La
reconquista y repoblación cristiana de las tierras ganadas
por los musulmanes se había iniciado ya en Galicia y el
Cantábrico por obra de los primeros monarcas astures.
Los
ríos marcaron los jalones este proceso de Reconquista y
Repoblación.
Repoblación
hasta el Duero y el Tajo
En un primer
período se buscó el Duero. El primero que llegó
hasta este último fue Alfonso I, rey de Asturias, aunque,
por falta de elementos humanos suficientes para la tarea de repoblación,
la zona quedó como tierra de nadie.
Años
después, Alfonso el Casto (791-842) rebasó el Duero
y llegó hasta el Tajo, aunque de maenera poco estable.
La verdadera frontera de los siglos IX y X fue le Duero.
En 814, los
cristianos pasaron de las montañas cántabras a las
llanuras castellanas. A Brañosera (Palencia) se le dio
en 824 la primera carta de repoblación hasta hoy conocida;
por eso es el más antiguo municipio español. Por
entonces, la ocupación de las tierras se hacía mediante
"presura", título con el que se adquiría
legítimamente.
Alfonso
III el Magno (866-910) y Ramiro II (¿937-950), reyes de
Asturias y León, combatieron osadamente por tierras del
Duero, lo que provocó que desde Córdoba se lanzase
la célebre "Campaña de la Omnipotencia"
organizada por Abd al-Rahmán III en el año 939,
siendo estrepitosamente derrotado por el segundo de ellos, aliado
con el conde castellano Fernán González y la reina
navarra Toda en Simancas.
El
sistema de repoblación fue, en un principio, el basado
en la concesión por parte del rey de tierras -que otorgaba
los bona vacantia, los bienes sin dueño- a quien podía
ocuparlas y defenderlas.
Por
lo general, se levantaba un monasterio y junto a él las
humildes casas de las gentes que habían de labrar el campo.
Los
monjes, eran agricultores o ganaderos, atentos no sólo
a trabajar sus campos, sino a defenderlos de las incursiones árabes.
La
reconquista y repoblación del sur y las Órdenes
Militares
Con
el progreso de los cristianos, después de la conquista
de Toledo se planteó el problema de la repoblación,
lo mismo que había ocurrido en los territorios al norte
del Tajo. Ahora bien, si en la zona norte la misión de
los monasterios fue importantísima, en Castilla la Nueva,
Extremadura, Valencia y Andalucía lo fue la desarrollada
por las órdenes militares.
Las
órdenes militares estrictamente españolas fueron
cuatro, aparte otras de vida efímera: Calatrava, Alcántara,
Santiago y Montesa, esta última fundada en Aragón,
para sustituir a los extinguidos templarios; en Portugal existió
la de Avis, que se distinguió en la defensa de Evora (1166)
ante los musulmanes,
En
la doble labor -inseparable- de Reconquista y repoblación,
las órdenes militares tuvieron una destacada y decisiva
actuación. A la orden no española de San Juan le
correspondieron en la Mancha territorios en torno a su cabeza
Consuegra, entre los de calatravos y santiaguistas.
La
de Calatrava tuvo posesiones de Madrid hasta Despeñaperros.
De la energía con que actuaron todas ellas es buen ejemplo
el de la orden de Santiago. Desde su priorato leonés de
San Marcos extendió su acción por el oeste de España
y por el vecino Portugal hasta el sur; por todas partes tuvo propiedades
y castillos. La labor efectuada desde el priorato de Uclés
fue intensísima. Repobló las amplísimas tierras
manchegas y edificó iglesias para restaurar el culto "in
terris desertis".
Los
santiaguistas intervinieron en la conquista de Cuenca (1177).
Su maestre estuvo presente en la conquista y repartimiento de
Murcia y Sevilla. Los territorios de la orden de Santiago se extendieron
por toda la geografía ibérica, si se exceptúa
el nordeste y la parte más meridional de Andalucía.
Las órdenes militares fueron eficaces colaboradoras de
los reyes en la labor de reconquista y repoblación, de
nuevas tierras.