El templo se ubica en la localidad
de Santa Eulalia de Bóveda de Mera, muy cerca de
la ciudad de Lugo. El monumento se localiza debajo de la iglesia
parroquial, y es uno de los edificios prerrománicos más
interesantes de toda la Península Ibérica, debido
a su peculiar estructura, y la calidad de sus decoraciones pictóricas
y escultóricas.
Se
trata de un edificio tardorromano, con elementos arquitectónicos
paleocristianos y altomedievales. Parece que fue construido en
el s. III. Algunos autores han afirmado que originalmente fue
un templo consagrado a la diosa Cibeles, debido a la decoración
escultórica de los relieves de la fachada. Otra teoría
es que fue un edificio consagrado al dios Mitra. Esta hipótesis
se apoya en la piscina central del interior, en la que se bautizaría
a los fieles con sangre de toro.
Las primeras referencias documentales datan del s.
VIII, cuando se describe como un edificio de doble altura. A finales
del s. XVIII se construyó encima del primer piso la iglesia
parroquial, lo que produjo serios daños estructurales y
arruinó la bóveda.
En el año 1917 el sacerdote José María
Penado dio a conocer el edificio tardorromano, que había
quedado sepultado por los escombros, pero no fue hasta 1926 cuando
el descubrimiento se hizo oficial, y llegó a oídos
de la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos,
lo que desembocaría en su protección patrimonial
cinco años más tarde.
Santa Eulalia de Bóveda tiene una forma singular,
resultado de los diferentes usos que se le dio a largo del tiempo.
Parece que se concibió desde el inicio con dos alturas,
aunque nada se ha conservado de la parte superior.
Se precede de un pequeño nártex con
dos columnas, que se encontraría abovedado. La fachada
es sencilla, labrada con sillares de granito, y dos ventanas adinteladas
a ambos lados, con vanos triangulares de descarga en la parte
superior.
La portada presenta un arco de herradura, un elemento
característico de las iglesias visigodas, con una pequeña
moldura que lo recorre en su perímetro exterior.
En el muro de la fachada pueden verse algunos relieves
que tienen un gran interés, dado que son las únicas
decoraciones escultóricas que se han conservado in situ
en todo el edificio. En la cuarta hilada desde el nivel del suelo
hay dos bajorrelieves que representan un hombre y una mujer, enmarcados
por unas arquitecturas formadas por estructuras adinteladas con
columnas. Tienen los brazos erguidos y sostienen guirnaldas. Por
encima, en la sexta hilada, hay otros dos relieves con grupos
de danzantes, con cinco figuras cada uno que también están
enmarcadas por una estructura arquitectónica.
En los muros se aprecian otros cuatro relieves, que
no guardan una simetría con respecto a la arquitectura
del edificio. Se trata de tres representaciones animales, y una
figura humana que, a diferencia de los anteriores, no están
enmarcados por arquitecturas. Los dos relieves que se encuentran
en mejor estado de conservación representan un ave posada
sobre un árbol, y que esconde su cabeza bajo las alas;
y otro que muestra dos figuras humanas afrontadas. Es muy probable
que ninguno de los dos formasen parte de la decoración
inicial del templo, y fuesen labrados a posteriori.
El interior del edificio tiene planta rectangular,
y está cubierto con una gran bóveda de cañón,
que se encuentra arruinada en la parte superior. Se estructura
en torno a una pequeña piscina cuadrangular. Para realizar
el edificio se excavó el terreno, de forma que originalmente
se encontraba semienterrado, con el objetivo de buscar corrientes
acuáticas para que el agua de la piscina circulase. En
el costado occidental hay un pequeño ábside, con
un arco de medio punto. Esto es una particularidad que llama la
atención, dado que crea una orientación opuesta
a la mayoría de las iglesias medievales.
En una segunda fase el edificio se transformó
para adaptarlo a una basílica con tres naves, que crearían
arquerías con fajones en sentido longitudinal. Cada una
tendría tres arcos de medio punto, que descansarían
sobre pies derechos adosados a los muros y exentos. En este momento,
muy posiblemente, también se modificó la fachada
principal y el vano de acceso.
Las tres columnas que flanquean la piscina en los
ángulos fueron recolocadas aquí en 1929, al poco
de descubrirse el edificio, que se encontraba lleno de escombros
y elementos arquitectónicos arruinados. Son columnas realizadas
en mármol, muy erosionadas, cuya ubicación original
se desconoce.
Cuando se dividió el espacio en tres naves,
la bóveda se recubrió con estuco, y se realizó
la decoración pictórica, cuyos restos pueden verse
en la actualidad. Se trata de una policromía con motivos
vegetales, geométricos y animales que, en gran parte, bebe
de la tradición pictórica romana. Se trata sobre
todo de palomas, perdices y faisanes que, en ocasiones, se encuentran
afrontadas. Son formas muy estilizadas, que recuerdan a las que
podemos ver en la iglesia burgalesa de Quintanilla de las Viñas.
Aunque desde el primer momento parece que el
edificio se concibió con dos alturas, en un tercer momento
se intervino en la parte superior. Quizás se trató
tan sólo de una reforma, o bien obedece a una reconstrucción
completa del segundo piso, debido a la ruina del original. Dado
que el piso inferior se encontraba excavado en la tierra, el superior
debía encontrarse al nivel del suelo, y seguramente se
encontrase abierto por el flanco oeste. Posteriormente se realizaron
algunas intervenciones de menor calado, pero que modificaron la
estructura del edificio, como el vano de acceso que se abrió
en el ábside del piso inferior, con unas escaleras que
comunicarían las dos alturas. Del piso superior tan sólo
se ha conservado algunos restos del arranque de la bóveda
sobre el muro norte, que se encuentran protegidos por una estructura
de acero y cristal.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)