Historia
de Soria medieval
Contrasta de manera acusada
el interés que por estas tierras duras y frías han manifestado
todas las civilizaciones que se desarrollaron en territorio peninsular
con el generalizado fenómeno de despoblación que sufre
la provincia desde hace décadas.
Soria
en el mundo antiguo
Los primeros poblamientos
en el territorio ocupado por Soria se retrotraen a la Edad del Bronce
y del Hierro como atestiguan diversos restos arqueológicos
hallados.
Posteriormente fue territorio
donde abundaron los poblados celtíberos. Legendaria es la resistencia
de Termancia y Numancia frente a las legiones romanas en el 133 a.C.
De la etapa de romanización quedan algunos vestigios como el
arco y los mosaicos de Medinaceli y villas bajoimperiales. También
tuvieron especial relevancia la construcción de diversas vías
de comunicación.
Los
visigodos y la ocupación musulmana
No debió ser despreciable
la presencia de visigodos en estas tierras a partir del reinado de
Eurico en la segunda mitad del siglo V. Como señala Sainz Magaña,
una acusada presencia visigoda puede justificar la existencia de ciertos
motivos decorativos en el románico soriano que siempre han
sido atribuidos a manos mudéjares. La presencia de visigodos
no sólo queda asegurada por pruebas documentales sino por restos
arqueológicos de acusada importancia
Tras la invasión musulmana,
Soria es conquistada en el año 715. Alrededor del 750 y aprovechando
la revuelta bereber, Alfonso I acude a la franja noroccidental de
Soria, como hace con el resto de la cuenca del Duero, con la intención
de llevar población cristiana al recién fundado reino
de Asturias y crear el denominado "desierto estratégico"
en la mesta que aislase el incipiente reino asturiano del emirato
cordobés.
Como afirma Herrera Casado,
los musulmanes nunca consideraron los territorios al norte de la Cordillera
Central como zona de interés de conquista. Durante los tres
primeros siglos de la instalación de los musulmanes en la península,
Al-Andalus establece tres marcas o fronteras: La Marca Inferior, establecida
en la línea que cruza por Mérida., la Marca Media que
guardaba Toledo atravesando Guadalajara y Soria y la Marca Superior,
con límite en Zaragoza.
Por ello, una vez en manos
musulmanes, y durante el emirato y califato cordobés, las tierras
de la actual provincia de Soria formaron parte de la llamada "Marca
Malia" o Marca Media. Esta frontera estaría situada siguiendo
el curso del Duero, por lo que la presencia musulmana es mucho más
importante en las regiones del sur y este de la actual provincia.
Durante estos primeros siglos
-desde el VIII al X- la Marca Media va ser la más disputada
por moros -fundamentalmente bereberes- y cristianos. En numerosas
ocasiones, el reino astur-leonés y el condado de Castilla realizaron
incursiones militares sobre ella, y en otras, sirvió de base
para las razzias de los emires y califas de Córdoba, principalmente
en pleno siglo X durante el mandato de Abderramán III.
Por
tanto, en estos siglos, hemos de ver el actual territorio de Soria
como zona militar con escasa población, sólo formada
por unos pocos núcleos rurales habitados por civiles y sobre
todo, destacamentos militares musulmanes defendiendo las alcazabas
construidas para su defensa, como la fortaleza de Gormaz, reedificada
grandiosamente por el poder cordobés en el 965 y la fuerte
población de Medinaceli.
Reconquista
cristiana de Soria
El territorio al norte del
Duero, despoblado casi totalmente desde tiempos de Alfonso I y fuera
del área de influencia musulmana va a ser inicialmente repoblada
en tiempos de García I. Concretamente Gonzalo Téllez
repuebla la antigua ciudad romana de Uxama y Gonzalo Fernández
hace lo propio con San Esteban de Gormaz.
Durante el siglo X las fuerzas
castellanoleonesas y cordobesas van a protagonizar una larga serie
de sangrientas batallas por la conquista de estas fortalezas y por
el intento de mantener sus teritorios. El 4 de septiembre del 917
Ordoño II derrotó severamente al general Ibn Abi Abda,
enviado por Abderramán III, en San Esteban de Gormaz. Tres
años más tarde el califa cordobés se tomó
cumplida revancha arrasando las ciudades de Osma y San Esteban, entre
otras muchas de la extremadura castellana. En el 933 volvemos a ver
un contingente cristiano dirigido por el rey leonés Ramiro
II y el conde Fernán González derrotar a un ejército
musulmán en Osma.
Al final del siglo, con las
correrías de Almanzor, que toma como centro de operaciones
la ciudad de Medinaceli, la repoblación castellana del noroeste
soriano queda desbaratada.
Tras la muerte del caudillo
árabe en el año 1002 en Medinaceli, el Califato se descompone
en los llamados Reinos de Taifa. Soria, situada en la frontera militar
musulmana y alejada de cualquier defensa vuelve a caer en manos castellanas,
en esta ocasión sin apenas combate. Durante los reinados de
Fernando I y Alfonso VI se asegura la mitad noroeste provincial, donde
interviene activamente el Cid.
La invasión almorávide
en el año 1086, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI,
va a suponer un parón en este proceso, al mismo tiempo que
se desarrolla un gran esfuerzo por asegurar defensivamente poblaciones
como Sepúlveda, en Segovia, y San Esteban de Gormaz. Alfonso
I el Batallador de Aragón y Doña Urraca de Castilla
recogen el testigo de la conquista de Soria, cayendo en manos cristianas
la población que tanta sangre cristiana había hecho
derramar, la ciudad de Medinaceli, en el año 1124.
Es el momento de la repoblación
definitiva de Soria y otros lugares de la cuenca del sur del Duero
con pobladores que, en diversas oleadas, llegan de Asturias, León,
Aragón, norte de Castilla, Francia, etc., fundiéndose
con la población autóctona, en muchos casos musulmana.
La
monarquía incentiva la ocupación de estos territorios
inseguros mediante un sistema de fueros y exenciones tributarias,
desconocido en toda Europa, sumida en el apogeo de la sociedad feudal.
Estos pobladores se organizan en "concejos", sistemas municipales
de control de extensas comarcas. A la población predominante
se le llamaba "Villa" y a las pequeñas aldeas circundantes
"Tierra", constituyendo globalmente la "Comunidad de
Villa y Tierra". La actual provincia de Soria estuvo constituida
por veinte Comunidades de Villa y Tierra: entre las que cabe citar,
por su importancia, las de San Esteban, Gormaz, Berlanga, Caracena,
Osma, Ucero, Calatañazor, Soria, Almazán, Medinaceli,
y Ágreda.
El largo y próspero
reinado de Alfonso VIII va a constituir un periodo de asentamiento
y de cierta estabilidad social. La monarquía es el centro del
poder político, sobresaliendo de manera indiscutible sobre
la nobleza. Un nuevo grupo social va a adquirir una decisiva importancia,
los guerreros que partiendo de condiciones sociales más desventajosas
se han forjado una reputación y riqueza por el empleo eficaz
de las armas en las guerras de frontera. Estos caballeros van a ser
la clase dominate en los concejos llegando a disponer de gran autoridad
sobre los destinos de las villas y sus alfoces.
Los
campesinos, por otra parte, sin llegar a alcanzar las condiciones
de "participación democrática" que los historiadores
románticos del siglo XIX les atribuían, vivieron en
unas condiciones de relativa libertad, aunque su influencia sobre
la política de la época fue casi nula.
En este peculair contexto
social de Castilla del tramo final del siglo XII y comienzo del XIII
hay que situar la creación del arte románico soriano,
donde cada villa va a construir varios templos para cada barrio o
parroquia y las aldeas, por humildes que sean, dedificaran su pequeña
iglesia.
Sin embargo, a partir de la
mitad del siglo XIII, el flujo repoblador que reciben los territorios
sorianos no sólo se ve frenado sino que la demografía,
que no llegó a ser nunca especialmente elevada, inicia un declive
como consecuencia de la emigración que busca ahora territorios
más fértiles y mejores condiciones de vida en la Andalucía
recien conquistada.
Es precisamente este parón
en la actividad social y económica de la región que
se extenderá a lo largo de los siglos siguientes, el que ha
permitido que las recien construidas iglesias románicas o parte
de sus elementos se hayan conservado. Un aumento demográfico
sostenido y la prosperidad económica generalizada, de haberse
producido, hubiera causado la sustitución de las "pequeñas
y toscas iglesias" de los antepasados en anodinos pero modernos
templos barrocos y neoclásicos.