La
Técnica de la pintura románica mural o al fresco
y sus características estéticas
La
llamada pintura mural, es decir la que cubría los muros
de los templos, se basaba en la preparación de la pintura
a base de pigmentos coloreados diluidos en agua de cal. Este tipo
de pintura se aplicaba sobre la superficie mural a la que previamente
se había añadido una capa de enlucido para alisarla
(yeso, estuco...). La aplicación se hacía cuando
el enlucido estaba aún húmedo. Al
secarse, el conjunto adquiría gran dureza y resistencia.
Al igual
que la escultura románica, la pintura mural se integra
con la arquitectura y sigue las reglas del "marco arquitectónico
y esquema geométrico". Es decir, no se rige por imitación
de la naturaleza sino por una conceptualización racional.
Esto hace que las figuras sean planas, alargadas y sin perspectiva.
Los personajes se escalonan y adoptan diferentes tamaños
en función de su relevancia. Los ojos y manos adquieren
desproporcionada dimensión pues son las partes de la anatomía
humana más expresivas espiritualmente hablando.
Los colores
empleados son intensos y brillantes (rojo, amarillo, naranja y
azul) y se disponen en franjas contiguas de colores muy contrastadas
entre sí. El color negro servía para perfilar las
figuras.
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Pintura Románica
Difusión Probablemente
lo más cierto que se pude decir de la pintura románica
española y en general europea es que, en origen, se basaba
en un concepto y generaba una impresión estética
completamente diferente a la que tenemos ahora del románico.
Tras
siglos de circunstancias azarosas y restauraciones basadas en
conceptos erróneos, la pintura románica en los países
europeos ha terminado casi por desaparecer dejando paso a la visión
de los muros románicos completamente desnudos y el color
de la piedra o ladrillo como único representante cromático.
Originalmente,
la situación era muy diferente. Un edificio de época
románica no se consideraba terminado hasta que sus materiales
eran cubiertos por enfoscados y luego pintados. No sólo
nos referimos a que la escultura monumental estaba pintada (algo
evidente y que se puede todavía apreciar especialmente
en algunas iglesias rurales gallegas y pero también en
otras partes de España) sino que la inmensa mayoría
de sus muros eran cubiertos de pinturas.
Si la comunidad
donde se construía el templo tenía capacidad económica,
se contrataba a talleres que creaban completos programas iconográficos.
En caso contrario la decoración era más sumaria
y se esperaba a que en años posteriores se pudiera emprender
trabajos más ambiciosos.
Algo que aún puede sorprender más es que también
la superficies exteriores de los muros eran enfoscada y pintadas.
A pesar de ello, el panorama actual es que un número mínimo
de edificios conservan pinturas murales aceptablemente conservadas.
Afortunadamente,
algunas de estas pinturas, especialmente las de los ábsides
que solían ser las más cuidadas, están saliendo
a la luz poco a poco tras retirar los retablos colocados en siglos
posteriores y eliminar las capas de revocos y encalados superpuestos
y añadidos en épocas de epidemias.
De vez en
cuando salta la noticia en los medios de comunicación y
progresivamente estas sorpresas irán aumentando, a medida
que se realicen restauraciones cuidadosas.
No obstante
y como indicamos, la nómina actual es bastante pequeña
y parcial por lo que establecer relaciones estilísticas
entre unas cuantas obras separadas por cientos de kilómetros
y decenas de años en su origen es cuando menos arriesgado
por lo que ciertas interpretaciones eruditas que se suelen encontrar
en los tratados de arte deben ser tomadas con mucha cautela.
Tradicionalmente,
las diferentes muestras de pintura románica conservadas
en España se han afiliado a dos corrientes diferentes.
La corriente bizantina y la mozárabe. La corriente bizantina
penetraría a España por Cataluña proveniente
de Italia o incluso de Inglaterra a través de miniaturistas
que se forjaron en Sicilia, mientras que la mozárabe es
consustancial a todos los territorios españoles cristianos,
principalmente a Castilla y León.
San
Quirce de Pedret San Quirce de
Pedret es una iglesia prerrománica decorada con pinturas
románicas a finales del siglo XI. En el ábside central
parecen escenas de la Apocalipsis, entre los que destacan los
tres jinetes conservados que es donde mejor se aprecia la ascendencia
italiana y bizantina de estas pinturas.
San
Clemente de Tahull (Sant Climent de Taüll)
Indudablemente, las pinturas que cubrían el ábside
de San Clemente de Tahull y hoy conservadas en el Museo de Arte
de Cataluña, son una de las mejores obras de este estilo
en España y toda Europa.
La bóveda
de horno del ábside se pintó con un maravillosos
Cristo en Majestad ("Maiestas") de estilo bizantinante
rodeado por cuatro ángeles que portan los símbolos
de los evangelistas. Por debajo corre un friso donde aparece parte
del colegio apostólico con la Virgen.
Dentro de
las representaciones del tradicional "Pantocrátor"
románico, sin duda éste es de los más majestuosos,
nobles y cargados de trascendente divinidad de todos los representados
en el románico internacional. A ello colabora la simetría
perfecta y concepción geométrica de su rostro y
de toda su figura.
El Cristo de Tahull demuestra cómo el arte románico
buscó y encontró la trascendencia simbólica
a través del orden lógico y geométrico de
su arte.
Además
de estas fantásticas pinturas de Sant Climent de Taüll
y San Quirce de Pedret, en Cataluña hay excepcionales ejemplos
de pintura románica mural como las de Santa Maria de Taüll,
Sant Joan de Boí, Santa Maria d'Aneu, Sant Pere de Burgal,
Sant Pere de Sorpe, Sant Quirze de Pedret, Sant Pere de la Seu
d'Urgell, etc. Todas ellas trasladadas al Museo de Arte de Cataluña.
Sala
Capitular del Monasterio de Sijena
La Sala Capitular de este monasterio sufrió un lamentable
incendio durante la Guerra Civil y sus restos calcinados fueron
llevados al Museo de Arte de Cataluña. A pesar de su color
perdido forma una de las más importantes manifestaciones
pictóricas del románico europeo.
Sus escenas
están pintadas con un claro bizantinismo. Las escenas representadas
van desde la Anunciación al Descenso de Cristo a los infiernos
y también otros episodios del Antiguo Testamento como la
Unción de David.
Se ha barajado la posibilidad de que el autor de esta obra sea
el mismo que iluminó de la Biblia de Winchester.
Panteón
de los Reyes de San Isidoro de León
El Panteón de los Reyes de la basílica de San Isidoro
de León conserva probablemente la obra cumbre de la pintura
románica europea por lo que se le ha llamado la "capilla
sixtina" del románico.
No
existe seguridad sobre sus fechas, pues aunque aparece un rey
Fernando pintado, podría aludir al fundador de la construcción
lo que permitiría fechar las pinturas de manera temprana
a comienzos d siglo XII o podría ser Fernando II lo que
retrasaría la obra a finales de ese siglo.
En cualquier
caso las escenas pintadas son soberbias, con todo un ciclo de
la vida de Cristo desde la Anunciación hasta la crucifixión
y la posterior Apocalipsis con Cristo en Majestad rodeada por
el Tetramorfos.
La escena más conocida por su imaginación, sentido
del movimiento y bucolismo es la del Anuncio a los pastores. También
es de gran valor el calendario agrícola.
San
Justo de Segovia
La iglesia de San Justo de Segovia es uno de los más modestos
y tardío templos segovianos (probablemente realizado en
los últimos años del Siglo XII o comienzos del XIII)
como se aprecia en su fábrica arquitectónica mayoritariamente
de calicanto. Que conserve unas magníficas pinturas murales
indica -por lógica- que otros templos segovianos más
importantes debieron estar decorados magníficamente aunque
hoy ya no quede nada de ello.
En los muros
y bóvedas de la cabecera se representan las escenas del
Pecado Original, el ciclo de la Última Cena, Prendimiento
de Cristo y Crucifixión y en la bóveda de horno
del ábside un soberbio Pantocrátor rodeado de los
veinticuatro ancianos y los evangelistas. Como corresponde a la
pintura románica del 1200 el hieratismo inicial del románico
pleno deja paso a una mayor soltura en los movimientos de los
personajes lo que incide en mayor expresividad narrativa.
Vera
Cruz de Maderuelo
En esta pequeña ermita situada a las afueras de Maderuelo
al otro lado del pantano de Linares se conservaban unas pinturas
murales que con la creación del citado pantano fueron a
parar al Museo del Prado.
En el muro
de los pies aparece la creación de Adán y el Pecado
Original, mientras que en la cabecera se pintó el colegio
apostólico y por encima la habitual "Maiestas".
San
Baudelio de Berlanga
Esta importante y enigmática ermita mozárabe del
sur de Soria recibió todo un abanico de pintura mural a
comienzos del siglo XII que lamentablemente se encuentra repartida
entre varios museos americanos y el del Prado de Madrid, además
de quedar restos en el propio templo.
Las pinturas
principales aludían a la vida pública de Jesús.
Sin embargo, las escenas más conocidas de San Baudelio
de Berlanga son las situadas en los frisos laterales que muestras
lances cinegéticos, muy simplificadas pero de gran expresividad.
Pintura
en tabla La pintura románica
sobre tabla se desarrolló especialmente en Cataluña.
Decoraba principalmente frontales de altares y pequeños
retablos. A diferencia de la pintura mural al fresco, se utilizaba
la técnica del temple.
Todo lo referente
a la pintura mural es válido para la pintura en tabla en
lo referente a la iconografía (claramente religiosa) y
la estética que sigue basándose en el hieratismo
simbólico románico. La gama de colores es la misma
así como su figuración.
Algunas de
las pinturas en tabla más importantes son las de la Seu
d'Urgell, Santa María de Avià, Ribes de Fresser,
San Andrés de Cerdanya y San Andrés de Sagars, todas
repartidas entre el Museo de Vic y el Museo de Arte de Cataluña.