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Herejías medievales

Introducción a la herejías en la Edad Media

Libro: Iconografía y Simbolismo RománicoLa existencia de distintas corrientes de pensamiento e interpretación de la doctrina cristiana fue cosa habitual durante los primeros siglos de existencia de la Iglesia. Al principio la principal amenaza fue la mezcolanza entre la doctrina cristiana y las corrientes esotéricas y maniqueas del Gnosticismo. Dicha contaminación duró bastantes décadas del siglo I, todo el II hasta alcanzar el III d.C.

Junto con las herejías gnósticas y maniqueas surgieron conflictos que se basaban fundamentalmente en la figura central de Jesucristo, y en la acertada interpretación de su persona, sus naturalezas, su procedencia, su carácter divino o humano, etc. A este conjunto de creencias que se fueron desviando se les conoce como herejías cristológicas. Si bien surgieron en el mundo antiguo, llegaron en algunos casos a época medieval.

Con los Concilio de Nicea (325) y Constantinopla (381) quede fijada la ortodoxia cristiana, convertida en religión oficial del Imperio por el Edicto de Tesalónica (380). Las resoluciones de los citados concilios ecuménicos darán como resultado el Credo Niceno-Constantinopolitano donde se recogen con exactitud los principales dogmas de la Iglesia Católica que tras el cisma de Oriente se dividió entre la Apostólica Romana y la Ortodoxa.

A partir de entonces, la Iglesia, mantendrá una lucha continúa contra la heterodoxia, intensificándose conforme aumente el poder del Papado y su influencia en los territorios cristianos.

Durante el periodo medieval también surgieron movimientos heréticos. Algunos de ellos surgieron en el seno de la propia Iglesia y, en un primer momento, buscaban reformas que la devolvieran a los orígenes. En otros casos, el aspecto reformador incluía reinterpretaciones de los dogmas de la Iglesia, o de la liturgia.

En esta página sobre las herejías medievales haremos un repaso de los principales movimientos heréticos, no sólo de la Edad Media sino de los primero siglos.

Gnosticismos y herejías de base gnóstica y maniquea

Si en el Cristianismo no hay verdades veladas a algunos y reservadas a otros (el papa de Roma o cualquier experto teólogo no tiene conocimientos ocultos, privativos y especiales) el gnosticismo (De gnosis, conocimiento) ofreció durante los dos primeros siglos del desarrollo cristiano la creencia de que existían conocimientos elevados ocultos y superiores que una minoría podía alcanzar para su salvación. Dicho de otro modo, la contaminación gnóstica que amenazó al cristianismo tenía elementos de otras religiones y cultos paganos - judaísmo y cultos orientales- donde a través de ritos esotéricos y ocultistas -así como ideas filosóficas y místicas- se podía alcanzar estados superiores del ser.

Es importante empezar por este tipo de herejías puesto que muchos movimientos religiosos o antirreligiosos a lo largo de la historia tuvieron elementos gnósticos. Sin ir más lejos, muchas corrientes masónicas y esotéricas de los siglos XVIII y XIX se basaron en que el hombre está atado a una realidad material empobrecedora que ha de superar, si bien este camino de "iluminación" está vedado al conjunto de los seres humanos y reservado sólo una minoría selecta.

Otra característica del gnosticismo suele ser un dualismo de contrarios donde los material es malo, incluyendo el cuerpo del hombre que combate contra lo positivo que es el espíritu.

Docetismo

Bajo el amplio paraguas del gnosticismo dual (materia-mal vs. espíritu-bien) surgieron numerosas herejías. Una de ellas fue el Docetismo que negaba la humanidad verdadera del Verbo encarnado. Si la lógica gnóstica es que la materia es mala, no se podía consentir la idea de que el Verbo, Hijo de Dios, se hubiera encarnado. Eso supondría que la divinidad se habría "manchado" y "degradado" con la impureza de la carnalidad.

Por tanto para la herejía docetistas gnóstica, la Encarnación es una apariencia (dokein significa parecer). Para los docetistas, Jesucristo no posee dos naturalezas divina y humana. Ésta última era una apariencia, por lo que su cuerpo no era real sino una especie de imagen.

Los teólogos rechazaron esta herejía desde su comienzo pues es claramente opuesta a los textos bíblicos. Pero esta herejía de raíz gnostica debió extenderse ampliamente contra la ortodoxia cristiana en la segunda mitad del siglo I. En diferentes textos canónicos de San Juan se establece con claridad que el Verbo se encarnó:

"Y la Palabra se hizo carne"

"Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo"

"Muchos seductores han salido al mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el Seductor y el Anticristo"

Mandeísmo

Es otra de las herejías de base gnóstica. Fueron conocidos también como los nasareos.

Maniqueísmo

El origen del Maniqueísmo hay que buscarlo en Persia y se extendió durante el siglo III d.C. por amplios territorios, llegando al Imperio Romano.

El Maniqueísmo creía en la dualidad bien mal que se encuentran el lucha permanente: luz y tinieblas que llegaron a asociarse al Dios del Antiguo Testamento y al del Nuevo Testamento.
De nuevo, la luz espiritual se encuentra cautiva por la carne y ha de ser liberada. Aquellos que se convertían "oyentes" aspiraban a reencarnarse como "elegidos", los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.

El Maniqueísmo de hace 1.800 años comparte con la New Age actual la idea de que Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual.

Priscilianismo

El Priscilianismo fue una herejía de doctrinas gnóstica y maniquea como otras que ya hemos descrito anteriormente, que nació en la Hispania romana durante el siglo IV d. C. enseñadas por el egipcio Marco, que fue sumando seguidores como una dama de nombre Ágape y posteriormente Prisciliano, su principal impulsor.

De nuevo estamos frente a la dualidad material y espiritual de fantasioso esoterismo donde se mezclan reinos de luz y oscuridad, poderes por alcanzar, almas arrancadas de la divinidad, etc. Este estado de cosas sólo se superaría con la liberación del dominio de la materia. Cristo vino en cuerpo celeste que se asemejaba al del resto de los humanos y con su muerte aparente liberó las almas humanas de las garras de la materia.

Como tantas creencias maniqueas, lo material era mal visto y ello les llevó a una serie de prácticas de exacerbada ascesis.

Herejías basadas en las disputas cristológicas

Se conoce con la expresión Disputas Cristológicas, las discusiones, creencias, desviaciones, dogmas etc. que rodearon la naturaleza de Jesucristo durante los primeros siglos del Cristianismo. Hasta que se estableció el dogma trinitario, la consustancialidad del Hijo y el Espíritu con el Padre, la preexistencia de la persona divina de Cristo antes de la creación del universo y la auténtica encarnación de la Segunda Persona en las entrañas vírginales de María, hubo numerosos debates y desviaciones heréticas de todo tipo.

Algunas de esas herejía surgidas en la Antigüedad pero que pudieron llegar en mayor o menor medida al periodo medieval fueron:

Arrianismo

Fue una de las herejías más difundidas en los primeros siglos del cristianismo. Arrio fue un obispo que divulgó sus enseñanzas entre las últimas décadas del siglo III y comienzos del IV. Para él, Jesucristo fue una criatura creada por Dios, por tanto no es divino. También consideraba lo mismo del Espíritu Santo.

Dos importantes concilios del siglo IV, Nicea y Constantinopla fijaron el dogma trinitario y la consustancialidad del Hijo y del Espíritu Santo con el Padre. Con ellos el arrianismo desapareció prácticamente del Imperio de Oriente.

Paradójicamente, cuando ya se había desvanecido en la zona oriental del Imperio, el asentamiento de los pueblos germánicos -concretamente visigodos y burgundios- en la parte occidental la hizo sobrevivir hasta el siglo VI.

Hasta entonces la adscripción al arrianismo, doctrina a la que habían sido convertidos estos pueblos por el Obispo Ulfilas durante su asentamiento al otro lado del Danubio, había funcionado como elemento de cohesión ideológica y social de la minoría germánica, erigida en superestructura política y militar en la parte occidental del Imperio.

De hecho, la monarquía goda que gobernó la antigua Hispania romana fue arriana hasta finales del siglo VI cuando Recaredo, hijo de Leovigildo, se bautizó en el Catolicismo trinitario.

Adopcionismo

En la Alta Edad Media las herejías tienen un carácter fundamentalmente doctrinal, herederas en muchos casos de controversias cristológicas surgidas en los siglos anteriores, y con frecuencia de un marcado carácter local.

El Adopcionismo es uno de los dos tipos en que se divide la herejía llamada monarquianista. Es una herejía cristológica nacida en el siglo II y desarrollada durante varias centurias posteriores.

Para los adopcionistas, Jesús nació sobrenaturalmente por obra del Espíritu Santo de la Virgen María, pero el ser nacido era un mero hombre que luego fue adoptado por Dios. Este hombre recibió poder divino en el momento de su bautismo en el río Jordán.

La herejía adopcionista tuvo un fuerte rebrote en época medieval -concretamente en el siglo VIII- en que los obispos de Toledo, Elipando y de Urgell, Félix -probablemente para establecer una especie de sincretismo con el islam que dominaba casi toda la Península Ibérica- lo defendieron frente a las críticas de los cristianos del norte -entre ellos el célebre monje Beato-.

Esta querella obligó a intervenir al emperador Carlomagno y la herejía fue completamente refutada en el segundo Concilio de Nicea celebrado en el año 787 y en el Concilio de Francfort de 794.

Otras herejías del mundo antiguo

Pelagianismo

El Pelagianismo fue una doctrina herética establecida por un monje inglés llamado Pelagio entre los siglos IV y V d. C. Se extendió por Oriente y el Norte de África en el siglo V, y sobrevivió hasta el siglo VI en la Galia y Gran Bretaña. Doctrinalmente afectaba a cuestiones relacionadas con la gracia y el pecado original;

en efecto, Pelagio opinaba que el Pecado Original sólo afectó a Adán, pero no al resto de los hombres por lo que el sacramento del Bautismo es innecesario. De igual forma, el hombre no necesita de la Gracia divina para su salvación pues es completamente autosuficiente, puesto que no posee una naturaleza caída con tendencia al pecado y puede comportarse con plena perfección moral en base a su libre albedrío -siguiendo el ejemplo de Cristo- hasta ganarse el premio de la salvación.

Fue muy contestado por figuras tan sobresalientes como San Agustín y San Jerónimo.

Donatismo

Fue un movimiento de carácter rigorista que dejaba fuera de la comunidad a los pecadores, y que tuvo gran fuerza en el norte de África durante los siglos IV y V.

Herejías medievales

A partir del año 1000, y durante la Plena Edad Media, las nuevas condiciones de vida, el desarrollo urbano, y la centralización pontificia contribuyeron a crear un clima favorable a los nuevos movimientos heréticos que cabría conceptuar como herejías de masas, en algunos casos vinculados a movimientos mesiánicos, proféticos y milenaristas, en otros a los movimientos de pobreza voluntaria.

Milenarismo Joaquinita

De entre los primeros cabe destacar el milenarismo joaquinita, surgido a finales del siglo XII, por su proyección temporal, ya que sus enseñanzas aparecen en brotes heréticos del siglo XV, como los Herejes de Durando (1445). Proclamaba la llegada de la "Era de Espíritu Santo", en la que la historia llegaría a su plenitud.

Iglesia Valdense

Dentro de los movimientos de pobreza voluntaria estricta el de mayor trascendencia fue el valdense, fundado por Pedro de Valdo, rico comerciante que abandonó sus bienes para fundar una comunidad de predicadores regidos por un rígido principio de pobreza voluntaria. Aprobados inicialmente por el Papa, rechazaron poco después la prohibición de predicar sin autorización eclesiástica en cuanto laicos, y por ello fueron excomulgados en 1184. Los moderados volvieron a la Iglesia, mientras que los más radicales adoptaron posiciones heréticas.

Albigenses y cátaros

Caso aparte es el de albigenses y cátaros. Fue la más importante de todas las herejías medievales, no sólo por su arraigo y extensión territorial - afectó a todo el Mediodía francés - , sino por sus repercusiones políticas, y por ser la única que realmente supuso un grave peligro para la unidad de la Iglesia.

Los cátaros, herederos de los movimientos dualistas basados en los principios del maniqueísmo, creían en dos principios el Bien y el Mal, organizándose en una iglesia aparte, en la que los fieles se dividían en perfectos, minoría de consejeros, y fieles, masa de creyentes.

Admirado por muchos en la actualidad -en parte por ignorancia al no conocer los estrambóticos preceptos en que se basaban- han sido fatuamente convertidos en "paladines de la libertad de conciencia contra la opresora iglesia medieval"

Sin embargo, las creencias de los albigenses llegaron a ser en muchos casos de un extremismo ciertamente estremecedor, donde se remansaron muchas de las tesis gnósticas ya comentadas anteriormente. Para empezar creían que todo lo material era malo, incluyendo el cuerpo y todo ello lo había creado un dios maligno. En cuanto a la naturaleza de Jesucristo creían que fue en verdad un ángel, y que su muerte y resurrección tenían un sentido meramente alegórico.

Por contra, lo único bueno es el espíritu creado por un dios benigno al que había que adorar. Esta confrontación maniquea y dualista entre el bien-alma y el mal-cuerpo debía conducir a que el alma debía ser liberado del cuerpo. En este contexto, procrear hijos era lo peor que se podía hacer puesto que suponía atrapar nuevos espíritus en en el abominable mundo material y corporal.

No obstante, aunque el matrimonio estaba prohibido, se permitía la fornicación. Algo que chocaba con su espíritu de rigorismo ascético estrictísimo (hay que recordar que la palabra cátaro procede del griego kataros que significa "puro" o "perfecto"): ayunos severos que en ocasiones terminaban en muerte por inanición, mortificaciones, incluso el suicidio de liberación (para liberar el alma del cuerpo) etc. en algunos casos extremos los "creyentes" (seguidores) asesinaban a los "perfectos" en su deseo de liberación del cuerpo.

También abolieron los sacramentos, que fueron sustituidos por el consolatum, que se administraba antes de la muerte.

Tolerada por algunas autoridades con intereses políticos (fueron protegidos y alentados por Pedro II de Aragón y Raimundo VI de Toulousse) la herejía albigense se extendió con rapidez, convirtiéndose en un verdadero movimiento de masas que embaucó a numerosos seguidores simplemente por el hecho de encontrarse insatisfechos y embarcarse en un cambio radical de vida.

En el propio desarrollo de este movimiento herético tan grave, se produjo desafección entre sus filas y disminución de seguidores. Por un lado, la prohibición de tener hijos y otras creencias exacerbadas sobre la reproducción tendría como resultado una disminución demográfica. También afectó la creencia de que si un perfecto pecaba, aquéllos que habían recibido de él el consolatum también se condenaban.

Tras diversos intentos de reconducir la situación en sínodos y concilios, el Papa Inocencio II envió a Santo Domingo de Guzmán y a monjes cistercienses para convencerlos pero los albigenses reaccionaron matando al legado papal Pedro de Castelnau. A continuacíon se proclamó la Cruzada, que dirigida por Simón de Monfort destruyendo este movimiento.

Wyclifismo (Lolardismo)

El wiclyfismo representó una ruptura total con la Iglesia, ya que afirmaba que existía una relación directa entre los hombres y Dios, sin la intromisión de la iglesia por lo que desaparecía la mediación sacerdotal.

Juan de Wyclif consideraba que las Escrituras eran suficientemente claras y no necesitaban la interpretación de la Iglesia, por lo que favoreció la traducción de la Biblia. No obstante se entendía que el Antiguo Testamento era muy inferior en verdad al Nuevo, por lo que todo lo que se apartaba del Nuevo Testamento era dañino.

Tras su muerte sus enseñanzas se expandieron con rapidez: su Biblia apareció en 1388 y sus doctrinas se matizaron en tres corrientes, la académica, la política - grupos de parlamentarios y nobles deseosos de que la monarquía se sacudiera la tutela del pontificado -, y la popular que habría de proyectarse en el movimiento de subversión social.

Las obras de Juan de Wyclif influyeron de manera inequívoca en el fundador del otro gran movimiento de la época, el Husismo y posteriormente en el Luteranismo y Calvinismo.

Al igual que el movimiento protestante postmedieval los lolardos prohibieron las imágenes en los templos, así como las peregrinaciones, la invocación intercesora de los santos y lo que es más importante: la Misa y los Sacramentos.

 

 

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