La judería de Segovia
Las
primeras menciones documentales que se tienen de población
judía en la ciudad medieval de Segovia datan de finales
del siglo XIII.
Si bien las referencias documentales que nos hablan
de ella son muy escuetas, permiten conocer que en esa época
ya se había consolidado un importante asentamiento en la
ciudad, que se distribuía de forma dispersa por toda la
urbe alrededor de la zona comercial.

En 1412 la Provisión de Valladolid promulgó
la separación de los barrios judíos y cristianos.
A raíz de esto la judería segoviana se organizó
en las inmediaciones de la Plaza Mayor, a intramuros del recinto
amurallado de la ciudad.
A lo largo del siglo XV la ciudad del Eresma llegó
a contar hasta con cinco sinagogas, habiéndose conservado
tan sólo la que aquí nos ocupa, la sinagoga Mayor,
debido a que fue convertida en la iglesia del convento del Corpus
Christi.

Historia de la sinagoga Mayor
No se tiene constancia de la fecha en la que se construyó
la sinagoga Mayor de Segovia, y los diferentes autores
no se ponen de acuerdo con la cronología, si bien todos
señalan las similitudes formales que tiene con Santa María
la Blanca de Toledo, tanto en la disposición de las naves
que forman el espacio, como los arcos de herradura y sus pilares
ochavados con magníficos capiteles de piñas.

La primera vez que se menciona en un documento es
en el año 1372, en un registro de los arrendamientos del
Capítulo de la catedral. Su conversión en un templo
cristiano se produjo mucho antes de la expulsión de los
judíos. En 1421 un documento ya se refiere a ella como
la iglesia del Corpus Christi. Esta circunstancia coincide con
la entrega de la iglesia a la abadía agustina de Santa
María de Párraces (Bercial), que se produjo ese
mismo año.

En 1510 la abadía de Párraces fue ocupada
por una comunidad de monjes jerónimos, y en la década
de los 60 de ese mismo siglo fue incorporada, junto con todas
sus posesiones, al monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En
1571 éste vendió la iglesia del Corpus a la familia
del Sello, que fundaron un convento de monjas clarisas con la
misma advocación, utilizando algunas casas que previamente
había ocupado la comunidad jerónima. El nuevo cenobio
se mantuvo hasta el siglo XIX, cuando se vio afectado por la desamortización
y el convento salió a subasta.
La iglesia, sin embargo, se salvó de la exclaustración
ordenada por Mendizábal gracias a una iniciativa de algunos
eruditos locales, por lo que volvió a ser ocupada por las
clarisas. Tras salvar todos estos avatares, el 3 de agosto de
1899 un incendió arrasó el edificio. Prácticamente
todo lo que se puede ver en la actualidad es fruto de una reconstrucción
que se acometió a los pocos años y que ha sido criticada
por su escaso rigor. En esta reforma se eliminó la sacristía,
el coro y el presbiterio cupulado que se habían construido
en el siglo XVI, y este último se trasladó al lienzo
meridional. La reconstrucción del edificio permitió
a la comunidad de monjas regresar, a comienzos del siglo XX, y
allí han permanecido hasta nuestros días. Recientemente
el edificio se ha sometido a una restauración, y sus puertas
han vuelto a abrirse.
Estructura del edificio
El acceso al templo no se realiza directamente desde
la calle, sino que previamente hay que atravesar un pequeño
patio, que se abre a la vía pública mediante un
arco apuntado con arquivoltas. No se conoce la fecha en la que
se construyó este arco. Sus formas estilísticas
remiten a los primeros años del siglo XV, pero algunos
autores lo han retrasado hasta el último cuarto de esta
centuria. Este acceso fue un importante motivo de conflictos,
dado que, tras el cierre del barrio judío en 1480, la entrada
a la iglesia se situó en el interior del barrio. Parece
que el acceso original a la sala de oración se encontraba
en el muro septentrional, pero esta entrada fue demolida en el
siglo XVI, cuando esta pared se derribó para construir
un presbiterio.

El edificio es de unas dimensiones modestas.
Tiene planta rectangular y se encuentra orientada hacia el sur,
una circunstancia que se podría explicar por la posible
reutilización de una mezquita anterior, de la que no se
tiene constancia. El muro meridional se integra directamente en
la muralla de la ciudad.

Se estructura en torno a tres naves, la central
de mayor altura y anchura. Las naves se separan mediante cinco
arcos de herradura, con pilares octogonales y capiteles con piñas
y formas vegetales prácticamente idénticos a los
de la sinagoga toledana de Santa María la Mayor.

Algunos autores afirman que el edificio contaba
originalmente con un mayor número de arcos formeros, basándose
en grabados y las descripciones de algunos eruditos decimonónicos
que conocieron el edificio antes del incendio.

Por encima de las dos naves laterales se abren
a nave central una galería con una arcada cegada que alterna
arcos de herradura y polilobulados con profusa decoración.

Las naves laterales se cubren con una sencilla
armadura de madera, mientras que en la central hay una estructura
de par y nudillo a dos aguas, y en la cabecera, otra a cuatro
aguas. En la cabecera, en el muro del hejal se abren, cinco ventanas
con arcos de herradura en la parte superior, y cuatro más
en cada uno de los lienzos laterales.

(Autor del texto del artículo
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente)
