Sólo
algunos pocos hechos de armas sonríen a los cristianos
en esos años, como la efímera conquista de Valencia
por parte del Cid, que luego de su muerte se perderá hasta
la conquista definitiva, siglo y medio después, de Jaime
el Conquistador.

Siglo
XII
A
medida que los almorávides van perdiendo fuerza en España,
Aragón comienza su imparable labor reconquistadora.
En
1118, Alfonso I el Batallador (1104-1134), rey aragonés,
conquistó Zaragoza, otra de las grandes urbes musulmanas.
Esto
le abrió las puertas de otras ciudades ribereñas
del Ebro, como Tudela (1119). Logró también Tarazona
y llegó por el sur hasta casi Teruel (1128).

De
1125 a 1126 llevó a cabo una épica incursión
por Andalucía (llegó hasta Motril y Málaga),
que no tuvo, sin embargo, ningún resultado práctico
apreciable. También intentó conquistar las tierras
del Cinca, pero falleció a causa de unas heridas recibidas
en el cerco de Fraga.
Los
almohades
Los
almorávides serán sustituidos en Al-Andalus por
otro pueblo norteafricano: los almohades que entran en la península
a mediados de siglo XII.

Esta
nueva oleada de gentes africanas tuvo de nuevo éxito y
gran parte de la España musulmana quedó en su poder.
A mediados del siglo XII, el territorio ibérico estaba
dividido entre los almorávides asentados en las islas Baleares,
y los almohades en Andalucía, Extremadura y parte de Portugal,
por un lado. Del otro, el reino musulmán de Murcia y Valencia.
Y finalmente los estados cristianos, que eran los reinos de Galicia,
León, Castilla y Toledo, Navarra, Aragón, los condados
catalanes con el de Barcelona al frente, y el del reino de Portugal,
formado hacía poco.

La
también combativa personalidad de los almohades va ser
contrarrestada en la segunda mitad de la centuria por las órdenes
militares cristianas formadas por belicosos monjes guerreros (especialmente
las españolas órdenes de Calatrava, Alcántara
y Santiago, más las extranjeras del Temple y San Juan).
La
frontera efectiva que siglos atrás estaba en el Duero,
y más tarde en el Tajo, en la segunda mitad del siglo XII
se ha desplazado al Guadiana. Son las tierras de la actual provincia
de Ciudad Real, las que ven todo tipo de hechos de armas. De estos
tiempos nos han quedado las ruinas de los castillos de Calatrava
la Vieja, Salvatierra o el inmenso complejo de Calatrava la Nueva.
Alarcos
y las Navas de Tolosa
Alfonso
VIII de Castilla (1158-1214) logró la conquista de Cuenca
en 1177 con la ayuda del aragonés Alfonso II (1162-1196),
vasallo suyo hasta entonces, pues el castellano le libró,
en recompensa, de este vasallaje.
Los
dos monarcas, en buenas relaciones y deseosos de seguir con éxito
la Reconquista, firmaron el Tratado de Cazorla (1179), que fijaba
los límites de los territorios a reconquistar por cada
uno de ellos. Bajo un sol abrasador, en julio de 1195, las fuerzas
de Alfonso VIII sucumbieron en las cercanías del actual
Ciudad Real, en Alarcos, entre las tropas almohades del sultán
Almansur Yakub. El monarca castellano no había querido
esperar a que llegase el leonés Fernando II, que venía
en su auxilio (desde 1157 hasta 1230 León y Castilla estuvieron
separados).

Pocos
años después, la victoria cayo del lado contrario.
Se trata de la famosa batalla de las Navas de Tolosa (Jaén)
en 1212. Esta derrota almohade, en conjunción con la crisis
política que se genera y las revueltas internas y del norte
de África acabará en poco tiempo con su hegemonía.

Esta
situación será óptimamente aprovechada por
Fernando III (rey de León y Castilla) y Jaime el Conquistador
de Aragón.
Por
su parte, Fernando entra victorioso primero en Córdoba
y más tarde en Sevilla. Prácticamente toda la Andalucía
septentrional había caído en manos castellanoleonesas.
Sus
sucesores rematarían esta empresa con conquistas parciales:
Alfonso X (Jerez, Cádiz, Murcia), Sancho IV el Bravo (Tarifa),
Fernando IV el Emplazado (Gibraltar)
Siglo
XIV
Durante
el siglo XIV la reconquista cristiana apenas avanza. Las razones
son múltiples, pero la más aceptada es el enorme
esfuerzo que se había realizado durante el siglo anterior.
Las actuales Extremadura, gran parte de Andalucía y el
litoral valenciano y murciano con las Baleares habían sido
conquistados en unas pocas décadas.
Para
la Corona de Castilla, que se quedó con la mayoría
del territorio tomado a los moros, el esfuerzo organizador y repoblador
fue inmenso. Para Aragón, que por los distintos tratados
terminó su conquista pronto, dirigió su atención
hacia otros territorios del Mediterráneo.

Si
a ello le añadimos la crisis del siglo XIV tanto a nivel
internacional (Guerra de los Cien Años, Peste Negra...)
y a nivel interno (Guerra civil en Castilla, Guerra de los Dos
Pedros) es fácil entender que el único reducto musulmán,
el reino Nazarí de Granada quedase a salvo durante dos
siglos.
Por
ello, lo más reseñable de esta centuria fue la defensa
que castellanos y portugueses realizaron de una nueva oleada africana,
que como bereberes, almorávides y almohades habían
fijado su atención en la Península.
En
esta caso se trataba de los "benimerines" (nombre castellanizado
que reciben los Banu Marin) y la batalla en que fueron detenidos
fue la del Salado, cerca del Guadalete (1340) en tiempos del rey
Alfonso XI el Justiciero (1312-1350).
Siglo
XV
Sólo
quedaba Granada, una legendaria región, una tierra hermosa
evocadora de romances. Alhama, a medio camino entre Málaga
-que se reconquistará en 1487- y Granada, se tomó
en 1482. Y Alora, "la bien cercada" en 1484. La ciudad
de Granada cayó, al fin, en 1492.
