Castillos
de Sevilla
Muralla
y fortificaciones de Sevilla
La
ciudad de Sevilla es una de las más bellas de nuestro país e, incluso,
de todo el continente europeo. De enorme colorido y viveza, conserva
numerosos vestigios que atestiguan su dilatada historia y su riquísima
mezcolanza cultural, siendo además de escenario de relevantes avatares
históricos; cuna de reyes, príncipes y conquistadores.
La
Muralla
De
época medieval conservamos la cerca amurallada que, a pesar de ser
trazada en tiempos de los romanos, fue reaprovechada con sus pertinentes
remodelaciones por Abderramán II y, ya en el siglo XII, por los Almorávides.
Desafortunadamente
hoy sólo podemos contemplar el tramo comprendido entre las puertas
de la Macarena y de Córdoba, así como doce torreones proyectados siguiendo
un modelo prismático, circunstancia bastante poco común.
Alcázar
de Sevilla
Una de las obras
más señeras de la capital hispalense es el Alcázar;
impresionante conjunto de construcciones erigidas entre los siglos
X y XIII y que alcanzaría su mayor esplendor en tiempos del
monarca Pedro I, quien a mediados del siglo XIV dotó al castillo
de ese gusto mudéjar tan característico que aún
hoy puede admirarse.
Entre sus ilustres
moradores se encuentran Alfonso X, los Reyes Católicos o Carlos
V, quienes fueron progresivamente retocando los espacios adaptándolos
tanto a los gustos de cada momento, como a las necesidades funcionales
que fueron presentándose; dando como resultado un conjunto
de notable originalidad y de enorme variedad estilística.
Más
información de los Reales
Alcázares, Sevilla
Torre del Oro
Concluiremos
la visita por Sevilla con la Torre del Oro y la Torre de Don Fadrique,
excepcionales obras militares fiel reflejo de la importancia de la
que gozó Sevilla tanto en el Medievo como en la Edad Moderna,
situándose no sólo a la cabeza de Andalucía,
sino constituyendo también la puerta que comunicaba Europa
con el Nuevo Mundo.
La Torre del Oro
es una obra almohade erigida como avanzadilla sobre el Guadalquivir
a modo de torre albarrana que quedaba unida, mediante un lienzo llamado
"coracha", al primitivo cerco amurallado antes aludido que protegía
Sevilla. De planta dodecagonal, está dividida en tres cuerpos: un
primero estructurado a su vez en tres pisos y culminado con almenas
en todo su perímetro; un segundo de idéntica planimetría dodecagonal
pero de más pequeñas dimensiones elevado en tiempos de Pedro I; y
un remate cupulado de sección cilíndrica erigido ya en el siglo XVIII.
Pese al magnífico
gusto con que fue planteada en su articulación exterior, no olvida
su carácter eminentemente defensivo, con sus saeteras en cada uno
de sus paños y sus potentes almenas de remate piramidal. Su estratégico
emplazamiento le permite dominar todo el cauce fluvial del río a su
paso por la ciudad .
Torre de Don
Fadrique
La Torre de Don
Fadrique debe su nombre al hijo de Fernando III el Santo, quien la
mandó levantar según una inscripción conservada
en 1252, con finalidades defensivas, aunque la tradición oral,
ha querido relacionar su construcción como un lugar en el cual,
el infante se encontraba con sus amantes.
Sea como sea,
se trata de un edificio de planta rectangular dividido en tres cuerpos,
presentando la enorme peculiaridad de que, pese a su tardía
datación -ya a mediados del XIII-, y a la prácticamente
nula tradición que las formas pleno románicas tuvieron
en Sevilla, sorprende la presencia de un ventanal románico
abierto en arco en medio punto abocelado que descansa sobre finas
columnas rematadas en capiteles decorados.
Castillo
de Alcalá de Guadaira
Muy
cerca de la capital hispalense, concretamente en la población
de Alcalá de Guadaira, encontramos uno de los más significativos
castillos de Sevilla.
Emplazado sobre
un asentamiento en el que existe constancia poblacional desde fechas
remotas, la actual edificación sería levantada, al igual
que la muralla urbana que abrazaba la población, durante la
dominación musulmana, siendo en 1244 cuando fue conquistado
y reconstruido por las tropas cristianas, sirviendo de base para el
asalto y definitiva toma de la urbe sevillana.
Ya en el sigo
XV, pasaría a manos de Ponce de León, quien emprendería
una serie de formas adaptando el conjunto a las nuevas necesidades
que requerían los avances de la artillería. Hasta el
siglo XIX el castillo se mantuvo en pie, tras lo cual, comenzó
su decadencia, conservándose hoy sus lienzos y los torreones,
construidos en piedra y ladrillo a la manera almohade.
A partir de los
restos puede atestiguarse su primitiva planta poligonal algo irregular,
accediéndose al interior a través de un puente levadizo
que salvaría un foso. Fue declarado Monumento Nacional en 1924
y en fechas recientes, tras años de abandono y saqueo, está
siendo sometido a diversas obras de restauración y acondicionamiento.
En la misma localidad
de Alcalá de Guadaira aún se conservan otras dos fortificaciones,
llamadas de Marchenilla y de Gandul.
Alcázar
de Carmona
En la localidad
de Carmona, emplazada en la misma cima de un cerro que domina amplísimos
horizontes, enseguida llama la atención la potente fábrica
del llamado Alcázar de Arriba, hoy revitalizado gracias a la
apertura junto a él de un Parador Nacional de Turismo.
Edificado también
durante la dominación musulmana, fue, como tantas otras fortificaciones
del entorno, reaprovechado por el rey Don Pedro y tras él,
por los Reyes Católicos, quienes patrocinarían distintas
intervenciones de cara a embellecer y modernizar el conjunto y acondicionarlo
para la habitación.
El castillo, de
planta regular, está fuertemente compartimentado en función
de su finalidad defensiva. Se accede al núcleo principal a
través de un puente levadizo que salva el foso y un primer
perímetro fortificado, tras el cual abre un patio de armas
al que asoman las distintas estancias del palacio - residencia, todas
ellas ricamente decoradas. Preside el conjunto la torre del homenaje.
En la plaza de
San Blas Infante de la misma localidad, encontramos el llamado Alcázar
de Abajo o de la puerta de Sevilla, un soberbio edificio junto a uno
de los ingresos del casi inexpugnable perímetro fortificado
que abraza la localidad de Carmona.
Castillo
de El Coronil
El castillo de
El Coronil fue construido por los musulmanes en el siglo XI sobre
restos anteriores y es que la posición geográfica de
la fortificación es privilegiada, permitiendo el control de
las tierras que lo rodean. Tras la Reconquista pasa a manos cristianas
quienes lo dedican a residencia habitual, obteniendo un aire más
acogedor, convirtiéndose en centro del repoblamiento de toda
la zona aledaña. Hoy en día es de titularidad pública.
Castillo
de Aguzaderas
A tres kilómetros
de El Coronil, el castillo de las Aguzaderas, de origen árabe,
fue edificado con el fin de proteger un generoso manantial que abastecía
tanto los campos aledaños, como numerosas fortificaciones vitales
durante el contexto de Reconquista. Tras pasar a manos cristianas,
fue restaurado en 1381 por Ruy Pérez de Esquivel.
De planta cuadrangular,
una torre remata cada uno de sus ángulos, elevándose
otras dos de sección circular en los frentes. En el muro sur
preside la fortificación la torre del homenaje.
Castillo
de Luna (Mairena del Alcor)
En la localidad
de Mairena del Alcor, el llamado Castillo de Luna fue construido en
dos fases aprovechando una primitiva atalaya musulmana. En una primera
intervención a mediados del siglo XIV, fue levantado el patio
de armas junto a las cuatro torres angulares que lo flanquean; siendo
ya de bien entrado el siglo XV el foso y el perímetro exterior
que abraza el núcleo central.
Castillo
de Utrera
La historia de
El castillo de Utrera se escribe con trazo sinuoso y es que a lo largo
de su dilatada historia, fue objetivo de numerosos ataques al constituir
una plaza de enorme importancia estratégica. Fue mandado construir
en el siglo XIII por el Concejo de Sevilla, siendo destruida por las
tropas de Muhammed V de Granada y, posteriormente, reedificado de
nuevo.
De trazado regular,
presenta planta rectangular, poseyendo varias torres cuadradas entre
las que destaca la del homenaje, de impresionante envergadura y perfectas
formas que se ven rematadas por dos cuerpos abovedados.
Castillo
de Constantina
Habitada ya por
los fenicios, la actual Constantina gozaría de cierta relevancia
durante la dominación romana ya que, además de constituir
un paso obligado de la calzada entre Astigi (Écija) y Emérita
Augusta, contaba en sus proximidades con importantes minas de plata
y cobre.
Su
castillo, hoy en un precario estado, permite distinguir aún
su primitivo perímetro de época almorávide, de
planta poligonal y articulado por varias torres de las que hoy, sólo
se conservan en relativo buen estado tres de ellas. El acceso al recinto
se realizaba a través de una puerta acodada abierta bajo la
potentísima torre del homenaje.
Otras
fortificaciones sevillanas
Además de los
ya referidos, son numerosos los castillos que jalonan la geografía
provincial sevillana. De entre todos ellos, destacaremos el de Estepa,
del que se conserva su torre del homenaje; el de Alanís, también de
origen árabe; los ruinosos de Osuna y Lora del Río; el de Cote, en
la población de Montellano; el De Morón de la Frontera o los conservados
en Santiponce y El Real de la Jara.
Numerosas son
también las torres defensivas llegadas a nuestros días, como la de
Lopera en Utrera, la llamada Torre Mocha de Albaida, la de Villadiego
en Peñaflor, o la de los Guzmanes en La Algaba.
Por último, merecen
ser destacados varios recintos amurallados, como los que cercaban
entre otras las poblaciones de Utrera, Alcalá de Guadaira, Osuna,
Alcalá del Río, Estepa, San Juan de Aznalfarache o Écija. .
(Autores
del artículo/colaboradores de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón y José Manuel Tomé)