Guía
del Palacio de La Aljafería
Historia
de La Aljafería
Nos
encontramos ante el ejemplar más lujoso y mejor conservado
de los palacios en época taifa. En lo cultural y artístico,
los reinos de "taifas" suponen una continuidad con lo
califal, marcándose una mayor distancia con los focos orientales;
por lo que se mira a lo local, y se toma cierta tendencia a resaltar
el barroquismo de las formas anteriores.

Tanto mezquitas
como palacios continúan en las mismas disposiciones espaciales,
con adornos de tradición cordobesa, aunque cierto aumento
de la complicación en los mismos. En general, se impone la
decoración de palmas y el uso de arcos lobulados, entrecruzados
y mixtilíneos, que cumplen más una función
ornamental que estructural. Sin embargo, aunque no todo va a ser
fastuoso, las residencias principescas mirarán hacia lo profuso
y caprichoso, buscando el dinamismo en las formas.

La Taifa de
Zaragoza estuvo regida por Tuyibíes, pero en torno a 1040,
la llegada de la dinastía de Banu Hud da lugar a la de los
Huríes, poderosos y estables, que se mantendrán hasta
1110, año en el que se produce la ocupación de los
almorávides. Esto no durará mucho tiempo dado que
en 1118 Zaragoza es tomada por el Alfonso I de Aragón (el
Batallador).
El
nombre original de este palacio fue al Qasr al-surûr (Casa
del regocijo) y aunque es más conocido por el nombre de Aljafería,
derivación de al Qasr al-Ja'fariyya (Palacio de Abu Yapar).
La construcción, realizada en la segunda mitad del siglo
XI en la zona oeste de Zaragoza, capital de la taifa, se convirtió
en el palacio de verano de los Banû Hûd; habiendo sido
ordenada su erección por Abû Ja'far Ahmad ibn Sulaymân
al-Muqtadir billâh (1046-1081). Se trataba de uno de los más
importantes y poderosos reyes taifa de la marca norte y además,
Ahmad ibn Sulaymân, se consideraba poeta, astrónomo
y matemático; recibiendo en su palacio tanto a artistas como
a científicos.
En
1118 tras la conquista de Zaragoza por las huestes cristianas, los
nuevos gobernantes pasaron a habitar este palacio islámico
introduciendo pequeñas modificaciones, como veremos más
adelante; si bien será en el siglo XIX cuando se realicen
las transformaciones de mayor importancia, recuperadas en su mayor
parte con las restauraciones del siglo XX.
La construcción
del palacio tuvo lugar principalmente entre 1065 y 1081 y los artistas
que trabajaron en este palacio tanto en capiteles como yeserías,
son los mismos que ornamentaron el palacete de Balaguer (Lérida),
habiéndosele considerado su "monumento gemelo".

Descripción
de La Aljafería
El conjunto
de la Aljafería sigue el modelo de palacio omeya del desierto
(Siria, Jordania) y se encuentra rodeado por una gruesa muralla
de piedra con torres cilíndricas, formando un conjunto trapezoidal.
Se trataba, por tanto, de un palacete amurallado pensado para la
expansión del monarca y la corte, a imitación de una
ciudad en el lugar de una almunia o fortaleza anterior. Se
conserva, de hecho, una torre fuerte califal en el lado norte, llamada
la "Torre del Trovador", que junto a su pozo anexo, se
cree que fue erigida en la segunda mitad del siglo X. Podemos ver
en la planta cómo el espacio se distribuye en tres franjas
horizontales, primando el espacio central con los salones y el jardín
de más importancia, encontrándose los espacios laterales
desigualmente construidos.
Patio
de Santa Isabel
El Patio de
Santa Isabel se encuentra en el centro, rectangular con dos salones
afrontados en los extremos, y goza de un nombre cristiano dado que
había nacido allí la princesa Isabel que más
adelante se convirtió en Santa Isabel de Portugal. En dicho
patio, el jardín central se divide por un andén, conformando
dos parterres regados por albercas.

El espacio se
distribuye a partir del jardín central, situándose
un pórtico en el lado sur que también precedería
a un gran salón perdido y en el norte el conjunto formado
por distintas estancias: en la parte oriental se sitúa un
espacio poligonal ocupado por la mezquita y al fondo el Salón
Dorado, que se completa con dos alhanías o estancias laterales
y está precedido por un pórtico paralelo en "u",
que prolonga sus alas laterales sobre el jardín. Esta disposición
de sala rectangular con alhanías y pórticos abiertos
supone un paso más en el desarrollo de una estructura que
será fundamental para el arte andalusí de los siglos
XI al XV, partiendo de las estructuras que podemos encontrar en
la Dar al Mulk de Madinat al-Zahra.

El pórtico
está formado de manera abierta, estableciendo una comunicación
directa hacia el jardín mediante unos grandes arcos lobulados
que se prolongan por el lateral. Dichos arcos son muy anchos y se
dividen en su interior por una cinta que compartimenta la rosca,
creando un diseño de lazos y elementos vegetales decorativos.
Se trata de toda una entrada escenográfica, elaborada a base
de ladrillo cubierto con yeso, y una cubierta del período
de los Reyes Católicos.
Salón
de Mármoles
El Salón
de Mármoles o Salón Dorado era la principal estancia
del Palacio y en el frente de la arquería de acceso se reprodujo
el lado norte de la arquería de la mezquita aljama de Córdoba
mediante arcos entrelazados que se coronan por un bucle decorativo
y están soportados por dobles columnas. A estos arcos mixtilíneos,
se une la presencia de los túmidos trasdosados por lóbulos
en las puertas laterales.

Sin embargo,
el arco ciego ante el cual se disponía el rey estaba formado
por siete arcos lobulados entrecruzados, adoptando así un
aspecto más complejo que el del mihrab de Córdoba;
pero intentando con ello santificar su autoridad intentando asociar
su poder al del descompuesto califato. En los extremos del muro
septentrional del Salón, se dispusieron dos grandes arcos
de herradura que albergaban en su interior otro de diámetro
menor, a imitación de las puertas de la mezquita de Córdoba.
Para completar este conjunto, parece ser que se buscaba asociar
este salón al simbolismo del Cosmos, decorando la techumbre
y los tableros parietales con la representación de estrellas.

El salón
estaba decorado por alabastro en las dos terceras partes de su superficie,
hasta la zona alta, recorrida por una inscripción con versos
coránicos sobre la Creación. También contamos
con la presencia de paneles decorativos en con elementos vegetales
de época califal, como las piñas, flores, cuernos
de la abundancia, granadas y hojas de acanto, entre otros. Aunque
en los arcos del salón, de rollos con la franja central vegetal,
podemos observar elementos decorativos característicos de
la época taifa, como la "palma taifa", gran hoja
con digitaciones sólo por uno de sus lados. Además,
las ménsulas también están ornamentadas por
palmetas y medias palmetas. Por último, no podemos dejar
de destacar los capiteles de alabastro, con un estilo que evoluciona
desde Córdoba y recuerda a lo corintio.

En el extremo
oriental, se encuentra un espacio poligonal en forma de qubba, se
trata del oratorio o mezquita del conjunto, consta de mihrab y está
cubierto con cúpula. La puerta de entrada a este pequeño
oratorio se conforma por un arco de herradura con alfiz y arquería
superior, por influencia cordobesa; aunque presenta una novedad,
el nacimiento serpentino del arco mediante una moldura sinuosa.
Además, podemos observar la profusa decoración que
emula el mosaico con formas en yeso, como veremos siglos más
tarde en el arte nazarí; se trata de una decoración
menuda de pequeños rollos y palmas con tallos simples decoradas
por un lado, además de la galería de arcos ciegos
similar a la que podemos encontrar en Córdoba.

El interior
de esta mezquita, de planta poligonal, se encuentra decorado con
arcos en todos sus lados, siendo el del mihrab el único de
herradura, destacando por su forma original en relieve, descentrado
y con el despiece desde la línea de impostas; incluyendo
la novedad de la presencia de las conchas en las enjutas del arco.
Por otro lado, la decoración del resto de lados se realiza
en arcos mixtilíneos en yeso muy resaltados, de arranque
serpentino y cuajados de decoración menuda que recuerda a
la de Madinat al-Zahra, con claves rotas que en vez de cerrar el
arco, lo enlazan. Además, es posible apreciar entre la decoración
motivos de palmas y granadas, recogiendo la idea del Paraíso.
La cúpula, perdida, se ha restituido con una de arcos entrelazados,
y en la tribuna alta, los arcos lobulados servirían de comunicación
con el segundo piso; todo esto estaría policromado, aunque
conservamos pocos restos ya que se vieron muy dañados por
una mala restauración.
Las
reformas cristianas
Tras la Reconquista,
los reyes cristianos quisieron seguir utilizando este bello palacio
como residencia real, por lo que realizaron diversas reformas y
ampliaciones para adaptarlo a los nuevos usos que había de
tener. Dentro de lo que se ha considerado "período mudéjar"
del Palacio, hemos de distinguir dos fases: el mecenazgo regio de
Pedro IV de Aragón y la intervención de los Reyes
Católicos, aunque se conocen obras menores promovidas en
los reinados de Jaime I, Jaime II, Juan I o Martín I.

Pedro IV el
Ceremonioso destacó tanto por sus intereses bélicos
como por los edilicios, por lo que no era de extrañar su
reforma de la Aljafería, construyendo nuevas dependencias
a mediados del siglo XIV. Éstas se situarían en las
dos plantas superiores de la Torre del Trovador, la capilla de San
Jorge, hoy desaparecida, la capilla de San Martín, hoy Biblioteca
y Centro de Documentación de las Cortes de Aragón,
y el nuevo palacio adosado al norte del islámico y conformado
por varias estancias.
Capilla
de San Martín
La capilla de
San Martín consta de dos naves de tres tramos de bóveda
de crucería, y gracias a la aparición de restos de
policromía en sus muros, podemos saber que estuvo cubierta
de decoración pictórica.

Por otro lado,
cuenta con una torre adosada en ladrillo, decorada con arcos túmidos
y rematada con almenas; si bien lo más destacado es su portada,
que aúna elementos góticos y mudéjares como
arcos mixtilíneos, alfiz y los escudos de la monarquía
aragonesa, además de un relieve del santo titular.
Palacio
de Pedro IV
En cuanto al
Palacio de Pedro IV, podemos decir de él que estuvo formado
por dos salones adosados a diferente altura en el frente norte del
palacio islámico -ya que éste se seguía utilizando-
y varias estancias necesarias para el ceremonial. Sin embargo, no
son muchos los restos que han llegado hasta nuestros días,
salvo algunos lienzos de muro y ventanas con decoración vegetal
y de ataurique realizada en yeso. También se ha recuperado
la sala de Santa Isabel, sobre la antigua mezquita.
Pero la construcción
que mejor ha sobrevivido es la realizada por los Reyes Católicos,
y culpable en parte de la desaparición del Palacio de Pedro
IV. Las nuevas estancias se ubicaron de nuevo en el ala norte del
palacio, encontrándose abiertas por galerías a los
patios de Santa Isabel y San Martín.
Salón
del Trono
Al Salón
del Trono del Palacio de los Reyes Católicos se accede por
una puerta de arcos mixtilíneos y un escudo de los mismos
flanqueado por dos imponentes leones.

El principal
elemento de esta reforma es el Salón del Trono, de planta
rectangular y recorrido por una tribuna y cubierto por un magnífico
artesonado mudéjar dorado y con profusa decoración.
Asimismo, se conservan otras tres techumbres que correspondían
a las salas de los Pasos Perdidos, antesala de la principal.

Para comunicar
estas estancias con la parte inferior, se ideó una monumental
caja de escalera iluminada por ventanales decorados con motivos
en yeso, pero con una estética renovada que se aleja de lo
mudéjar.
Durante este
período, los Reyes Católicos instalaron en el palacio
algunas de las dependencias del Tribunal del Santo Oficio, así
como la cárcel real. Es por ello que Felipe II decidirá,
más adelante, transformar el edificio en una ciudadela amurallada
con foso intermedio, como se ha conservado hasta la actualidad.
Sin embargo, será en el siglo XVIII cuando se convierta en
cuartel militar para alojar tropas, debido a la Guerra de Sucesión,
motivando esto profundos cambios en la disposición de las
estancias.

Estos diversos
cambios de función, infringirán enormes daños
en el palacio, hasta el total abandono al que se vio abocado durante
el siglo XX. Será en 1947 cuando comiencen los polémicos
trabajos de restauración de la mano de Francisco Iñiguez
Almech. Sin embargo, tras numerosas intervenciones de restauración
y recuperación, desde 1987 el palacio de la Aljafería
es sede de las Cortes de Aragón, además de uno de
los monumentos más visitados de toda su Comunidad Autónoma.
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Diana Olivares Martínez)
Imágenes
de gran formato del Palacio de La Aljafería (Pinche
para agrandar) |
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Entrada
a la Aljafería, con puerta en arco de herradura |
Enormes
cubos defensivos en el exterior del Palacio de la Aljafería |
Detalle
de Arquerías y columnas |
Portada
mudéjar de la iglesia de San Martín. |
