Simbolismo
de la arquitectura medieval
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Simbolismo
de la Arquitectura medieval
Simbolismo
de la arquitectura románica
La
arquitectura románica es, por sí misma, profundamente
simbólica. En frase de la experta en simbolismo románico,
María Ángeles Curro:
"Todo
el conjunto románico guarda una concepción unitaria.
La temática decorativa [...] está insertada en esa
unidad constructiva. La escultura está supeditada como
la pintura a la construcción arquitectónica, por
eso la iglesia románica ya es objeto de interés,
porque es ya simbólica."
Es lógico
que se desease diferenciar el templo, que es la "casa de
Dios", del resto de edificios profanos y que su arquitectura
fuese más allá de lo meramente funcional adquiriendo
carácter simbólico. El símbolo que subyace
en la arquitectura del templo románico es el de la fusión
de la profunda dualidad de lo que existe, es decir, lo divino
con lo humano, y lo celeste con lo terrestre.

Al igual
que en otras religiones celestes, la morada de Dios está
en lo alto (en el cristianismo, a Dios también se invoca
como "El Altísimo") Por ello, lo primero que
se eligió para su construcción es una ubicación
en alto. Normalmente la iglesia de la población se sitúa
sobre el monte que domina la aldea, o si ello no es posible, por
la horizontalidad del terreno, se elevan sus muros -dentro de
lo que permitía la tecnología arquitectónica
del románico- y se alzaban dominadores campanarios. En
muchos casos, se hacían ambas cosas, como en la conocida
iglesia de El Salvador de Sepúlveda, encaramada en lo alto
de la villa y con una potente torre que se alza hacia el cielo
(VER IMAGEN SUPERIOR)
Con
la misma intención, el arquitecto románico plantea
sus templos en base a figuras geométricas simples, a su
vez de profundo simbolismo. Dado que los tres elementos esenciales
de una iglesia románica son la cabecera, nave y torre,
veremos cómo esos "módulos" se refuerzan
sinérgicamente para simbolizar la unión de dos mundos,
el del hombre y el de Dios. Para empezar, la nave es de estructura
cuadrada o rectangular lo cual simboliza, con sus cuatro lados,
la Tierra. El "4" es el símbolo terrestre por
definición (4 elementos, 4 estaciones, 4 puntos cardinales...).
La cabecera es normalmente de perfil semicircular pues representa
el Cielo, tanto por su forma (lo perfecto es circular, amén
de representar al sol) como con su bóveda de horno que
simboliza la esfera celestial. También las cúpulas
son símbolo de lo celeste.

La unión
de la nave con la cabecera representa, de esta forma, la unión
de lo terrenal con lo celestial.
Otro símbolo
de la comunión de lo terrestre con lo divino es la torre
románica que, bien asentada y cimentada en el suelo, se
alza gloriosa apuntado al cielo que quiere alcanzar.
Por si esto
fuera poco, las iglesias románicas de mayor complejidad
desarrollan una estructura en cruz latina adquiriendo la "forma"
de Cristo. De ahí que en el vocabulario arquitectónico
habitual se siga usando los términos "cabecera",
"brazos del tansepto" y "pies de la iglesia"
en total equivalencia con las partes del cuerpo de Cristo.
El simbolismo
arquitectónico del templo románico va mucho más
allá y se relaciona con la luz. Toda iglesia medieval tiene
su cabecera orientada (hacia el este). El simbolismo subyacente
es que el altar, situado en la cabecera, debe estar del lado donde
aparecen los primeros rayos de luz del alba. En el altar está
Cristo y Cristo es la luz del mundo que ilumina al hombre y le
saca de sus tinieblas. El
hombre permanece en "su noche" hasta que la luz de Cristo
le ilumina espiritualmente, como hace la luz solar desplazando
la noche al amanecer.
Simbolismo
de la arquitectura del puente medieval
Desde el
punto de vista del simbolismo románico el puente románico
y por extensión todo puente medieval, con su característica
forma tiene una expresión espiritual ligada a la transición
entre dos estados espirituales.
Según
el experto en simbolismo J. Cobreros:
"
Las dos orillas representan dos estados diferentes del ser, vinculados
por el hilo fino que es el puente... El paso del puente no será
otra cosa que el recorrido del eje, medio por el cual se unen
los diferentes estados. Se pasa así del sentido más
horizontal, como puede ser el puente concebido como línea
que une dos orillas, al sentido estrictamente vertical de eje
del Mundo.. Esto explica en el orden constructivo las acusadas
pendientes de muchos grandes puentes medievales. Porque todos
esos puentes con perfil de lomo de asno no están buscando
otra cosa que la verticalidad..."
Simbolismo
de la arquitectura gótica. Una nueva sensibilidad para
una nueva arquitectura
El
estilo gótico se desarrolla en Europa, sucediendo al
románico desde la cuarta década del siglo XII
hasta bien entrado el XVI.
La
denominación peyorativa "gótico" fue
inventada por los eruditos del Renacimiento con sentido de
desprecio a un arte que consideraban bárbaro (el "arte
de los godos") muy inferior en consideración al
arte grecorromano.
Sin
embargo fue revalorizado y exaltado en el siglo XIX por los
movimientos nacionalistas y románticos europeos y en
la actualidad se considera universalmente como uno de los
momentos más brillante,s desde el punto de vista artístico,
del mundo occidental.
Aunque
el gótico nace a partir de la evolución arquitectónica
del románico del siglo XII, lo cierto es que ambas
arquitecturas responden a principios inspiradores opuestos.
Como sostiene el gran experto Otto von Simson, con el gótico
se produce una de las más radicales rupturas estilísticas
que han conocido la arquitectura occidental.
La
razón de tal revolución es el cambio de la mentalidad
medieval sobre el conocimiento y la verdad existente. Los
siglos XII y XIII contemplan la derrota del idealismo de Platón,
defendido por San Agustín, que fue la base filosófica
de los siglos altomedievales. Desde estas fechas, se recupera
las filosofía basada en la preeminencia de los sentidos
de Aristóteles, intensamente defendido por personajes
de la talla de san Alberto Magno y santo Tomás Aquino.
La
idea de que sólo la racionalidad humana es el único
sistema de conocimiento y que las formas sensibles son sólo
una apariencia engañosa de la verdad, es desplazada
por la convicción de que de los sentidos son necesarios
descubrir las cosas de la naturaleza, verdadera fuente de
conocimiento.
Como
consecuencia de este cambio de mentalidad, en el campo del
arte y la arquitectura, el obstinado equilibrio simétrico
y la regularidad y geometrismo del románico, son desplazados.
El arquitecto ya no tiene que apegarse a formas regulares
para construir (círculos y cuadrados fundamentalmente)
sino que se ve libre para trabajar, no como une geómetra
sino como un ingeniero. Por tanto, si en el campo de las ideas
se sustituye el idealismo por el naturalismo, en el campo
del arte se sustituye la inteligencia abstracta por el empirismo.
René
Huyghe escribe estas bellas palabras sobre la arquitectura
gótica:
"Una estética pragmática edifica monumentos
donde, descartadas las superficies planas, se erizan de
puntas, de calados, de proyecciones, se rompen en el juego
complejo de los salientes y las aberturas, donde las líneas
tropiezan, se cortan, se interseccionan con aspereza, donde
todas las previsiones de la inteligencia son derrotadas
por el imperioso dictado de los hechos"

En
este contexto y aunque la arquitectura sigue sujeta a ciertas
reglas básicas de geometría, los edificios se
liberan del rigor racional anterior y a sus estructuras se
les permite la vida y la espontaneidad. Como afirma Huyghe,
un edificio gótico puede entenderse como un organismo
vivo que crece hacia el sol.
Por
último, esta nueva arquitectura, utiliza este empirismo
ingenieril es inventar ingeniosas soluciones tectónicas
para el fin de crear espacios de gran altura y colorido. La
manera del siglo XIII de simbolizar la Jerusalén Celestial
es mediante la creación de un grandioso espacio de
luz y color. Como indica el eminente Profesor Santiago Sebastián:
Se
prefiere a causa de su valor sensible las relucientes paredes
de piedras preciosas, la transparencia de paredes y puertas,
las calles de oro puro y en general la abundancia de luz que
adquiere un carácter sobrenatural. Lo que ahora se
trata de representar es el "ser" cielo.
No
es de extrañar que el hombre medieval, al entrar una
catedral gótica se sintiera sobrecogido por el espectáculo
de luz y color, transportándoles a una plena sensación
celestial. No es extraño, en este contexto, que el
liturgista Durandus escribiese a finales del siglo XIII:
Las
vidrieras son las Escrituras que esparcen la claridad del
sol verdadero, es decir, de Dios, en la iglesia, iluminando
los coros de fieles.
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