Historia
de ciudad de Soria en los primeros siglos medievales
Dada la importancia de Soria
en la historia medieval, muchos investigadores desde hace siglos han
dado su punto de vista sobre el origen de la ciudad y sobre su toponimia,
Muchas de estas hipótesis
tuvieron, sobre todo si proceden de autores de siglos pasados, más
de leyendas e invenciones que de datos contrastados arqueológicamente
o por referencias documentales.
Así que aquí,
nosotros, sólo mencionamos que hay quien supone que en el lugar
del castillo de Soria pudo haber existido alguna fortificación
prerromana y romana. En algún que otro caso, incluso, se llega
a aventurar la hipótesis de que en el asedio a Numancia debiera
las fuerzas romanas contar con alguna fortificación que dominase
el Valle del Duero.
También se supone que
en los primeros siglos de la presencia musulmana en la Península,
este monte tuviese alguna atalaya de las muchas que existieron en
la Marca Media del Emirato-Califato.
Tras las expediciones victoriosas
de Almanzor a finales del siglo X, llegó el ocaso del Califato
y el conde Sancho García recuperó numerosas poblaciones
y fortalezas sorianas entre 1010 y 1011. Entre ellas debió
estar esta probable fortificación de la futura ciudad soriana.
Hasta entonces, Soria no es
citada en documentos y cronicones. Algo que sí ocurre abundantemente
para lugares como San Esteban de Gormaz, Osma, Medinaceli, etc. y
en menos medida de Garray, cuyo nombre siempre ensombrece al de Soria,
posiblemente por estar limitada a un castillo y algunos pocos pobladores.
Será
durante estas primeras décadas del siglo XI cuando los aledaños
de este viejo castillo moro se vea repoblado como consecuencia de
su carácter fronterizo entre el Condado de Castilla y el Reino
de Navarra, además de con los musulmanes que no se hallan muy
lejos.
Con Fernando I y Alfonso VI
estos territorios son afianzados frente a los árabes y se van
repoblando de manera continuada, sobre todo tras la llegada de los
almorávides que obliga a este último monarca a reforzar
todo el territorio fronterizo para "taponar" la posible
agresión de los nuevos dueños de Al-Andalus.
Lo que sí parece que
es claro es que Alfonso I de Aragón (El Batallador) durante
su tortuoso matrimonio con Doña Urraca de Castilla y León,
afianzó la repoblación de Soria convirtiéndose
en una villa de importancia.
Tras
la separación de Urraca y Alfonso en 1114, la ciudad soriana
debió quedar bajo el poder de Aragón.
Tradicionalmente se cita la
fecha de 1119 como de la repoblación efectiva de Soria por
el monarca aragonés.
Aunque con tensiones entre
aragoneses y castellanos, Soria pertenecerá a Aragón
hasta la muerte del Batallador (1134), momento en que es recuperada
para Castilla, ya en tiempos del reinado de Alfonso VII el Emperador.
Parece que el nieto de Alfonso
VII, el que luego reinaría con el nombre de Alfonso VIII de
Castilla, tuvo siempre predilección por la ciudad de Soria
pues siendo niño (en 1160) los sorianos le protegieron de su
tío Fernando II de León y le trasladaron a Atienza para
que no cayera en sus manos, lo que habría dado, de facto, el
poder sobre el reino castellano.
Aquellas
décadas del útimo cuarto del siglo XII debieron ser
de auge de población y de florecimiento continuado. Sin embargo,
un hecho traumático va a frenar esta evolución. Y es
que, aprovechando la debilidad y desconcierto producido en Castilla
por la derrota de Alarcos ante los almohades, Sancho el Fuerte de
Navarra invade los territorios sorianos entre 1195 y 1196 y saquea
las urbes de Almazán y Soria.
Como respuesta y poco después,
Alfonso VIII concede el Fuero Extenso a Soria volviendo a recuperar
población y esplendor. En esta época la ciudad de Soria
llega a tener nada menos que 35 parroquias. Debemos deducir que serían
barrios o caseríos cuyas familias giraban alrededor del templo
parroquial que estaría construido en estilo tardorrománico.
Aunque hay que decir que la pertenencia de las familias a las parroquias
no siempre se realizaba por cercanía física.