Tercera urbe de España en
población y uno de los grandes puertos del Mediterráneo,
la bimilenaria ciudad de Valencia es hoy en día
una capital moderna y cosmopolita que, pese a su enorme explosión
urbanística y demográfica experimentada a partir
de los años 30 del siglo XX, ha sabido conservar buena
parte de su rico patrimonio histórico artístico
heredero de las diferentes civilizaciones que por ella pasaron.
Breve aproximación a la Valencia Medieval
Los
orígenes históricos de Valencia se remontarían
a época romana, constando una primera fundación
de nombre "Valentia Edetanorum" que se ubicaba en una
isla fluvial del río Turia.
Con la caída del Imperio Romano y la invasión
bizantina del sureste de la Península Ibérica, el
pueblo visigodo se hizo fuerte en la zona, llegando a establecerse
una sede episcopal sufragánea de la toledana.
Tras la conquista árabe del 711 el primer
emir cordobés mandó destruir la ciudad, reconstruyéndose
poco después de la mano de su hijo Adb-Allah-al-Balansi,
quién hizo levantar su palacio en "La Russafa"
(origen del actual barrio de La Ruzafa).
Así, Balansiya se convirtió en una
importante taifa musulmana que, salvo la heroica pero breve conquista
de Rodrigo de Vivar entre finales del siglo XI y principios del
XII, permaneció bajo el poder islámico hasta la
conquista cristiana definitiva por parte del Rey aragonés
Jaime I El Conquistador en el año 1238.
Con la llegada del poder cristiano Valencia, que
según las crónicas contaría con más
de 100.00 habitantes, se benefició de una serie de fueros
y privilegios reales gozando de un primer periodo de esplendor
que se vería truncado de raíz con la Peste Negra,
que trajo consigo un siglo XIV caracterizado como en buena parte
de Europa por la depresión.
El siglo XV sin embargo supuso el despegue definitivo
de la ciudad en todos los sentidos, hasta el punto de que se le
considera "el siglo de oro valenciano", en el cual,
gracias al crecimiento demográfico y al auge industrial
y económico, vivió una completa renovación
urbanística y monumental, datando de este periodo la mayoría
de atractivos artísticos medievales que hoy en día
cualquier turista puede visitar.
Patrimonio monumental medieval de Valencia
Cripta o Cárcel de San Vicente
Situado muy cerca de la catedral, concretamente en
la trasera de la Plaza de La Almoina, el espacio arqueológico
descubierto en los bajos del edificio conocido como "Cárcel
o Cripta de San Vicente" es uno de los elementos de mayor
antigüedad conservados en la ciudad de Valencia.
El grueso de los restos arqueológicos ahí
conservados y musealizados en 1998 formarían parte del
primitivo complejo episcopal valenciano de época visigoda,
datable entre los siglos VI y VII de nuestra era construido en
el solar de una domus romana de la ha quedado una pintura mural
del dios Mercurio.
El espacio, de planta cruciforme y abovedado, se
compone de una capilla funeraria de un obispo o dignatario eclesiástico
(probablemente de nombre Justiniano) cuya tumba queda resaltada
por cuatro magníficos canceles con decoración vegetal.
Durante su estudio arqueológico fue sacada
a la luz parte de la cabecera de la primitiva catedral, constatándose
también que en tiempos de la dominación musulmana
el espacio fue reutilizado como casa de baños.
Cuentan las crónicas cristianas que tras la
conquista de Jaime I aún permanecía visible parte
del complejo, sobre el cual el propio monarca mando levantar una
capilla en honor de San Vicente, santo de origen aragonés
martirizado en la capital valenciana y que, según la tradición,
permaneció preso en una cárcel que se levantaba
sobre ese mismo solar.
En la actualidad la capilla gótica mandada
construir por el monarca se encuentra profundamente restaurada,
pasando muy desapercibida para la mayoría de turistas al
ser solo accesible a través de un edificio de aspecto muy
moderno.
La Catedral y El Miguelete
Como en la mayoría de ciudades, la Catedral
es sin lugar a dudas uno de los elementos más reconocibles
de Valencia, especialmente su icónico campanario conocido
popularmente como "El Miguelete"
Interior
La actual seo valenciana se levanta sobre el mismo
solar en el que se ubicó primero un templo romano, a continuación
la primitiva catedral visigoda y posteriormente la mezquita mayor
musulmana, la cual, tras la conquista de Jaime el Conquistador
en 1238, fue mandada destruir en 1262 para ser erigida en su lugar
y de nueva planta una gran catedral cristiana bajo la advocación,
por expreso deseo del monarca, de la Asunción de la Virgen
María.
El proyecto contemplaba un edificio de tres naves
cubiertas con bóvedas de crucería y separadas por
arcos apuntados sobre pilares y columnas adosadas culminadas en
capiteles vegetales. A continuación, un crucero marcado
tanto en planta como en alzado y coronado en la intersección
por un elegante cimborrio octogonal de dos cuerpos superpuestos
y abiertos en cada uno de los lados por ventanas de tracería
que dotan de iluminación natural al espacio interno.
Por último y accesible desde el crucero, un
amplio deambulatorio que rodea el presbiterio y al que abren ocho
capillas radiales.
No hace muchos años descubiertas, las pinturas
de las bóvedas de la capilla mayor son espectaculares.
Se pintaron por artistas italianos a finales del siglo XV en los
plementos de su bóveda de crucería a base de coloristas
ángeles bajo un cielo estrellado.
Como se puede apreciar, este primer proyecto tras
la cristianización de la ciudad no contemplaba una enorme
catedral gótica como sí se levantó en otras
capitales peninsulares; una circunstancia que se explica por la
urgencia que hubo en completar las obras y tener así cuanto
antes un elemento más de afianzamiento del poder de la
monarquía cristiana sobre una recién conquistada
Valencia en la que era numerosa aún la población
musulmana.
La Puerta del Palau
El elemento más antiguo de la seo valenciana
es la conocida como Puerta del Palau o Puerta de la Almoina, un
portal totalmente románico en lo estilístico que
contrasta bastante con el resto de la obra gótica y cuya
razón de ser ha hecho correr ríos de tinta entre
historiadores y especialistas.
Para algunos estudiosos, la Puerta del Palau dataría
de 1270 y su apariencia románica se explicaría porque
en la Corona de Aragón aún era un estilo que, por
pura inercia, gozaba de cierto predicamento.
Otra teoría retrasa la construcción
de la puerta a 1240, por lo que se contextualizaría en
ese lapso de tiempo entre la Conquista de la ciudad en 1238 y
la destrucción de la antigua mezquita aljama en 1262. Quienes
sostienen esta idea, argumentan que su construcción vino
dada por la urgente necesidad de dotar de aspecto de iglesia al
antiguo espacio de culto musulmán, dándose además
la circunstancia de que justo donde abre el portal se situaba
el mihrab
Sea como fuere, el caso es que la Puerta del Palau
responde a un modelo de románico muy tardío que
tuvo su predicamento en el resto de la Corona de Aragón,
considerándose hermana por ejemplo de la Porta dels Fillols
de la Catedral de Lleida, la también ilerdense puerta de
Agramunt o las oscenses de San Miguel de Foces o Santa María
de Salas.
Consta de seis arquivoltas de medio punto abocinadas
y en degradación cuyas roscas fueron profusamente ornamentadas
a base de puntas de diamante, cadenetas, arquillos, tallos ondulantes
tratados casi como trépano y, en la arquivolta interna,
una encantadora sucesión de serafines. Descansan sobre
columnas acodilladas culminadas por una magnífica serie
de capiteles figurados con escenas del Ciclo del Génesis
en el lado izquierdo, y del Éxodo a la derecha, presentando
todas las cestas una estructura semejante a doble cara con gabletes
y elementos arquitectónicos.
Muy llamativos resultan también los canecillos
que sostienen la cornisa del tejaroz que remata la portada, apareciendo
plasmadas siete parejas cada una de ellas con sus nombres y apellidos
en su respectiva inscripción y que, según la tradición,
personifican los siete matrimonios leridanos que llegaron para
repoblar la ciudad. Leyendas a parte, hoy en día se concluye
que podrían tratarse de retratos de benefactores laicos
en la construcción de la catedral.
Puerta de los Apóstoles
Al brazo opuesto del crucero se abre la llamada Puerta
de los Apóstoles, esta sí, del más puro estilo
gótico a medio camino entre el francés y el mediterráneo
y cuya construcción se adentra ya en el siglo XIV. Así
llamada por las esculturas de los doce apóstoles desplegados
a ambos lados de la puerta, se trata de una fachada en dos cuerpos
en la que el superior queda ocupado por un soberbio rosetón
de tracería y el inferior por la puerta propiamente dicha,
de triple arquivolta apuntada, cuajada de figurillas y trasdosadas
por un gablete.
En el tímpano destaca la efigie de la Virgen
María flanqueada por ángeles músicos. Según
las crónicas, esta escultura de la Virgen se encontraba
en origen en un mainel o parteluz que fue eliminado en el siglo
XVII para permitir la entrada y salida de las andas procesionales.
Frente a esta fachada se reunía el famoso "Tribunal
de las Aguas".
Sala Capitular (Capilla del Santo Cáliz)
En una segunda etapa entre finales del siglo XIV
y la primera mitad del XV se llevaron a cabo una serie de ampliaciones
en las que fueron añadidos dos de los elementos más
característicos del conjunto catedralicio: la sala capitular
más conocida como la capilla del Santo Cáliz, y
por supuesto, el icónico e inconfundible "Miguelete"
(Micalet)
La hoy llamada Sala del Santo Cáliz fue en
origen la Sala Capitular así como el panteón para
el enterramiento de canónigos y notables. Se trata de una
estancia de planta cuadrangular rematada con una compleja bóveda
nervada.
Destaca el magnífico retablo en alabastro
realizado entre 1441 y 1446 y que en origen fue concebido para
el trascoro catedralicio, siendo instalado en su actual emplazamiento
en 1777 al ser levantado un nuevo trascoro neoclásico hoy
también eliminado.
Acoge esta sala desde 1916 el Santo Cáliz
de la Catedral de Valencia, donado por el Rey Alfonso el Magnánimo
y considerada una de las reliquias más importantes de la
cristiandad. La pieza, fechada en el siglo I, fue realizada en
cornalina rojiza tanto para la copa como para la peana, contando
con una montura en oro y cuajada de esmeraldas y piedras preciosas.
El Miguelete
Pero sin lugar a dudas, el auténtico icono
de la catedral de Valencia y de la ciudad en general es el famoso
Miguelete (Micalet en valenciano), que no es sino una torre campanario
levantada entre los últimos años del siglo XIV y
la primera mitad del XV para sustituir al primitivo y obsoleto
campanario. Recibe el nombre de "Miguelete" por su campana
más famosa, que con sus más de 7.500 kilos es una
de las más grandes de España.
De planta octogonal y dividida en cuatro cuerpos
accesibles por una escalera de caracol interna de nada menos que
200 peldaños; la torre alcanza los 70 metros, pudiendo
haberse inspirado según los especialistas en la torre de
la Seu Vella de Lleida, con la diferencia de que al Miguelete
le faltaría el remate ojival.
Tanto Sala Capitular como Miguelete fueron concebidos
en origen como estructuras exentas a la estructura catedralicia,
pero en sucesivas reformas y ampliaciones a finales del siglo
XV acabaron quedando unidas a la misma.
Puerta de los Hierros
A lo largo de los siglos XVI y XVII fueron sucediéndose
las ampliaciones, siendo de destacar la llamada "Obra Nova"
más conocida como Lonja de los Canónigos: una elegante
galería renacentista de tres pisos junto a la Puerta de
los Apóstoles concebida para que los canónigos disfrutasen
de los espectáculos públicos que tenían lugar
en la Plaza de la Virgen.
La última gran intervención tuvo lugar
entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la
fachada gótica de los pies fue sustituida por una nueva
denominada Puerta de los Hierros, considerada una de las mejores
interpretaciones del barroco italiano en territorio español.
La Lonja de la Seda
Otro de los emblemas monumentales de la capital valenciana
es la Lonja de la Seda, también conocida como Lonja de
Mercaderes, auténtica joya del gótico civil español
declarada Monumento Histórico Artístico en 1931
y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
Se levanta en el corazón del Barrio del Carmen,
frente al actual mercado y a la iglesia de los Santos Juanes;
constituyendo todo un símbolo de la riqueza, el poder y
el desarrollo que adquirió la ciudad durante ese llamado
Siglo de Oro Valenciano que fue la decimoquinta centuria.
La obra fue encomendada al arquitecto Pere Compte,
quien también había trabajado en algunas de las
ampliaciones de la catedral. El grueso de las obras se prolongó
entre 1482 y 1497, aunque el remate final no se produciría
hasta 1548.
Para su construcción Pere Compte se inspiró
en la Lonja de Palma de Mallorca, que a su vez había tomado
como modelo la arquitectura de la sala capitular del convento
de Santo Domingo de la propia capital valenciana. Este tipo de
lonjas destinadas al comercio fueron bastante habituales durante
toda la Baja Edad Media en la Corona de Aragón.
La Lonja de Valencia cuenta con tres espacios principales
en torno a un patio central conocido como "Patio de los Naranjos":
la Sala de Contratación o salón columnario, la torre
y el llamado Consulado del Mar.
La Torre, situada en el mismo eje de la fachada,
sirve de separación entre las dos estancias principales,
contando con un piso bajo que cumple las funciones de capilla
cuya bóveda de crucería estrellada fue diseñada
por Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos. Sobre
ella se elevan otros tres pisos más que cumplían
funciones de prisión y que son accesibles a través
de una magnífica escalera de caracol.
La Sala de Contratación, también llamado
salón columnario, es el espacio principal del edificio,
configurándose en tres naves de cinco tramos cada uno de
ellos cubiertos por su propia bovedilla de crucería, las
cuales descansan sobre ocho columnas helicoidales exentas y 16
pilastras adosadas al muro.
Al otro lado de la torre y en perpendicular a la
sala de contratación se yergue el llamado Consulado del
Mar, conformado por un sótano, una planta baja que acogía
el Tribunal del Comercio, un piso principal cubierto con un soberbio
artesonado gótico que acogía el citado Consulado
el Mar y, por último, una planta superior abierta al exterior
a modo de galería de arcos y que albergaba las estancias
privadas del alcaide.
Articulaba la estructura del edificio el llamado
Patio de los Naranjos, un espacio de lo más ameno en torno
a naranjos y cipreses que en origen servía para ceremoniales
al aire libre. En la actualidad y desde sus bancos estratégicamente
situados para el descanso del visitante es posible contemplar
la interesante colección de gárgolas satíricas
por las que evacua el agua de las cubiertas.
En la misma línea que las gárgolas
citadas hay que avisar al turista que se fije bien en las esculturas
de las jambas y arquivoltas que pueblan las portadas y ventanales
flamígeras de todo el conjunto de La Lonja. Normalmente
su temática es profana y simbólica, abundando los
animales fantásticos -especialmente centauros- tocando
instrumentos musicales.
La Muralla: Torres de Serranos y de Quart
La antigua muralla medieval de Valencia fue mandada
levantar entre 1356 y 1370 por Pedro IV el Ceremonioso con el
fin de ampliar el perímetro respecto a las primitivas cintas
romanas y musulmanas con motivo de sus enfrentamientos contra
el monarca castellano Pedro I el Cruel (Guerra de los Dos Pedros).
Construidas en su mayor parte en tapial y arena a
excepción de tramos puntuales, el nuevo recinto abarcaba
unos 4 kilómetros de perímetro y se componía
de cuatro puertas mayores (portals grans) y de hasta nueve accesos
menores o postigos (portals xics).
Buena parte del cinturón murado medieval valenciano
fue mandado derribar por el Gobierno Civil en 1865, habiendo llegado
a nuestros días además de algunos restos fragmentados
de poco relieve, dos de esas grandes puertas, llamadas Torres
de Serranos y Torres de Quart
Torres de Serranos
Localizadas al noroeste del casco urbano, fueron
erigidas entre 1392 y 1398 siguiendo planos del maestro Pere de
Berenguer, quien se inspiró en las torres de acceso al
Monasterio de Poblet así como en el Portal de San Miguel
de la muralla de Morella.
Se componen de una estructura central abierta en
un gran vano de acceso que ejerce de unión entre las dos
potentes torres de planta poligonal hacia el exterior del recinto,
y achaflanadas en su cara interna, por la que discurre la escalera
de acceso a las distintas estancias abovedadas.
Una vez obsoleta su funcionalidad defensiva, fueron
primero empleadas para uso ceremonial y posteriormente como prisión,
motivo gracias al cual se salvaron de la destrucción decimonónica.
Ya en el siglo XX y durante la Guerra Civil española, sirvieron
para resguardar obras de arte llegadas desde el Museo del Prado.
Torres de Quart
Más al oeste del recinto amurallado medieval
valenciano y de construcción algo más tardía,
las Torres de Quart fueron elevadas entre 1441 y 1460 de la mano
de Pere Compte y Francesc Baldomar, arquitectos ambos que también
intervinieron durante el llamado Siglo de Oro Valenciano en la
Catedral y en la Lonja.
A diferencia de sus vecinas de Serranos, las Torres
de Quart presentan al exterior planimetría cilíndrica
inspirada en el arco de triunfo de la fachada del Castelnuovo
de Nápoles, obra mandada construir por el propio rey Magnánimo.
Además de almacén de pólvora,
también sirvieron en siglos mucho más recientes
como prisión, en este caso femenina; jugando durante la
invasión francesa un papel decisivo en la resistencia de
Valencia. Muy recientemente han sido sometidas a una acertada
restauración que ha liberado al conjunto de la capa de
contaminación que la recubría al estar tan a merced
del humo del tráfico que discurre junto a ellas.
Iglesia de San Juan del Hospital
En el mismo centro de la ciudad, la hoy parroquia
de San Juan del Hospital es considerada la iglesia más
antigua de la capital valenciana, remontándose su construcción
a pocos años después de la conquista por parte del
Rey Jaime, quién cedería los terrenos a la Orden
de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén,
fieles aliados de la Corona durante el proceso de Reconquista.
Desde el siglo XVIII posee rango de parroquia castrense,
encontrándose hoy en día bastante embutida entre
construcciones modernas que motivan que sea en su interior desde
donde es posible contemplar toda su esencia medieval, en la cual
se conjugan restos románicos, góticos y mudéjares
con reformas posteriores renacentistas y barrocas.
El espacio interno se configura a partir de una sola
nave cubierta con bóveda de cañón apuntada
y reforzada por arcos fajones sustentados por ménsulas.
A dicha nave abren diversas capillas entre contrafuertes casi
como si de arcosolios se tratasen. La cabecera es poligonal y
de inspiración cisterciense fruto ya de una ampliación
de la decimocuarta centuria.
Morfológicamente responde al modelo de iglesia
de reconquista del siglo XIII bastante frecuente en tierras valencianas,
con la diferencia de que en este caso fue cubierta en su totalidad
con bóvedas pétreas en lugar de las habituales techumbres
de madera.
En el muro sur se conserva un buen Calvario de madera
formado por estatuas lígneas de distinta época (siglos
XIII-XIV).
Al exterior, los elementos tardorrománicos
más reconocibles son sus dos portadas norte y sur, ambas
de medio punto doveladas. Sobre ellas, en una segunda fase fueron
realizados sendos óculos goticistas con la cruz de Malta
como protagonista.
A cada costado del templo se habilitan dos patios
que en su momento formarían parte del antiguo complejo
monástico. En la actualidad, el ubicado al norte, conocido
también como "patio del calvario" conserva restos
de las arquerías del antiguo hospital de acogida.
Por el contrario, el patio sur, bastante más
amplio en tamaño, conserva en parte de su perímetro
varios arcosolios que cobijaban enterramientos destinados a familias
nobles o gremiales.
Originalmente exento se encontraba el llamado oratorio
o capilla funeraria de Jaime I; un pequeño templete de
estilo cisterciense conformado por un espacio cuadrangular abierto
por tres de sus lados y que comunica con un pequeño habitáculo
cabecero de planta ochavada. La tradición apunta a que
era en él dónde el Rey Conquistador se situaba en
los oficios religiosos.
De nuevo en el interior y abierta al costado septentrional
de la nave justo ante de ingresar a la cabecera se habilita la
Capilla de San Miguel, levantada hacia 1270 y que conserva en
magnífico estado gracias a que permaneció varios
siglos encalado un ciclo de pinturas murales de estilo gótico
lineal o franco-gótico.
Iglesia de Santa Catalina
La iglesia de Santa Catalina Mártir fue una
de las diez parroquias fundacionales de Valencia una vez conquistada
por el Rey Jaime, quien con el fin de afianzar el poder cristiano,
mandó levantar iglesias en los solares donde previamente
existieron mezquitas.
Al igual que ocurría en la iglesia de San
Juan, la parroquia de Santa Catalina se encuentra hoy totalmente
embutida entre construcciones modernas, apreciándose solo
desde el exterior su casi desnuda fachada occidental y su campanario
barroco, siendo estrictamente necesario acceder a su interior
para contemplar su magnificencia gótica.
Una vez rebasado el umbral de la puerta el visitante
contempla ante sí un espacio de tres naves de seis tramos
cubiertos con bóveda de crucería reforzada por arcos
fajones que descansan sobre pilares con columnas adosadas. Rematan
las naves en un espacio presbiterial de planta poligonal y abierto
mediante ventanas ojivales con vidrieras.
A las naves laterales abren diversas capillas habilitadas
entre los potentes contrafuertes que permiten el sustento de las
bóvedas pétreas sin necesidad de arbotantes ni pináculos.
Otra de las particularidades de la parroquia de Santa
Catalina es la existencia de una girola que permite rodear el
altar mayor sin importunar los ritos que puedan estar celebrándose
en el altar mayor, siendo junto a la propia catedral los únicos
templos valencianos de esta naturaleza
Representa uno de los mejores ejemplos del llamado
"gótico mediterráneo" en la antigua Corona
de Aragón, aunque entre los siglos XVI y XVII sufrió
dos pavorosos incendios tras los cuales, fue remozada al interior
siguiendo el gusto barroquista imperante en el siglo XVIII. En
1951 fue sometida a una concienzuda restauración en la
que fueron suprimidos los aditamentos barrocos saliendo de nuevo
a la luz su aspecto gótico original.
El campanario primitivo se elevaba junto al hastial
occidental, sin embargo quedó totalmente obsoleto al ser
levantado entre 1688 y 1705 una nueva torre barroca junto a la
cabecera que es considerada por los especialistas uno de los más
espectaculares campanarios barrocos de España, rivalizando
incluso en altivez con el propio Miguelete.
Otras iglesias valencianas
San Vicente de la Roqueta
Quizás la iglesia de mayor antigüedad
de Valencia aunque hoy en día prácticamente irreconocible
por la enorme cantidad de reformas sufridas a lo largo de su historia
es la antiguamente llamada San Vicente de la Roqueta, situada
extramuros de la ciudad y donde, según la tradición,
se erigió un martiryum para enterramiento y veneración
de las reliquias del santo mártir.
Heredera de una primitiva parroquia visigoda, cuentan
las crónicas que fue la única iglesia cristiana
abierta durante los siglos de dominación musulmana, ya
que si bien estos no permitían levantar iglesias de nueva
planta, si respetaban el culto de las ya en pie, de modo que prestaría
servicio a la población mozárabe.
Tras la Conquista de Jaime I, fue reconstruida y
convertida en monasterio cisterciense dependiente de Poblet. En
la actualidad se encuentra bastante degradada pese al proyecto
de revitalización que parece no llegar nunca, a pesar de
que allí encontramos dos portadas románicas.
Convento de Santo Domingo
Uno de los monumentos más desconocidos incluso
para los propios valencianos es el Convento de Santo Domingo,
fundación posterior a la conquista cristiana pero que,
como muchas otras, fue víctima del progreso y de las nuevas
modas imperantes, siendo destruido en el siglo XIX.
De la primitiva fundación dominica tan solo
sobrevivió su magnífico claustro gótico flamígero,
el aula capitular cuyo sistema de abovedamientos inspiró
al de la Lonja, y la llamada Capilla de los Reyes. A partir de
estos restos conservados puede hacerse una idea de la magnífica
obra que sería la desaparecida iglesia prioral del cenobio.
Real Monasterio de la Trinidad
Otra de las fundaciones importantes de la Valencia
medieval es el Real Monasterio de la Trinidad, cuyos orígenes
se remontan a la segunda mitad del siglo XIII y que estuvo habitado
por religiosas clarisas hasta 2014 en que cerró sus puertas.
Patrocinado por la Reina María de Aragón
(esposa del rey Magnánimo) quien tenía su palacio
a escasos metros durante el Siglo de Oro Valenciano, se trata
de un bello ejemplo de arquitectura gótica levantina, contando
además con un claustro perfectamente conservado y de enorme
sabor.
Iglesia de San Agustín
La Iglesia de San Agustín es el único
resto de un convento de frailes originario del siglo XIII y del
que, tras su exclaustración, tan solo ha llegado a nosotros
la iglesia, convertida hoy en parroquia y buen ejemplo del gótico
valenciano
Iglesia de San Nicolás
Una de las iglesias que mayor auge han experimentado
en los últimos años es la de San Nicolás
de Bari y San Pedro Mártir, también de origen antiquísimo
y que, tras funcionar como mezquita durante la dominación
árabe, fue revitalizada tras la llegada de Jaime el Conquistador,
quien la donó a la Orden de Predicadores.
El motivo de su esplendor contemporáneo es
su muy reciente restauración y puesta en valor; una intervención
que ha permitido recuperar el revestimiento escultórico
y pictórico barroco que se añadió a la primitiva
estructura gótica y por el que es considerada "la
Capilla Sixtina del barroco valenciano".
Iglesia de los Santos Juanes
De origen gótico igualmente aunque totalmente
reformada en tiempos del barroco es la Iglesia de los Santos Juanes,
situada frente al Mercado Central y a la Lonja de Mercaderes componiendo
uno de los rincones más fotogénicos de la ciudad.
Monasterio de San Miguel de los Reyes
Al norte de la ciudad, concretamente en el Barrio
de Orriols, hoy unido a la capital pero que en origen distaba
varios kilómetros del centro, el Monasterio de San Miguel
de los Reyes fue fundado por Fernando de Aragón sobre los
restos de un viejo cenobio cisterciense. Obra cumbre del Renacimiento
valenciano, suele ser considerado el más inmediato precedente
el Monasterio de El Escorial
Basílica de Nuestra Seņora de los Desamparados
Mucha menor historia y relevancia artística
tiene la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados,
sin embargo, devocionalmente es quizás el templo más
importante de la ciudad y más querido por los valencianos
al estar dedicado a la patrona de Valencia.
Edificios civiles
Superada la crisis del siglo XIV motivada especialmente
por la virulenta Peste Negra, la decimoquinta centuria, como hemos
hecho referencia varias veces, fue el Siglo de Oro de la ciudad
de Valencia, convirtiéndose en la urbe más poblada
de la Corona de Aragón y establecimiento preferencial tanto
para la nobleza urbana como para mercaderes y comerciantes enriquecidos
gracias a los negocios.
Como fórmula de reafirmación de su
poder, muchas de estas personalidades notables de la época
mandaron levantar sus suntuosas residencias en el mismo centro
de la ciudad, habiendo llegado a nuestros días varias muestras
de gótico civil y residencial valenciano que vale la pena
reseñar.
Se trata de construcciones que en origen se componían
de una fachada de varios pisos y ventanas, un zaguán que
daba acceso al patio y desde el cual, a través e una escalera
monumental, daba paso a los diferentes pisos, generalmente el
primero de ellos destinados a salones de recepciones y ceremonias,
y el segundo a las estancias privadas del notable y su familia.
Palau de la Generalitat
El más importante de todos es sin lugar a
dudas el Palau de la Generalitat, que hoy acoge la sede del gobierno
autonómico y que tenemos la fortuna de que se ha conservado
casi intacta la fachada, permitiendo hacernos una idea de cómo
vendrían a ser los demás.
Palau de Les Corts
También destinado hoy a organismos oficiales,
el Palau de les Corts no es sino la antigua residencia de la Familia
Borgia; un edificio quizás menos refinado y con más
vocación de fortaleza.
Palau del Almirante
En cuanto a los inmuebles de carácter privado,
quizás el más importante es el Palau del Almirante,
con su techumbre de madera pintada en el zaguán y el elegantísimo
patio interior conformado por arcos apuntados en el cuerpo bajo
y la típica escalera monumental que da paso a una logia
abalconada en el primer piso, y por último las estancias
privadas abiertas mediante ventanales bíforos trilobulados.
El Palau d'en Bou
El Palau d'en Bou conserva interesantes pinturas
murales de los siglos XIV y XV mientras que en el Palau de los
Escrivá, de los mejor conservados, han llegado a nuestros
días incluso las caballerizas.
Otros palacios góticos valencianos de interés
son el Palau de los Catalá de Valeriola, el Palau de los
Marqueses de Malferit o el Palau dels Mercaders.
Almudín
Precisamente frente al Palau de Escrivá se
levanta el Antiguo Almudín (Almodí en valenciano,
o Alhóndiga en otras regiones); una curiosísima
construcción destinada al almacenaje e intercambio de cereales
levantado en el siglo XIV sobre el solar que ocupaba el antiguo
alcázar musulmán.
Compuesto por un porche y un patio interior que fue
cubierto ya en el siglo XVII, se decora al interior con pinturas
murales de carácter popular cuya temática gira,
como no podía ser de otra manera, sobre el comercio del
trigo, apareciendo también efigies de santos patrones de
los diversos gremios que allí operaban. En la actualidad
funciona como centro de exposiciones.
Baños del Almirante
Otro edificio de carácter civil y público
son los Baños del Almirante (Banys del l'Almirall), levantados
entre 1313 y 1320 (por lo tanto obra ya cristiana) en estilo mudéjar
inspirándose en modelos de baños hispanomusulmanes.
Atarazanas del Grao
El último y no menos emblemático
edificio civil del gótico valenciano es el de la Atarazanas
del Grao, realizadas entre finales del siglo XIV y principios
del XV ante el auge del comercio marítimo del puerto valenciano,
que hizo necesario un lugar para la construcción, cobijo
y reparación de los barcos que allí atracaban.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)