Guía del Arte Románico en la comarca
de La Segarra, Lleida
Introducción
La
comarca de La Segarra se ubica en el mismo centro
geográfico de Cataluña, concretamente en el extremo
occidental de la provincia de Lleida y lindante ya con las barcelonesas
tierras de L'Anoia.
A caballo entre la fecunda campiña ilerdense y
los primeros escarpes montañosos que anuncian la proximidad
de las sierras prepirenaicas, La Segarra es una comarca de eminente
carácter rural, con las únicas excepciones de las villas
de Cervera (capital comarcal) y Guissona, entre las cuales, concentran
a más de la mitad de la población.
Pese a no ser un territorio en el que hayan llegado a
nuestros días monumentos románicos de primerísimo
orden, sí que se trata de una de los áreas catalanas
con mayor densidad de construcciones románicas conservadas,
la mayoría de ellas de tipo rural y concebidas para prestar
servicio a pequeñas aldeas o agrupaciones vecinales.
Además de por sus numerosas manifestaciones románicas
de carácter religioso, las tierras de La Segarra son igualmente
fecundas en cuanto a construcciones de tipo militar, circunstancia
que encuentra su explicación por su condición de frontera
entre cristianos y musulmanes en un primer momento, y por las tensiones
entre familias y casas nobiliarias después.
Dentro de las principales edificaciones románicas
segarrencs, observamos desde testimonios de clara raigambre lombarda
mucho más habitual en comarcas más norteñas,
hasta iglesias tardorrománicas de mayor refinamiento escultórico.
Principales monumentos románicos de La Segarra
Cervera
Capital comarcal y núcleo más pujante de
La Segarra, la ciudad de Cervera, fundada a principios del
siglo XI como plaza fortificada al amparo de un potente recinto amurallado
("vila closa"), experimentará un notable crecimiento
a partir de la conquista de Lleida y la consiguiente estabilización
de las fronteras con el enemigo musulmán hacia 1140.
Fue precisamente ese desarrollo el principal motivo de
que, pese a su importante pasado, apenas hayan llegado a nuestros
días restos románicos; como se aprecia en la iglesia
de Santa María, cuya primitiva fábrica altomedieval,
con el fin de ser adaptada a sus nuevas necesidades y a los gustos
estéticos imperantes, fue reconstruida en un elegante estilo
gótico mediterráneo, conservándose tan solo de
su fábrica original una portada abierta al costado sur en cuyo
tímpano fue labrado el tema de San Martín entregando
su capa a un pobre.
A las afueras de la villa, mucho mayor interés
presenta la hoy ermita de Sant Pere de Gros, único resto
conservado de un antiguo priorato dependiente de Santa María
de Ripoll y documentado desde el año 1072.
Declarada Bien de Interés Cultural, se trata,
junto a Sant Miquel de Lillet, al Sant Sepulcre de Olerdola y a Sant
Esteve de Sallent de una de las pocas iglesias románicas de
planta circular catalanas llegadas a nuestros días, siendo
además, la ubicada más al sur.
Consta de una nave de planta circular y cubierta cupulada
que desemboca directamente en un pequeño ábside semicircular
orientado al nordeste y resuelto mediante un cuarto de esfera.
Al exterior, el casquete absidial presenta, como reminiscencias
de su influjo lombardo, restos de lesenas verticales; mientras que
al interior, lo más llamativo del conjunto son los seis estrechos
nichos que, en dos grupos de tres, abren al cuerpo centralizado principal.
Torá
Al norte de la comarca de La Segarra y casi lindante
con el vecino Solsonés, tanto el núcleo principal de
Torá como sus pequeñas aldeas y caseríos dependientes
conservan interesantes restos románicos, algunos de ellos de
gran tipismo, como el binomio que conforman las ruinas de la iglesia
de Sant Pere y la Torre de Vallferosa.
Pero sin duda, el monumento de mayor relevancia histórico-artística
del municipio de Torá es el Monasterio de San Emeterio y
San Celedonio de Cellers (Sant Ermeter i Sant Celoni), ubicado
en un aislado paraje de enorme belleza natural y que, lamentablemente,
sufrió un pavoroso incendio forestal en 1998 del que pudo ser
salvado.
Documentalmente citado por primera vez en el año
1038, rápidamente pasaría a convertirse en filial de
Sant Serní de Tavérnoles en 1071, sometiéndose
su comunidad a la regla benedictina y acometiéndose importantes
reformas.
Exclaustrado a finales del siglo XIV, con el tiempo el
conjunto perdería la mayoría de sus dependencias monacales,
conservándose tan solo en la actualidad la iglesia y un monumental
inmueble anejo conocido como "la rectoría". La estructura
del templo, carente de cuerpo de naves, se reduce a un prominente
crucero de brazos rematados en sendas absidiolas semicirculares, y
a un tramo presbiterial culminado también en un ábside
de tambor dotado de sencillos ventanales en derrame.
A los pies se abre su portada principal, de una sola
arquivolta de medio punto baquetonada bajo guardapolvo floreado y
sostenida por columnas rematadas en capiteles vegetales de collarino
sogueado.
Al interior, amén de su cúpula sobre pechinas,
el elemento más singular es la cripta abierta bajo el presbiterio,
el cual, debido al espacio que ocupa ésta, queda en una posición
considerablemente elevada, siendo accesible mediante dos escaleras
que parten del espacio crucero.
Queda estructurada dicha cripta en tres naves abovedadas
en arista que descansan sobre pilastras adosadas al muro y sobre cuatro
columnas centrales culminadas en curiosos capiteles decorados con
rosetas y cabecitas humanas. El vano de ingreso a la cripta, muy retocado,
despliega una arquivolta de medio punto animada con un tallo ondulante
del que brotan esquemáticas fórmulas vegetales.
En el propio término municipal de Torá
encontramos también dos interesantísimas manifestaciones
románicas de carácter rural como son Sant Miquel
de Fontanet y Santa María de L'Aguda, ambas dotados
de los típicos ábsides de inspiración lombarda
a base arquillos ciegos en las cornisas y lesenas que recorren verticalmente
los muros.
Sant Pere de Talteüll
Perteneciente al municipio de Massoteres, a la ribera
del río Llobregós y muy cerca de una antigua fortaleza
hoy reducida a ruinas, la iglesia de Sant Pere de Talteüll fue
fundada por el obispo Amat de Olorón en el año 1077,
pasando enseguida a depender de la canónica de Solsona aún
antes de ser convertida en sede episcopal.
De apariencia cuanto menos extraña debido a diversas
modificaciones a las que fue sometida en fechas posteriores, presenta
en la actualidad una estructura de dos naves paralelas rematadas en
otros tantos ábsides semicirculares algo desiguales en tamaño,
una particularidad cuya explicación podría ser relacionada
con la existencia de un tercer ábside lateral sur -hoy perdido-
justo en el lugar en el que fue habilitada una portada tardía.
Al exterior, ambos ábsides reiteran las formulaciones
lombardas a base de arquillos ciegos y lesenas, viniendo a confirmarse
el influjo, sobre todo al norte de la comarca, de estos modelos constructivos
mucho más habituales en áreas más próximas
a los Pirineos catalanes y aragoneses.
Al interior, ambas naves se cubren con bóvedas
de cañón sobre fajones que descansan en soportes cruciformes,
confiriendo al templo una apariencia de considerable antigüedad
y arcaísmo.
Hacia los pies y bajo una tardía espadaña
de doble ojo se abren dos aspilleras abrazadas por arcos de medio
punto dovelados, fórmula que se repite en una prominente capilla
abierta a modo de crucero en el muro lateral sur.
Biosca
También en el extremo septentrional de La Segarra
y, por lo tanto, influidas por las fórmulas lombardas para
nada desconocidas en la vecina comarca del Solsonés, son varias
las iglesias románicas conservadas en las localidades que conforman
el extenso municipio de Biosca.
Consagrada en el año 1102, la hoy semiarruinada
ermita de Santa María de Biosca, asociada al también
maltrecho castillo de la pobalción, funcionó como parroquia
hasta que, ya en época neoclásica, fue erigida una nueva
iglesia en el centro de la localidad, condenando así a la antiquísima
Santa María a su actual estado de abandono.
En sus desmochados muros son aún apreciables restos
de los arquillos ciegos lombardos, siendo igualmente evidente una
remodelación posterior en la que el templo fue recrecido.
La segunda población en importancia del municipio
de Biosca es Lloberola, donde sobresalen, como queriendo competir
en verticalidad, los perfiles de la iglesia de Sant Miquel
y la torre del Castell de Lloberola.
Sin embargo, mayor interés desde el punto de vista
románico presenta la Iglesia de Santa María del Solá,
erigida en una posición dominante desde la que se divisa buena
parte de la comarca. Construida en sillería de notable calidad,
presenta una única nave rematada en un ábside semicircular
dividido al exterior en cinco paños por semicolumnas que parecen
querer evocar a las lesenas lombardas.
También de origen románico son las iglesias
de Sant Pelegrí, dotada de un sencillo tímpano
a base de semicírculos concéntricos, y la hoy arruinada
de Sant Pere Sasserra, documentada nada menos que desde el
año 1050 como filial del cercano monasterio solsonés
de Sant Llorenç de Morunys.
Freixenet de Segarra
Adscrita al término de Sant Guim de Freixenet,
la iglesia parroquial de Santa María de Freixenet es
la última de las construcciones de marcada influencia lombarda
en la comarca de La Segarra.
Documentada desde el siglo XI, el templo fue objeto de
profundas reformas a lo largo de los siglos, la última de ellas,
en 1892, momento en el cual se decidió ampliar y replantear
la orientación de la iglesia de manera que el transepto y la
cabecera pasaron a desempeñar la función de capilla
lateral.
Perdida la absidiola sur, de su primitiva cabecera triabsidial
tan solo han llegado a nuestros días el tambor central, de
grandes dimensiones, y el hemiciclo norte, siendo patentes en ambos,
pese a su considerable degradación, restos de sus bandas de
arquillos ciegos y lesenas de raigambre lombarda.
Montfalcó Murallat
Más hacia las tierras llanas del sur de La Segarra
y perteneciente al municipio de Les Olugues, Montfalcó
Murallat constituye uno de los más paradigmáticos
y mejor conservados ejemplos de "vila closa"; un modelo
de burgo fortificado que proliferó durante la Edad Media en
tierras catalanas.
Por "vila closa" se define a las pequeñas
comunidades vecinales que, desde el Medievo, fueron levantadas al
amparo de un potente cinturón amurallado que, a modo de fortalezas,
protegían a la población dentro de un recinto prácticamente
inaccesible.
Con el paso del tiempo, el desarrollo de esos pequeños
núcleos unido a la llegada de tiempos de paz, motivó
que los cinturones fortificados antaño imprescindibles quedasen
obsoletos, perdiéndose buena parte de la esencia de "vila
closa" en numerosas poblaciones catalanas.
Dicho desarrollo urbanístico jamás llegaría
al pequeño núcleo de Montfalcó Murallat, razón
por la cual ha podido llegar a nuestros días con su primitiva
apariencia medieval, convirtiéndose en una de las poblaciones
de mayor tipismo y encanto de Cataluña.
Consta el pequeño burgo de unas quince viviendas
adosadas la mayoría de ellas al perímetro interior de
la muralla, abriéndose en el centro una plaza que, además
de lugar de reunión para sus habitantes, vendría a emular
la función de los patios de armas de los castillos. En uno
de los extremos del conjunto se yergue el cubo principal de la defensa,
sobre el cual, fue habilitado el campanario de la iglesia parroquial
de Sant Pere.
Sant Esteve de Pelagalls
La primera mención documental que atestigua la
existencia de Sant Esteve de Pelagalls se remonta a los años
finales del siglo XI, siendo probablemente concebida como una construcción
de tipo lombardo al estilo de las anteriormente reseñadas.
Sin embargo, bien entrado el siglo XII como atestigua
la recientemente aparecida lipsanoteca de consagración, el
templo fue sometido a un concienzudo proceso de reconstrucción
en el cual, sería desprendido de los arcaicos formalismos lombardos
con el fin de ser adaptado a las nuevas tendencias pleno y tardorrománicas.
De carácter eminentemente rural, contaba en origen
con una única nave cubierta con bóveda de cañón
que, directamente, abría a un ábside semicircular precedido
por su correspondiente tramo recto. La torre campanario y los dos
brazos cruceros que confieren a la construcción su actual planimetría
de cruz griega, fueron añadidos de épocas posteriores.
El elemento más interesante de Sant Esteve de
Pelagalls es su portada occidental, al constituir una de las escasas
manifestaciones escultóricas románicas de La Segarra
Presentada sobre un cuerpo avanzado o arimez, consta
de tres arquivoltas de medio punto -la más externa con semiesferas
labradas- que van a apear sobre columnas acodilladas rematadas en
capiteles figurados de cestas troncocónicas.
Además de los repertorios ornamentales desplegados
sobre las impostas, entre los que se distinguen líneas en zigzag,
rosetas de ocho pétalos, billetes y zarcillos ondulantes; son
de destacar los motivos decorativos de los capiteles, donde se combinan
los motivos vegetales y los zoomorfos con la aparición puntual
de alguna cabecita humana.
Preside la portada un sencillo tímpano en el que
un tosquísimo Cristo dentro de una mandarla es flanqueado por
dos misteriosos personajes de compleja identificación, ya que,
más allá de sus largas túnicas, no muestran distintivo
alguno que permitan ser reconocidos.
Su regular estado de conservación, además
de la enorme tosquedad de la labra le confiere al conjunto escultórico
una apariencia ciertamente arcaica, aún así, se aprecia
una cierta tentativa de búsqueda de naturalismo, representándose
a Cristo en Majestad con sus brazos extendidos y bendiciendo con su
mano diestra. Tanto en el perímetro de la mandarla como dentro
de ella, se adivinan diversos motivos incisos como rosetas y cruces
que han dado lugar a diferentes interpretaciones.
San Salvador de Concabella
Al igual que Sant Esteve de Pelagalls, la cercana iglesia
de San Salvador de Concabella pertenece al municipio de Els
Plans de Sió, pudiendo extraerse, a partir de documentos
conservados, que vivió un devenir histórico paralelo
a aquélla.
Citada como filial de Santa María de Guissona
desde 1051, entre finales del siglo XII y principios del XIII y ya
vinculada al Monasterio de Santa María de Solsona, sería
objeto de una profunda reconstrucción, sustituyéndose
la más que posible primitiva obra lombarda por una nueva construcción
mucho más acorde a los gustos estéticos tardorrománicos.
De una sola nave cerrada con bóveda de cañón
y rematada en un ábside semicircular, el elemento más
destacado de la parroquia de Concabella es su portada occidental que,
como la de Pelagalls, se presenta sobre un cuerpo avanzado o arimez
bajo una armónica espadaña de piñón triangular
y doble hueco de campanas.
Componen el portal tres arquivoltas de medio punto molduradas
que van a descansar sobre columnas acodilladas de fuste cilíndrico
culminadas con capiteles decorados a base de distintos motivos vegetales.
Al interior, también las cestas sobre las que descansa el arco
triunfal de ingreso a la cabecera presentan decoración labrada.
Otros monumentos románicos en la comarca de
La Segarra
Como señalábamos en la introducción,
La Segarra ilerdense es una tierra caracterizada por su enorme densidad
de monumentos románicos conservados. De mayor o menor valor,
la práctica totalidad de municipios de la comarca cuentan entre
su patrimonio monumental con alguna iglesia o castillo de origen medieval.
En algunos casos, incluso, minúsculas poblaciones
han llegado a nuestros días conservando de manera casi intacta
su apariencia original, como es el caso de Les Sitges, donde
su castillo y su iglesia románica de Sant Pere
forman un binomio monumental de lo más evocador.
Un caso similar es el de la población de Gáver,
donde junto a los restos de una fortaleza, se halla su contemporánea
iglesia de Santa María, construcción caracterizada
por una personalísima ventana ajimezada abierta en su muro
de los pies.
También asociada a una torre defensiva, L'Ametlla
de Segarra conserva su primitiva iglesia románica de
Sant Pere, cuya historia ha sido relacionada con la presencia
en la localidad de caballeros de la Orden Militar del Hospital.
Al sur de La Segarra, el municipio disperso de Ribera
d'Ondara atesora nada menos que cuatro templos románicos de
relevancia, como son los de Santa María de Rubinat, con su
cabecera lombarda; la tristemente arruinada de Santa María
de Montlléo, dotada en origen de cabecera tripartita; la
de Sant Antolí i Vilanova, en la cabecera municipal; o la de
Sant Pau de Narbona de Pomar, de pintoresca apariencia por la presencia
de dos espadañas contiguas.
En el municipio de Granyanella, además de varios
castillos, destaca la recientemente restaurada iglesia de Sant
Jaume de la Mora, de similares características a su homónima
de Pallerols, en el municipio de Talavera, donde destaca su
ábside semicircular y una espadaña de dos cuerpos.
(Autor del texto del artículo/colaborador
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)