Guía
del Arte Románico en la ciudad de Ávila (I): San Vicente,
San Andrés y San Pedro
Introducción
La ciudad de Ávila
está declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO
y, en buena medida, a ello ha contribuido ser junto a las ciudades
de Zamora, Segovia y Soria una de las poblaciones con mayor número
de iglesias románicas de toda España.
Además de templos tan
bellos e importantes dentro del panorama del románico español
como la Basílica de San Vicente o las iglesias de
San Andrés y San Pedro, no debemos olvidarnos de
la cabecera de la catedral, de transición del románico
al gótico temprano de evidente procedencia parisina.
En lo relativo al románico
no religioso, Ávila cuenta con las magníficas murallas
que constituyen uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar
románica de toda Europa.
Dividiremos la capital abulense
en varios recorridos. El primero trata de las iglesias y restos de
mayor importancia de la zona oriental de la ciudad. Las iglesias más
importantes son San Vicente, San Pedro y San Andrés.
Pinche
en nuestro Vídeo del Románico
en la ciudad de Ávila (extramuros)
Principales
monumentos románicos de Ávila: las iglesias extramuros
de San Vicente, San Pedro y San Andrés
San
Vicente
Introducción histórica
La basílica de San
Vicente de Ávila tiene dimensiones casi catedralicias y es
uno de los edificios de mayor valor del arte medieval en España.
Sólo su visita detallada,
tanto al exterior como al interior, puede llevar varias horas y justifica
plenamente nuestro viaje a la maravillosa y, a veces, olvidada ciudad
de Ávila.
El lugar elegido, en un profundo
desnivel al noreste de la ciudad intramuros, corresponde al lugar
donde fueron martirizados los santos patronos: San Vicente, Santa
Sabina y Santa Cristeta a comienzos del siglo IV d.C. en tiempos del
emperador Diocleciano.
Su construcción se
debió iniciar a comienzos del XII siguiendo las pautas del
románico pleno leonés, de modo que la planta se asemeja
a la de la Basílica de San Isidoro de León y el alzado
que se proyectó -aunque luego se modificó el planteamiento-
al de la Catedral de Santiago de Compostela.
A
esta primera fase que finalizaría a mediados de la duodécima
centuria pertenece la cabecera triabsidal escalonada, los brazos del
larguísimo crucero y, probablemente, parte de la estructura
exterior e interior.
Tras un parón se volvió
a las obras a mediados del XII dirigido por un nuevo maestro. De estas
décadas data la gran fachada occidental.
También es de esta
fase final el planteamiento inicial netamente románico por
una finalización más propia del gótico, como
veremos a continuación.
La cabecera
La
cabecera tiene tres altísimos y esbeltos ábsides escalonados
de planta semicircular con columnas, impostas horizontales y ventanales
de arquivoltas sobre columnas.
La razón de tan especial arquitectura es que hubo
de edificarse dicha cabecera sobre una cripta también tripartita
para salvar el acusado desnivel del terreno, puesto que el lugar de
arranque del edificio no es otro que la cueva y las rocas donde fueron
enterrados los santos titulares tras su martirio y donde probablemente
se construyó una previa iglesia prerrománica.
La puertas laterales
A la primera etapa de la basílica de San Vicente
de Ávila pertenecen las dos puertas de los costados meridional
y septentrional.
La del sur es
de magníficas dimensiones, con arquivoltas de medio punto decoradas
con rosetas y un crismón. En una fecha posterior indeterminada,
se añadieron cinco tallas románicas de diferentes etapas
de la construcción, siendo la delicada escena de la Anunciación
uno de los símbolos de la basílica y de toda la ciudad
de Ávila.
La fachada
occidental
La fachada oeste
se encuentra entre dos torres y bajo un nártex monumental.
Su hermosísima puerta está armada por grandes arquivoltas
decoradas sobre columnas que llevan adosadas diez figuras de Apóstoles
de cuerpo entero y a Cristo en el mainel.
El tímpano
está dividido en dos espacios circulares que relatan la parábola
del rico Epulón y el pobre Lázaro, tanto en el momento
del banquete como en el de su muerte.
Las mochetas que
soportan el citado tímpano son de bellísimas formas.
En ellas se esculpieron dos cabezas de leones andrófagos y
otras dos de toro.
Hay que fijarse
meticulosamente en la colección de animales de una de las arquivoltas
donde aparece un bestiario nuevo donde ya aparecen tanto basiliscos
como arpías y en la cornisa con una extraordinaria colección
de personajes que parecen salir de sus tumbas durante el Juicio Final.
Interior
El interior de San Vicente
es magnífico, donde el viajero se ve envuelto por un exquisito
ambiente medieval.
Las tres naves se separan
por pilares cruciformes con semicolumnas embebidas.
Por encima, una tribuna tardía aporta belleza
gracias a sus vanos bíforos. Está estructura se proyectó
como contrarresto de una bóveda de medio cañón
para la nave central que pertenecía el plan inicial. Sin embargo,
los artífices que se encargaron de la cubrición optaron.
allá por los últimos años del siglo XII, por
la construcción de bóvedas de crucería, lo que
permitió abrir ventanales de iluminación directa (tercer
nivel del claristorio).
La mayoría de los capiteles de las naves -pertenecientes
a la segunda campaña- son de preciosas hojas de acanto. Sin
embargo, la cabecera, el transepto y los primeros tramos del cuerpo
de la iglesia están poblados por numerosos capiteles figurados
donde leones, serpientes, sirenas y centauros son los grandes protagonistas.
Cenotafio de los santos mártires
En el plano escultórico
hay que fijarse en la colección de canecillos de gran fantasía,
pero sobre todo en el magnífico cenotafio de los mártires,
una de las cumbres de la escultura románica española
de finales del siglo XII.
Es una estructura que imita
a un templo de tres naves sobre arcos y columnas. En los frentes más
largos, se relata la persecución y muerte de los Vicente, Sabina
y Cristeta por orden de Daciano. En los extremos vemos a Cristo en
Majestad con el Tetramorfos y la Adoración de los Reyes Magos.
La iglesia de
San Andrés es una de las más primitivas de la ciudad
(comienzos del siglo XII) y se atribuye a canteros procedentes de
León, por la escultura del interior de su cabecera. Precisamente
se ubica en el que era el barrio de los canteros, en un arrabal extramuros
al norte de la ciudad.
La iglesia es
de medianas dimensiones constituida por tres naves sin transepto finalizadas
en una cabecera triabsidal, con el ábside central mucho más
largo que los laterales (tampoco los ábsides laterales son
iguales entre sí) adornado con vanos rodeados de columnas y
arquerías ciegas en los muros del presbiterio.
Tiene dos parecidas
puertas en los muros meridional y occidental, con arquivoltas de rosetas
y baquetones, de similar decoración a las segovianas.
Los capiteles
incorporan animales del bestiario propio del románico pleno
como sirenas, leones y grifos.
La torre campanario
se añadió en extremo norte del hastial occidental, aunque
ha sufrido algunas alteraciones, especialmente en el cuerpo superior
de campanas.
Lo más
importante es la estructura columnaria del interior del ábside
central, con un repertorio de capiteles repletos de esculturas de
gran dinamismo.
Dentro de este
amplio repertorio hay un animal que sobresale por su continuada presencia:
el león, que en el románico ofrece el más variado
y rico simbolismo. El león aparece sólo, emparejado
y en liza con el ser humano.
La iglesia de San Pedro de
Ávila está situada en la plaza del Mercado Grande, enfrente
de la Puerta del Alcázar, formando una de las estampas más
atractivas de la ciudad.
Probablemente la causa de
su edificación sea la existencia de un lugar de culto anterior.
Debió ser iniciada alrededor del año 1100 con una concepción
muy similar a la de San Vicente, aunque al final existirían
importantes diferencias entre estos templos.
La
cabecera de San Pedro, lo primero en edificarse, es de gran pureza
románica. A finales del siglo XII se habría terminado
lo principal del templo levantándose el hastial de poniente,
aunque en el siglo XIV fue casi rehecha. También es posterior
el cimborrio que se levantaría, como en San Vicente, a principio
del siglo XIV.
Finalmente, San Pedro es
una iglesia de planta de cruz latina con tres naves de cinco tramos
rematadas en cabecera de tres ábsides escalonados, de factura
similar a San Vicente, pero más bajos por ausencia de cripta.
Posee acusado crucero y cimborrio, más torre adosada al brazo
norte del crucero. A la iglesia se accede por tres puertas.
La puerta norte
es la más valiosa. Tiene cinco arquivoltas de medio punto,
algunas con decoración de rosetas, zigzagueados, y puntas de
diamante.
El hastial occidental presenta
una puerta de seis amplias y austeras arquivoltas baquetonadas, y
un gran rosetón gótico. Parece que esta fachada sufrió
importantes transformaciones en el siglo XIV, sin llegar a perder
sabor románico.
En el interior,
los soportes los constituyen pilares en cruz griega con semicolumnas
en sus caras, con idea de abovedar la nave central con cañón
y fajones. Como en San Vicente la demora en la construcción
hizo cambiar de planes y se hubo de adosar unas pequeñas ménsulas
cónicas para recibir los nervios de la crucería.
También
de modo similar a la basílica vicentina, se elevó un
cimborrio sobre el crucero con estructura gótica y preciosa
bóveda octopartita.
Es por tanto
la cabecera y el transepto lo que más sabor románico
pleno ofrece, siendo además las partes donde los capiteles
de las columnas son figurados, con especial énfasis en el bestiario:
leones, sirenas, etc.
Desgraciadamente,
el entorno en el que se encuentra esta magnífica iglesia (en
la Plaza de Santa Teresa, frente a las murallas) ha quedado horriblemente
afeado por el vecino y espantoso edificio de Moneo de cinco plantas
de ladrillo que se ha construido hace unos años. La vergüenza
no es del arquitecto, sino de quienes lo han permitido... ¿Y
la UNESCO?....
Santo
Tomé el Viejo
No debemos olvidar
visitar, en esta zona este de la ciudad, lo que queda de las iglesias
de Santo Tomé el Viejo y Santa María Magdalena.
La iglesia románica
de Santo Tomé el Viejo sufrió importantes reconstrucciones
en el siglo XVI y actualmente no tiene culto pues se emplea como Almacén
Visitable del Museo de Ávila.
Del edificio
de finales de la duodécima centuria, Santo Tomé conserva
los muros perimetrales oeste, sur y norte -con dos de sus puertas-
puesto que la cabecera fue suprimida y reconstruida con modernos ábsides
rectangulares.
De las puertas
citadas, especial interés ofrece la del muro meridional por
su arquivolta decorada con figuras dispuestas siguiendo la dirección
de los arcos, donde aparecen desgastadas y casi irreconocibles figuras
zoomorfas y antropomorfas.
También
han quedado en el interior las columnas adosadas al muro occidental
de donde partían los arcos formeros, también eliminados
en el siglo XVI y sustituidos por otros escarzanos de mayor luz. Otra
parte del edificio románico que se ha conservado perfectamente
es el arco triunfal del ábside del Evangelio.
En su interior
se conservan numerosas piezas arquitectónicas y escultóricas
procedentes de distintos edificios de la ciudad. Algunas son verdaderamente
valiosas.
Entre ellas,
destacamos una serie de esculturas originales de la cornisa superior
de San Vicente que fueron reemplazadas por copias en las restauraciones
abusivas del siglo XIX.