Introducción histórica
Lugo fue una importante ciudad romana "Lucus
Augusti" que llegó a convertirse en Capital de Convento
Jurídico Lucense. De aquellos tiempos de la Antigüedad
han quedado numerosos restos arqueológicos y, sobre todo,
su emblema monumental por la que es conocida la urbe: su muralla
romana. Si bien poco a poco se han ido recuperando espacios
arqueológicos interesantes como la Casa de los Mosaicos,
la Domus del Mitreo, la piscina romana y numerosos restos de
estructuras urbanas.
La
debilidad del Imperio Romano que comienza a dejarse notar a
finales del siglo III d.C. y las primeras incursiones germánicas
pudieron ser las causas principales por la que se acomete la
magna obra de la muralla de la que luego nos ocuparemos.
Con la consolidación del Cristianismo, Lugo
va a pasar a ser sede episcopal, lo que demuestra la importancia
y vitalidad de la ciudad en época bajoimperial.
Sin embargo, el siglo V d.C. el Imperio Romano
de Occidente comienza su desmoronamiento progresivo al que Lugo
no va a ser ajena. Tribus suevas se hacen con el poder del territorio
hasta que los visigodos los vencen y asimilan.
Con la invasión árabe y beréber
de comienzos del siglo VIII, la ciudad lucense va pertenecer
durante un muy breve periodo de tiempo de unas décadas
a los musulmanes, aunque pronto se retiran y la ciudad y su
entorno pasan a manos del naciente Reino Asturiano.
Durante la Edad Media Lugo va creciendo y se sustituye
la vieja catedral prerrománica por otra románica
en el siglo XII. Es época de vitalidad pero también
de revueltas y enfrentamientos entre los diferentes poderes
fácticos de la ciudad.
En esta guía de la ciudad de Lugo nos ocuparemos
de los principales monumentos romanos y medievales.
La muralla romana
La muralla de Lugo tiene más de 2 km. de
extensión, y rodea todo el casco histórico de
la urbe. Se trata de la única muralla romana en la Península
Ibérica que ha conservado de forma íntegra todo
su perímetro, lo que motivó su inclusión
en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. El
análisis de sus materiales y las monedas encontradas
en las excavaciones arqueológicas evidencian que fue
construida a finales del siglo III. Su perímetro conforma
un rectángulo irregular, que se adapta al terreno. Sus
muros tienen una altura variable, en función de las zonas,
de 8 a 12 m. En su momento llegó a contar con ochenta
y cinco torres semicirculares, de las cuáles tan sólo
se han conservado setenta y una.
Aunque muchas de estas estructuras se han deteriorado
con el paso de los siglos, la torre de A Mosqueira supone un
buen ejemplo de la forma que tuvieron originariamente, con varios
pisos y ventanas abiertas al exterior.
En la actualidad son diez las puertas que permiten
atravesar la muralla. De ellas cinco son de época romana,
si bien han sufrido numerosas intervenciones posteriores: la
Porta Falsa, la porta de San Pedro, la porta de Santiago, la
porta Miñá, y la porta Nova.
La mejor conservada es la porta Miñá.
Debe su nombre al río Miño, dado que era la salida
que se asomaba a él. Está estructurada en torno
a un arco de medio punto rebajado, tanto en la parte exterior
como en el interior. Todavía puede verse en la parte
interior el espacio reservado al cuerpo de guardia, en donde
también se encontraría la maquinaria que permitía
subir y bajar la puerta. Tanto las puertas como las torres fueron
realizadas con gruesos sillares de granito. En los lienzos los
materiales que encontramos son pizarras, cuarcitas y también
granito, materiales que en muchos casos fueron reutilizados
de otras construcciones.
Eran varios los elementos defensivos con los que
contaba la muralla lucense. Por un lado, el acceso al paseo
de ronda se realizaba mediante escalas de mano, que permitían
subir el primer tramo hasta otras escaleras que se abrían
en la muralla a media altura. Muchas de ellas todavía
permanecen ocultas detrás de las torres. Además,
la muralla contaba con un foso exterior, que se ha encontrado
tan sólo en algunas partes, aunque quizás la rodeó
por completo. Este foso ocupaba una gran extensión, de
unos 30 metros de anchura y 5 metros de profundidad. Por último,
a intramuros las edificaciones no se levantaron pegadas a la
muralla, sino que dejaron un amplio espacio vacío.
La Catedral de Santa María
La de Santa María de Lugo no es, obviamente,
la más conocida de las catedrales románicas gallegas.
Oscurecida por la magnificencia de la de Santiago de Compostela,
incluso nos atrevemos a insinuar que también por las
de Ourense y Tui, muchos visitantes se quedarán sorprendidos
por su belleza.
El templo románico actual ocupa el solar
de otros templos anteriores altomedievales. Aunque iniciada
en el siglo XII debió seguir construyéndose en
el XIII, amén de otras importantes reformas posteriores
que acabaron por cubrirla de aditamentos epidérmicos
lo que dificulta a simple vista, desde el exterior, su reconocimiento
como edificio románico.
El proyecto fue el de un edificio románico
de tres naves, transepto y cabecera triabsidal escalonada sin
girola. En un momento dado se decidieron realizar las reformas
pertinentes para alzar sobre las naves laterales sendas tribunas.
En la fachada norte del transepto, bajo un gran
porche tardogótico se cobija una importante portada románica
presidida por un tímpano con un Cristo en Majestad: una
obra genial del tardorrománico español emparentada
con la homóloga de la iglesia de Santiago en la localidad
palentina de Carrión de los Condes. La pieza escultórica
se remata en la parte inferior con un pinjante a modo de capitel
con la representación de la Última Cena y una
inscripción que hace referencia a San Juan Evangelista.
En la Baja Edad Media van a comenzar a realizarse
intervenciones no románicas. Concretamente, se derriban
los tres ábsides para construir un altar mayor rodeado
por una girola. También de esta fecha es el campanario
del lado norte.
Ya en el siglo XVII se decidió construir
en el extremo oriental de la cabecera una nueva estancia: la
Capilla de las Virgen de los Ojos Grandes, como un templete
o camarín de planta centralizada.
Otra importante reforma es la construcción
de la gran fachada oeste de estilo neoclásico.
Más
información de la Catedral
de Lugo
La iglesia de San Pedro y el antiguo convento
de San Francisco
La iglesia de San Pedro se encuentra en la plaza
de la Soledad, cerca de la Plaza Mayor y de la Catedral. El
templo llamado en la actualidad de San Pedro fue la iglesia
del antiguo convento franciscano que, según la leyenda,
fue fundado por el mismo san Francisco cuando hipotéticamente
peregrinó a Santiago en el año 1214.
No obstante, algunos autores afirman que no se
tiene constancia de la llegada de los monjes mendicantes a la
ciudad de Lugo hasta la década de los setenta de ese
siglo.
La portada está formada por un arco trilobulado
enmarcado por una triple arquivolta apuntada. La decoración
se reduce a unas sencillas formas geométricas, lo que
preludia el interior, que también es de una gran sobriedad
decorativa, conformando un ejemplo paradigmático del
gótico mendicante. Sobre ella hay un gran ventanal que
recorre verticalmente toda la fachada, formado por un arco de
medio punto que remata en una chambrana decorada también
con formas geométricas.
Junto a la portada, en el lado norte, se sitúa
la torre campanario, de planta cuadrada, y adelantada al cuerpo
de la iglesia. También junto a la portada, pero en el
lado sur, se encuentra la capilla de la Venerable Orden Tercera.
Es una construcción de finales del siglo XVII, con planta
cuadrada y cubierta con bóveda de cañón.
El interior se estructura en torno a una única
nave con crucero, formando una cruz latina, con tres ábsides
poligonales, el central de mayor tamaño. Las dos naves
se cubren con una sencilla cubierta de madera soportada con
arcos diafragma. Este sistema constructivo era mucho más
rápido y mas barato que las pesadas bóvedas de
crucería, para las que había que levantar un complicado
sistema de contrafuertes.
El interior resulta muy luminoso, gracias a las
ventanas que se abren en los ábsides, el ventanal de
gran tamaño que se encuentra en el muro de los pies,
y en el rosetón vidriado que puede verse en el lado meridional
del crucero. Destacan algunos sepulcros nobiliarios de gran
interés, situados en las capillas situados en los ábsides
laterales.
Al norte de la iglesia se sitúa el claustro,
al que se abren la cocina y el refectorio, que son las únicas
dependencias que se han conservado. Todas ellas se encuentran
integradas en el Museo Provincial de Lugo.
Claustro
El claustro fue construido en 1452, tal y como
puede leerse en una inscripción situada en sus arcos.
Tiene una planta cuadrada, y al igual que la iglesia, es un
magnífico ejemplo de arquitectura mendicante. Cada panda
presenta un total de nueve arcos de medio punto, divididos en
tres bloques por medio de dos pilares, con unas columnas dobles
muy estilizadas, y capiteles dobles decorados en su mayor parte,
con formas vegetales. El piso superior fue construido posteriormente.
En la panda septentrional pueden verse los arcos
de ingreso de la sala capitular, único resto conservado
de esta dependencia.
Tanto la cocina como el refectorio fueron reconstruidos
en el siglo XVIII sobre las dependencias originales. En la cocina
destaca una chimenea alicatada de gran tamaño que ocupa
buena parte del espacio.
El Museo Provincial
El Museo Provincial de Lugo ocupa las dependencias
del antiguo convento de San Francisco, y se sitúa junto
a la iglesia de San Pedro.
Este museo se creó oficialmente en 1932,
materializando el deseo que se venía acariciando desde
la segunda mitad del siglo XIX de crear una institución
que salvaguardase las obras de arte que albergaban los templos
y conventos desamortizados. En un principio la institución
nació con el propósito de albergar una colección
arqueológica. Pero desde sus inicios también ingresaron
pinturas y otros objetos de Bellas Artes, que dieron lugar a
las dos las secciones en las que se divide la colección
del museo en la actualidad. En un primer momento se instaló
en el Palacio de San Marcos, pero este espacio pronto se quedó
pequeño, y en 1957 se trasladó a su sede actual.
En 1997 se acometieron unas obras que permitieron ampliar el
espacio expositivo, y crear una sala específica para
las muestras temporales.
La visita comienza en el antiguo refectorio del
convento, en donde se exponen algunas maquetas arquitectónicas
de edificios singulares de la provincia de Lugo. A continuación
se accede a la cocina, y al claustro, en donde puede verse una
fantástica colección de epigrafía romana
y medieval en aras y placas votivas, así como algunos
objetos arqueológicos de diferentes épocas como
capiteles prerrománicos y góticos. En el piso
bajo se sitúan también las salas de arte sacro
con numerosos ejemplos de escultura y pintura medieval, renacentista
y barroca, así como obras de orfebrería y Bellas
Artes.
En la última sala se exponen algunas piezas
de arte antiguo que son algunas de las obras maestras del museo,
como la estela funeraria de Crecente (siglo I), dos estelas
bifrontes de Adai y Atán (siglo II), y los mosaicos de
Armañá y Batitales (siglo III).
El recorrido continúa en la planta superior,
en donde se puede ver una interesantísima colección
de piezas de orfebrería y numismática de diferentes
épocas, entre las que destaca el Tesorillo de Agrade,
formado por 3475 monedas; o la sala de las lucernas, en donde
se expone una curiosa colección de estos objetos procedentes
de diversos yacimientos, con una amplia cronología. También
hay una serie de salas temáticas dedicadas al arte gallego
de diferentes etapas históricas, así como salas
monográficas, dedicadas a pintores locales como Antonio
Fernández, Xulia Minguillón, o Xesúa Corredoira.
La iglesia del convento de Santo Domingo
La iglesia de Santo Domingo se ubica en la plaza
homónima, en el centro histórico de la ciudad.
En el último cuarto del siglo XIII se tiene constancia
de la llegada de las órdenes mendicantes la ciudad, estando
documentada una comunidad de monjes dominicos desde, al menos,
1274. El convento y la iglesia actual se realizaron en diferentes
etapas a lo largo del XIV. En 1390 parece que las obras ya estaban
terminadas. No obstante, en los siglos XVII y XVIII el edificio
sufrió numerosas intervenciones que desvirtuaron en parte
su estética medieval. De época gótica se
ha conservado la puerta de acceso al templo, la cabecera, una
parte del crucero, y la puerta que comunica el templo con el
claustro.
El convento estuvo ocupado por la orden dominica
hasta la desamortización. No obstante, el edificio no
quedó abandonado, como ocurrió con tantos otros,
sino que desde la década de los cuarenta del siglo XIX
se instalaron en él las monjas agustinas, que continúan
ocupándolo en la actualidad
La portada de la iglesia se sitúa en el
lado de la epístola y se precede, en el exterior, de
un pórtico realizado en el siglo XVIII. Está formada
por un arco apuntado enmarcado por tres arquivoltas y una chambrana
decoradas con formas geométricas, y sostenidas por tres
pares de columnas cuyos capiteles presentan decoración
vegetal.
La iglesia tiene planta de cruz latina, con una
sola nave que remata en tres ábsides poligonales, que
se abren a las naves por medio de elegantes arcos de crucería.
En el ábside meridional se encuentra el magnífico
sepulcro de Fernán Díaz de Ribadeneira el Viejo,
con la estatua yacente del difunto bajo un arcosolio.
Del crucero se conserva de época medieval
los cuatro pilares que sostenían el cimborrio gótico.
En 1655 éste se sustituyó por la actual bóveda
de media naranja, obra de Pedro Rodríguez Maseda, que
también trabajó en el claustro del convento en
los años anteriores.
La nave gótica se derribó en
el último cuarto del siglo XVII, sustituyéndose
por la actual, de estética barroca, que fueron ejecutadas
bajo el proyecto de Pedro Martínez Cuellar. Se trata
de una sencilla nave de cinco tramos, con un coro a los pies.
La Plaza de Santa María
La plaza de Santa María se sitúa
en el centro de la ciudad, junto al pórtico, la Torre
Vieja, y la cabecera de la Catedral. Tiene una planta triangular,
y está delimitada, por tres grandes edificios: el mencionado
templo catedralicio, el palacio episcopal, y la trasera de la
Fundación Caixa Galicia, comunicándose en este
lado con la Plaza Mayor por medio de la escalinata de Luis Pimentel.
El palacio episcopal es un imponente edificio construido
en el siglo XVIII sobre el solar que ocupó un antiguo
palacio gótico. Por su parte, el edificio de la sede
bancaria fue construido en la década de los noventa,
tras el derribo de otro anterior, construido en los sesenta,
perteneciente a la Caja de Ahorros Provincial de Lugo.
En la actualidad la plaza se configura como un
espacio diáfano, pavimentado con granito, y cuyo único
adorno lo constituye un crucero situado junto al ábside
del templo.
Esta plaza nunca formó parte de la ciudad
antigua. De hecho, es un espacio relativamente reciente, pues
fue creado entre diciembre de 1917 y enero de 1918. Anteriormente
en este lugar había un jardín privado, perteneciente
al palacio episcopal. En el pasado existió una travesía
que comunicaba el templo con la residencia de los obispos por
medio de un arco que cerraba este jardín por el oeste,
que cegaba la arcada oriental del pórtico de la Catedral,
y constituía la entrada solemne de los obispos y la alta
jerarquía eclesiástica al templo.
La piscina romana
En el transcurso de unas obras de pavimentación
de la plaza de Santa María realizadas en la década
de los sesenta se descubrió una piscina de época
romana junto al ábside de la Catedral. Debido a la falta
de medios para emprender una excavación arqueológica,
en se momento se decidió cubrirla con arena. En el año
2011 se emprendieron las obras de restauración, que permitieron
conocer y poner en valor esta estructura, que en la actualidad
puede verse a través de una ventana abierta en el suelo
de la plaza.
Se trata de una piscina del siglo IV, que pudo
pertenecer a un complejo termal, aunque también se ha
dicho que pudo formar parte de un primitivo baptisterio paleocristiano.
Tiene una planta rectangular, con unas dimensiones aproximadas
de 3,5 x 1,80 m., y los dos lados menores curvos. En uno de
éstos hay un pequeño escalón de acceso.
Originariamente se encontraba completamente revestida de mosaicos,
la mayoría de los cuáles se conservan en buen
estado.
Éstos tienen una decoración a base
de motivos geométricos con tonos grises y negros. En
el lado septentrional hay una forma un tanto abstracta, que
puede representar a una serpiente mordiéndose su propia
cola.
(Autores del texto del artículo
de ARTEGUIAS:
Víctor López Lorente y David de la Garma)