El Santuario Hospital de Santa
María la Real se encuentra ubicado en la aldea de O
Cebreiro, una localidad cuya historia se haya ligada de forma
íntima al Camino de Santiago.

De hecho alcanzar O Cebreiro ha constituido durante
siglos uno de los retos más sacrificados para cientos de
miles de peregrinos que a lo largo de la historia llegaban subiendo
a este escarpado puerto montañoso desde tierras leonesas
haciendo un enorme esfuerzo, pero sabiendo que una vez superado,
el objetivo final estaba cerca.

Santuario
de Santa María la Real de O Cebreiro, Lugo
El edificio se construyó a mediados del s.
IX, como hospedería para albergar a los peregrinos en una
de las últimas etapas hacia Santiago.

En año el 1072, por mediación de Alfonso
VI, el cenobio pasó a depender de la abadía francesa
de Aurillac, perteneciente a la orden de Cluny. En los siguientes
años los Reyes dotaron al monasterio de numerosos privilegios,
como la exención de tributos, lo que le convirtió
en uno de los santuarios más importantes de toda Galicia.
En los siglos del gótico el monasterio cobró
verdadera fama y poder. En el s. XIV, se produjo el conocido como
Milagro del Grial. Según éste, en un día
invernal en el que una fuerte borrasca azotaba aquellas tierras,
un fiel desafió al frío y la nieve para escuchar
la misa. Cuando el clérigo que la oficiaba le vio, menospreció
su actitud, y en ese momento, el vino se transformó en
sangre y la hostia en carne. El religioso falleció inmediatamente
y las campanas comenzaron a replicar solas. Todo el pueblo acudió
a la llamada, pudiendo contemplar así el milagro. Como
testigos quedaron los corporales y la sangre. Debido a las numerosas
peregrinaciones, el milagro se extendió rápidamente
por toda Europa, y gracias a esto el santuario recibió
numerosos privilegios reales y bulas papales.

En la siguiente centuria el cenobio sufrió
una situación de gran abandono. Desde los inicios del s.
XV Aurillac se encontraba en franca decadencia. A este hecho,
habría que sumar una pésima gestión de los
abades y un terrible incendio que a punto estuvo de acabar con
el monasterio. Esta situación finalizó gracias a
la intervención de los Reyes Católicos. En septiembre
de 1486 realizaron una peregrinación a Santiago que resultó
providencial para O Cebreiro, pues al ver su lamentable estado,
decidieron intervenir para que recuperase su glorioso pasado.
Para ello donaron el relicario.

La leyenda cuenta que la reina Isabel tenía
intención de llevarse a Castilla estas reliquias, pero
cuando la comitiva real se alejaba del santuario, los caballos
se paralizaron y volvieron corriendo. Asustada, la reina las devolvió
al santuario. Leyendas aparte, lo cierto es que los Reyes Católicos
otorgaron numerosos privilegios al cenobio, y solicitaron al Papa
Alejandro VI que se anexionase al cercano monasterio de San Vicente
del Pinto de Monforte, vinculado a su vez al todo poderoso San
Benito de Valladolid.

En el s. XVI los privilegios reales continuaron,
de la mano de Carlos I y de Felipe II. En la siguiente centuria
comenzó una nueva etapa de decadencia, marcada por el descenso
de las peregrinaciones a Santiago, y un terrible incendio que
aconteció en 1641. El declive continuó a lo largo
de los años hasta que, a mediados del s. XIX, los pocos
monjes que quedaban fueron expulsados a consecuencia de las desamortizaciones.
A lo largo de estos años se arruinaron la mayoría
de las dependencias monásticas.

En 1963 se comenzó una importante restauración
de la iglesia, la hospedería, y las casas del municipio,
y se construyeron las pallozas que albergan el Museo Etnográfico.
Todo ello, unido al auge del turismo y del resurgir de las peregrinaciones
a Santiago, ha conseguido rescatar al monumento del olvido.

El edificio conforma un ejemplo característico
de la arquitectura altomedieval gallega. Presenta una planta irregular.
Está realizado con sillería y sillarejo. Tiene una
torre de pequeña altura, bajo la cuál se abre un
pórtico. La nave se cubre con un tejado de pizarra a dos
aguas.
El interior tiene tres naves, la central más
ancha y alta que las laterales, que se rematan en cabeceras rectas.
La mayor tiene cuatro pequeños vanos abiertos en saetera
que filtran la luz. Las naves se separan por medio de tres pilares
de granito que sostienen dos grandes arcos de medio punto. Las
laterales se cubren con bóvedas de cañón,
y la central con una estructura de madera a dos aguas. Se separan
entre sí por medio de arcos fajones de medio punto.

En el costado de la nave septentrional se encuentra
la capilla del Milagro, en donde se encuentra el relicario donado
por los Reyes Católicos, el cáliz y la patena. La
capilla se comunica con el presbiterio por medio de un arco apuntado.
En el muro meridional hay dos tumbas antropomórficas, que
supuestamente albergan los restos de los dos protagonistas del
milagro, el monje y el fiel que acudió a la misa.
Entre los elementos de arte mueble del interior de
la iglesia destaca la pila bautismal, que es el único testigo
que ha sobrevivido del templo fundacional del s. IX. Se trata
de una sencilla pila granítica de estructura circular.

Pero sin duda las obras más conocidas son
el cáliz, la patena y el relicario. Las dos primeras son
dos piezas románicas de orfebrería de extraordinario
interés.

Están datadas en el s. XII. El cáliz
es de plata sobredorada, y presenta es de un tamaño reducido.
Tiene un pie esférico, con decoración vegetal, y
una inscripción que recorre el borde en la que, según
el estudioso Manuel Rodríguez Sánchez, puede leerse:
"Hoc testamento sacratur qvo cun[c] tis vita paratvr".
La patena por su parte, también tiene forma circular, rematada
en pequeños lóbulos, y está realizada con
el mismo material. También aquí hay una inscripción
en la que, siguiendo al mismo autor, se lee: "In nomine domine
nosri Iesv xpi et beate Marie". Por último el relicario
es una pieza de orfebrería gótica. Se trata de una
caja de plata, de pequeño tamaño, en cuyo interior
hay dos restos de cristal de roca con las reliquias.

En esta misma capilla puede verse también
la talla románica de Santa María la Real. Es una
Virgen trono del Señor. Data de finales del s. XII, pero
ha sufrido numerosas restauraciones y repintes a lo largo de los
siglos.

Otra pieza destacada es la copia de una talla
de un Crucificado del s. XIV, que puede verse en el altar mayor.
El original se encuentra en la actualidad en paradero desconocido,
aunque durante muchos años se afirmó que se había
trasladado el Museo de Escultura de Valladolid.

Como ya indicamos al principio, la subida a O Cebreiro
suponía abandonar el tramo del Camino por la Meseta y,
realizando casi un inhumano esfuerzo, penetrar en Galicia, último
territorio para poder alcanzar la tumba de Santiago. Por tanto,
sea el visitante un peregrino o un simple turista, aconsejamos
que pueda dedicar un breve lapso de tiempo -si la frecuente niebla
no lo impide- a pasear sus calles que están repletas de
pallozas, casas de pizarra, establecimientos con mucho sabor.

Pero es del todo inexcusable acercarse a los miradores
y puntos en alto para presenciar los majestuosos paisajes que
los rodean.

(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)