Uno de los tópicos
medievales que casi todo el mundo conoce -aunque no se sea estudioso
o interesado en la historia- es el del terror milenario.
Siempre se ha estudiado
que existió la creencia generalizada en la Edad Media Cristiana,
en base al Apocalipsis de San Juan y otras suposiciones
no bíblicas, que el fin del mundo sobrevendría llegado
el año mil.
Para apoyar la idea de
que el terror milenio existió y que las sociedades europeas
se vieron afectadas se suele citar que el siglo X fue uno de los
más violentos y calamitosos de la historia del hombre.
Aún siendo cierto este extremo, esto no apoya el hecho
de que existiera la creencia del fin apocalíptico llegado
al año 1000, sino una serie de circunstancias político
militares adversas en aquel siglo
Recientemente, numerosos
autores han puesto en tela de juicio la veracidad de esta idea.
Para ello se basan en la falta de noticias escritas sobre revueltas
y disturbios sociales en los momentos previos a la citada fecha.
La
razón, entre otras, sería que la población
campesina no conocía con exactitud la fecha en que vivía.
En este sentido hay que tener en cuenta que el concepto moderno
del tiempo es progresivo, mientras que el medieval fue generalmente
cíclico. Para ello hay que recordar que el mundo en que
vivía un campesino medieval cambiaba poco pues el avance
histórico de una generación (con una esperanza de
vida inferior de 40 años) era pequeño.
Para muchos de estos estudiosos
el terror milenario es, por tanto, una invención romántica
del siglo XIX, época en que la olvidada Edad Media comienza
a interesar a los intelectuales de la época adornándola
de todo tipo de exageraciones (en lo positivo y negativo)
El Terror
Milenario en la España cristiana
Si dejamos de lado Al-Andalus
por obvias razones y nos centramos en la España cristiana,
el año mil coincidió con una de sus peores épocas.
El famoso gobierno de Almanzor supuso para la cristiandad
hispana un periodo de devastación, muerte y pesimismo.
Durante décadas, el valido del califa Hixam II se dedicó
a azotar con saña los reinos peninsulares norteños,
sin sufrir derrota alguna.
En ese plano, sería
posible entender que los cristianos hispanos vieran en esta época
signos inequívocos del final del mundo. Pero de nuevo,
hay un fallo en este argumento. En nuestros territorios, hasta
la Baja Edad Media (aunque según el reino, este sistema
de datación duraría más o menos) se usaba
el sistema de la era hispánica y no del año
de nacimiento de Cristo. Como es sabido entre ambos hay una diferencia
de 38 años.
Así que el año
1000 europeo fue el 1038 para los cristianos de la Península.
En este caso, no podría haber coincidencias.