Introducción
Cuando hablamos de la
ciencia médica en la Edad Media, debemos establecer una
diferencia previa, esencial en su estudio, derivada de la naturaleza
de quien la practica.
La
Medicina Popular
Hablaríamos pues
de una medicina popular, asentada en viejos saberes y conocimientos
procedentes de remedios naturales como las plantas pero también
en suposiciones mágicas; y aquellas nociones sistemáticas
practicadas y estudiadas primero por los monjes y después
en las universidades.
Proveniente
de tiempos anteriores, en el Medievo encontramos la otra medicina,
la popular, a la que corresponden "enfermedades" derivadas
de las supersticiones y tradiciones amasadas durante años
y que iban pasando de país en país, de generación
en generación.
A estos males se le asignaba
todo tipo de síntomas, desde los más leves - como
por ejemplo los estornudos, o el periodo de las mujeres- hasta
otros mucho más graves que podían terminar incluso
con la muerte o dejar marcada a una persona de por vida - así
nos referimos a las deformaciones físicas con las que podían
nacer los niños- .
Por tanto la importancia
que le otorgaban era de primer orden, siendo necesaria su radical
extinción: eran los conocidos embrujamientos, castigos
divinos, males de ojo o posesiones, enfermedades que ciertamente
han sido registradas en la bibliografía como por ejemplo
la contraída por ciertas mujeres que las llevaba a convertirse
en brujas, mujeres mayores solas que respondían a las descripciones
de encorvadas, verrugosas y locas. Hoy podríamos decir
que no son más que los achaques propios de la edad pero
en la Edad Media estas mujeres suponían una amenaza para
la sociedad.
De esta primera clasificación,
no podemos olvidar la cara tremendamente positiva que posee: la
noción que las personas poseían sobre las plantas
y sus beneficios, perfeccionada gracias a la observación
del entorno así como al análisis de las efectos
de su consumo, que ya en tiempos de la prehistoria eran desarrollados.
La
Medicina "científica"
El otro saber médico,
el científico si queremos decir, estaba basado en la producción
de Galeno (Pérgamo 129-216), médico griego que desarrolló
su obra entre finales del siglo II y principios del siglo III
y cuya influencia llega hasta la actualidad. De él parten
las teorías sobre los humores, base en la medicina medieval.
El árabe fue el
primer pueblo que tradujo e interpretó los conocimientos
helenísticos. Como apunta López Piñero La
medicina árabe de los siglos VIII y IX asimiló el
saber médico de origen griego, combinándolo con
algunos elementos de la medicina clásica india.
A partir del siglo X los
autores islámicos desarrollan y enriquecen notablemente
la medicina clásica griega, siempre bajo las ideas inculcadas
por Galeno. Si de nombres hablásemos, serán Avicena
y Razhes los nombres más prestigiosos; en la España
árabe, Al Ándalus, Albucosis y Avenzoar.
En el resto de Europa,
en el mundo cristiano, la medicina griega fue también la
base de esta ciencia que en los primeros siglos fue practicada
sobre todo por los monjes quienes poseían también
nociones sobre las ventajas y poderes curativos de las plantas.
Los monjes debían tratar a todo enfermo que necesitase
de su ayuda, especialmente aquellos más pobres, por lo
que su labor era esencialmente benéfica.
Eran por tanto los monasterios
lugares donde se estudiaba y trasmitía los saberes clínicos,
hasta la aparición de las universidades, lugares que prepararán
a los primeros profesionales médicos-quienes estudiaban
Dietética, Farmacéutica y Quirúrgica-, con
excepción claro está, de los árabes quienes
llevaban ya siglos practicando la medicina.
La
Medicina y las Universidades
El primer núcleo
universitario que destacó en el mundo de la medicina fue
en Salerno, Italia, luego cobrarían importancia otras muchas
universidades, la mayoría situadas en territorio francés.
Los libros que se estudiaban en esta y otras universidades habían
sido traducidos en las Escuelas entre las que destaca la de Toledo
donde, como ya vimos en el artículo correspondiente, contaba
con un magnífico elenco de traductores especializados en
las lenguas clásicas.
Los
Hospitales Medievales
No podríamos dejar
de hablar de los lugares donde se aplicaban las técnicas
médicas: los hospitales, lugares que cobraron especial
importancia en los siglos bajo medievales cuando fueron las cofradías
las que se encargaron de su gestión, sustituyendo a los
clérigos quienes realmente contaban con escasos recursos
económicos. A pesar del cambio de titularidad, los centros
nunca perdieron su espíritu caritativo y religioso y es
que normalmente estaban llenos de los más desfavorecidos,
los más pobres. En casi todas las ciudades medievales podemos
encontrar vestigios de antiguos hospitales, muchos de ellos dedicados
a una sola enfermedad, separación que hoy sorprende por
lo avanzado de su acierto pero es que, debemos tener en cuenta
que la medicina avanzaba a pasos agigantados y que en tiempo medievales,
las enfermedades amenazaban continuamente con aparecer, siendo
la mayoría, como la peste, terriblemente contagiosas.
Algunos ejemplos de estos
hospitales son los dedicados a tuberculosos o leprosos donde se
llevó a cabo un estudio cada vez más riguroso de
cuales eran los procesos de contagio, hecho que ayudó a
su vez a mejorar los sistemas de higiene y por tanto a logran
reducir el número de enfermedades mortales o al menos el
número total de infectados por un mal.
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón)