El Museo de Cáceres
se encuentra dividido en tres secciones: Arqueología, Etnografía
y Bellas Artes, distribuidas en dos edificios, el Palacio de las
Veletas, donde se encuentran las dos primeras, y la Casa de los
Caballos.
Al entrar en el Museo, la primera obra con la que
se encuentra el visitante es la estatua del Genio Andrógino,
que se trasladó al vestíbulo del Museo desde lo
alto de la Torre de Bujaco, donde se encontraba desde el siglo
XVIII. Es una estatua romana realizada en mármol, hacia
el siglo I d.C., aunque algunas partes es posible que se retallasen
posteriormente.
El Palacio de las Veletas
El
Palacio de las Veletas esta situado en la parte más alta
de la ciudad. El edificio es una construcción civil de
finales del siglo XV, aunque su aspecto actual obedece a la reconstrucción
que se realizó en el siglo XVIII. Se sitúa en el
solar en el que probablemente se ubicaba el alcázar andalusí,
que debió ser destruido tras la conquista de la ciudad
en 1229, con la excepción de su aljibe.
El Palacio fue financiado por Diego Gómez
de Torres, gracias a una merced de Enrique IV que le autorizaba
para ello, con la condición de mantener la utilidad pública
del aljibe para la población. De esta forma, el depósito
de agua continuó utilizándose durante muchos años,
y esta es la razón por la que ha llegado hasta nuestros
días, constituyendo el único resto del pasado hispanomusulmán
de Cáceres.
Del edificio renacentista se ha conservado su patio
interior. Se trata de un espacio de planta cuadrada con dos alturas,
que distribuye las diferentes estancias, y que se encuentra rodeado
en sus cuatro costados por arcadas de medio punto con columnas
de orden toscano.
Hacia 1600 Lorenzo de Ulloa realizó una reconstrucción
del edificio, imprimiendo en la construcción el aspecto
barroco que lo caracteriza. Fue en este momento cuando se introdujeron
los dos grandes escudos que flanquean la portada en el piso noble,
y la balaustrada con la que se corona la fachada principal.
El aljibe andalusí
El aljibe hispanomusulmán se encuentra dentro
de los sótanos del Palacio, integrado en el recorrido del
Museo. Es una estructura de planta cuadrangular excavada directamente
en la roca. Se encuentra dividido por cuatro arcadas de herradura
que configuran cinco naves, cubiertas con bóveda de cañón
peraltada. En las bóvedas hay diferentes oquedades que
facilitan el paso del agua y la ventilación del recinto.
Los arcos se sustentan sobre columnas con basas y fustes irregulares,
sobre los que se apoyan capiteles labrados de forma tosca, seguramente
reutilizados de obras anteriores. La luz de los arcos y la anchura
de las naves es desigual, y el suelo se encuentra un poco inclinado,
lo que facilita el vaciado del depósito. No se tiene certeza
de la fecha exacta de su construcción, aunque los arqueólogos
lo sitúan en el periodo califal.
La prehistoria
En las tres primeras salas se exponen vestigios relacionados
con el Paleolítico, Neolítico y Megalitismo, la
Edad de los Metales y la Segunda Edad del Hierro. Aquí
se exponen diferentes piezas de carácter arqueológico
relacionado con los primeros pobladores. Entre las más
destacadas se encuentran las estelas guijarro, las estelas de
guerrero, y algunos objetos de orfebrería, procedentes
de yacimientos cercanos.
Roma
A continuación, otras dos salas se detienen
en el pasado romano de la ciudad. Entre los objetos de menor tamaño
sobresale un quemaperfumes cerámico con una representación
de Serapis, dios de la curación y una estatua de bronce
de Minerva, procedente del Campamento romano de Cáceres el Viejo.
Ya en la sala siguiente, se debe llamar la atención
sobre el Mosaico de las Tres Mujeres. En el mismo espacio se expone
un torso masculino de bronce sobredorado, único resto conservado
de una estatua ecuestre, y una estatua femenina realizada en mármol.
Reino Hispanovisigodo
El recorrido continúa por la Alta Edad Media,
mostrando los vestigios que los visigodos dejaron a su paso por
estas tierras.
Aquí pueden verse objetos cotidianos, broches
de correas, y jarros de cerámica que proceden fundamentalmente
de la necrópolis de Zarza de Granadilla y de la Jarilla,
en la localidad de Galisteo. Asimismo, hay varias estelas funerarias,
como la de Gunthoerta, que falleció a los 35 años
de edad, y cuya lápida se decoró con un crismón.
También se exponen varias monedas, en donde
puede verse la influencia romana que presentaban en un principio,
para ir evolucionando poco a poco hasta suprimir el busto del
emperador.
Uno de los objetos más destacados es una pareja
de fíbulas con forma de águila, realizadas en bronce
dorado y decoradas con vidrios, halladas en una tumba y extraordinariamente
bien conservadas.
No podemos dejar de observar algunas piezas de distintos
tamaños que nos refieren a la religión cristiana
de la sociedad hispanovisigoda. Los visigodos inicialmente fueron
arrianos pero más tarde se convirtieron al Catolicismo
Trinitario.
Otra de las piezas sobre las que se debe llamar la
atención es la placa-nicho de Montánchez. Es una
placa cuadrada, dividida verticalmente en tres espacios, decorada
en sus extremos con cruces griegas y flores de seis pétalos,
y en el centro con Monograma IX además de dos individuos
representados de una forma esquemática.
Inscripciones epigráficas romanas
Las dos últimas salas de la sección
de arqueología se encuentran dedicadas a las inscripciones
epigráficas romanas, que presentan una de las colecciones
más ricas de toda España.
Se trata de inscripciones funerarias, monumentales,
votivas y honorarias realizadas con la intención de honrar
la memoria de determinados individuos, o dedicar a una deidad
un determinado objeto. Algunas de ellas presentan motivos decorativos,
como la de Elavio Summaco, que tiene una flor de seis pétalos;
o la de Melamanio, hijo de Cancilio, que se encuentra decorada
con la fachada de un templo.
Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)