Guía
monumental (arte e historia) de Ejea de los Caballeros, Zaragoza
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Ejea
de los Caballeros |
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Zaragoza |
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Cinco
Villas |
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15.200 |
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320 |
Introducción
a la guía de arte (monumentos y rutas) de Ejea de los Caballeros,
Zaragoza
Historia
y descripción de Ejea de los Caballeros
Ejea
de los Caballeros es una de las poblaciones más populosas,
no sólo de Zaragoza, sino de todo Aragón con sus más
de 15.000 habitantes.
Se considera a Ejea la capital
de la comarca de las Cinco Villas, formada por las emblemáticas
y monumentales poblaciones de Sos del Rey Católico, Uncastillo,
Sádaba, Tauste y Ejea de los Caballeros.
Se sitúa en el norte
de Zaragoza, en esa lengua de tierra de forma triangular que la
provincia de Zaragoza ocupa entre Navarra y Huesca. En concreto,
esta villa ocupa un punto de transición entre las llanadas
zaragozanas cerealistas y el Prepirineo que empieza a percibirse
algo más al norte.
El origen de la villa se
retrotrae a tiempos de poblamientos celtibéricos, más
tarde dominados por los romanos que llamaron a este asentamiento
"Segia" que estuvo comunicado por calzadas con otras ciudades
romanas de máxima importancia como Caesaraugusta (Zaragoza)
y Pompaelo (Pamplona).
L
La riqueza cerealista de
este territorio animó a los musulmanes a establecerse aquí
y ejercer una fuerte oposición a los cristianos del norte
hasta sucumbir al empuje de Alfonso I el Batallador en el año
de 1105, alcanzando gran esplendor durante los siglos XII y XIII,
antes de que la reconquista aragonesa y catalana llevaran las fronteras
al Mediterráneo.
Monumentos
de Ejea de los Caballeros
Los principales monumentos
de Ejea de los Caballeros son sus tres iglesias: San Salvador, Santa
María y Nuestra Señora de la Oliva.
Iglesia
de San Salvador
La iglesia de San Salvador
fue originalmente un templo románico de finales del siglo
XII y comienzos del XIII (consagrada en 1222) del taller de San
Juan de la Peña (o Agüero) que luego fue bastante reformado
en tiempos del gótico en que se convirtió en una especie
de templo-fortaleza, como se aprecia en las singulares torres fortificadas
góticas (una de ellas quedó si acabar), que con sus
almenas y garitones serviría de protección y vigía.
También es apreciable la forma poligonal de la cabecera.
Del templo románico,
lo más sobresaliente son sus dos portadas, la occidental
y la del muro norte, donde se aprecian las geniales manos del Maestro
-mejor deberíamos decir "taller"- de San Juan de
la Peña.
La portada occidental presenta
tres arquivoltas algo apuntadas y tímpano que envuelven la
luz del vano dejando una entrada muy estrecha, como es habitual
en este taller. El tímpano lleva una pareja de ángeles
arrodillados que sostienen un crismón, como en Biota y Uncastillo.
Los capiteles de las columnas
son magníficos, con leones, águilas picando racimos
de frutos, además de otros animales reales y fantásticos.
No puede faltar uno de los emblemas iconográficos del taller
que no es otro que la escena de la danza de la bailarina contorsionista
que deja caer su cabello mientras un músico actúa
(en este caso es un arpista que tañe su arpa).
Las mochetas también
son la habituales, con cabezas de león engullendo hombre
y animal.
La portada norte está
tan repintada y constreñida por un pórtico de siglo
XVII que genera sensaciones de agobio e inquietud, a pesar de que
muestra una riqueza de escultura soberbia. Una adecuada restauración
nos devolvería una de las portadas románicas más
decoradas de Aragón.
En el tímpano se
esculpió una abigarrada representación de la Última
Cena y alrededor, en las arquivoltas, se secuencian los principales
episodios evangélicos un habitual y nutridísimo repertorio
de composiciones de temática profana.
Una vez en el interior,
apreciamos rápidamente el resultado de las reformas góticas:
la apertura de capillas laterales rompiendo los muros laterales
románicos y la sustitución de la cabecera románica
con presumible ábside abovedado con cuarto de esfera por
otra con crucería.
Con todo, afortunadamente,
se ha mantenido el abovedamiento de la nave con bóveda de
medio cañón apuntado bien aparejada sobre arcos fajones
y los apoyos constituidos por triples columnas (más gruesa
la central). El repertorio de capiteles es mayoritariamente fitomorfo
pero también los hay historiados, mostrando leones en combate,
centauros sagitarios y monstruos demoniacos.
Iglesia
de Santa María de la Corona
La iglesia de Santa María
o más precisamente, Santa María de la Corona
es la segunda iglesia medieval que tiene Ejea de los Caballeros.
Se encuentra en la zona
alta de la villa donde estuvo situado el antiguo castillo. De nuevo
es un templo construido originalmente en estilo románico,
allá por el siglo XII y consagrado en 1174, pero muy rectificada
posteriormente.
Tiene una sola nave, con
una apreciable portada románica en el muro sur y torre de
primitiva fábrica románica con posteriores añadidos
mudéjares.
Santuario
de Nuestra Señora de La Oliva
El Santuario de Nuestra
Señora de la Oliva es el tercer gran monumento religioso
de Ejea. Se construyó en el siglo XVIII sobre el solar que
ocupaba otra iglesia anterior dedicada a San Pedro.
El nombre de la iglesia
le viene por albergar una escultura de madera de la Virgen, de estilo
franco-gótico del siglo XIV y que llegó aquí
desde el no muy lejano monasterio de La Oliva (Navarra).
Otros
monumentos y rutas desde Ejea de los Caballeros
Ejea de los Caballeros es
un lugar privilegiado para poder hacer rutas monumentales, pues
además de las Cinco Villas, se puede viajar en poco
tiempo a otras comarcas monumentales de Zaragoza, Huesca y Navarra.
Empezando por lo más
cercano, hablaremos de la iglesia románica de Puilampa,
a las afueras de Sádaba, una de las joyas del románico
aragonés.
En Sádaba,
el plato fuerte, además de Puilampa, es el extraordinario
castillo y los yacimientos romanos de Los Bañales
y el Mausoleo de los Atilios.
En la vecina villa de Tauste
tenemos la iglesia de Santa María, con bonita torre mudéjar.
Desde Ejea de los Caballeros
podemos optar por acercarnos a las villas y poblaciones medievales
de Sos del Rey Católico, Uncastillo, Biota,
Luesia y El Frago donde el viajero se puede "aburrir"
de ver románico.
Si el románico y
los castillos (antiguas y austeras fortificaciones de la reconquista)
son nuestros objetos de interés, hay otros muchos lugares
a visitar como Luna, el Frago, Biel, Luesia,
etc.