Románico
en la Comarca de Caldas
En
el extremo norte de la provincia de Pontevedra y ya limítrofe
con tierras coruñesas, la pequeña Comarca de Caldas
se extiende a lo largo de una franja delimitada por los cursos bajos
de los ríos Ulla y Umia, justo en la misma cabecera de la Ría
de Arousa.
En sus prácticamente
300 kilómetros cuadrados residen algo más de 35000 habitantes,
los cuales quedan englobados en los municipios o concellos de Caldas
de Reis (capital), Valga, Cuntis, Catoira, Portas, Moraña y
Pontecesures.
Apuntes
históricos
Habitadas desde
la prehistoria por la civilización cilena como confirma entre
otros restos hallados el conocido como Tesoro de Caldas de Reis, fueron
tierras enormemente apreciadas por los romanos debido a las propiedades
termales de sus aguas, razón por la cual al actual Caldas de
Reis le fue otorgado el rango de "Municipium" bajo la entonces
denominación de Aquae Celenae o Aquis Cilenis.
Tras la caída
del Imperio Romano y durante el dominio suevo, llegó a albergar
Caldas la sede de un episcopado, trasladado poco después y
de manera definitiva a la no lejana Iria Flavia.
Superado
el año mil y debido tanto a su privilegiado emplazamiento como
a las propiedades curativas y salubres de sus aguas termales, fue
Caldas uno de los lugares favoritos para el descanso de distintos
monarcas castellanos, llegando a nacer un primero de marzo de 1105
el rey Alfonso VII durante una de las múltiples estancias su
madre Urraca I en el palacio con que contó la familia real
en Caldas de Reis, un palacio que, desafortunadamente, fue derribado
a finales del siglo XIX para reaprovechar sus materiales en la construcción
de la iglesia parroquial de Santo Tomás.
A lo largo de
la Alta Edad Media las Tierras de Caldas pasarían a depender
de la poderosa mitra compostelana, viviendo todo el territorio comarcal
un periodo de pujanza al constituirse como paso obligado en las rutas
tanto comerciales como de peregrinación que, desde Portugal,
conducían a Compostela.
Debido al nacimiento
del rey Alfonso VII y a la predilección que la casa real castellana
mostró siempre por los territorios caldenses, pasando allí
largas temporadas varios de sus monarcas; al topónimo original
de Caldas le fue añadido el apelativo "de Reyes"
(de Reis en gallego), denominación con que aún a día
de hoy es conocida la capital comarcal.
El
Románico de la Comarca de Caldas
Tanto las buenas
comunicaciones como su relativa proximidad al influyente foco compostelano,
hicieron de la Tierra de Caldas un lugar más que propicio para
el desembarco de maestros arquitectos y escultores de notable cualificación
en sus parroquias, circunstancia más que apreciable en varios
de los templos de origen románico conservados a lo largo de
la geografía comarcal.
Como es denominador
común en tierras gallegas, las iglesias caldenses no fueron
ajenas al furor constructivo que caracterizó al periodo barroco
gallego, razón por la cual varias de sus edificaciones medievales
más señeras se conservan tan sólo parcialmente
respecto a su morfología medieval original.
Debido
a que desde sus orígenes fueron concebidas para prestar servicios
a feligresías modestas en cuanto a población, vamos
a encontrar en la Comarca de Caldas templos de pequeñas dimensiones,
levantados en buena sillería y estructurados en una única
nave cubierta con bóveda de cañón y rematada
en su correspondiente ábside casi siempre semicircular.
Pese a su sencillez
estructural y en consonancia con las características que van
a definir el tardorrománico gallego, hallaremos en las iglesias
de la Comarca de Caldas buenos repertorios escultóricos y decorativos,
concentrados principalmente en portadas, ábsides y canecillos.
Nos detendremos
en algunos de sus más notables monumentos:
Torres
del Oeste
Levantadas sobre
la misma orilla del río Ulla justo en la cabecera de la profunda
Ría de Arousa; las Torres del Oeste, conocidas también
como de Catoira, pueden presumir de ser una de las construcciones
gallegas con más historia a sus espaldas.
Documentada la
existencia en el lugar de un poblado castreño, tras su romanización
ejercería, a partir del siglo I de nuestra era, de importante
puerto comercial; constituyéndose ya en la Alta Edad Media
y bajo la denominación de Castellum Honesti como una fortaleza
clave en la defensa de Compostela frente a eventuales ataques marítimos
de piratas normandos y sarracenos.
Perteneció
primero a la Corona y posteriormente Obispado compostelano, uno de
cuyos mitrados más famosos, concretamente Xelmírez,
mandó construir al amparo de las torres una pequeña
iglesia dedicada al Apóstol Santiago. A partir del siglo XV
y una vez obsoleta su relevancia geoestratégica, la fortaleza
vivió un largo periodo de decadencia, arruinándose varias
de las torres que componían el entramado defensivo y subsistiendo
tan sólo gracias al valor devocional que confería al
lugar la pequeña capilla.
El conjunto fue
declarado Monumento Nacional en 1970, siendo consolidadas sus ruinas,
las cuales, en la actualidad, acogen la célebre "Romería
Vikinga", donde los habitantes de Catoira recrean, ataviados
a la manera de la época, el asalto a la fortaleza por parte
de las hordas nórdicas.
La fortaleza se
estructuraba en base a un perímetro murado de planta elíptica
sobre el que se elevaban siete potentes torres desde las cuales, podían
proyectarse uniéndose entre sí gruesas cadenas que,
a la par del pantanoso terreno que lo rodeaba, convertían el
asalto a la ría y por consiguiente a Compostela en una empresa
prácticamente imposible.
Del primitivo
complejo militar tan sólo han llegado a nuestros días
los restos de dos torres, los cimientos de una tercera, así
como la ya mencionada capilla de Santiago: una modestísima
construcción de nave única rematada en cabecera semicircular
que por su extrema rudeza formal y pese a datar del siglo XII, más
parece una obra prerrománica que románica.
Pese a su modestia,
la pequeña capilla de Santiago de las Torres del Oeste llegó
a gozar de cierta relevancia en los contextos jacobeos, siendo numerosos
los peregrinos que, una vez culminada la visita a la tumba del Apóstol
en la ciudad compostelana, continuaban su ruta hacia la costa para
emprender vía marítima su camino de regreso.
Santa
María de Caldas de Reis
La iglesia parroquial
de Santa María de Caldas de Reis, ubicada en la propia capital
municipal, debió ser, a juzgar por los restos conservados,
una notable construcción románica que sufrió
en época barroca una profusa remodelación en la que
apenas fueron respetadas la cabecera y la portada occidental.
El ábside,
de planta rectangular y dividido en dos tramos mediante contrafuertes
exteriores, conserva una interesante colección de capiteles
románicos de temática animalística, principalmente
cérvidos, tan recurrentes en el románico gallego.
La
portada, cobijada y prácticamente embutida dentro del pórtico
habilitado bajo la torre barroca, presenta una doble arquivolta de
medio punto apeada sobre columnas y capiteles historiados, destacando
principalmente el guardapolvo, animado por toscas efigies angélicas;
así como la rosca exterior, de perfil lobulado. En el tímpano,
sostenido por sencillas mochetas, fue representado un cordero místico.
Santa
María de Bemil
Dentro de los
límites municipales de Caldas de Reis, la iglesia parroquial
de Bemil, bajo la advocación de Santa María, es una
construcción tardorrománica que, como tantas otras en
tierras gallegas, sufriría una reconstrucción durante
los siglos del barroco.
De la primitiva
edificación románica fueron tan sólo respetados
el ábside y el hastial de poniente, donde la primitiva portada
románica ornamental fue reemplazada por un anodino vano de
medio punto de dovelaje liso.
Sobre dicha portada
y perfilado por un marcado baquetón, fue horadado un elegante
rosetón en base a un motivo floral central flanqueado por tetrafolias,
medias lunas y pequeños oculillos circulares.
El ábside
semicircular, precedido de un tramo recto y comunicado con la nave
barroca a través de un arco triunfal de ligera herradura, presenta
al exterior tres paños delimitados por columnas adosadas a
modo de contrafuertes, abriéndose tan sólo en el central
un armónico ventanal de medio punto cuyo guardapolvo presenta
fórmulas geométricas romboidales.
Santo
Estevo de Saiar
También
en el Concello de Caldas de Reis, la iglesia de Santo Estevo de Saiar
tampoco fue ajena a la fiebre constructiva barroca que tantos estragos
causó en el románico gallego, siendo en este caso la
cabecera la principal afectada.
Así
pues, de su primitiva fábrica de finales del siglo XII tan
sólo ha llegado a nuestros días la caja muraria de la
nave, donde además de varios canecillos, algunos de ellos figurados;
pueden aún admirarse sus dos portadas de ingreso, orientadas
a los muros occidental y meridional.
La puerta de los
pies despliega dos arquivoltas de medio punto molduradas que descansan
sobre columnas acodilladas rematadas en capiteles vegetales, presentando
la particularidad de disponer un tímpano rebajado en forma
semicircular como si de una tercera arquivolta se tratase.
El ingreso lateral
sur, mucho más modesto, dispone una sola arquivolta polilobulada
y enmarcada por una chambrana ornamental; quedando presidido el acceso
por un tímpano en el que dos coronas florales flanquean un
Agnus Dei semejante al de la vecina parroquia de Santa María
de Caldas.
Santo
André de Cesar
Completa la nómina
de construcciones románicas del municipio de Caldas de Reis
la iglesia parroquial de Santo André de Cesar, templo que,
a juzgar por distintos restos aparecidos durante unas obras de acondicionamiento,
podría remontar su origen a fechas prerrománicas.
Igualmente reconstruida
en el siglo XVIII, tan sólo conserva de la primitiva construcción
románica su elegantísimo ábside semicircular,
articulado en cinco paños mediante semiculomnas rematadas en
capiteles vegetales a la altura de las cornisas; donde también
fue desplegada una interesante colección de canecillos geométricos
y figurados.
Las tres ventanas
que horadan el muro sobre una línea de imposta ajedrezada,
presentan idéntico perfil a base de una arquivolta de medio
punto doblada sobre columnas y capiteles vegetales de carnosas hojas
avolutadas.
San
Pedro de Rebón
La iglesia parroquial
de San Pedro de Rebón, perteneciente al Concello de Moraña,
es un edificio románico que, pese a ser parcialmente modificado
en el siglo XVIII, conserva en buen estado su primitiva morfología
altomedieval planteada en una sola nave culminada en su correspondiente
ábside semicircular a base de potentes sillares graníticos.
Perdidas las portadas
probablemente durante la reforma barroca en que se erigió la
torre, es en el tramo de la cabecera donde se concentra el interés
artístico del templo, sobresaliendo la magnífica colección
de canecillos figurados que animan la cornisa y entre los cuales,
fueron labradas hexapétalas inscritas en discos a modo de metopas.
La ventana absidal
presenta una arquivolta de medio punto perlada trasdosada a su vez
por un marcado guardapolvo ajedrezado, reposando ambas roscas sobre
rechonchas columnillas de fuste ligeramente entorchado y esquemáticos
capiteles vegetales de pronunciados cimacios.
Articulan la cabecera
a modo de contrafuertes dos semicolumnas rematadas en sendos capiteles
ya a la altura de la cornisa, adivinándose, aproximadamente
hacia la mitad de los fustes, dos figuras bastante erosionadas. Sobre
el alfeizar de la ventana fue recolocada una escultura de bulto redondo
igualmente muy desgastada.
Al interior, amén
de un elegante rosetón de factura similar al del Monasterio
de Armenteira que corona el muro del testero, llama la atención
el arcaico perfil de ligera herradura que presenta el arco triunfal
de acceso al presbiterio, enriquecido además por interesantes
capiteleshistoriados.
San
Martiño de Gargantáns
Perteneciente
también al municipio de Moraña, la iglesia parroquial
de San Martiño de Gargantáns es una construcción
de finales del siglo XII o principios del XIII que conserva de su
primitiva traza románica parte del muro sur y su elegante ábside
semicircular.
Presenta una única
nave de planta rectangular que remata, tras un arco triunfal de medio
punto sobre capiteles vegetales, en un ábside semicircular
precedido de su correspondiente tramo recto presbiterial.
Perdidas sus portadas
originales en una reforma barroca igual que su vecina de Rebón,
los restos más interesantes del conjunto se concentran en el
exterior del ábside, el cual se articula en cinco paños
delimitados por medias columnas rematadas por capiteles de temática
vegetal.
En el paño
central, en lugar de un vano de medio punto como suele ser denominador
común, abre un elegantísimo rosetón a modo de
celosía perfilada por lóbulos y enmarcada por una chambrana
circular ajedrezada. Flanqueándolo en sus dos paños
contiguos se describen sendos ventanales de medio punto horadados
también a modo de celosía. Completa el conjunto monumental
una interesante colección de canecillos figurados.
San
Xulián de Romai
Adscrita al pequeño
Concello rural de Portas, la iglesia de San Xulián (o San Xiáo)
aparece ya documentada en 1239, aunque es más que probable
que su fundación se remonte a varias décadas atrás
ya que su cabecera presenta evidencias de haber sido levantada en
una primera etapa, probablemente en las últimas décadas
del siglo XII o primeros años del XIII.
El resto de la
fábrica, exceptuando la reiterativa torre barroca y un aditamento
anejo al costado sur, se conserva en bastante buen estado, destacando
su portada de los pies; de arquivoltas apuntadas sobre estilizadas
columnas y tímpano liso, morfología, esta vez sí,
de inequívoca factura protogótica.
Coronaría
la fachada un rosetón de probable factura similar a los contemplados
en varios templos de la comarca, pero lamentablemente fue eliminado
para acomodar en su posición la caja del moderno reloj que
hoy preside el imafronte. Por último, digna es también
de reseñar la austera e hoy inutilizada portada lateral norte.
Santa
María de Xanza
La iglesia parroquial
de Santa María de Xanza es, pese a sus numerosas reformas,
el monumento más relevante del Concello de Valga. Mandada erigir
por el Arzobispo Compostelano Diego Xelmírez, lo primero que
llama la atención es su considerable altura y su aspecto casi
de fortificación, circunstancia para nada excepcional en el
románico gallego pero si en la Comarca de Caldas.
Consta de una
sola nave cubierta con bóveda de cañón reforzada
por dos arcos fajones de medio punto coronados por capiteles vegetales.
Al exterior, y debido a la atrevida esbeltez de la fábrica,
refuerzan su estructura cuatro potentes contrafuertes en talud en
cada uno de sus costados.
A los pies y flanqueada
también por dos contrafuertes, abre su portada principal, de
dos arquivoltas doveladas y tímpano liso; mientras que a levante,
canónicamente orientada, se dispone la cabecera, de planta
cuadrangular muy reformada. En el interior se cobija una imagen de
la Virgen de transición entre el románico y el gótico
así como la pila bautismal original, de forma cuadrada.
Santa
Cristina de Campaña
También
perteneciente al municipio de Valga, la iglesia parroquial de Santa
Cristina de Campaña bien podría ser considerada una
versión menos ambiciosa de su vecina de Santa María
de Xanza, atribuyéndose también su erección al
Arzobispo Xelmírez.
Presenta una sola
nave de tres tramos marcados al exterior por contrafuertes que desemboca,
sin solución de continuidad, en un ábside de planta
ligeramente rectangular en el que sobresale un humilde vano de medio
punto sobre columnillas.
Al exterior, amén
de una cornisa de canecillos, destaca su portada occidental, de doble
arquivolta de medio punto sobre columnas y tímpano liso en
el que, en fecha tardía, le fue añadido una cruz patada.
Otros
restos románicos
Restos fragmentarios
de época románica se conservan también en la
iglesia de Santa María de Portas, edificio prácticamente
rehecho en época barroca donde tan sólo fueron respetados
los lienzos de la cabecera, en cuyos capiteles de las ventanas, hay
quien ha querido ver cierta filiación estilística con
la catedral de Tui.
Por último,
como única manifestación románica del Concello
de Pontecesures, cabe ser destacada la pequeña iglesia de San
Xulián de Requeixo, modesta construcción de origen románico
levantada sobre un castro romano y en la que aún es visible
un interesante muestrario de canecillos figurados.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)