Catedral
Nueva de Plasencia
Introducción histórica
Plasencia
fue fundada por el rey castellano Alfonso VIII en el año
1186 en un lugar fronterizo con los reinos de León y Portugal
así como los dominios musulmanes. Su estrategia consistía
en establecer un punto de fuerte que sirviera de lanzadera para
las conquistas de los territorios musulmanes del oeste de la Península.
Además, de este modo, cerraba la expansión militar
del vecino reino de León. En 1189 se establece como sede
episcopal.

La debacle cristiana de la Batalla de Alarcos de 1195
causó que unos mes más tarde los almohades tomasen
efímeramente la joven ciudad, que fue reconquistada definitivamente
para Castilla en el verano de 1196 y fortalecida con un anillo amurallado.

El Conjunto Catedralicio de Plasencia
La catedral de Plasencia es, junto a su homónima
de Salamanca, los dos ejemplos paradigmáticos españoles
de dos catedrales de periodos artísticos distintos que, superpuestas
entre sí, acaban configurando una única construcción
aparente y funcionalmente unitaria.
En el caso de la seo placentina, conviven de una manera
perfectamente apreciable un primer edificio de transición
entre el románico y el gótico al que le fue superpuesto
entre finales del siglo XV y durante todo el siglo XVI una segunda
estructura ya plenamente plateresca.

Fue muy frecuente durante la Baja Edad Media española
y, sobre todo, a lo largo de la Edad Moderna, la ampliación
o sustitución de vetustas catedrales románicas por
edificaciones mucho más amplias, modernas, funcionales y
acordes a los gustos estéticos del momento, conservándose
en algunos casos restos aislados y residuales de la primitiva construcción,
pudiendo ser citados como ejemplos de tal circunstancia las catedrales
de Burgos, Palencia, Ciudad Rodrigo o El Burgo de Osma entre otras.
Sin embargo, tanto en Salamanca como en el caso que
nos va a ocupar de Plasencia, su singularidad viene dada porque
para tal cometido, en lugar de destruir la teóricamente obsoleta
catedral románica, se optó por superponer la -en el
momento- vanguardista construcción a la ya preexistente,
dando como resultado la coexistencia de dos catedrales en una.

Bien es cierto que, en Plasencia, dicha circunstancia
probablemente vino dada por motivos económicos, ya que, mientras
se edificaba la nueva catedral plateresca, se mantuvo en pie y con
culto la primitiva románica con la intención de después
derribarla; sin embargo, en un momento dado, la posible escasez
de fondos, obligó a paralizar el proyecto de la catedral
nueva y se optó por solapar ambos inmuebles.
La Catedral Vieja
La primitiva seo medieval placentina fue levantada
entre los siglos XII y XIII en un estilo de transición del
románico al gótico. Posteriormente, entre los siglos
XIV y XV y siguiendo planos de Juan Francés, Juan Pérez
y Diego Díaz, fue sometida a varias reformas ya en un estilo
puramente gótico entonces imperante.
Durante la última década de la decimoquinta
centuria, debido principalmente a la necesidad de aumentar la capacidad
del templo ante el crecimiento demográfico de la ciudad,
se plantea la erección de una nueva catedral, para lo cual,
se comienza por destruir cabecera y crucero de la antigua y respetar
el cuerpo de naves para seguir celebrándose el culto durante
las obras.
En un momento dado, como ha quedado dicho, el cabildo
se vio imposibilitado -seguramente por razones económicas-
a finalizar el proyecto, de manera que el contratiempo se solventaría
solapándose funcionalmente ambos edificios, dando como resultado
un cuerpo de naves románico rematado en un crucero y cabecera
en estilo plateresco.


Además de las naves, de la primitiva catedral
románica han llegado a nuestros días la fachada occidental,
parte del claustro, así como la antigua sala capitular o
capilla de San Pedro, rematada con la popularmente llamada Torre
del Melón: singular pieza claramente emparentada estilísticamente
con los llamados cimborrios bizantinizantes del Duero en los que
se incluyen la Torre del Gallo de la catedral vieja de Salamanca,
o las cúpulas de la catedral de Zamora o la colegiata de
Toro.
Más
información de la Catedral
Vieja de Plasencia 

La Catedral Nueva
Las obras de la Catedral Nueva se iniciaron en el año
1498, prolongándose a lo largo del todo el siglo XVI bajo
mandos sucesivos de varios de los más notables arquitectos
del Renacimiento español.
Al primer proyecto corrió a cargo de Enrique
Egas, quien planificó un esquema de planta tipo salón
con naves a semejante altura abiertas a un amplio crucero no marcado
en planta que, a su vez, abriría a una cabecera poligonal
flanqueada por sendas capillas laterales.

En 1513 encontramos al frente del proyecto a Francisco
de Colonia, quien sería sustituido hacia 1520 por Juan de
Álava, siéndole atribuidas las trazas de la cabecera
y del crucero. A su muerte, tomaría el relevo durante tan
solo un año Alonso de Covarrubias hasta que, en 1538, quien
hallamos al mando es Diego de Siloé.
En 1544 aparece citado como Maestro Mayor de la catedral
de Plasencia Rodrigo Gil de Hontañón, quién
será el encargado de rematar el proyecto además de
plantear, entre otras cosas, la magnífica fachada norte en
la que a continuación nos detendremos.
El traslado del Santísimo desde la catedral
vieja a la nueva está documentado en el año 1558,
sin embargo, consta que los trabajos en ella continuaron hasta 1578,
fecha en que quedan paralizadas. Muy posteriormente, ya en el siglo
XVIII, se rematarían los trabajos hasta quedar en su configuración
actual.
Interior
Al interior, las tres naves paralelas de la primitiva
fábrica románica se corresponden con la central de
catedral nueva, adosándose a cada uno de sus costados una
nave lateral de tres tramos que, dentro del binomio catedralicio,
dan la sensación de crucero.

Las tres naves presentan idéntica altura a modo
de las "hallenkirche" o iglesias salón alemanas,
cubriéndose las bóvedas mediante finas nervaduras
que dibujan bellísimos entramados geométricos.

Los soportes, configurados a base de finos haces de
columnas, dan la apariencia de hojas de palmera al no contar con
capiteles, desembocando directamente en las nervaduras y generando
con ello una sensación de enorme esbeltez.

Portadas
Ya en el exterior, son de sobresaliente interés
sus dos puertas principales, la norte obra de Gil de Hontañón
(1558); y la sur, popularmente conocida como "del Enlosado",
atribuida a Diego de Siloe (1438-1548).
La septentrional, enmarcada por dos contrafuertes ornamentales
enriquecidos mediante pilastras, frisos y hornacinas, se configura
a modo de fachada-retablo de cuatro cuerpos en altura y tres calles
verticales, abriéndose en la central el vano de entrada,
dos hornacinas de medio punto y un gran ventanal; y en las laterales
juegos de pilastras y hornacinas rematadas en el cuerpo alto por
sendos frontones clasicistas.

Entre los motivos decorativos, llaman la atención
los minuciosos entramados vegetales de los frisos, las balaustradas,
los medallones y los "candelieri", habilitándose
en los intercolumnios espacios avenerados a modo de nichos destinados
a acoger esculturas que nunca llegaron a disponerse.

La portada sur, obra de Diego de Siloé y conocida
popularmente como "Puerta del Enlosado" en referencia
al espacio que le precede, presenta un diseño puramente italianizante
a base de dos cuerpos de los cuales, en el inferior se abre el vano
de medio punto abocinado entre parejas de columnas jónicas.
Sobre él, separado por un entablamento ornado
a base de medallones, el segundo cuerpo queda definido por columnillas
abalaustradas que perfilan una doble ventana -hoy ciega- abrazando
una hornacina cuadrangular sobre la que se distinguen los blasones
de Carlos V y del Obispo Gutierre de Vargas.
Igualmente interesante es, aunque ya al interior, la
puerta de la sacristía, habilitada en el costado de la epístola
y configurada a base de pilastras, frisos y hornacinas profusamente
decoradas.
Cuenta también la Catedral Nueva placentina
con una interesantísima colección de bienes muebles,
destacando su retablo mayor, obra neoclásica con esculturas
de Gregorio Fernández y pinturas de Francisco de Ricci entre
otros y en cuyo espacio central de la calle inferior preside la
imagen medieval de nuestra Señora del Sagrario.
Pieza sobresaliente es también la sillería
del coro, sin duda, una de las mejores conservadas en tierras españolas.
Encargada al entallador Rodrigo Alemán, es una obra en madera
de nogal confeccionada entre la segunda mitad del siglo XV y los
primeros años del XVI. La reja que precede al coro es, sin
embargo, una obra más tardía atribuible a Juan Bautista
Celma.
