana basílica de San Vicente
de Ávila.

La restauración finalizó en 1928 y
desde entonces es la admiración de los amantes del románico
que visitan la capital segoviana. Está dividida en seis
cuerpos más el tejado apiramidado a cuatro aguas fruto
de la restauración del siglo pasado. El primer cuerpo es
completamente liso. Los dos siguientes presentan doble arco ciego
sobre columnas en cada cara. En los tres cuerpos superiores ya
se abren huecos de campanas con estructura tipo portada con arquivoltas
y chambranas sobre juegos de columnas. En alguno de estos arcos
se aprecia ya un leve apuntamiento.

Los capiteles son mayoritariamente zoomorfos, con
prevalencia de los leones y las arpías, animales muy habituales
en el románico español y especialmente en el castellano.
No obstante, como ya indicamos anteriormente, la autenticidad
de estas cestas de las columnas es dudosa.
Segovia es tierra de torres románicas. En
la capital hay varias. En el entorno rural tampoco escasean. Una
sencilla comparación nos permite entender la evolución
de este tipo de estructuras desde la del Salvador de Sepúlveda,
construida un siglo antes. La torre sepulvedana es recia, de no
demasiada altura y construida no sólo para fines religiosos
sino defensivos, en una época de amenaza musulmana (en
la época de su construcción, los almorávides
vencían a los cristianos en varias batallas seguidas) y
en la Extremadura Castellana se encontraba en riesgo cierto de
ser atacada. Un siglo después, la torre de San Esteban
muestra la evolución a una verticalidad que empieza a vivirse
en el gótico y se construye con una elegancia y esbeltez
propia de una ciudad que ya no teme al invasor por haberse desplazado
la frontera cientos de kilómetros hacia el sur.

La galería porticada
Si Segovia es tierra de campanarios románicos,
lo es más, aún de galerías porticadas. La
iglesia de San Esteban se libró de la destrucción
de la suya aunque tenemos fotografías del siglo XIX que
muestran que se habían cegado completamente sus arcos.

En la actualidad la galería porticada ocupa
los flancos occidental y meridional de la iglesia. Todo está
construido con la caliza rosada local menos los fustes de las
columnas geminadas que son de granito, aspecto que puede proceder
de la restauración acometida. Los capiteles son originales
y se aprecia el fuerte desgaste causado por las lluvias y la contaminación
que han creado un efecto similar al derretido.