Guía
del Arte Románico en la "Comarca de la Sidra", Asturias
Introducción
Tiende a conocerse como "Comarca de la Sidra"
a un territorio situado en el centro-oriente del Principado de Asturias
que se extiende por los concejos de Villaviciosa, Colunga, Nava, Sariego,
Cabranes y Bímenes que, por su importante producción
manzanera, se ha convertido por méritos propios en el principal
centro fabricante de la mundialmente famosa sidra asturiana.
Además de por su incomparable encanto paisajístico y
su justa fama a nivel gastronómico, se sabe que esta comarca conocida
como "Comarca de la Sidra" fue ya poblada por los
romanos y tuvo protagonismo durante el esplendor del reino asturiano
y más tarde en siglos románicos, testimonio de lo cual
ha llegado a nuestros días una interesante colección
de construcciones de los siglos XII y XIII.
Además del influyente monasterio cisterciense
de Santa María de Valdediós, la nómina de pequeñas
parroquias rurales de estilo románico mejor o peor conservadas
es amplísima, principalmente en torno a la pujante villa de
Villaviciosa (de la que nos ocupamos en otra sección), aunque
nosotros en el presente artículo nos centraremos en algunas
de las más importantes.
Se trata de un románico de eminente carácter
tardío, levantado en la mayoría de casos entre las últimas
décadas del siglo XII y primeras del XIII. Pese a una cierta
uniformidad estilística, no resulta en absoluto un románico
monótono, presentando cada una de sus construcciones sus pequeñas
particularidades que las hacen dignas de una visita.
Características del
románico en la Comarca de la Sidra
En esta zona de elevada concentración de románico,
encontramos en ella una gran variedad de soluciones no siendo monótona
en absoluto.
No obstante existen algunas características comunes
para casi todas ellas. Más allá del cenobio de Valdediós, en su mayoría
son pequeñas parroquias rurales de carácter tardío con
nave única cubiertas con techumbres de madera abiertas a cabeceras
semicirculares o, en algunos casos, por probable influjo prerrománico,
de planimetría rectangular y decorada en su interior por series de
arcos.
También muestran similitud en las portadas, que
son de gran belleza, estando decoradas con con arquivoltas de ornatos
geométricos y zigzagueados.
Para esta
sección del románico en la Comarca de la Sidra de Asturias
hemos elegido los siguientes edificios de las decenas que existen:
Monasterio de Santa María de Valdediós, Valdebárcena,
Santa Eulalia de Lloraza, Santa María de Lugás,
San Salvador de Fuentes y San Julián de Viñón
Monasterio
de Santa María de Valdediós
Para ir a este
"valle de Dios" situado en el corazón del Valle de
Boides, no es necesario alejarse mucho de Villaviciosa, la capital
de la comarca, pues se encuentra a no más de 10 km. en carretera.
El Monasterio
cisterciense de Santa María de Valdediós visualiza la
impresionante evolución arquitectónica medieval sufrida
en tres siglos, los que van de finales del IX en que se construye
el Conventín prerrománico de San Salvador de Valdediós
y comienzos del XIII en que se edifica Santa María, de estilo
románico evolucionado y estética cisterciense.
La fundación de este cenobio cisterciense de Santa María
de Valdediós se remontaría a principios del siglo XIII, cuando
el monarca asturiano Alfonso IX cede los terrenos para su construcción,
perfectamente documentada en el año 1218 gracias a una inscripción
conservada en el tímpano de la llamada "Puerta de los Muertos" en
la que también hace referencia a su maestro de obras, de nombre Galterius
y cuya firma aparece igualmente en el también femenino monasterio
cisterciense leonés de Santa María de Gradefes.
Perdidos buena parte de los equipamientos monásticos
originales tras una terrible inundación en el año 1515 (sustituidos
por nuevas estancias renacentistas), los restos medievales se reducen
a la iglesia abacial.
Este templo
monástico de Santa María se muestra como un monumental
y austero edificio de tres amplias naves abiertas a un crucero muy
marcado que, a su vez, desemboca en una poderosa cabecera triabsidal
articulada por columnas y ventanales de medio punto.
La
puerta occidental de la iglesia es un ejemplar imponente por sus grandes
dimensiones y profusión decorativa, donde se repite el conocido
y habitual motivo "asturiano" del zigzagueado y dientes
de sierra.
Conserva la iglesia de Valdediós
varias puertas más, destacando por encima del resto la Puerta
de los Muertos, llamada así porque por ella se llevaba a los
monjes fallecidos desde el interior del templo al cementerio monacal.
Se encuentra en la fachada norte del transepto y contiene el tímpano
con la citada inscripción fundacional que dice exactamente:
"El día decimoquinto de las calendas
de junio en la era MCCLVI, reinando don Alfonso y siendo obispo
de Oviedo Juan y abad de Valdediós Juan IV, fueron puestos
estos cimientos estando presente el maestro Gualterio, que construyó
esta iglesia"
También se conserva la Puerta de
los Monjes, abierta desde el claustro al corazón de la iglesia
abacial.
Más
información de Monasterio
de Santa María de Valdediós
Aunque fuera del periodo románico,
no podemos dejar de citar que a unas decenas de metros, al norte de
Santa María de Valdediós, tenemos la iglesia altomedieval
de San Salvador de Valdediós, conocida como el "Conventín",
obra maestra de la arquitectura prerrománica europea de finales
del siglo IX.
Más
información de
San Salvador de Valdediós
Iglesia del Santuario de Santa María
de Lugás
A tan solo cinco kilómetros de Villaviciosa
y coronando una despejada colina desde la que se divisan amplias panorámicas
incluso del propio litoral, la iglesia de Santa María de Lugás
es, tras el de Covadonga, el segundo santuario mariano más
importante del Principado de Asturias.
Fruto de esa secular tradición devocional
y a que, desde fechas pretéritas acogió un enorme volumen
de romeros que se desviaban ligeramente del la ruta jacobea para visitar
a la Virgen; el templo de Lugás gozó de notable pujanza
económica, motivo por el cual fue objeto de numerosas reformas
con el fin de ser adaptado a los gustos y necesidades de cada época
y que acabaron por camuflar su primitiva conformación románica.
Reconstruida en su totalidad tanto la nave
como la cabecera, los restos medievales más latentes son el
arco triunfal al interior y sus dos portadas de acceso.
El primero despliega triple arquivolta de
medio punto molduradas que descansan sobre haces de tres columnas
rematadas en capiteles figurados, destacando en la cesta del evangelio
una Virgen con el niño, y el recurrente entramado vegetal del
que emerge un león la de la epístola, motivo que se
repite en Valdebárcena y en la iglesia de Narzana (Sariego).
La portada occidental, bajo un breve tejaroz
sustentado por canecillos figurados, despliega triple rosca con molduras
en zigzag y que apean sobre columnas con capiteles en su mayoría
vegetales, sobresaliendo una escena que representa a Daniel en el
foso de los leones.
Más modesta aunque de mayor personalidad
es la portada sur, protegida bajo un porche añadido en fechas
tardías. Se estructura en dos arquivoltas de las que, la interior,
presenta una curiosa configuración a base de lóbulos
cerrados por formas bulbosas colgantes a modo de rollos: un modelo
que se repite en otros templos del centro de Asturias como San Esteban
de Aramil (Siero). también se observan en la arquivolta superior
las cabezas de pico (cabezas zoomorfas que rodean el baquetón
con sus fauces)
Más
información del
Santuario de Santa María de Lugás
San Salvador de Fuentes
También a escasos kilómetros
de la villa de Villaviciosa, la iglesia de San Salvador de Fuentes,
como la ya reseñada de San Andrés de Valdebárcena,
puede presumir de conservar en una lápida su inscripción
fundacional, aunque en este caso, es más que probable que dicha
fuente epigráfica se refiera a una construcción anterior
de posible origen monacal y sobre la cual se levantaría, ya
a mediados de la duodécima centuria, la actual parroquia.
Tras quedar muy dañada tras
la Guerra Civil, fue restaurada en 1950 de nuevo por Menéndez
Pidal, presentando en la actualidad ese aspecto impecable gracias
a la capa de enlucido blanco que oculta, como era frecuente en origen,
el aparejo original de la construcción, en este caso de sillarejo
reforzado con sillares más nobles en los ángulos.
Presenta una planimetría de
nave única cubierta de madera y abierta a una cabecera de planta
cuadrangular debido a los más que posibles influjos prerrománicos,
siendo obras mucho más tardías tanto el pórtico,
la estancia añadida a la nave norte y la espadaña.
A diferencia de otros templos de la Comarca de la Sidra, San Salvador
de Fuentes no conserva ninguna de sus portadas originales, reduciéndose
su interés al espacio interior en el que, al igual que la ya
descrita de San Andrés de Valdebárcena, de nuevo se
repite la articulación muraria de la cabecera a base de tres
arcos ciegos que de nuevo nos evoca fórmulas prerrománicas
análogas a San Salvador de Priesca.
El arco triunfal se compone de dos
arquivoltas de medio punto ligeramente rebajadas en la que la exterior
descansa sobre pilares y la interna en sendas columnas coronadas por
interesantísimos capiteles en los que se adivina pese a su
esquematismo el tema de Daniel en el foso de los leones en la cesta
del lado del evangelio; y un fiero león afrontado a un cordero
místico (Agnus Dei) que porta la cruz de la resurrección
en la del lado de la epístola.
De esta pequeña iglesia procede
una maravillosa cruz votiva de plata de mediados del siglo XII y donada
-según inscripción- por Sancha González y que
hoy, tras una serie de desafortunados avatares, se expone en el Museo
Metropolitano de Nueva York.
San Julián de Viñón
Situada en el vecino Concejo de Cabranes
aunque a escasa distancia también de Villaviciosa y del resto
de templos referenciados en el presente artículo; la iglesia
de San Julián de Viñón, citada desde época
antiquísima en el polémico Libro de los Testamentos
de la Catedral de Oviedo, completa junto a Fuentes y Valdebárcena
lo que Covadonga Cañas ha llamado con mucha gracia "el
terceto añorante": templos que en lo decorativo no dejan
lugar a dudas sobre su adscripción al periodo románico
pero que en lo arquitectónico evocan irremediablemente soluciones
constructivas prerrománicas.
Y es que San Julián de Viñón
es, con menos aditamentos, una réplica casi exacta de San Salvador
de Fuentes o San Salvador de Valdebárcena: nave única
revocada y cubierta de madera que, tras un arco triunfal, desemboca
en la ya conocida cabecera cuadrangular articulada en sus muros interiores
a base de tres arcos en cada lienzo.
El arco triunfal, también de medio
punto y doblado, descansa sobre columnas coronadas con capiteles de
elegante follaje vegetal entre el que destaca, en la cesta del lado
de la epístola, dos parejas de leones afrontados compartiendo
una única cabeza angular que engulle una figurita humana que
parece resistirse agarrándose a los cuartos delanteros del
felino; un motivo que ha dado lugar a muy variadas interpretaciones.
San
Andrés de Valdebárcena
Situada en un angosto vallejo secundario no lejos
del cenobio de Valdediós, la iglesia de San Andrés de
Valdebárcena presume de ser una de las pocas fechadas del románico
asturiano. Según consta en en una lápida del muro meridional, fue
consagrada en el año 1189.
Dicha inscripción es la siguiente:
"Martinus presbiter pecctator / et filii eclesie
pater noster qui es in celis / in era CCXXVII (1189) post milesima
episcopus rodericus / consecravit prima dominica de augustus. Pater
noster"
Heredero según algunos historiadores
de un primitivo establecimiento monacal muy modesto relacionado con
San Pelayo de Oviedo; rápidamente adquiriría la función
parroquial que desempeña en la actualidad, habiendo sido distinguido
como Monumento Nacional desde la década de los sesenta de la
pasada centuria.
Es un edificio construido con mampostería
menos las esquinas que son de sillería. Consta de una nave
rematada en ábside plano. Por tanto, a pesar de ser obra del siglo
XII avanzado, es una construcción todavía apegada a la tradición prerrománica
en lo que a la cabecera respecta. y que inevitablemente evoca fórmulas
prerrománicas presentes por ejemplo en la cercana iglesia de
San Salvador de Priesca. El muro de cierre del ábside tiene un ventanal
en el centro.
La articulación interior de sus tres
muros cabeceros a base tres arcos ciegos de medio punto, ligeramente
más elevados y peraltados los del muro del testero respecto
a los laterales, ha motivado que para muchos especialistas la iglesia
de Valdebárcena, junto a las cercanas de Fuentes y Viñón
que a continuación trataremos, sean definidas como el último
eslabón entre la tradición constructiva prerrománica
y los modelos ya plenamente románicos que acabarán por
imponerse en todo el territorio astur.
También de primordial interés
resulta su portada occidental, muy similar a la cercana de Narzana.
Está abierta en un ligero cuerpo en resalte y bajo un tejaroz
sostenido por canecillos figurados entre los que identificamos varias
composiciones inspiradas en actividades lúdicas y de empeños
diarios del hombre medieval: cacerías, jinetes, músicos,
danzarinas etcétera.
Una segunda portada mucho más sencilla se abre
al costado sur, sobre la cual fueron dispuestos tres bloques pétreos
labrados en bajorrelieve y cuajados de motivos geométricos,
vegetales y figurativos que algunos especialistas han querido identificar
como piezas prerrománicas reaprovechadas.
Los capiteles de las portadas y de los ventanales, además
de motivos vegetales, muestra un rico repertorio de animales, donde
predominan los leones y basiliscos.
Santa
Eulalia de la Lloraza
La iglesia de
Santa Eulalia, en La Lloraza (Villaviciosa) es
una de las muchas gratas alegrías que nos concede el románico
de la Comarca de la Sidra.
Este templo dedicado a la
célebre mártir de Mérida debió construirse
en los últimos años del siglo XII o comienzos del XIII.
Su origen está ligado a una leprosería del Camino de
Santiago.
Actualmente ofrece un impecable
aspecto, en gran medida por la pulcrísima estereotomía
de sus sillares de piedra arenisca y por la restauración realizada
por Luis Menéndez Pidal y Álvarez en 1950 tras los desperfectos
de la Guerra Civil.
Su arquitectura es de la máxima
sencillez: una pequeña nave unida a una cabecera de muro plano
y bóveda de medio cañón apuntado. Cuenta dos
portadas, la principal es la del lado oeste y una pequeña secundaria
en el sur.
Este tipo de cabecera plana,
como se ha indicado en distintas páginas de Arteguias es bastante
habitual en el románico hispano.
En muchos territorios se da
en templos muy tardíos y rurales, probablemente porque desde
el punto de vista arquitectónico es menos complicado construir
una bóveda de medio cañón que un cuarto de esfera.
Sin embargo, en otras latitudes,
especialmente en Galicia, Asturias, aunque lo haríamos extensivo
también a ciertas viejas ciudades y comarcas de León,
Zamora e incluso Burgos, tales ábsides también estarían
relacionados con la tradición tardoantigua y prerrománica
hispana (visigoda, mozárabe y asturiana).
De hecho, El célebre
catedrático de Historia del Arte, Isidro Bango Torviso demostró
estadísticamente hace décadas que, por ejemplo en la
provincia de Pontevedra, el número de ábsides románicos
planos es bastante superior a los de planta semicircular.
El
citado ábside de Santa Eulalia de Lloraza muestra un ventanal
central de arquivoltas con dibujo zigzagueado de tradición
anglonormanda sobre columnas con capiteles de motivos vegetales.
Por su parte, la portada oeste
tiene tres arquivoltas semicirculares muy decoradas con ornato geométrico
y vegetal, donde no falta el clásico zigzagueado. Los capiteles
y canecillos del tejaroz son muy ricos en escultura donde aparecen
aves, sirenas, figuras humanas, etc.
La entrada sur es mucho más
sencill y tan solo muestra una arquivolta.
Junto al equilibrio de formas
de su arquitectura, lo más destacable de esta buena iglesia
de la Comarca de la Sidra es su magnífico arco triunfal de
tres roscas, decoradas con motivos geométricos.
Los capiteles representan
escenas de acusado simbolismo como personajes entre volutas, un león
devorando aun hombre cabeza abajo, dos águilas o basiliscos
combatiendo, así como y vegetales, etc.
Otras iglesias románicas en la Comarca de
la Sidra
Más allá de los monumentos en los
que nos hemos detenido, la Comarca de la Sidra, y más concretamente
todo el entorno de Villaviciosa acoge la mayor concentración
de restos románicos del Principado de Asturias, aunque en muchos
casos se trata de templos llegados a nuestros días muy modificados
por reformas barrocas y neoclásicas.
Caben ser citadas también la iglesia de
Santa María Magdalena de Los Pandos, con su portada occidental
apuntada y polilobulada que queda oculta al exterior por un hermético
porche moderno. También hacia el interior, la iglesia de Santo
Tomás de Coro, San Juan de Camoca, San Bartolomé de
Puelles o Santa María de Sariegomuerto conservan su primitiva
planimetría de nave única y cabecera de testero recto.
Ya hacia el litoral, destacan la iglesia de Santa
María de Sebrayu situada al mismo al pie del Camino de Santiago,
la muy reformada de Santa Eulalia de Selorio emplazada muy cerca de
las famosas dunas de Rodiles o, al otro lado de la ría, la
de San Felix de Olés.
Monasterio
de San Pedro de Villanueva
Aunque Villanueva
no está en la Comarca de la Sidra sino cerca de los Picos
de Europa, en el concello de Cangas de Onís, incluimos
aquí este señero edificio románico porque no
está a más de 40 Km. de Villaviciosa.
San Pedro
de Villanueva es la iglesia monástica de un monasterio románico
que nació como cenobio en el siglo VIII, según la tradición.
Muestra una
magnífica cabecera de tres ábsides. El central se encuentra
seccionado por columnas que llegan hasta el alero. Una ventana con
arquivolta sobre columnas se abre en su centro.
Los
absidiolos son lisos salvo por sendas aspilleras que daban luz antes
de ser cegadas.
La fábrica
es de perfecta sillería, lo que imprime en sus volúmenes
unas sobrias
e imponentes formas arquitectónicas que contrastan con la delicadeza
de su ornamentación y tallas, especialmente de la portada meridional,
donde sobresale la temática galante e incluso amorosa, donde
el amor y la caza son protagonistas.
(Autores del texto del artículo
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé y David de la Garma)