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DVD DE LA SERIE DE TVE "MEMORIA DE ESPAÑA"
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Vida
Monástica. El Monacato y la vida en los monasterios
El largo
camino que durante la Edad Media recorre la vida monástica
(vida de retiro espiritual) se inica en Oriente allá por
el siglo IV y llega a Occidente alrededor de un siglo después.
Aunque
el monacato céltico tuvo gran importancia entre
los siglos VI y VII, no cabe duda de que para la Europa medieval,
fue la regla bendictina la que mayor transcendencia va atener
el la historia de Occidente.
San Benito
de Nursia va a poner los pilares de un movimiento monástico
esencial para la religiosidad, cultura y política de los
largos siglos de la Alta y Plena Edad Media.
Por ello
en este artículo sobre la vida monástica medieval,
nos centraremos en el monacato benedictino.
El
papel de la Vida Monástica en el Monacato Benedictino
En tiempos
de San Benito (siglo VI), la vida cotidiana del monje se dividía
en:
-
Trabajos
manuales
-
Rezos
en comunidad
-
Lectura
devocional privada.
Los trabajos
eran completamente necesarios en una primera época para
lograr la supervivencia material de la comunidad monástica.
Entre estos trabajos manuales, era importatísma la labor
agrícola.
Por otro
lado, el trabajo físico y manual ofrecía un saludable
equilibrio con el intelectual que realizaba el monje en los scriptoria,
sus oraciones, cantos litírgicos, etc.
No obstante,
se va a producir una paradoja con respecto a los monjes y que
se repitirá cíclicamente a lo largo de toda la Edad
Media.
Tal
paradoja es que aquellos valerosos piadosos que se retiraron de
la vida mundana para alcanzar la perfección espiritual
y rezar a Dios en beneficio de la humanidad, renunciando a riquezas
y placeres, pronto serán considerados por la sociedad como
hombres santos a los que hay que proteger y "mimar"
a cambio de que recen por los pecadores.
La mayoría de los monarcas y
magnates medievales hicieron vastísimas donaciones a los
monasterios para que intermediaran y rezaran por sus almas, llegando
a querer ser enterrados en ellos. En este setido, recordamos que
Alfonso VI, benefactor del monacato benedictino cluniaciense,
eligió ser enterrado en el Monasterio de San Benito de
Sahagún, a pesar de haber fallecido en la lejana ciudad
de Toledo.
Por ello
y de manera progresiva, los monasterios van a pasar a ser centros
de poder y riqueza, y gracias a las donaciones, comenzaron a tener
tierras con campesinos que trabajaban para los monjes.
Llegado este
momento, las labores agrícolas de éstos se hicieron
innecesarias y fueron sustituidas fundamentalmente por diversos
rezos litúrgicos.
El opus Del
(obra de Dios) pasó a considerarse la coronación
y justificación de la vida monástica. Se levantaron
grandes iglesias para la celebración del opus Dei, cuyo
ceremonial estaba calculado para ejercer un efecto arrebatador
sobre la audiencia. Los monasterios eran ya parte integrante de
la sociedad; los escritores medievales primitivos describían
el orden social compuesto por hombres que hacen la guerra, hombres
que trabajan y hombres que rezan.
El continuo espíritu de reforma
Los propios monjes envueltos en esta dinámica
negativa fueron los protagonistas de cíclicos movimientos
de reforma, regresando a la pureza y a la pobreza inicial. Conocido
es el caso de los cistercienses que sin abandonar en absoluto
la regla benedictina de los cluniacenses, crearon un monacato
mucho más rigorista y sacrificado, donde el trabajo, la
oración, la austeridad y la pobreza eran los grandes protagonistas
de su vida monástica. Para evitar injerencias mundanas
fundaron sus cenobios en lugares boscosos y apartados con el mismo
espíritu que los eremitas de los primeros siglos del Cristianismo.
Algo similar sucedió casi de forma contemporánea
con la fundación de la Orden Premostratense, si bien, en
este caso, la regla elegida para su organización no fue
la de San Benito sino la de San Agustín.
Otro ejemplo del espíritu de reforma
y de adaptación al servicio a la sociedad fue la decisiva
aparición de las órdenes mendicantes que se desarrollaron
principalmente a partir del siglo XIII. Los conventos franciscanos
y dominicos, además de su vida comunitaria y de oración,
se volcaron en la ayuda y educación de los más pobres,
enfermos y necesitados de las ciudades donde habitaban. San Francisco
de Asís y Santo Domingo de Guzmán fueron conscientes
de que en la nueva sociedad bajomedieval, la labor asistencial
de la Iglesia era necesaria para afianzar la vida espiritual de
los fieles.
Los monasterios y sus funciones
en la sociedad medieval
Los monasterios fueron centros
de la máxima influencia:
-
Religiosa
-
Social
-
Política
-
Cultural
Por el prestigio de los monjes
y monjas como ideal de perfección cristiana y personas
consagradas a Cristo y "privilegiados" ante Dios, sus
continuas oraciones benefician a la Humanidad
Como ya se indicó en un
apartado anterior, las familias reales y de nobles hacían
grandes donaciones para la salvación de su alma. También
muchos de sus miembros fundaban monasterios y/o ingresaban en
ellos.
Función Religiosa
Entre otras influencias podemos citar
la incentivación de la veneración de las imágenes
y las reliquias. Muchas abadías que guardaban reliquias
se convirtieron en centros de peregrinación. De hecho el
propio Monasterio borgoñón de Cluny impulsó
fuertemente las peregrinaciones a Santiago de Compostela durante
el siglo XI.
Otros miembros del clero que alcanzaron
la santidad como Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega,
además de fundar santuarios y hospitales se especializaron
en la importantísima labor de mejorar las calzadas y, sobre
todo, la construcción de puentes de piedra para el trasiego
de peregrinos hacia Santiago de Compostela.
La reforma de la liturgia por el "papa-monje"
Gregorio VII fue impulsada por los cluniacenses.
Actuaron para modificar costumbres paganas
y supersticiosas muy arraigadas especialmente del mundo rural.
Para algunos autores, Cluny impulsó la escultura monumental
en iglesias (arte románico) para establecer un sistema
visual de enseñanza a los analfabetos (la mayoría
de la población). También intervinieron en reencauzar
las herejías.
Función social
Los principales valedores de los pobres, enfermos,
cautivos y en general los desheredaros de la sociedad fueron los
miembros del clero, tanto secular como regular. Pero entre ellos
tuvieron especial protagonismo tanto la Orden de San Juan con
su red de hospitales como los cenobios benedictinos. Ambos se
dedicaron especialmente a atender y dar hospitalidad a viajeros,
peregrinos, pobres, etc.
Los benedictinos atendían con limosnas, comidas,
ropas limpias y secas, descanso, etc. a pobres, necesitados, peregrinos,
etc. como si se tratase del propio Cristo, como así estableció
San Benito de Nursia.
La labor asistencial de los benedictinos se basó
y se basa en una de las enseñanzas de Jesús recogida
en el Evangelio de San Mateo:
"Entonces dirá el Rey
a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid
la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed,
y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel,
y vinisteis a verme. Entonces los justos le responderán:
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo
te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"
Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis
a unos de estos hermanos míos más pequeños,
a mí me lo hicisteis."
Función política
Como hombres de la máxima cultura e intelectualidad,
vemos a abades, abadesas, monjes y monjas como consejeros de reyes
y miembros de las élites de poder. Tal es el caso de Alcuino
de York en la corte de Carlomagno.
Pero también sus predicaciones y escritos
influyeron en los estamentos civiles como fue el caso de San Bernardo
de Claraval.
También ejercieron su autoridad en las tierras
que poseían para su manutención.
Articulación del territorio
Aunque los monasterios buscaban el aislamiento (en
especial los cistercienses), a los monjes acompañaban los
legos y otros oficios eran requeridos para mantener el complejo
monástico. Además había gentes que querían
vivir cerca a aquellos hombres santos. Por este motivo alrededor
del monasterio se iba creando un poblado que podía convertirse
en verdadera aldea y luego ciudad. Tal es el caso, en nuestro
territorio hispano, de Santo Domingo de Silos.
Si nos referimos específicamente a los cistercienses, su
establecimiento en lugares boscosos, abruptos y salvajes, permitió
la adaptación del territorio para uso humano mediante la
tala de bosques, la roturación y cultivo de aquellos suelos
y la creación de calzadas y puentes.
Función cultural
La civilización occidental tiene una gran
deuda con los monasterios medievales pues fueron los principales
baluartes de defensa de la cultura tanto grecorromana como la
propia medieval. En sus scriptoria se copiaron -y también
crearon- libros manuscritos (códices) tanto religiosos,
filosóficos, históricos, científicos, etc.
de autores clásicos y medievales.
Desarrollaron la música y cantos como el bizantino,
gregoriano, mozárabe, etc.
En los monasterios o para los monasterios trabajaron
los artistas más cualificados de cada época. En
la España cristiana hubo monasterios especialmente prolíficos
en la iluminación de Códices, como por ejemplo San
Millán de la Cogolla. Otros destacaron en la orfebrería
y esmaltería como Santo Domingo de Silos.
La vida monástica cotidiana
Para una comunidad benedictina, el día se divide en cuatro
áreas:
Orar, trabajar, comer y descansar
La oración
El tiempo de oración a su vez se subdivide
en:
Oración Litúrgica: Eucaristía
y la Liturgia de las Horas en las horas canónicas
-
Vigilias o Maitines. 3 hs.
-
Laudes. 6 hs.
-
Prima. 7 hs.
-
Tercia. 9 hs.
-
Sexta. Medio día (12 hs.)
-
Nona. 15 hs.
-
Vísperas. 18 hs.
-
Completas. 21 hs.
Lectio Divina
Lectura privada y meditada de la Biblia
Oración Personal
Oración que se realiza simultaneando cualquier
actividad.
Trabajo
Se iniciaba por la mañana tras la "Tercia"
y por la tarde tras la "Nona". El trabajo de los monjes
-fundamentalmente en el scriptorium o en la cercana huerta- no
debía alejarles demasiado para poder estar en los momentos
establecidos de la Liturgia de las Horas en el coro de la iglesia
monacal.
Descansar
Dos eran los momentos de descanso a lo largo del
día. Los monjes, tras las "Completas" (alrededor
de las 21 hs.), se acostaban, empezando al día siguiente
con su actividad rutinaria al amanecer (6:00 hs.); aunque antes,
hacia las 3 o 4 de la madrugada, habían tenido que interrumpir
su sueño para levantarse y acudir a la iglesia para celebrar
la Liturgia de "Vigilias" o "Maitines".
El otro periodo de descanso diario (siesta) se fijaba
tras la comida.
Comida
Los momentos para reponer fuerzas eran dos:
-
Comida: celebrada tras la "Sexta",
a las 12:30 o 13:00
-
Cena: tras las "Vísperas",
poco después del atardecer.
Alimentación y salud
La alimentación monacal se basaba en una dieta
frugal de gran peso vegetariano:
-
Trigo (pan)
-
Legumbres
-
Verduras y frutas
-
Aceite
Era especialmente empleados los potajes de verduras
y legumbres
Ocasionalmente, la dieta podía completarse con carnes y
pescados
El vino rebajado con agua llegó a ser parte
de la dieta establecida para los monjes. No hace falta recordar
que los monjes -especialmente los cistercienses- fueron grandes
viticultores.
De la salud se ocupaba la botica monacal. En el huerto
se cultivaban plantas medicinales aunque también se adquirían
en mercados urbanos.
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