Introducción histórica
Última localidad palentina
antes de penetrar en territorio cántabro a través
del Valle de Valdeolea, el minúsculo caserío de
Valberzoso, con su veintena aproximada de habitantes y
a unos 1100 metros de altitud, se despliega en las faldas del
cerro Sestilón, quedando coronado en su parte más
elevada por la iglesia parroquial de Santa María la Real.
Citado nada menos que en la célebre Carta
Puebla de Brañosera en el siglo IX, hay que esperar a 1173
para volver a encontrar una nueva mención documental de
Valberzoso, fecha en la que el Cardenal Jacinto pone su Monasterio
de Santa Eufemia bajo la protección del no lejano cenobio
premostratense de Santa María la Real de Aguilar de Campoo,
una protección que se convierte en compra efectiva y definitiva
en 1204 siendo ratificada por el rey Fernando III en 1231.
A partir de ahí y durante toda la Baja Edad
Media, el monasterio de Valberzoso, ya bajo su nueva advocación
de Santa María la Real, figura como lugar de abadengo hasta
la exclaustración en fecha indeterminada de la modesta
comunidad monástica, pasando desde entonces a desempeñar
la función de iglesia parroquial del pequeño poblado
nacido en torno a él. El templo fue declarado Bien de Interés
Cultural en 1993.
La iglesia románica
La iglesia, levantada en buena sillería de
tonalidad rojiza, responde al típico modelo rural tan repetido
en el norte palentino de nave única con espadaña
a los pies, tramo recto presbiterial y ábside semicircular
dividido en tres paños mediante contrafuertes prismáticos
y en cuyo eje abre un ventanal en arco de medio punto sobre columnillas
y capiteles vegetales.
La portada queda orientada al costado sur de la nave,
protegida desde 1671 por la adición de una especie de porche
de mampostería que oculta prácticamente la totalidad
del hastial meridional. Dicha puerta despliega cuatro arquivoltas
de medio punto con molduraciones billeteadas, sogueadas y en zigzag
que apean alternativamente sobre columnas y pilares. Los capiteles,
de gran esquematismo, limitan su ornato a formulas vegetales y
de cestería.
La espadaña, erigida a los pies de la nave
y comunicada por una escalera de acceso de presumible cronología
posterior, presenta la prototípica estructura de cuerpo
bajo, un primer cuerpo de campanas con doble vano ligerísimamente
apuntado y, por último, su consabido remate en piñón
triangular horadado por una tronera sencilla.
Las pinturas
Al interior, sin prácticamente alardes escultóricos,
el elemento más interesante es sin duda el repertorio de
pinturas murales desplegadas en parte de la nave, en los muros
presbiteriales así como en el tambor y bóvedas absidiales.
Se trata de un conjunto de pinturas al temple atribuidas al Maestro
de San Felices y que, en el caso concreto de Valberzoso, podemos
incluso fechar gracias a una inscripción.
Llama la atención en esta iglesia el hecho
de que las pinturas conservadas no se circunscriben exclusivamente
a la zona cabecera del templo como en otros de la zona, si no
que han sobrevivido también en ciertas partes de los muros
laterales de las naves.
Así, en el hastial del evangelio se conserva
una composición en gran formato en la que, como en San
Cebrián de Mudá, se representa una detalladísima
última Cena.
Justo
debajo, en un registro inferior, aparece representado un caballero
que bien podría personificar al promotor del programa pictórico,
ya que justo a continuación y enmarcado por grecas y diversos
motivos geométricos, aparece una inscripción en
la que puede leerse: "Esta obra la mandó hacer Juan
González, padre de Trystán. Hízose en 1484"
En los laterales de la embocadura del sencillo arco
triunfal son reconocibles las imágenes de San Andrés,
Santa Bárbara, una tercera figura que al aparecer en contraposición
con el demonio podría ser San Miguel, así como una
personalidad eclesiástica mitrada.
En los lienzos del tramo recto presbiterial distinguimos
a San Miguel pesando las almas en el muro del evangelio, y a Cristo
camino del Calvario en el opuesto de la epístola, mientras
que para las bóvedas de cañón apuntado fueron
elegidos escenas del Ciclo de la Pasión.
Por último, en el cascarón absidial
así como en el muro semicircular del mismo, preside la
composición la Virgen María rodeado de los coros
angélicos. Justo debajo, el Ciclo de la Natividad, con
los temas de la Anunciación, la Visitación, la Natividad
y la Circuncisión.
En el registro más bajo de la bóveda
absidial, tras una escena caballeresca, continúa el Ciclo
de la Infancia con la Epifanía y la Huída a Egipto.
Inmediatamente más abajo, concluye la "narratio"
con una doble composición identificada la de la izquierda
como una posible Misa de San Gregorio, y la Matanza de los Inocentes
a la derecha.
Otras iglesias románicas palentinas cercanas
a Valberzoso
Dentro del espacio de la Montaña Palentina
y en el entorno inmediato de Valberzoso hay tres iglesias románicas
muy interesantes que el visitante no deberia perderse. Nos referimos
a los templos de Cillamayor, Revilla de Santullán y Villavega
de Aguilar.
Iglesia Santa María la Mayor de Cillamayor
Apenas a diez kilómetros de Valberzoso en
dirección sur encontramos la población de Cillamayor,
en cuyo centro se alza su iglesia parroquial de Santa María
la Real. Perfectamente conservada, se trata de una construcción
rural de nave única rematada en su correspondiente ábside
semicircular, todo ello a base de sillería perfectamente
escuadrada.
Además de su portada sur protegida por un
pórtico más tardío y la rica colección
de canecillos figurados que animan la cornisa absidial, la iglesia
de Cillamayor cobró especial relevancia cuando unas obras
de pavimentación de la calle contigua en 2006 sacaron a
la luz la hasta entonces oculta y desconocida portada occidental
original, de cinco arquivoltas e interesantísimos capiteles
historiados.
Iglesia de los santos Cornelipo y San Cipriano
de Revilla de Santullán
A idéntica distancia aunque algo más
al oeste encontramos la minúscula población de Revilla
de Santullán, cuyo templo parroquial dedicado a los santos
Cornelio y Cipriano se ha convertido en uno de los monumentos
más visitados y reconocidos del románico del norte
palentino.
El interés por este templo se explica por
su magnífica portada principal, abierta al costado sur
y magníficamente conservada gracias a la protección
que le confiere un pórtico levantado en fechas posteriores.
Dicha portada, quizás la más interesante de todo
el románico palentino, además de capiteles de bellísima
factura y un apostolado completo participando de la última
Cena en su arquivolta central, goza de tanta fama por la presencia
de un autorretrato del maestro escultor trabajando junto a la
inscripción "Micaelis me fecit"
Iglesia de San Juan Bautista de Villavega de Aguilar
Bastante más desconocida aunque no carente
de interés resulta la iglesia de San Juan Bautista de Villavega
de Aguilar, cuya sencillez planimétrica contrasta con el
rico y variado repertorio escultórico plasmado en los capiteles
del interior y, sobre todo, de su ábside, en el que destaca
una cesta decorada mediante un mascarón grotesco que parece
engullir la columna; un motivo que se repite recurrentemente en
el románico palentino, cántabro y burgalés
y que se conoce como "gloutón".
Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)