
El arte
musulmán en época almorávide y almohade
Las
invasiones africanas de los siglo XI y XII (almorávide y
almohade) traerán consigo una serie de novedades arquitectónicas
y decorativas muy significativas en la evolución del arte
musulmán en la Península Ibérica.
Sus obras
se caracterizarán por el empleo sistemático del sillarejo
o la mampostería combinadas hiladas de ladrillo; por los
novedosos perfiles polilobulados o de herradura apuntad de los arcos,
por sus espectaculares bóvedas de mocárabes, y por
los artesonados de lazo y armaduras de par y nudillo.

Almorávides
Introducción
a la historia del pueblo almorávide
Los
almorávides fueron un pueblo formado por monjes-soldados
procedentes de grupos bereberes nómadas de los desiertos
del Sáhara. Estos grupos abrazaron de manera radical el Islam
y, animado por ello y merced a su resistencia y su belicosidad,
fueron capaces de dominar un inmenso imperio que abarcó lo
que actualmente es el Sáhara Occidental, Marruecos, parte
de Mauritania y Argelia, y además, la mitad sur de la Península
Ibérica.
Los almorávides
controlaron las vías comerciales que conducían productos
como el oro desde el corazón del África Negra hacia
el norte y Al-Andalus. Su principal monarca fue el longevo Yusuf
ibn Tasufin
Fundaron Marrakech
y la convirtieron en la capital de su territorio. Su hegemonía
hay que fecharla en la segunda mitad del siglo XI y la primera del
XII, puesto que en 1147, cayó su capital.
Arte
almorávide
El arte almorávide
recibe muy claramente la influencia del arte desarrollado en el
siglo XI en Al-Andalus tras la caída del califato; es decir,
el suntuoso arte de las Taifas. Sin embargo, los almorávides
en un primer momento desarrollan un arte y una arquitectura muy
austera, como corresponde con sus criterios religiosos rigoristas
y ascéticos. A partir de los últimos años de
vida de su imperio, en el siglo XII, tal sobriedad se pierde y se
desencadena un mayor lujo en sus obras.

Las principales
características del arte almorávide son el uso del
ladrillo, yeso y madera; y el abandono en gran medida de la columna
en favor del pilar. Los muros se animan con atauriques y mocárabes
mientras que en los vanos, se alcanzan formas de gran fantasía
e innovación como los arcos mixtilíneos, túmidos,
polilobulados etcétera.
Monumentos
Almorávides
Como hemos indicado,
el arte almorávide es deudor del arte andalusí de
las Taifas. Sin embargo, las principales obras conservadas se hallan
en el norte de África, como es el caso de las mezquitas de
Tlemecén y de Argel, donde aparece otro tipo de cúpula
denominada de muqarnas, cuyo modelo mas destacado es la existente
en la mezquita de Qarawiyin en Fez.
Qubbat
Barudiyin de Marrakech
La Qubbat Barudiyin
de Marrakech es uno de los mejores edificios conservado del mundo
almorávide. Su construcción es de 1120. Se trata de
un pabellón cupulado de planta rectangular que cobijaba la
fuente para las abluciones de la Mezquita de Alí ibn Yusuf.
Exteriormente
consta de dos pisos; el de abajo es el de acceso al interior, mientras
que el superior, permite la iluminación gracias a vanos con
arcos túmidos, polilobulados y mixtilíneos.

La magnífica
bóveda es gallonada y octogonal y su peso se traslada a la
muros rectangulares mediante un complejo sistemas de arcos polilobulados.
La superficie está ricamente decorada.
Castillo
de Monteagudo (Murcia)
En
la Península Ibérica, son escasos los vestigios conservados
de arquitectura almorávide. De todos ellos, merece ser mencionado
sin duda el conocido como Castillo de Monteagudo, una potentísima
fortaleza que preside la llanura murciana. Consta
de un doble recinto, uno inferior articulado mediante torres, y
uno superior, adaptado a la orografía del terreno y desde
el cual, se ejercía la defensa tanto de la ciudad de Murcia
como de su fértil campiña.
Introducción
a la historia del pueblo almohade
Los almohades
fueron un pueblo bereber originario del Norte de África nacido
a finales del siglo XII y principios del XIII gracias a Ibn Tudmar;
quién en respuesta a los fracasos almorávides en su
política expansiva por la Península Ibérica
y, sobre todo, contrario a su relajación en la praxis religiosa,
inició un movimiento de carácter rigorista basado
en el seguimiento estricto y literal del Corán.
El imperio almohade
se extiende cronológicamente desde principios del siglo XII hasta
su decadencia y desaparición a mediados del XIII. En su momento
de máxima expansión, dominaron sobre casi todo el Magreb, y la mitad
meridional de la Península Ibérica.
Tras ejercer
su dominio por todo el Magreb norteafricano, los almohades ingresaron
en Al-Andalus al auxilio de las precarias taifas en que, tras las
derrotas de los almorávides, había quedado nuevamente
fragmentado el territorio peninsular.
Pese a sus temibles
prácticas bélicas basadas en la intimidación
y en el fanatismo de su soldadesca, la expansión almohade
por la Península no fue sencilla ya que por un lado se topaba
con la enconada defensa de los Reinos Cristianos reconquistados
y, por otro, con el rechazo de una buena parte de la población
musulmana, contraria a las radicales posturas religiosas de los
invasores. Además, adoptaron políticas muy contrarias
a las minorías religiosas judía y cristiana (mozárabes).

La toma de Sevilla
en 1147, la expansión por el Mediterráneo a través
de Murcia y Valencia y, sobre todo, su victoria en Alarcos en 1195,
supusieron el punto culminante del dominio almohade en Al-Andalus;
sin embargo, pocas décadas después, la alianza de
varios de los monarcas cristianos frente al enemigo común,
sumado a una serie de diferencias internas de la dinastía
musulmana, desembocó en la victoria cristiana en Las Navas
de Tolosa (1212).
Tras este gran
revés, se abre la posibilidad de una rápida conquista
de Andalucía. Sin embargo, el verdadero motivo del fin del
imperio almohade se producirá, como fue frecuente en la historia
de las dinastías musulmanas magrebíes, más
por las luchas internas y conflictos tribales que por las guerras
contra los cristianos.
Arte
Almohade
Los almohades
se expandieron tras la estela de los almorávides pero, en
cierto modo y pese a sus choques ideológicos, heredarían
sus costumbres constructivas adaptándolas tanto a sus nuevas
necesidades como, principalmente, a sus estrictos y casi ascéticos
dictados religiosos.
Las
principales construcciones del arte almohade se caracterizan
por la sencillez y la austeridad a la que les predispone su doctrina.
Las mezquitas, casi siempre revocadas en blanco al interior y generalmente
tendentes a la espaciosidad y a la simetría de líneas,
apenas permiten licencias decorativas, reduciéndose éstas
a simples fórmulas florales o geométricas, innovando
en este sentido al introducir los paneles de sebqa.
En cuanto a
los arcos, continúan con la tradición almorávide
en el uso de los sistemas túmidos (herradura apuntada); recurriendo
a las formas lobuladas y mixtilíneas sólo en espacios
que pretenden ser realzados jerárquicamente, caso del mirhab
o la maxura de la mezquita.
En cuanto a
la arquitectura militar se refiere, los almohades emplearon el sillarejo
y la mampostería reforzada con argamasa. Sus sistemas defensivos
alcanzaron un gran perfeccionamiento ya que la sucesión de
distintos perímetros fortificados cuajados de torres albarranas
y corachas, hacían sus fortalezas prácticamente inexpugnables.
Fueron igualmente
los almohades muy hábiles tanto en el arte de la marquetería,
habiéndonos dejado numerosos testimonios como mimbares o
armazones; como en el tratamiento de la cerámica vidriada.
Los
alminares almohades
Uno de los elementos
arquitectónicos en que más destacaron los constructores
almohades fue en los alminares de las mezquitas.

Hay una trilogía
de alminares de gran belleza y monumentalidad que, además,
muestran importantes analogías entre sí. Nos referimos
a la torre Kutubiya de Marrakech, la de Hassan de Rabat y la de
la Mezquita de Sevilla (Giralda).

Desde el punto
de vista estructural, coinciden en disponer de una torre central
"rodeada" de otra torre periférica exterior. Entre
ambas se construyeron las rampas o escaleras para subir a lo alto.
Esta estructura
de alminar almohade arraigó en ciertas zonas de la Península
de tal manera que permaneció inmutable durante siglos en
Aragón, cuando se comenzaron a construir torres para iglesias
cristianas (de estilo mudéjar) desde el siglo XIII.

La similitud
entre estos alminares no es sólo estructural sino también
ornamental. Así en todas ellas encontramos vanos con arcos
de herradura, arquerías murales mixtilíneas, paños
con sebqa, etc.
Principales
monumentos almohades conservados en España
La
Giralda de Sevilla
La
emblemática Giralda de Sevilla es el alminar de la mezquita
mayor de Sevilla, la obra almohade de mayor enjundia de todo Al-Andalus.
Fue iniciado en 1184 tras su encargo a Ben Baso y la terminó
Alí de Gamara en 1198.
Este
importante edificio musulmán fue destruido para construir
la catedral cristiana de estilo gótico, respetando únicamente
dos elementos musulmanes: la citada Giralda, reconvertida en campanario
cristiano, y el Patio de los Naranjos.
El
último cuerpo de La Giralda fue sustituido en el siglo XVI
por Hernán Ruiz mediante un remate renacentista sobre el
que gira el "giraldillo", que da nombre a tan afamada
torre.
La
decoración exterior se basa en la sucesión de ajimeces;
bien con arcos de herradura semicirculares o polilobulados, rodeados
siempre por un alfiz y acogidos por otro gran arco lobulado apuntado.
En las calles laterales hay arcos murales y se extienden redes de
"sebqa" una fórmula geométrica basada en
la superposición y prolongación en el espacio de arcos
lobulados y mixtilíneos entrecruzados.
No
sólo la gran altura de este alminar hace destacar a la Giralda
entre todas las norteafricanas, sino su decoración en franjas
o calles verticales le confiere una airosidad especial. El
esfuerzo de ascender por el interior de esta torre hasta el cuerpo
de campanas da oportunidad de poder observar a poca distancia los
magníficos trabajos de sus ventanales, además de aprovechar
a presenciar la complicada estructura exterior de la catedral gótica
sevillana.
Más
información de la Giralda
de Sevilla 
Patio
de los Naranjos de la Catedral de Sevilla
El
Patio de los Naranjos es, junto a la Giralda, lo que queda de la
desaparecida mezquita mayor almohade de Sevilla de Ben Basso. Cumpliría
la función de "shan" o antesala para las abluciones
de los musulmanes sevillanos antes de entrar al haran de la mezquita.

Aunque
con muchas reformas, se advierte su estructura de patio conformado
por pilares que sostienen grandes arcos túmidos. La puerta
principal, llamada del Perdón, es también de factura
almohade. En
el centro hay una fuente que pudo ser una pila visigoda o un baño
de las termas romanas.
Torre
del Oro
Casi
tan famosa como la propia Giralda y uno de los monumentos de arte
musulmán más señalados de España, la
Torre del Oro es un edificio de fines defensivos o militares construido
al borde del río Guadalquivir que se supone servía
para defender la ciudad impidiendo el tránsito de embarcaciones
mediante cadenas que atravesaban el cauce.
Tiene
un ancho cuerpo almenado de planta dodecagonal del que emana una
pequeña torre, también dodecagonal, que representa
el remate del cuerpo o núcleo interior que alberga la Torre
del Oro. A lo largo de la historia ha sufrido numerosas transformaciones
pero, a pesar de ello, conserva una soberbia estampa.
Más
información de la Torre
del Oro 
Patio
del Yeso del Alcázar de Sevilla
El
Alcázar de Sevilla ya existía en época califal
y desde entonces, se han sucedido diferentes intervenciones en época
taifa, almohade, mudéjar, etc.

El
tramo del patio propiamente almohade consta de siete arcos lobulados,
más grande el central, apoyados sobre pilares. El resto de
arcos es sostenido por columnas califales soportando sobre cada
uno de ellos una preciosa red calada de "sebqa".
Ermita
de Nuestra Señora de Cuatrohabitán. Bollullos de la
Mitación
A unos kilómetros
de Bollullos de la Mitación se ha conservado la preciosa
ermita de Nuestra Señora de Cuatrovitas o Cuatrohabitan,
en origen, una mezquita almohade que, pese a su adaptación
al nuevo culto, ha conservado notablemente su primigenia disposición
Se debió
de tratar de una pequeña mezquita de aldea rural formada
por una sala de oración de tres naves perpendiculares al
muro de la quibla que se hallaba en el sur.

Dichas naves
están separadas por arcos peraltados que fueron de herradura
enmarcados por alfiz, que gravitan sobre pilares prismáticos.
Al norte se
encuentra el alminar original, construido con ladrillo. Tiene la
estructura habitual ya comentada de los alminares almohades, es
decir, una torre central envuelta por otra exterior.
En medio se
dispuso de una escalera embutida cubierta por bóveda de medio
cañón.

La decoración
exterior es bastante sobria dada la humildad de la mezquita. Aún
así tiene interés por alternar arcos geminados de
herradura con otros agudos de lóbulos para decorar las aspilleras
de iluminación de la escalera.
