Arte Etíope Medieval
Introducción
a la Etiopía medieval
Los
primeros atisbos de Cristianismo en Etiopia se produjeron durante
el reinado del negu Ezana (320-342). Durante estos años Frumencio
y Edesio evangelizaron el reino de Axum. El pueblo axumita habia actuado
como tropa auxiliar del Imperio bizantino en la conquista del Yemen
en el 524, actitud muy acorde con las tradicionales pretensiones abisinias
sobre Arabia; pero la conquista fue efímera. Los persas expulsaron
a los axumitas en el 570, que se refugiaron en sus montañas
de Tigré.
La decadencia
de Axum coincide con el auge del Islam. Tras la muerte de Mahoma,
que simpatizaba con Abisinia, donde pensó refugiarse cuando
se vio perseguido, comienzan las hostilidades musulmanas: después
de conquistar Egipto, ocupan en el mismo s. VII, algunos territorios
costeros; y a principios del s. VIII es suyo Adulis. Desde entonces,
cerrado el acceso al mar, el reino de Axum buscó su expansión
por el altiplano etiópico, convirtiéndose en un Estado
local africano. Rodeado de enemigos, siglos después podrá
decir Menelik II que era "una isla de cristianos en un mar de
paganos". Entró por ello en una época de inestabilidad
política y esterilidad cultural.
Cuenta
el Kebre Nagast, libro de la gloria de los reyes etíopes que
fueron dos monjes sirios, Frumencio y Edesio los que introdujeron
el cristianismo en Etiopia. Frumencio fue según fuentes históricas.
Un rico comerciante y filósofo de Tiro, llamado Merote anduvo
en los alrededores de Adulis en su viaje al océano Índico.
Este navegante fue asaltado por una banda de malhechores que asesinaron
a toda su tripulación con su equipo. Sin embargo pudieron escapar
Frumencio y Edesio, sobrinos de Merote, siendo perdonados en atención
a su juventud y conducidos a la corte de Axum. Allí permanecieron
durante varios años ganándose la benevolencia del rey
y de la corte que incluso les confiaron cargos de responsabilidad.
Edesio fue copero del rey y Frumencio su secretario particular. Su
influencia en la corte fue tal que incluso Ezana, la madre del rey,
adoptó la primera la religión cristiana.
Al fallecer el
rey los dos quedaron en libertad, sin embargo contactaron con griegos
comerciantes que estaban en Axum y valiéndose de su influencia
en la corte comenzó la evangelización del pueblo Etiope.
En la mayor edad del nuevo rey Frumencio y Edesio marcharon hacia
su tierra natal. Al llegar a Alejandría, Edesio continuó
a Tiro pero Frumencio se quedó allí para informar de
todo su proyecto evangelizador al patriarca S. Atanasio de Alejandría.
Éste le confirió las órdenes sagradas, consagrándole
obispo de la nueva Iglesia que se trataba de fundar. Desde ese momento
la iglesia etiope le conoce como Abba salem o Padre de la Paz. Las
conversiones comenzaron pronto siendo numerosas entre los jóvenes,
como primeros sacerdotes autóctonos. Era el año 333
del calendario etiópico, correspondiente al 341 actual.
Debemos destacar
que antes de la llegada de los primeros evangelizadores ya existían
en Etiopia judíos llamados Falasahs. Sus orígenes no
están claros, pero parece que sus orígenes están
en su contacto con judíos árabes de Egipto en los siglos
II y III. Otras teorías los llevarían a ser descendientes
de Menelek I, hijo de Salomón y la reina de Saba, descendientes
de la tribu perdida de Dan o descendientes de judíos huidos
tras la destrucción del primer templo en el siglo VI A.C. Estos
judíos vivían en las montañas de la región
de Gonder, norte de Etiopía, junto a la frontera de Sudan,
ya que estas les servían de protección frente a las
persecuciones a las que se vieron sometidos a lo largo de su estancia
en el país, ya que solo dejaron de estar perseguido durante
la pequeña parte de tiempo que actuaron como mediadores entre
los mundos musulmán y cristiano.
Étnicamente
era similares al resto de población etíope utilizando
una variación de la lengua local Agaw que se denominaba Ge´ez,
esta lengua semita se diferencia del hebreo en que se escribe de izquierda
a derecha y su uso era principalmente religioso.
Tras este periodo
de auge en las conversiones y en la organización de la iglesia
Etiope vinieron siglos de aislamiento a partir del siglo VI en los
que los datos son muy escasos. La invasión musulmana les aisló
totalmente hasta la segunda mitad del s. XII. Este hecho vendrá
marcado por gobierno del rey Yekuno Amlak de la dinastía Salomónida,
en Egipto. Los coptos otorgaron un resurgir en etiopia con nuevas
fundaciones monacales y labores evangelizadoras novedosas. La iglesia
Etiope dependía totalmente de la mitra alejandrina por lo que
cristianos etíopes y egipcios compartían rito y gobernantes.
Sin embargo la Iglesia etíope tiene unas particularidades de
las que carece el rito alejandrino general, herederas de aquellas
comunidades judías en los primeros tiempos. El cristianismo
Etiope al beber de tantas fuentes es una amalgama de ritos, costumbre
y escenificación que aportan a su iglesia un encanto mágico.
Iglesias
de Lalibela
En torno al año
960 los ejércitos de la reina pagana Judith destruyeron lo
que una vez fue el Imperio de Aksum. Durante 40 años ella gobernó
sobre los restos del Imperio Aksum, iniciando una era oscura en la
historia de Etiopía. De acuerdo con los relatos tradicionales
de Etiopía, el último rey de la dinastía inaugurada
por Judit fue derrocada por Mara Takla Haymanot en 1137. Quien casándose
con una hija del último rey de Aksum, Dil Na'od obtuvo el control
del país, dando origen a la dinastía Zagwe.
El reinado de
Gebre Maskal Lalibela, entre los años 1185 y 1225, es el más
referido de esta dinastía, ya que en él se construyó
el recinto de la llamada Jerusalén Negra que ahora nos ocupa.
Las actas de fundación
del recinto nos aluden a su carácter milagroso pues el rey
Lalibela, príncipe de sangre real, tuvo un percance con unas
abejas cuando descansaba. Sin embargo su madre observó que
los animales no le hacían daño y viendo en este hecho
algo milagroso le bautizo como "El que fue reconocido por la
abejas por su sabiduría". La historia va más allá
por que su hermano, el rey, le intentó envenenar y en ese sueño
onírico vio la construcción del complejo. Jesucristo
se apareció a su hermano y le obligó a abdicar en su
favor otorgándole el don de la vida contemplativa una vez acabara
las iglesias que habia visto en su sueño.
Este nombrado
recinto se sitúa a 700 km de la capital Addis Abeba, a 2.700
m. de altitud y consta de once iglesias excavadas en la roca. El hecho
de excavar las iglesias en la roca se debe al miedo de los etíopes
a las incursiones musulmanas. Igualmente este recinto proporcionaba
a los etíopes un nueva Jerusalén y les evitaba el largo
viaje hasta Tierra Santa y los problemas de seguridad que ello conllevaba.
Las iglesias se
tallan en una masa inclinada de tierra volcánica roja, asentada
sobre una capa de basaltos gris oscuro y comunicados mediante túneles
y pasadizos con aperturas que dan a cuevas de ermitaños y catacumbas.
La mayoría de ellas adopta el tipo basilical, sin embargo el
arcaísmo de épocas anteriores las diferencia en estilo
y diseño.
Se trata de una
ciudad subterránea unida entre sí por laberintos y túneles.
En ella se representa esta Nueva Jerusalén con su Nuevo y antiguo
Testamento, desde la creación hasta el Juicio final sin faltar
la división territorial con una personificación del
río Jordán y el Gólgota. Junto a la ciudad de
Axum y el monasterio de Debra Líbanos constituyen los tres
lugares sagrados del cristianismo etiope.
El recinto se
divide en las iglesias de Biet Medhani Alem (Casa del Salvador del
Mundo), Biet Mariam (Casa de María), Biet Mascal (Casa de la
Cruz), Biet Denagel (Casa de las Vírgenes Mártires)
y Biet Golgotha Mikael al norte. Biet Amanuel (Casa de Emmanuel),
Biet Mercoreos, Biet Abba Libanos, Biet Gabriel Rafael (Casa de Gabriel
y Rafael) y Biet Lehem al sudeste.
Al oeste, se encuentra
Biet Ghiorgis (Casa de San Jorge), la mejor conservada. Inscrita en
una cruz griega se excava en un pozo de doce metros cercenada por
un foso de 22 metros de lados y sus cuatro fachadas idénticas
precedida la de entrada por una escalera. Al interior se resuelve
en un espacio cuadrado limitado por arcos que dan acceso a los espacios
secundarios. La luz viene tamizada por pequeños vanos. A pesar
de que se conserva algunos frescos decorativos sobre los muros esta
iglesia no es una de las más ornamentadas lo que acentúa
su originalidad.
Otro de los ejemplos
destacables es la Iglesia del Salvador del mundo o Biet Medhani Alem
de 34 m de largo, 24 de ancho y 12 de alto, un empeño colosal
que obligó a la extracción de 40.000 toneladas de material.
Las pinturas murales
de estas iglesias marcan un acusado expresionismo con figuras frontales,
colores planos y disposición en bandas muy similares a las
pinturas románica europeas.
Iconos
Etíopes
Conocemos que
la fuente principal para estos iconos primitivos fueron los retratos
que San Lucas haría de la virgen Maria antes los cuales se
prestaba juramento. Los iconos solían estar en manos de particulares,
eclesiásticos y nobles. Sólo se sacaban para los ofrecimientos
de ceremonias litúrgicas.
Sus características
formales se asemejan mucho a las pinturas murales con una rudeza y
rigidez de las miradas que vienen compensados por las formas geométricas
y los brillantes colores.
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Belén Fernández)