Título:ROMA EN EL ROMÁNICO. TRANSFORMACIONES DEL LEGADO ANTIGUO
EN EL ARTE MEDIEVAL. LA ESCULTURA HISPANA: JACA, COMPOSTELA
Y LEÓN (1075-1150)
Guía
del Románico en la ciudad de León: Basílica de
San Isidoro
La
ciudad de León, de su glorioso pasado altomedieval como
capital de uno de los reinos más prestigiosos del siglo XI
Europa, conserva distintos monumentos románicos y góticos.
Algunos son tan conocidos
con la extraordinaria catedral gótica de "estilo francés",
llamada "pulchra leonina" por su inigualable belleza y la
románica Real Colegiata o Basílica de San Isidoro,
no menos espléndida.
Otros son mucho menos conocidos
e incluso ignorados. Tal es el caso de la iglesia de Santa María
del Mercado y el llamado Palacio de Alfonso VII, ambos
del siglo XII y que luego describiremos.
Recorrido
por el León románico
Un
posible y recomendado recorrido secuencial para conocer esto hitos
medievales leoneses es comenzar con la catedral gótica y trazando
una especie de arco abordar el resto de lugares importantes a los
que nos referiremos.
La catedral es referencia
absoluta del corazón histórico de León y lugar
tan conocido que es imposible no encontrarla. La historia y descripción
de la catedral gótica de León queda fuera de los límites
de esta página, pero es posible conocer más de ella
en el siguiente enlace:
No obstante, aprovechamos
a decir aquí que el solar que ocupa el actual templo catedralicio
bajomedieval tiene una larguísima historia de edificaciones
que abarcan desde las termas romanas de la vieja Legio VII Gemina,
pasando por el palacio de Ordoño II reconvertido en iglesia
y que fue construido tras la repoblación de la ciudad en el
siglo X y también por la catedral románica, que fue
destruida para levantar el actual edificio gótico y de la que
sabemos que era una iglesia de tres naves y tres ábsides semicirculares
con empleo masivo del ladrillo y de la piedra labrada.
Tras la visita a la catedral
y camino de San Isidoro, debemos acercarnos al Palacio de Alfonso
VII o de Doña Berenguela, que se encuentra al noroeste, en
el patio del Colegio de las Teresianas.
Algo más al noroeste
llegamos a la Real Colegiata de San Isidoro, que es, sin duda, uno
de los monumentos románicos más importantes de España
y pieza indispensable para entender el desarrollo de este estilo en
la Península.
Tras una detenida visita a
tan insigne edificio, es indispensable retroceder, en este caso hacia
el sur, para visitar la iglesia de Santa María del Mercado.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre la
Pintura Románica
Basílica
de San Isidoro de León
Esta
iglesia se levanta en un lugar donde se alzaban otras anteriores iglesias.
La última de ellas fue edificada por Fernando I para albergar
las reliquias de San Isidoro de Sevilla.
Esta antigua
iglesia no era de grandes proporciones y en absoluto era de estilo
románico sino plenamente prerrománica - asturiana.
Posteriormente
se mandó edificar el famoso y soberbio Panteón de los
Reyes, monumento sepulcral que actualmente es lo más antiguo
que se conserva. Se trata de un espacio rectangular completamente
abovedada sobre grandes columnas, varias de las cuales presentan relieves
de gran trascendencia simbólica y catequética.
En sus bóvedas
se pintó en el siglo XII un repertorio de primer orden en el
románico europeo por lo que se la denomina la "Capilla Sixtina"
del románico. Podríamos decir que es un resumen de los
relatos bíblicos del Nuevo Testamento, no sólo de los
Evangelios sino también del Apocalipsis.
Poco después
se mando reconstruir la iglesia ya en el estilo románico pleno
que imperaba en aquella época y traído por los aires
internacionales del Camino de Santiago, muy en relación con
la catedral de Jaca, San Martín de Frómista y la Catedral
de Santiago de Compostela.
Esta basílica
se construyó con un plan de tres naves, crucero saliente y
cabecera de tres ábsides. El central lamentablemente se perdió
a finales de la Edad Media para sustituirlo por otro tardogótico.
En el costado
meridional se abren las dos monumentales puertas. La del Perdón
se abre en el muro del hastial del crucero y se decora con un tímpano
bellamente esculpido con las escenas del Descendimiento, el Sepulcro
vacío y la Ascensión. Las mochetas que lo sostienen
son magníficas con dos expresivas cabezas de animales.
Por encima
aparecen las figuras hieráticas y solemnes de San Pedro y San
Pablo y más arriba una arquería sobre el tejaroz.
La Puerta
del Cordero es la principal del templo y es más bella aún,
con la escena del Sacrificio de Isaac en que aparece la mano de Dios
impidiendo la acción, además de un Agnus Dei inscrito
en una especie de mandorla soportada por dos espléndidos ángeles.
Le acompaña las esculturas de San Isidoro y San Vicente y un
hermoso zodiaco.
El interior
respira un difícilmente descriptible ambiente medieval. La
penumbra, la solidez de los pilares, la imaginación de las
tallas transportan al visitante a un mundo olvidado.
De entrada
hay que observar la sabia arquitectura de las naves que permitió,
al darle mayor altura la central, abrir grandes ventanales en el claristorio.
Los arcos so peraltados sobre pilares cuadrados. Aunque hay un gran
número de capiteles vegetales, son sobresalientes los historiados
donde trabajaron finos artistas del Románico Pleno.
Otras estructuras
y dependencias de importancia son la llamada torre del gallo y el
claustro.
Una robusta torre románica -la conocida como Torre del Gallo- con
amplios ventanales superiores se construyó en varias fases
a los pies del templo, aunque pasa algo desapercibida a pesar de su
altura por la magnificencia del templo románico y la cercanía de las
murallas romanas. Es indudable su función complementaria defensiva.
El claustro
adosado al costado septentrional todavía conserva una de las
pandas románicas con gruesas bóvedas de aristas y pilares
con columnas adosadas.
Tampoco es
despreciable el museo que conserva algunas piezas de arte mueble de
primera magnitud.
El
Palacio de Alfonso VII o Torre de Doña Berenguela es un edificio
poco conocido a pesar de su valor histórico. La mayoría
de los turistas pasan junto a él cuando se desplazan de la
catedral a San Isidoro sin percatarse de su presencia, como consecuencia
de su su escondida ubicación.
Y
es que este palacio románico leonés se encuentra en
el corazón histórico de la ciudad de León, a pocos metros de la catedral
y hoy dentro del patio del Colegio de las Teresianas y sólo
se puede ver desde la lejanía a través de un par de
verjas.
Su
valor, como dijimos, es más histórico que artístico,
dada la escasez de edificios románicos civiles que se conservan.
De hecho constituye el único resto de románico civil conservado en
tierras leonesas.
Hay
que mencionar que nada se sabe del origen de este palacio y el nombre
de Alfonso VII o Doña Berenguela se usa de manera tópica
y convencional,
En cualquier caso, de no ser una construcción
de carácter regio, sí que no hay duda alguna de que los restos que
nos ocupan pertenecerían a un personaje notable de la nobleza leonesa
o incluso del alto clero, tendiendo a fecharse su construcción durante
la segunda mitad del siglo XII.
Esta
vivienda es una construcción que presenta una estructura de
planta cuadrangular, dos pisos originalmente separados por un techado
de madera (hoy desaparecido), y una potente caja de muros de aproximadamente
un metro de grosor configurados por mampostería de calicanto (el material
pétreo son cantos rodados de río) con sillería en las esquinas además
de vanos y ángulos.
La comunicación entre ambos pisos
se llevaba a cabo mediante una escalera de caracol situada en el ángulo
suroeste, cuya presencia queda aún patente en forma de prisma
ligeramente sobresaliente respecto al plano cuadrangular y cuya iluminación
se solventaba mediante estrechas saeteras.
De sus cuatro fachadas, la más interesante
sin ningún genero de dudas es la oriental, en cuyo piso bajo
se abren dos sencillos vanos de medio punto; mientras que en el alto
destaca una portada ligerísimamente apuntada y enmarcada en
una moldura rectangular a modo de alfiz flanqueada por sendos ventanales.
En el hastial norte, concretamente en el segundo piso,
hallamos una segunda portada de características muy similares
a su contigua del muro este, mientras que al costado occidental y
esta vez sí en el primer piso, una tercera portada también
ligeramente apuntada podría corresponderse con una fachada
secundaria del palacio, quizás de acceso a la huerta o los
jardines.
Por último, en la crujía meridional, la
más sencilla del conjunto, tan solo rompe la monotonía
del mampuesto un sobrio vano apuntado de apariencia más tardía
que, según diversas teorías, daría paso a otras
estancias palaciegas desaparecidas, de manera que, a falta de unas
excavaciones que lo confirmasen, es más que factible que el
inmueble original se prolongase por su sector sur.
Santa
María del Mercado
Esta
iglesia parroquial se llamó originalmente Nuestra Señora de
los Francos y Santa María del Camino por encontrase al lado
de la Ruta Jacobea a Santiago.
Se sitúa en el sector sur de la capital
leonesa, fuera del primitivo recinto amurallado y en pleno barrio
de los Francos, "collación" surgida hacia el siglo XI dentro del plan
de revitalización de la urbe leonesa tras las devastadoras acometidas
de Almanzor.
Citada documentalmente primero en el año
1092 y poco después en 1120 como "Sancta Mariae de Vico Franorum",
fue erigida en uno de los extremos de la hoy popularmente conocida
como Plaza del Grano, espacio en el que desde tiempos remotos se celebrarían
mercados que acabarían por dar nombre al propio templo.
Pese a tratarse de un edificio enormemente
reformado en los siglos XV, XVI, XVIII y XIX; es uno de los ejemplos
más puros de la arquitectura del románico pleno en España,
pudiendo datarse su construcción durante el primer tercio del siglo
XII. Además es, junto a San Isidoro, el único edificio
religioso románico de la la ciudad de León. Como veremos
más detenidamente a continuación podemos disfrutar todavía
de algunos pilares interiores y los ábsides laterales, además de algunas
portadas más o menos alteradas.
En origen, la iglesia de Santa María del Camino
o del Mercado constaría de tres naves de cuatro tramos cada
una que, tras los consabidos tramos rectos presbiteriales, desembocaban
en sus correspondientes ábsides semicirculares, siendo de mayor
relieve el central que los laterales.
Diferentes intervenciones y aditamentos posteriores modificaron
ostensiblemente su morfología románica, reduciéndose
a tres los tramos de las naves, elevándose una torre posterior
a los pies, reformándose las cubiertas ante su amenaza de ruina
y añadiéndose en la cabecera una capilla a modo de camarín
en sustitución del primitivo ábside románico
central.
Exterior
Pese a las reformas, son bien visibles los restos de
la obra plenorrománica original, destacando los muros laterales
-sobre todo el sur-, las absidiolas laterales y, asomando tras el
citado camarín cabecero, parte del tramo recto que antecedía
al desaparecido hemiciclo central.
En el muro norte, amén de su perfectamente reconocible
paramento medieval, tan solo sobrevivió una portada (hoy cegada)
configurada mediante una arquivolta de medio punto doblada que descansa
sobre capiteles vegetales.
Mucho más interesante es el hastial externo de
la nave sur, donde subsisten, pese a las mutilaciones tardías,
cuatro ventanales de medio punto de impostas ajedrezadas. Igualmente,
en el segundo tramo de la nave, fue respetada otra de sus portadas
románicas originales, de dos arquivoltas de medio punto cuyas
roscas presentan un bocel y lóbulos de influencia zamorana.
Perdido en su práctica totalidad el ábside
central, en la zona de cabecera llaman la atención las absidiolas
laterales, sin duda, los elementos mejor conservados del templo.
El ábside del Evangelio fue profundamente restaurado
en el siglo XX, Lo más interesante son algunos canecillos historiados,
que muestran hombres en distintas actitudes y otros que más bien parecen
monos.
Mucho mejor conservado, el ábside lateral sur
queda abierto en su eje por un ventanal de medio punto sobre columnas
culminadas en capiteles de decoración vegetal a base de entrelazos.
En sus cornisas, se colocaron modillones de rollos de clara inspiración
mozárabe.
Por último, pese a las alteraciones modernas,
son visibles los lienzos laterales del tramo recto, cuyo paso al espacio
semicircular quedaba delimitado por sendas semicolumnas rematadas
en capiteles; uno vegetal y otro decorado con parejas de aves de cuidadísima
factura.
Otro de los atractivos de Santa María del Camino
o del Mercado viene dado por el hecho de conservar buena parte de
su rejería original medieval.
Interior
Al interior, lo primero que llama la atención
al ingresar por su acceso de los pies son los restos originales conservados
bajo la torre, en el que dos arcos ciegos de roscas taqueadas convergen
en un interesantísimo capitel reutilizado como ménsula.
Dicho capitel, único plenamente figurativo conservado
y cuyo estilo entroncaría con los talleres de San Isidoro,
despliega el tema de la ascensión del alma, el cual aparece
personificado por una figura femenina desnuda dentro de una mandarla
que es elevada por dos ángeles.
Ya hacia la cabecera, la estructura románica original
se presenta de manera mucho mas clara que al exterior. El acceso al
presbiterio central se acomete a través de un arco triunfal
de medio punto doblado que descansa sobre capiteles coronados por
cimacios florales, desplegándose en las cestas fórmulas
vegetales y una pareja de leones rampantes de cuyas fauces brotan
zarcillos vegetales.
Tanto el tramo recto del presbiterio central como el
de los laterales cubren con bóveda de medio cañón,
rematándose los tambores de estos últimos mediante bóvedas
de horno.
Los capiteles de los arcos de acceso a las absidiolas
laterales así como los de sus respectivos ventanales presentan
soluciones vegetales de inspiración isidoriana, disponiéndose
además en cada uno de ellos sendas bandas horizontales ajedrezadas
que recorren todo su perímetro semicircular.