La ciudad de Soria,
como Segovia o Ávila, es netamente románica.
Su desarrollo como urbe se
produjo precisamente en los siglos de la reconquista y repoblación
castellana en que el arte románico impera de manera universal.
Por esta razón su
patrimonio románico es sobresaliente. En esta página
se verán la iglesia y claustro de San Juan de Duero procedentes
de un antiguo monasterio de los Hospitalarios, la concatedral de San
Pedo, la magnífica iglesia de Santo Domingo, la iglesia de
San Juan de Rabanera y las ruinas de San Nicolás.
Pero el recorrido
monumental por Soria debe incluir, sin duda, otros lugares como San
Polo y los restos de Santa María la Mayor y El Salvador.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre el
Arte Románico en la ciudad de Soria
San
Juan de Duero
San Juan de
Duero procede de un monasterio construido entre los siglos XII y
XIII por los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.
Permanece en buen estado la iglesia y las arquerías desnudas
del claustro.
El claustro es el más
exótico de los conservados en España y de un agudo estilo
orientalizante. Conserva las cuatro crujías.
El repertorio de arcos de
este claustro es verdaderamente sorprendente. Los hay de medio punto
sobre columnas pareadas, al estilo tradicional, otros son apuntados
y de arco de herradura.
Hay otros que llevan arcos
muy apuntados sobre columnas pero que se entre cruzan apoyando en
parejas de columnas a los extremos de otras par. Sorprendentes son
los arcos túmidos que, a parir de pilares acanalados, arrancan
en diferente sentido para entrecruzarse en el medio, dejando un pequeño
hueco sobre el pilar.
Por último, los más
complejos son aquellos que arrancan sobre columnas de forma aguda
y se entre cruzan con semiarcos unidos a pilastrones dejando su extremos
colgando y sin apoyo a modo de pinjantes.
El
repertorio de capiteles es, en su mayoría, de motivos vegetales,
aunque no faltan los de animales fantásticos.
Interpretaciones
Como es natural, de tan singularísimo
monumento se han ocupado los más ilustres especialistas en
arte medieval y también han sido muchas las interpretaciones
de origen e influencias.
Las más extendidas
han sido las que interpretan que estamos ante uno de los ejemplos
de mudejarismo hispano más acusado. Autores del prestigio de
Lojendio o Bango Torviso, sugieren que los arcos túmidos y
entrecuzados proceden del mundo andalusí (Toledo o Córdoba).
Para otros autores tal exotismo
se debe a que los caballeros hospitalarios quisieron crear un espacio
de enterramiento simbolizando las formas del Santo Sepulcro de Jerusalén
(de ahí el octógono que forma) y la silueta de algunos
de sus arcos. Para ello se basan en que la primera denominación
de la glesia en el siglo XII no fue de San Juan Bautista sino del
Santo Sepulcro.
La iglesia es sencilla. Tiene
nave, presbiterio y ábside semicircular. Lo más interesante
son los dos templetes adosados a los muros en el arranque de la nave.
Estos templetes o edículos
abovedados servían para cubrir mesas de altar y poder disponer
de tres altares para oficiar misas en iglesias con una sola nave y
ábside.
Estos altares estaban dedicados
a la Virgen y a San Juan Bautista. Uno se corona con bóveda
semiesférica y el otro cónica. Éstos son soportados
por una rica estructura columnaria que muestra episodios neotestamentarios
y animales fabulosos.
En el correspondiente a San
Juan Bautista, además de la escena de su degollación,
aparecen talladas escenas de combate entre hombres y dragones, además
otras bestias de sentido negativo como arpías.
Por contra, el el edículo
correspondiente a Santa María, las escenas se refieren a la
Natividad de Jesús y finalizan con la escena de la Asunción
de la Virgen.
En
el lugar done se encuentra la concatedral de San Pedro, debió
existir un templo ya a comienzos del siglos XII, en tiempos de dominio
de Alfonso I de Aragón.
Este templo se renovaría
a mediados del siglo XII cuando se convirtió en colegiata al
mando de canónigos regulares de San Agustín, que construirían
un gran templo románico y el resto de dependencias monásticas:
sala capitular, claustro, etc.
Lamentablemente, el templo
se vino abajo en 1520, por lo que se reconstruyó, no quedando
de la iglesia románica más que restos en el brazo sur
del transepto y tres de las pandas del claustro.
En 1959, la colegiata de San
Pedro se convierte en concatedral, compartiendo sede episcopal con
El Burgo de Osma.
El Claustro
Del
cuadrilátero del claustro románico han permanecido la
mayor parte de las pandas oeste y este y completa la norte. La sur,
es decir la que se encontraba junto al templo, fue destruida en la
reconstrucción del siglo XVI.
Las arquerías de este
célebre claustro soriano están compuestas a un modo
muy clásico, alejadas del exotismo de su vecino de San Juan
de Duero.
Las columnas son dobles con
los fustes cilíndricos separados y se apoyan el en el habitual
podium. Una de las peculiaridades son los machones centrales de cada
panda con una estructura columnaria exterior formada por dos columnas
bajas de largos fustes que son superadas por otras tres más
cortas.
La larga lista de capiteles
muestra un variado repertorio. Con todo, lo más habitual es
encontrar cestas vegetales de diversa composición. Algunos
de estos muestran hojas muy abiertas y de aspecto bastante horizontal.
No faltan, entre ellas las que muestran plantas de la flor de aro
(arum italicum) con su característico racimo de frutos arracimados,
que muchas veces se pueden confundir con piñas. Estas
flores de aro constituyen uno de los elementos más característicos
del segundo taller silense, lo que refrenda la relación entre
San Pedro de Soria y el monasterio burgalés.
No faltan tampoco los animales
reales y fantásticos enredados en tallos vegetales -de nuevo
al modo silense- como dragones, grifos, arpías, aves zancudas,
leones, etc. En algunos de los casos hay personajes humanos que agarran
a estas bestias o luchan contra ellas y también escenas de
caza (un ciervo es acosado por cazador, perro y un sagitario).
También hay capiteles
con episodios neotestamentarios ligados al Ciclo de la Natividad y
escenas monásticas.
La Sala Capitular y otras
puertas
En la panda oriental del claustro
podemos ver lo que era la entrada a la originaria sala capitular (ahora
convertida en capilla aneja a la iglesia) más otras puertas
que daban acceso a dependencias desaparecidas.
La puerta de entrada es de
arquivoltas de medio punto (el intradós de la interior, angrelada)
con cuatro columnas de capiteles con representaciones del bestiario
fantástico. Dos ventanas flanquean esta puerta. Son especialmente
hermosas y están compuestas por un vano bíforo y un
óculo polilobulado que son rodeados por arcos semicirculares
sobre columnas.
Restos en los muros exteriores
En el muro exterior del claustro
que cierra el actual Museo de la Concatedral se aprecia un muro románico
que parece de época anterior a la construcción de la
colegiata iniciada a mediados del siglo XII.
Lo mejor conservado de esta
parte es un ventanal tríforo con arcos sogueados y columnas
vegetales, todo de sabor muy arcaico.
La iglesia de Santo Domingo fue en origen la de Santo Tomé,
pero durante el reinado de Alfonso VIII se reedifico como una ambiciosa
iglesia de tres naves que no se terminaron. Lo más destacable
y único en el románico no sólo soriano sino español
es su fachada occidental.
Tradicionalmente,
historiadores y críticos de arte han llamado la atención
de lo extraño de una construcción de estas elegantes
características en contraste con el carácter austero
de estas tierras sorianas.
Es un edificio de tipo francés,
como los que abundan en la región de Poitou. En concreto se
ha afirmado reiteradamente que se trata de una simplificación
de la gran iglesia de Notre dame la Grande de Poitiers.
El templo quedó inconcluso,
pues además de la torre del costado septentrional sólo
se edificó la fachada y dos tramos de las naves.
La fachada está dividida
en tres secciones o cuerpos. En el primero, además de la gran
portada hay cuatro arquerías de dos arcos murales sobre columnas.
Por encima hay semejante
disposición de arquerías pero con columnas de fuste
más corto y en las enjutas las figuras de dos personajes que
tradicionalmente se ha interpretado que corresponden a los reyes Alfonso
y Leonor. En el tercer cuerpo hay un gran rosetón de ocho radios
y en el remate una cruz.
La puerta es excepcional.
Tiene cuatro arquivoltas completamente figuradas y frontón.
En éste hay un Pantocrátor con el Niño Jesús
rodeados por el Tetramorfos y la Virgen y San José. La arquivolta
interior muestra los 24 ancianos y un ángel. En la segunda
diversas escenas de la matanza de los inocentes. En la tercera hay
escenas de la vida de Cristo desde el ciclo de la Natividad hasta
los últimos episodios de la Pasión.
Estas esculturas son acertadísimas
desde el punto de vista iconográfico, de tal manera que con
con pocos elementos expresan con claridad lo sucedido en cada episodio
bíblico.
Es difícil resaltar
algún grupo escultórico frente al resto pues todos son,
como hemos indicado, de gran calidad pero quizás el más
llamativo y expresivo nos parece aquél en que el rey Herodes
es aconsejado por el diablo -en forma de dragón- para ordenar
la matanza de los niños. En este grupo escultórico,
Herodes aparece pensativo o incluso dormido y la bestia se yergue
rampante y apoyando la pata delantera en el hombro le susurra al oído.
Otro grupo muy elocuente
es aquél en que Dios y dos ángeles mantienen en sus
regazos unas cabecitas que representan las almas de los ajusticiados.
En los capiteles de las columnas
de la portada hay escenas de la Creación del Universo y del
hombre y la disputa de Caín con Abel. No cabe duda que la fachada
de Santo Domingo, en un soleado atardecer es de lo más bello
que puede mostrarnos el románico español.
Por su parte, el rosetón
también es portador de un jugoso conjunto de esculturas que
suelen pasar desapercibidas por la atención que atrae la portada
y por estar a más altura, por lo que es necesario para poder
contemplarlas disponer de un buen teleobjetivo o prismáticos.
También hay que decir
que son raros los trabajos publicados sobre esta iglesia que mencionen
las tallas colocadas del rosetón. Este óculo tiene unas
hechuras arquitectónicas relacionables con el de la fachada
de Santa María de Huerta. Sin embargo, éste es completamente
anicónico como corresponde con el espíritu del Císter,
mientras que el de Santo Domingo cuenta con gran variedad de escenas
esculpidas donde numerosos hombres combaten desesperadamente con maléficos
dragones.
En cuanto al interior, los
primeros tramos románicos muestran tres naves separadas por
arcos que apoyan en pilares cuadrados, con parejas o tríos
de columnas adosadas para recibir los arcos fajones y formeros respectivamente.
En los capiteles de las columnas
aparecen numerosas cestas vegetales talladas con primor, pero más
apreciables son los que muestran animales de filiación silense,
como leones, dragones, grifos, etc.
San
Juan de Rabanera
San Juan de la Rabanera es
otra de las importantes joyas del románico de la ciudad de
Soria. Se ubica en la céntrica calle de los Caballeros.
Se trata de un templo originario
de los últimos años del siglo XII o comienzos del XIII,
constituida por una nave de tres tramos, acusado transepto, ábside
de semitambor precedido por largo presbiterio y con cúpula
sobre el crucero que soporta una torre de campanas más moderna.
Aunque no se aprecia exteriormente,
en los muros orientales de los brazos del transepto se abrieron dos
absidiolos o capillas, con forma de hemiciclo.
Tiene dos capillas modernas
añadidas en los costados meridional y septentrional en el siglo
XV. Otro postizo, en este caso románico, es la puerta del muro
occidental que perteneció a la arruinada iglesia también
soriana de San Nicolás y que fue trasladada a San Juan de Rabanera
en el año 1908.
Peculiaridades del ábside
El esbelto y alto ábside
de esta iglesia es muy original. Muestra algunas características
que no se dan en ningún otro templo románico español.
Para empezar, los refuerzos exteriores no son columnas entregas ni
contrafuertes lisos, como es lo habitual, sino pilastras acanaladas
de similitudes clásicas.
Otra característica
original es que el paño central, el que se corresponde con
el eje del ábside, no está ocupado por un ventanal sino
por una de estas pilastras. Esta disposición establece una
extraña simetría.
A ambos lados de esta pilastra-eje
hay sendos ventanales, de arquivolta, más que apuntada, de
perfil elíptico. En los paños de los extremos el maestro
de la obra prefirió establecer, en lugar de nuevos ventanales,
dos conjuntos de relieves murales a base de rosáceas y otros
motivos geométricos y vegetales.
Interior de la iglesia
El interior es espectacular
a pesar de su modesto volumen. La sensación que transmite un
paseo por este templo es de acusada verticalidad, debido a la proporciones
de las distintas partes con escasa superficie pero altura considerable,
además del empleo de arcos sensiblemente apuntados.
El ábside tiene la
particularidad de mostrar bóveda gallonada ya que los nervios
del cascaron sobresalen creando concavidad en los plementos. El presbiterio
lleva medio cañón con nervios de refuerzo.
Los brazos del transepto
también llevan medio cañón apuntado, en esta
ocasión sin los citados nervios.
El crucero se aboveda con
cúpula semiesférica mediante trompas que sirven de base
para el campanario, aunque el suerpo de campanas es moderno, del siglo
XVI.
Las bóvedas románicas
del cuerpo de la nave se han perdido para ser sustituidas por otras
barrocas de lunetos.
Las portadas
La puerta occidental, procedente
de San Nicolás, tiene arquivoltas de medio punto y un tímpano
donde parece el obispo San Nicolás de Bari, sentado y vestido
con sus atributos, rodeado de otros personajes eclesiásticos.
Los capiteles de las columnas
muestran escenas neotestamentarias de la vida y muerte de Cristo:
aparición María Magdalena, la Resurrección, la
cena en casa de Simón y la duda de Santo Tomás.
En el conjunto contrario
de capiteles, hay escenas de la vida de San Nicolás de Bari.
La puerta propia de esta
iglesia se encuentra en el muro sur y está cegada. Es más
sencilla que la anterior citada y tiene arquivoltas decoradas con
arquillos perlados entrecruzados. El tímpano muestra tres rosetas.
Tiene planta de cruz latina
destacando el ábside semicircular divido por pilastras acanaladas
de gusto muy clásico en lugar de las habituales columnas, con
bellos ventanales apuntados sobre columnas y arcos ciegos con grandes
rosetas.
En el muro meridional se
abre una puerta original sencilla, mientras que la del hastial de
poniente procede de las ruinas de San Nicolás con cuatro arquivoltas,
tímpano y tres pares de columnas con capiteles que muestran
escenas neotestamentarias muy ricas en calidad.
San Nicolás La parcialmente arruinada iglesia románica
de San Nicolás se encuentra a escasa distancia de la Concatedral
de San Pedro. Tiene una planta de cruz latina aunque con los brazos
del transepto muy cortos.
Lo mejor conservado es el muro sur y gran parta del ábside
articulado con pilares que se prolongan en dobles columnas y ventanales
de gran abocinamiento.
Otros
restos románicos en la ciudad de Soria
En la ciudad de Soria existen
otros restos románicos, como la iglesia de Santa María
la Mayor o los de la Ermita de San Polo.