Románico
en la Montaña Alavesa
Introducción
a la comarca de la Montaña Alavesa y su románico
La
Comarca de la "Montaña Alavesa" ocupa el sector oriental
de la provincia, limitando al norte con la Llanada, al sur con La
Rioja Alavesa, al oeste con el Condado burgalés de Treviño
y al este con tierras de Navarra.
Si Álava es
una provincia con una riqueza paisajística casi inigualable, la comarca
de la Montaña es especialmente atractiva.
En lo referente
al románico, no es un territorio de gran densidad de monumentos, sin
embargo, cuenta con una de las más relevantes joyas del románico vasco
como es la ermita de San Juan de Markínez.
Precisamente,
si podemos establecer un rasgo unificador del románico de la Montaña
Alavesa, además de su carácter tardío (como en toda la provincia),
es la existencia de varias ermitas románicas emplazadas en lugares
de idílica belleza. Tal
es el caso de cuatro de los templos románicos elegidos:
- La Ermita
de San Juan de Marquínez: una de las más notables y bellas
iglesias vascas gracias a su poderosa cabecera de sillería bien
ajustada así como a su decoradísima portada.
- La Ermita
de Andra Mari de Ullibarri-Arana se ubica en medio de un prado verde
que contrasta con la blancura de sus contundentes muros de sillería
románica.
- Ermita
de Elizmendi de Kontrasta: interesante por su rudísimo ábside
en cuya zona baja
existe una serie de lápidas romanas reutilizadas que inspiraron
a los artesanos del templo a la hora de tallar los canecillos.
- La Ermita de la Virgen
del Campo de Maeztu: pequeño templo románico de una
nave rematada en cabecera de planta rectangular y agradable portada
abierta en el muro sur.
También son apreciables algunas iglesias parroquiales
como las de la Asunción de Urarte, San Martín de Arluzea,
Asunción de Apellániz, Santa Eufemia de Leorza y Degollación
del Bautista de Zekuiano, que nos ofrecen detalles inteersantes como
puertas, ventanales y hasta una galería porticada.
Ermitas
románicas en la Montaña Alavesa
Ermita de San Juan de Markínez
La ermita de San Juan se sitúa a escaso medio
kilómetro del casco urbano de Markínez, sobre una pequeña
elevación al borde mismo de la carretera de acceso a la localidad.
Perfectamente documentada su consagración en el
año 1226 gracias a una inscripción empotrada en el muro
sur, se trata de otro claro ejemplo de como la inercia del románico
español, sobre todo el rural, se prolonga hasta bien entrada
la decimotercera centuria.
Construida con buena sillería, consta de una única
nave cubierta con bóveda de cañón apuntada y
reforzada con arcos fajones; un profundo tramo recto presbiterial
también solventado en su abovedamiento con cañón
apuntado, y un ábside semicircular cubierto en cuarto de esfera
al que se accede a través de un sencillo arco triunfal cuyos
capiteles aparecen decorados con motivos vegetales de finísima
labra.
Los elementos más interesantes de la ermita de
Markínez se concentran en su exterior, destacando su elegante
ábside, recorrido por una moldura ajedrezada horizontal y dividido
en tres paños mediante dos semicolumnas a modo de contrafuertes
rematadas en sendos capiteles a la altura de la cornisa. En el eje
de simetría del hemiciclo abre un ventanal de dos arquivoltas
de medio punto sobre capiteles vegetales.
En el muro sur y resaltada por un breve tejaroz sustentado
por canecillos se ubica su portada principal, de tres arquivoltas
ligeramente apuntadas entre gruesos baquetones que descansan sobre
columnas culminadas en capiteles decorados a base de elegantes acantos
labrados a trépano entre los que aparecen distintas cabecitas
humanas.
A lo largo del muro sur, tanto en el primer tramo de
la nave como en el presbiterio, abren otros dos ventanales configurados
a base de arquivoltas de medio punto sobre capiteles de diseños
similares a los existentes en la portada, en la ventana absidial y
en el arco triunfal.
Más
información de la Ermita
de Markinez
Ermita de la Virgen o Nuestra Señora del Campo
de Maeztu
Antiguamente denominada Santa Eufemia, adquirió
su nueva advocación de Nuestra Señora del Campo al ser
reconstruida con elementos procedentes de una ermita antigua del mismo
nombre desaparecida a finales del siglo XVIII.
Consta de una sola nave cubierta con bóveda de
cañón apuntada y reforzada por arcos fajones que desemboca
en una cabecera cuadrangular en origen más baja y estrecha
que la nave pero que, en la actualidad, tras ser sobreelevada en una
reforma posterior, se sitúan a la misma altura, siendo patentes
sus dimensiones primigenias gracias a la línea de canecillos.
El arco triunfal de ingreso al presbiterio, ligeramente
apuntado, descansa sobre pilastras a las que se adosan medias columnas,
decorándose sus capiteles a base de motivos vegetales, animales
fantásticos y una curiosa escena en la que un personaje ataviado
con una túnica es acechado por una pareja de grifos.
La portada, abierta al costado sur, presenta -bajo un
guardapolvo decorado a base de hojas- cuatro arquivoltas apuntadas
y enriquecida con bezantes que descansan sobre una imposta que repite
el modelo de hojas del guardapolvo y capiteles de decoración
incisa.
Algunos de los
canecillos figurados de esta ermita -cabezas de animales y personas-
son muy expresivos.
La Soledad de Atauri
Antiguamente denominada San Julián, la hoy ermita
de la Soledad de Atauri es, posiblemente, la iglesia de un barrio
o aldea despoblada llamada Atauri de Iuso, situándose en un
entorno de gran belleza natural a la ribera del río Igoroin.
Desaparecida
la nave original y sustituida en siglos posteriores por una más
moderna, conserva de la primitiva fábrica tardorrománica
su ábside semicircular cubierto con bóveda de horno,
de gran austeridad y que presenta, además de una saetera simple
en el eje, un encantador ventanal de doble arquivolta orientada al
costado sur.
Ermita
de Nuestra Señora de Elizmendi. Kontrasta
En el extremo oriental de Álava y lindante con
Navarra, la ermita de Nuestra Señora de Elizmendi, situada
a las afueras de la pequeña población de Kontrasta,
es uno de los santuarios marianos de mas devoción entre la
población alavesa.
La Ermita de Elizmendi en Kontrasta sólo conserva
de época románica su cabecera, con ábside de
semitambor ya que la nave, en siglos posteriores, fue reedificada.
De nuevo es una estructura pequeña pero construida con grandes sillares.
Su planta semicircular, bastante anómala en estas tierras alavesas,
ha motivado que sean varios los especialistas que atrasen su construcción
hasta incluso el siglo XI, teoría que refuerzan por la existencia
de varios canecillos tipo modillones de rollos de raigambre prerrománica.
La ermita fue levantada en un área rica en yacimientos
romanos, hasta el punto de que incluso en los propios muros del templo
han sido catalogadas casi una veintena de piezas de acarreo romanas
reutilizadas, algunos de cuyos motivos decorativos incisos parece
que inspiraron a los canteros medievales que labraron los canecillos
románicos del ábside.
En los canecillos, de considerable
volumen en comparación con las proporciones del ábside,
encontramos labrados con gran arcaísmo fórmulas estrelladas,
cruces, rosetas e incluso un personaje extendiendo sus brazos conformando
una cruz.
Ermita
de Andra Mari de Ullibarri-Arana
Apenas a tres kilómetros al suroeste de Kontrasta,
justo a la entrada del caserío de Ullíbarri Arana
se yergue esta sencilla construcción románica de nave
única cubierta con una reciente techumbre de madera que abre,
tras un arco triunfal de medio punto doblado, a un ábside semicircular
cubierto en cuarto de esfera y precedido de un corto tramo recto que
hace lo propio mediante cañón apuntado.
Levantada en una magnífica sillería perfectamente
escuadrada, es una obra en conjunto de gran austeridad, rompiendo
tan solo su monotonía exterior los canecillos de la cabecera
y la portada sur, de doble arquivolta dovelada de medio punto perfilada
por una chambrana ajedrezada.
Conserva en el cascarón absidial vestigios de
pinturas murales en las que se adivinan diversas capas de cronología
diversa, apareciendo representado, además de un fondo pictórico
que reproduce el despiece de materiales, varios motivos como cruces,
alguna inscripción y una escena principal en la que de unos
jarrones con zarcillos y frutos picotean aves; todo ello en tono rojizo
y de carácter eminentemente rural.
Otras iglesias románicas de la Montaña
Alavesa
Urarte
A escasos kilómetros de los límites con
el Condado de Treviño, la localidad de Urarte conserva
en el centro del pueblo su iglesia de la Asunción de Nuestra
Señora, templo de origen tardorrománico notablemente
reformado en fechas posteriores del que ha sobrevivido tan solo de
época medieval parte del ábside, varios canecillos y
su portada principal; piezas todas ellas que denotan un incipiente
gótico en sus formas a la vez que acusan la inercia de los
aún vigentes repertorios decorativos del románico.
El elemento más relevante es la portada sur, cobijada
bajo un pórtico tardío cuya construcción incluso
se llevó por delante parte de su estructura.
Presentada sobre un arimez en resalte, cuenta con un
vano de medio de medio punto volteado por una sucesión de finas
arquivoltas apuntadas que rematan en cada una de sus claves con cabecitas
humanas y animales, quedando recorrida una de las roscas por una sucesión
de personajes (algunos alados) en posición longitudinal que
portan libros.
Apean las arquivoltas sobre impostas y capiteles decorados
con motivos vegetales y abundante figuración animal y humana,
destacando, dentro de arquerías trilobuladas incisas, varios
personajes en posición frontal, entre ellos uno que tiende
a ser identificado como San Pedro.
Amén de varios canecillos recolocados, destacan
las ventanas de la cabecera poligonal, de una estilización
prácticamente gótica pero en cuyos capiteles aparecen
representados temas tan típicamente románicos como saltimbanquis,
águilas y cabecitas humanas.
Arluzea
Muy cerca de la icónica ermita de San Juan de
Markínez y en el fondo de un aislado valle, la antaño
importante población fronteriza de Arluzea es hoy una
modesta aldea dominada por la potente silueta de su iglesia parroquial
de San Martín, construcción tardorrománica ampliada
con reformas tardías.
Lo primero que llama la atención de este templo
es la existencia de una galería porticada, estructura muy frecuente
en territorios del sur castellano (Segovia, Soria, Guadalajara, Burgos)
pero totalmente excepcional en el románico alavés.
Asentado sobre roca viva en el costado sur del edificio,
consta el pórtico de ocho arcos de medio punto y apuntados
(varios de ellos cegados) separados entre sí al exterior por
contrafuertes. En la actualidad la galería se cubre con una
techumbre de madera, sin embargo, sobre los propios muros interiores
del mismo se aprecian remates de nervaduras que nos indicarían
que, en origen, fue concebido con cubierta abovedada.
Cobija el pórtico la sencilla portada actual de
acceso al templo, los restos de una segunda portada cegada cuyos restos
son más visibles desde el interior, y un elegantísimo
ventanal conformado por arquivoltas de medio punto sobre columnas
de fustes estriados y encestados que, estilísticamente, enlazan
con la importante basílica también alavesa de Nuestra
Señora de Estíbaliz.
Al interior, muy remodelado en siglos posteriores, presenta
una planta de nave única rematada en una cabecera cuadrangular
con ventanal apuntado que, tras las reformas, pasó a funcionar
como sacristía.
Apellániz
Muy cerca de Maeztu y a los mismos pies de los Montes
de Izki, la bonita localidad de Apellániz cuenta con
un templo de origen románico dedicado a Nuestra Señora
de la Asunción, el cual se yergue cerrando hacia el norte una
preciosa plaza pública conformada por varias casonas solariegas.
Totalmente remodelada en estilo gótico, conserva
como único testimonio de su construcción original la
portada sur, protegida por un pórtico moderno cuya obra incluso
mutiló parte de las arquivoltas y los capiteles, presentando
los que fueron respetados una sencillísima decoración
vegetal.
Leorza
La iglesia de Santa Eufemia se sitúa en la parte
más elevada de la minúscula aldea de Leorza,
luciendo en la actualidad una estructura algo desconcertante debido
a varias reformas y aditamentos tardíos.
De su obra románica conserva tan solo parte de
la nave, cubierta con bóveda de cañón sobre fajones,
perteneciendo a una reforma del siglo XVI la cabecera actual, y a
una intervención ya decimonónica el pórtico sur
que cobija su portada principal, sin duda, el elemento más
interesante de la iglesia.
Consta la portada de cuatro arquivoltas baquetonadas
y ligeramente apuntadas que reposan sobre gruesos cimacios con decoración
ajedrezada y finas molduras sogueadas. Los capiteles, como en Apellániz,
limitan su decoración a finas incisiones de diseño vegetal.
En el muro de los pies se abría un sencillo ventanal
románico -hoy cegado- configurado en arco de medio punto decorado
en su rosca a base de bolas y abrazado por una chambrana animada con
zarcillos ondulantes del que parten esquemáticos brotes vegetales.
Zekuiano
También profundamente transformada con diversos
añadidos tanto en los albores del renacimiento como en el siglo
XIX, la iglesia de la Degollación del Bautista, situada a las
afueras de Zekuiano (Cicujano en castellano), deja aún
ver restos de su pasado románico, con incluso la particularidad
de presentar ciertos elementos prerrománicos de alguna construcción
anterior desaparecida que sus constructores reaprovecharon y empotraron
en sus muros.
Así, en la cabecera, de testero recto y cubierta
a dos aguas cuyo perfil primitivo se aprecia perfectamente al exterior
pese a la sobreelevación acometida en siglos posteriores, fue
reutilizado como remate de una de las saeteras que iluminan el presbiterio
un fragmento prerrománico en forma de arco de herradura. También
de raigambre prerrománica son varios de los canecillos recolocados
a lo largo del muro meridional del templo.
La portada principal, practicada en el muro occidental,
circunstancia harto excepcional en el románico alavés
donde los accesos tienden a habilitarse al sur, queda cobijada por
un pórtico moderno que incluso devora materialmente las dovelas
claves de las arquivoltas externas.
Se configura a base de cuatro arquivoltas de perfil apuntado
de las cuales, segunda y cuarta presentan molduración ajedrezada,
descansando sobre impostas decoradas con motivos vegetales entre los
que surgen ingenuas cabecitas humanas en los vértices.